22.
"Cuando lo sabes, lo sabés"
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Flashback.
14 de diciembre, hace tres años.
—¡Esto es una locura Annabeth! ¡Es…! ¡Es una locura!— Chillo Percy.
El pelinegro estaba como loco, tenía la cara roja, histérico, yendo de un lado al otro en su cabaña, buscando entre sus cosas su teléfono. El cual, debido a que nunca lo usa, siempre lo pierde.
—Hay que hacer algo, eso es seguro. Quizás deberíamos darle testimonios y evidencias que demuestren que una vida dedicada a la cacería no es buena ni tan mágica como suena.— Comento la rubia pensativa, quien permanecía sentada en la cama. Preocupada, pero más tranquila que Percy.—¿Qué estás asiendo? - Le cuestionó Annabeth.
Percy por fin había encontrado su teléfono y ahora intentaba hacerlo funcionar con manos temblorosas.
—Estoy llamando a Nico.— Explico mientras marcaba el número.—Quién mejor para dar un testimonio que un chico que perdió a su hermana— Al fin logro encontrar a Nico entre sus contactos y le marco. Llevo el aparato a su oreja y espero a que contestará—¡Cosa que, por cierto, podría pasarme si no la convencemos de que desista de esta tonta idea de ser una cazadora de Artemisa!— Chillo, exaltado.
Annabeth suspira profundamente y llega a la conclusión de que señalarle que un mensaje de iris es más rápido es mala idea en su condición actual.
—¿Estás loco? ¿En serio quieres meter a Nico en esto?— Le cuestiona.
—¡No! ¡No me hagas sentir culpable! ¡Todo es culpa de Thalia por hacerle ojitos a mi hermana menor!— Grita en un tono acusador, enfadado. Por fin escucha que el otro teléfono se conecta a la llamada y no pierde el tiempo para gritar.—¡Nico, tienes que venir y decirle a Kali como es que unirse a las cazadoras de Artemisa arruinara nuestras vidas! ¡Se supone que debo cuidar de ella! ¡Se supone que debo…! ¿Hola? ¿Nico?
Percy hace una mueca de confusión.
— ¿Qué te dijo?— Pregunta curiosa mientras se levanta de la cama.
—Me colgó.— Jadea, ofendido.
Diciembre trae consigo un frío que se caracteriza de la temporada.
La nieve pinta las calles y hace que los árboles se estremecen. Pero dentro de la barrera, el cálido campamento y su extenso bosque permanece atascados en la temporada de verano. Dejando a los campistas moverse a sus anchas y disfrutar de un perpetuo clima cálido.
En el pabellón comedor estaba casi vacío por las épocas decembrinas, solo había una mesa completamente llena, había una aura amena, risas y charlas animadas entre las chicas de la mesa de Lady Artemisa que hacían eco mientras comían el almuerzo.
Las cazadoras de Artemisa le contaban las historias de sus aventuras a la hija de Neptuno.
Las bestias que cazaron.
Los festines.
Y lugares que conocieron.
Le trenzaban el cabello y la hacían probarse las vestimentas que solían utilizar durante las caserías.
Todo sonaba como un cuento de Hadas mágico y perfecto.
Y para Kali, quien siempre estuvo buscando un lugar donde pertenecer, le agradaba lo que estaba escuchando. Que podría ser útil en un grupo y no tendría que depender ni entorpecer la vida de Percy y Annabeth juntos.
La pelirroja cobriza tuvo una sensación de reconocimiento.
Un presentimiento.
Un aroma en el aire. No sabe cómo explicar lo que sentía.
Su cabeza se desligó de la charla y empezó a buscar con la mirada a la persona que causaba esa sensación. Se levanta torpemente de la mesa, sorprendida y algo aturdida por su repentina presencia en el lugar.
—¿Nico? ¿Qué haces aquí?— Pregunto sin aliento.
La voz de Kali hizo que las cazadoras detuvieran su charla y vieran al chico que se acercaba a su mesa con cara de pocos amigos, vistiendo ropa negra y un mal aspecto, parecía agotado como si estuviera a punto de desmayarse.
Pero había algo raro en sus ojos, una chispa púrpura brillaba en ellos y los hacía ver salvajes y aterradores.
Toda su aura gritaba «Será mejor que corras y te escondas»
Thalia sonrió apenas cuando alzo la mirada y se encontró con el hermano pequeño de Bianca, no lo veía hace mucho y le agrado saber que estaba creciendo bien y se veía más sano.
—¿Qué pasa chico muert—La voz de la hija de Zeus se cortó cuando Nico se acercó sin contemplación y la tomo del cuello de su chaqueta.
Las cazadoras de Artemisa soltaron un jadeo y gritos colectivos de sorpresa.
—¡¿Pero qué diablos estás haciendo!?— Chillo Reyna, escandalizada.
— ¡Suéltala, maldito hombre!— Chillo, una de las cazadoras de Artemisa.
—¿¡Qué mierda Nico!? ¡Suéltame!— Gruñó Thalia mientras trataba de liberarse del agarre del pelinegro.
— Ah, Nico…— Tartamudeo Kali.
Demasiado aturdida como para hablarle o seguirlo. Al igual que el resto de campistas en el comedor. Solo podía ver cómo Nico arrastraba a Thalía por todo el comedor como si fuera un perro que se portó mal.
Cuando reaccionó siguió al resto de cazadoras que perseguían a Nico.
—¿Qué pasa? Pasa que ya no tengo 10 años.— Suelta a Thalía, bueno. Él la lanza al suelo como si no pesara nada y está cae sentada, la hija de Zeus era la más aturdida en esta situación. No entendía lo que pasaba, solo quería ahorcar a Nico por humillarla.—Si Artemisa no está por aquí, la opción más lógica para patearle el trasero a alguien eres tú. — Nico desenvaino su espada, sacándola de su funda que se aferra a sus caderas y dirigió la punta al rostro de Thalia.—Teniente.—Bufo.
Thalia gruño.
— ¿Pelear contigo?— Soltó entre risas amargas, se levantó mientras sacudía el polvo de sus manos y ropa.—Voy a dejar pasar esto por la memoria de Bianca.— Respiro hondo, había una tormenta contenida en sus ojos del color del cielo azul.—Que esto no se vuelva a repetir y NO intervengas. No es tu asunto. — Le advirtió.
Y Nico soltó una carcajada.
— ¿No es mi asunto? A ti y a tu diosa patrona les encanta lavarle el cerebro a las niñas pequeñas ¿Verdad?— Nico hizo un rápido movimiento y la hoja curva de su espada de hierro Estigio estaba en el cuello de Thalía.—Veamos si podrás hacerlo cuando tu alma esté encerrada en mi espada.— Gruñó.
Thalia abrió los ojos por completo y se quedó paralizada por un instante. No vio venir ese ataque y eso la aturdió.
— Te voy a matar, pequeño idiota, emo.— Amenazó Thalia.
Un trueno atravesó el cielo e hizo estremecer las cabañas. El sonido del rayo estallando fue tan estridente que hizo el vidrio de las ventanas temblar.
—¡Por los dioses! ¡¿Qué fue eso!?— Chillo Piper, abrazando a su novio.
Jason se asomó por la ventana de su cabaña y se sorprendió al ver cómo el cielo estaba lleno de nubes oscuras y había relámpagos iluminando el cielo.
Parecía que había una tormenta, pero estaba seguro de que el clima estaba regulado en el campamento mestizo.
Así que una tormenta natural dentro de la barrera resultaba imposible.
La puerta de su cabaña se abrió de golpe por una cazadora de Artemisa.
—¡Tu amigo se volvió loco!— Le gritó la chica de eterna juventud.
La cazadora los guío a la entrada del campamento mestizo dónde se estaba desarrollando la pelea, allí también estaban Percy y Annabeth junto al resto de cazadoras de Artemisa.
Bueno, realmente todos los campistas sé que encontraban en estas fechas en el campamento estaban allí.
—Oh, Nico.— Jadeo Piper al ver al hijo de Hades y la hija de Zeus batirse a duelo como dos salvajes—Siempre supe que algo como esto iba a pasar…— Murmuro para sí misma.
— ¡Percy! ¿Qué hiciste?— Le cuestiona Jason al pelinegro.
— ¡Es todo culpa de cara de pino! - Se defiende el hijo de Poseidón y señala a la punk que pelea apunta de espada contra un niño emo de 15 años.—¡Te dije que la alejaras de Kali! —Chillo.
— ¿¡Y tu gran idea fue hablarle a Nico!?— Le cuestiona de nuevo.
Percy alza los hombros y grita.
— ¡Obviamente, no pensé que se volvería loco!—Grito por encima de los truenos que estremecían el cielo.
El sonido metálico de las espadas chocando atravesó el aire.
— ¡Reyna! ¿Qué hacemos?— Pregunta Jason, preocupado.
Pues no podía ponerse del lado de Nico ni del de Thalia, ambos eran sus hermanos y tenía que ser imparcial.
—Hay que detenerlos antes de que causen daños al campamento.— Le indicó la morena de rasgos afilados.
— ¡Esto es una idiotez! ¡No dejaremos que este hombre crea, que puede retar a una cazadora y salir bien librado!— Las chicas se alzan en armas y van en contra del hijo de Hades desde atrás.
Las cazadoras se apresuran para inmovilizarlo entre todas. Nico se remueven salvajemente, tratando de sacarse de encima a las chicas. Thalia baja su espada y escudo, jadeante.
— ¿En serio creíste que podrías ganarme? — Le cuestionó Thalia con un tono altanero y vos entre corta por el esfuerzo que supuso la pelea.
Nico apretó los dientes con fuerza, aun sacudiéndose para liberarse del agarre de las cazadoras de Artemisa, sujetándolo y presionando hacia bajo para hacerlo ponerse de rodillas. Le bajaron la cabeza a la fuerza. A Kali se le removió el estómago, pues parecía que estaba haciendo una reverencia.
—Hermano.— Jason le pidió que dejará de luchar de removerse.—Detén esta absurda pelea.— Suplico.
— ¡Basta! ¡Ya suéltenlo! ¡Ya lo entendió…!— Kali por fin pudo despegar sus pies de la tierra y se acercó a zancadas.— ¡Thalia! ¡Diles que lo suelten!— Pidió exaltada.
— ¡Quédate quieto!— Chillo, una de las cazadoras de Artemisa.
Nico soltó una carcajada forzada y amarga, alzó la cabeza con esfuerzo para ver en dirección a Thalía.
— Podrías ganarme …— Dijo entre dientes.— Si pudieras volar.
Frente al pelinegro, la tierra se removió y como si fuera suave, la superficie de un lago, y no la tierra sólida, surgieron como una explosión de muertos vivientes que se lanzaron en contra de las cazadoras de la diosa de la caza, repeliéndolas al igual que el agua al aceite. Ya libre, el joven apretó su agarre en su espada y desapareció entre las sombras.
Thalía solo tuvo un milisegundo para reaccionar y esquivar el ataque.
Sus ojos azules captaron el momento exacto en que el filo de la espada de hierro Estigio corto un mechón de su cabello como si fuera mantequilla. Y entonces sintió el golpe, Nico la golpeó con el mango de su espada en la nariz.
Jason soltó un grito al tiempo en que Thalia soltaba su espada para cubrirse la nariz que ahora sangraba a chorros marchando su camisa blanca de rojo.
Las demás chicas cazadoras Artemisa estaban demasiado ocupadas gritando insultos hacia Nico y luchando con a muerte sus esqueletos soldados que parecían tener energía infinita.
— Eres solo una habladora… Dioses, ¿Realmente ser cazadora de Artemisa te da poderes?— Le cuestionó antes de darle una patada que la hija del rey de los dioses bloqueó rápidamente con su escudo, aunque fue tan fuerte que la lanzo a través de la barrera.
Nico cruzó la barrera y de inmediato el frío del invierno choco contra su rostro golpeado y amoratado.
Cuando las cazadoras lo sostuvieron aprovecharon para golpearlo, aunque en ese momento no lo sintió por toda la adrenalina corriendo en sus venas.
Thalia había rodado colina abajo por la nieve, estaba a unos 5 metros de él.
Nico caminó hacia ella. Copos de nieve caían en su cabello azabache. Sus pulmones se llevan de aire frío y exhalaba un soplo caliente en forma de niebla, sus pies se hundían en la fría nieve con cada paso. Su espada, que desprendía oscuridad, rozaba con el hielo sobre la tierra infértil. De un solo movimiento, Nico alzó su arma sobre su cabeza y lanzo una estocada que fácilmente pudo haber cortado el brazo de Thalia a la mitad.
La pelinegra de ojos azules gruño con esfuerzo y el cielo se estremeció.
Thalia había logrado por poco detener el ataque y ahora solo hacían fuerza.
Ella empujaba hacia arriba con su escudo y Nico la presionaba contra la nieve, obligándola a quedarse en el suelo, replegada sobre sí misma.
— ¿Cuántos rayos me lanzaste al principio? ¿4? ¿5?— Le cuestionó el hijo de Hades con la voz entrecortada por el esfuerzo.— ¿Ese es tu límite?— Pregunto entre risas. Su nariz había empezado a sangrar también.
— ¡¿Qué mierda te pasa?! ¡¿Por qué haces esto!?— Gruño entre dientes.
— ¡Nico! ¡Ya detente!
—¡Basta! ¡Lo estás llevando muy lejos!
Los chicos habían cruzado la barrera y se acercaba a ellos corriendo.
— Solo quiero demostrar un punto…— Nico apartó su espada y puso su pie sobre el escudo de Thalia con el rostro de medusa tallado.—No importa que estés apadrinada por una diosa, eso no te hace invencible— Lo presiono hacia abajo con fuerza y Thalia chillo con dolor.—¿Lo ves Kali?— Nico se giró hacia la pelirroja cobriza.—¿Ves lo fácil que es vencer a una cazadora de Artemisa?— Le pregunto.
—¡Nico! ¡Detente!— Kali corrió hacia él con la intención de detenerlo, pero Nico la apunto con su espada.—¡No te pedí que me defendieras! ¡Soy capaz de tomar mis decisiones! ¡Es Thalia! ¡Por los dioses!— Le pidió alterada.
— ¿Quieres compasión? Supéralo.—Nico puso la punta de su pie debajo del escudo y lo pateó lejos, dejando a Thalía desprotegida.—¿Quieres que sea justo? Que lastima.— El pelinegro presiono su pie contra el pecho de la hija de Zeus, está lo tomo entre sus manos en un intento por apartarlo.— El tiempo se acaba. Elige tu lado, Kali.— Nico señaló al hijo de Poseidón con su espada.— Percy Jackson.—Cambio la dirección de la misma, dejando que la punta rozará con la garganta de la chica tendida en la nieve— O la perra que voy a matar.— Gruñó.
— ¡¿Todo esto por un par de semanas en el bosque?! ¡Enloqueciste!— Chilla Kali con un tono de desesperación.
Nico frunció el ceño, luego soltó una risa amarga y oxidada.
— ¿Y vas a dejarla hacer el juramento sin decírselo?— Nico apartó su pie del pecho de Thalía y pateó un más lejos su escudo.— ¿Un par de semanas en el bosque?— Se burla sin aliento y mira a la pelirroja cobrizo de piel trigueña.— Tendrías suerte si te dejarán ver a Percy con un chaperón. No volverás nunca a tu casa en la Nueva Roma.
— ¿Qué…?— Jadeo Kali, horrorizada.
— No vas a crecer, nunca, serás una niña de por vida. Pero todos nosotros sí lo haremos. Nos verás morir.— Dijo con resentimiento.—Aunque para ese momento quizás estás tan aleja de lo que alguna vez fuiste, que nuestras muertes no van a importarte.
Kali miro a Thalía, tratando de buscar en sus ojos la verdad. Pensaba que quizás Nico estaba exagerado…
¿Verdad?
No, lo supo en cuanto vio los ojos azules de la hija de Zeus llenarse de culpa y vergüenza. Era verdad.
— Y para volverlo peor, serás la sirvienta de una princesita el resto de tu existencia. Hasta que te maten en batalla o en una casería.— concluyó.
El bosque pareció quedarse completamente en silencio.
— Qué mierda…—Murmuro Kali.
— Nunca le creas a una perra que se tiñe de negro.— Bufa Nico, luego mira a Thalía aún en el suelo.— Sí, todos lo saben.— Exclamó el chico.
A Nico se le fueron los ojos hacia atrás y cayó al suelo como saco de papas.
Kali chillo, corrió hacia el pelinegro y se arrodilló a su lado. Lo tomo de la cara con cuidado y lo inspeccionó.
— ¿Nico? ¿Qué pasa?— Le cuestionó con voz entrecortada.—H-háblame…
El pelinegro tenía la respiración agitada y apenas podía mantener los ojos abiertos. Estaba delirando. Y aun así, cuando vio el rostro borroso de Kali lleno de preocupación y sus ojos azules verdosos cristalizados lo supo.
Supo por qué, a pesar de toda lógica, hizo un viaje de sombras desde Brooklyn hasta Long island.
Supo por qué arriesgo su vida abusando de sus poderosos.
Por qué cuando lo sabes, lo sabes.
Aunque no quisiera aceptarlo, sus acciones hablaban por sí solas.
Reunió las pocas fuerzas que le quedaban y rozo con las puntas de sus dedos las mejillas mojadas de Kali.
Y luego todo se oscureció.
—¡Oye! ¡Oye! ¡¿Q-que te pasa!? ¡Despierta…!— Balbuceó Kali y empezó a sacudir su rostro en sus manos.— ¡Nico! ¡Despierta!
— Tranquila, solo se quedó sin energía por abusar de sus poderes.— Le indicó Reyna, calmada.
Kali hizo una mueca. Intento levantar a Nico por los hombros, pero el chico pesaba mucho más de lo que pensaba para ser de contextura tan delgada.
La pelirroja se frustró y gruñó.
— ¡Percy!— Chillo Kali.
— ¡Sí! ¡Voy!— Dio un salto y corrió hacia ella para ayudarla.
La morena ayudó a Thalía a poderse de pie junto a Jason Grace.
— Hay que llevarlos a la enfermería.
Fin del flashback.
(...)
— ¿Qué pasa?— Su voz me saca de mis pensamientos. Me acomodo en mi asiento y me giró para verlo.
— Estaba…— Me sobe la frente.—Recordando esa vez que te acompañe en la enfermería durante unos días después de tu pelea con Thalía.
Recuerdo que al día siguiente hornee galletas de chispas de chocolate para Will en forma de disculpas por todas esas veces que lo trate mal y le dije «Maldito gringo» en mi mente y a la cara unos cientos de veces.
— Ni me lo recuerdes.— Resoplo con la vista clavada en la autopista.—Si quieres unirte a un extraño grupo de lesbianas, espera a entrar a la facultad de arte.— Dice en un tono burlón.
Suelto una pequeña risa.
—Te pusiste igual de dramático esa vez.— Lo miro de reojo, apoyando mi cabeza de la palma de mi mano.
—Pero gane.
Pongo los ojos en blanco.
Estuve a punto de responderle cuando un pequeño sobresalto seguido de un ronquido me interrumpió. Me giro y miro a Sarah durmiendo en el asiento trasero con la boca abierta, colgando de su cinturón de seguridad.
— ¿Por qué tuvimos que llevar a la bella durmiente con nosotros?— Me cuestiona Nico, fastidiado.
Decidí venir con Nico por qué Percy y Annabeth pasarían por la casa de la señora Sally para hablar de bebés.
Piper y Jason llegarían mañana por qué estaban visitando al padre de la morena en la soledad California.
Leo dijo que tenía que comprar repuestos y nos vería más tarde.
Hazel y Frank siempre llegan dos semanas antes de que termine el verano con gran parte de la legión para realizar juegos de guerra en conjunto con los mestizos griegos.
Los únicos libres como para llegar al inicio del campamento éramos Nico y yo, bueno, también estaba Sarah, pero ella se había colado en la ecuación.
—Porque es mi amiga. Y no íbamos a dejarla en la Nueva Roma. — Bufo.— No cuando amablemente fue por mi cumpleaños.— La defiendo.
Ahora Nico puso los ojos en blanco.
— Podemos dejarla en el basurero detrás de mcdonald's.— Murmuro.
Los ojos de Kali se abrieron de par en par y soltó un jadeo de sorpresa.
—¡Ah! ¡Recoge a ese vagabundo…!— Chillo tan fuerte que hizo al pelinegro frenar de golpe en la autopista.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
—Gracias por el aventón.— Agradeció el rubio de ojos grises.
Una sonrisa forzada se extendió en los labios de Nico, apretó tanto sus manos alrededor del volante que se pusieron pálidas y sus venas se hincharon.
—Esta no es la primera vez que Kali me hace recoger un vagabundo.— Le informa con amabilidad forzada.
—¿Quién es?— Pregunta Sarah desde el asiento del copiloto.
Sí, por qué, Kali la había despertado y sacado a patadas (básicamente) del asiento trasero para poder sentarse con su querido chico nórdico.
—Es mi tío Magnus Chase.— Exclama Kali con emoción. Sus labios estaban curvados en una sonrisa genuina que llegaba a sus ojos.—Es tan genial que ni siquiera está vivo ¡Es como un zombie pero sin pudrirse!
— Casi no sonó como un insulto.— Agrega Magnus con sarcasmo.
Kali lo abraza aún más fuerte y se ríe.
— Puedo ser buena cuando quiero.— Dijo la menor dulcemente.
Nico se hundió en su asiento, sintiendo una ráfaga de fuego recorrer su cuerpo y una vena palpitar salvaje en su frente.
—Y no está nada mal.— Opino Sarah alzando una de sus cejas.
El rostro de Kali se tensó de inmediato y cambio a una mueca hostil.
—Mi tío ya tiene pareja.—Gruño, la pelirroja cobriza, aferrada al rubio.
Sarah parpadeó y se volvió hacia su asiento tragándose las palabras que tenía en la punta de la lengua «Si y no eres tú» quería decirle a su sobrina.
— En este punto eres tú la que parece querer cometer incesto.— Murmuro la hija de Afrodita y mira de reojo al conductor quien no se veía feliz.
Nico apretó los dientes tan fuerte que sentía que iban a estallar.
Tuvieron que soportar el resto del camino a Kali echando corazones y flores a la existencia de su tío. Sarah disfrutaba normalmente de este tipo de espectáculos, pero tenía miedo de que Nico volcara el auto apropósito. Para la hija de Afrodita era bastante simple entender que a Kali le gustaba Magnus por qué era una versión masculina de Annabeth Chase.
Esa niña tenía muchos traumas maternales.
Dejaron a Magnus en la estación de autobuses más cerca, según él, había tomado un atajo por error en el árbol de la vida y apareció en una carretera al azar. Solo quería volver a Boston y dejarlos seguir su camino a lo que él llama «Reunión de niños Scotts».
— ¡Adiós, tío! ¡Adiós!— Se despidió dando saltos y agitando su mano.— ¡Nos vemos! ¡Llámame…!
A lo lejos, Magnus ahogó una risa y chasqueo su lengua, rodeo los ojos antes de subir al autobús.
Kali suspiro como toda una adolescente hormonal.
—Algún día me lo voy a ligar.— Aseguro con voz soñadora, y se llegó la mano al pecho.—Lo siento Alex, pero tú y yo no somos amigos.
Kali nunca hablaba de sus intereses amorosos, en realidad no hablaba de ello por qué no los tenía. Aunque, por supuesto, podía hablar sin parar de su tío Magnus cada que se lo topaba.
Y Nico se sentía jodidamente celoso, no soportaba ver a la hija de Neptuno babear durante sus pequeñas vistas y escuchar lo perfecto que era el tipo a sus ojos. Prefería tomar cianuro que pasar un minuto más con esos dos en una sola habitación. Se iba a morir del coraje o de tanto apretar los dientes.
— Ni siquiera lo pienses.— Le advierte el pelinegro.—No te dejaré hacer tal cosa.— Gruñe y se va con paso rápido.
— ¡Ay! ¡Solo bromeaba! —Se quejó Kali.— ¡Nico! ¡No lo decía en serio!
— Sube al puto auto.
(. . .)
Llegaron al campamento mestizo una hora después. Luego de los saludos y abrazos, Kali se encontraba sola en la cabaña de Poseidón. Este verano no se quedaría con Percy, él y Annabeth se quedarían en la casa grande como si fueran una pareja casada. Sería más normal que de plano se fueran los dos de vacaciones a otro lugar, pero ellos querían acompañar a Kali como los buenos tutores legales que eran.
Luego de 20 minutos estando sola en su cabaña, Kali estaba harta.
Había mucho silencio.
Se sentía sola e incómoda.
Incluso intento dormir, pero no pudo.
Se levantó de la cama y busco en su pequeña maleta uno de sus trajes de baño, se cambió y se puso una falda corta de jeans, bloqueador solar y eso era todo lo que necesitaba. Salió de su cabaña y camino hasta la cabaña de Hades, tocó la puerta y espero.
Unos segundos después, Nico abrió la puerta, miro a la hija de Neptuno de arriba abajo y cerro la puerta.
— ¡Nico…! — Volvió a golpear la puerta.— Acompáñame.
Un rato después, Nico abrió la puerta, le puso una chaqueta alrededor de sus hombros y luego subió el cierre hasta la altura de su barbilla. La prenda le quedaba tan larga como un vestido, incluso cubría su pequeña falda.
Entonces Nico salió y cerro la puerta detrás de él. Listo para seguirla.
Obviamente, el hijo de Hades no iba a dejar que Kali se paseara por todo el campamento mestizo medio desnuda, vistiendo, aparte de su traje de baño rojo de dos piezas, una ridículamente corta falda de jeans y nada más.
Primero muerto.
—Ahora sí, vamos.— Tomo la mano de Kali como era costumbre y dejo que ella lo guiará a dónde quisiera.
Ambos tomaron un lugar en la playa, estaba sola, así que no tuvieron que pelearse por un lugar. Pusieron una toalla sobre la arena y Nico clavo una sombrilla en la arena, pues el sol y él no eran tan amigos. Si se llevaba bien con Apolo, pero eso era diferente.
Nico se quitó la camisa por qué hacía calor, aunque era poco probable que entrara al agua. Sabía nadar, solo que no le gustaba tanto como a Kali.
—Este año iré a las olimpiadas, ¿Te lo puedes creer?— Soltó mientras se quitaba la sudadera que le prestó.
— A este paso las universidades van a pelearse por ti como le pasó a Percy.— Opino, Nico, pues era verdad.
— Incluso más.— Dijo, segura de sí misma.— ¿Cuándo irás a una de mis competencias?— Pregunta.
— No existe tal competencia. Eres tú y el agua.— Comento Nico.— Siempre te veo nadar, es lo mismo.—Bufo.
— Pero qué hijo de …— Kali respiro hondo y se levantó para quitarse la falda. Nico apartó la mirada.— ¿Pero irás cuando vaya a las olimpiadas?— Pregunta y Nico niega con la cabeza.
— Bien, no lo hagas…— Bufo molesta y volvió a sentarse.— Me dará más tiempo para conocer a todos esos deportistas de otros países.
— Iré.— Chasqueo su lengua, fastidiado.— Maldición.
El rostro de Kali cambio de molesta a una sonrisa satisfecha.
— Claro que irás.— Afirmó.
Nico puso los ojos en blanco, por qué odiaba (y le gustaba un poco) que esa malcriada se saliera con la suya.
— ¿Qué pasa entre tú y Hazel? ¿Por qué se pelearon?—Pregunto Nico.
—¿Te pongo protector solar en los hombros? Siempre te quemas, incluso si te quedas bajo la sombra.— Ella no esperó una respuesta, se puso detrás de Nico y tomo el protector solar.
— Bien. — Acepta, aunque ya tenían las manos de Kali sobre su piel.
Nico trataba de no darle importancia, de no ser raro, pero sentía sus mejillas ardiendo por su cercanía y el corazón acelerado, latiendo como loco.
—No uses ropa negra en la playa, absorbe la luz solar.—Menciona la pelirroja cobriza.—Hace que te dé más calor ¿Sabes? Y por eso terminas rojo como un tomate.—Explico.
— Estoy preocupado por ustedes.— Menciona Nico en voz baja.
—Son cosas de chicas, no te metas.— Pidió la hija de Neptuno.
— Dime la verdad.
— ¡Dije que no! ¡Chismoso!
Cinco minutos después, Nico estaba persiguiendo a Kali por toda la playa.
—¡Deja de seguirme! ¡Loco!— Chillo la pelirroja cobrizo.
Nico la atrapó, la abrazo por detrás de la cintura y la alzó del suelo.
— ¡Dime la verdad! ¡O te dejaré una fea marca en el cuello!— Gruño.
— ¿Qué?— Chillo horrorizada y empezó a patalear.— ¡N-no lo dices en serio! ¡No lo harías!— Intentaba mirarlo, pero tenía la espalda pegada al pecho de Nico y no podía girarse.
—Eres tú quien siempre dice que debemos ser honestos por qué somos mejores amigos.— Insistió Nico—Siempre han sido buenas amigas, si hay algo que— En sus intentos por huir, Kali hizo un mal movimiento y le dio un codazo en el rostro a Nico.
Kali jadeo sorprendida.
—… Lo siento, lo siento, lo siento.— Balbuceó la pelirroja.— N-no fue mi intención, estas— La voz de Kali se cortó cuando Nico clavo sus dientes en la base de su cuello con fuerza.
Ni siquiera pudo gritar, en realidad se le cerró la garganta. Todo su rostro se calentó y su corazón pareció cobrar vida en su pecho, latiendo tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos.
Ardía. La piel en la que Nico tenía sus labios ardía y picaba. Y cuando sintió como presionaba sus dientes contra la carne de la base de cuello, gimió y su cuerpo se puso laxo, como gelatina.
Nico se apartó escucharla gemir, pues pensó que la había lastimado o quizás presionado demasiado, la sacudió un poco en sus brazos, pero no reaccionó.
— ¿Te desmayaste?— Le cuestionó un poco preocupado.— Kali.
Una mano se aferró a su brazo, la chica levantó la camisa y lo miro con ojos llenos de furia y vergüenza.
— Mierda.— Jadeo Nico al ver la pared de agua que se alzaba frente a ellos.— Va a doler.— Murmuro.
La enorme ola se derrumbó frente a ellos y los arrastró por la playa.
(. . .)
Nico se acercó a la cabaña de Poseidón y tocó la puerta.
Una, dos, tres y cuatro veces…
Kali no respondió.
— ¿Cuándo vas a perdonarme? ¿Me harás la ley del hielo durante todo el verano? ¿En serio?— La puerta se abrió por sí sola.—Kali.— Llamo.
El pelinegro asomo su cabeza dentro de la cabaña, no había nadie, aunque entro para asegurarse de que Kali no se encontraba en el baño. No estaba. Se dio la vuelta y se dispuso a irse.
Nico soltó un gruñido al tropezarse con la cama de Kali. Bueno, se tropezó con algo que sobresalía de debajo de la cama de la hija de Neptuno.
Se agachó y tomo el libro que sobresalía de debajo de la cama.
No podía ver el título, pero sonrió al ver que el libro tenía un forro tejido por la pelirroja. Se asomó de nuevo y se dio cuenta de que había muchos más libros allí debajo, muchos más.
Nico sabía que a Kali le gustaba leer, pero no creyó que tanto. Se sentó en la cama, y abrió el libro, notando que había muchas páginas marcadas con separadores, había textos completos subrayados con distintos colores, vaya, incluso había dibujado en los espacios en blanco que tenía el libro.
Nico pensó «Si marco estos textos, deben ser algo bueno, los leeré»
Ese fue su peor error.
Siguió leyendo.
Y ese fue su segundo error.
La puerta rechinó al abrirse y kali se quedó pasmada al ver a Nico sentado en su cama. LEYENDO SUS LIBROS.
— ¿Que-estas-haciendo?—Balbuceo Kali aún en la puerta, con la mano aferrada en la manilla.
La chica estaba temblando como un Chihuahua, llena de nerviosismo.
Nico levantó la mirada. Horrorizado y con la cara completamente roja.
—¿Qué haces tú? ¿Esto es tuyo?— Le cuestionó con voz temblorosa.
— N-no.—Kali se aferró a la puerta y negó con la cabeza. Pálida.
— Estaba debajo de tu cama.— Afirmó sacudiendo el libro frente a ella.
La cara de Kali paso de estar pálida a ponerse completamente roja.
—¿¡Quién te dio permiso para husmear entre mis cosas!?— Chillo con la voz quebrada, nerviosa.
Nico se levantó.
— ¡Es la mierda más cochina que he leído en mi vida!—Alzo el libro y los sacudió.— ¡¿Qué clase de fetiche raro son los extraterrestres azules?!
Kali se sonrojó aún más fuerte, cubrió sus oídos y soltó un grito.
— ¡Cállate…! ¡No hables más!— Grito la menor, se acercó y le quitó el libro de golpe. — ¡Maldita sea! ¿¡Que haces en mi cabaña!?— Gruño la menor.
Kali empezó a golpear la cabeza de Nico con el libro, el intento cubrirse con sus antebrazos, pero ella siguió golpeándolo mientras le gritaba.
Cuando dejo de golpearlo, se apresuró a esconder la evidencia de nuevo.
— ¿Por qué no? Espera haberlo hecho una vez ¡Virgen!—Chillo el pelinegro.—¡Y luego verás que el sexo no es un gran problema!—Dijo entre dientes.
Kali empezó a temblar, y se giró lentamente sobre su hombro para verme con ojos asesinos, aun con el libro entre sus manos delgadas.
— ¿Cómo sabes que no he tenido sexo…?— Dijo Kali entre dientes, claramente ofendida y furiosa.
Por los dioses.
— ¡MÍRATE!— Grito señalándola por completo y ella me señaló de vuelta.
—¡MÍRATE TÚ!— Grito la menor.
Kali saco a patadas a Nico de su cabaña y le prohíbo la entrada.
(...)
— Creo que tengo taquicardia.—Teorizo la pelirroja.
—¿Y cuándo empezaron estos síntomas?— Le cuestiona la hija de Apolo, quien ocupaba el turno de doctor en la enfermería.
—Hace como dos días.— Respondió Kali, pensativa.
—¿Puedes explicarme lo que sientes?
— El corazón se me acelera tanto que puedo escucharlo en mis oídos.— Kali trato de explicarse mientras sobaba su pecho, justo donde descansaba su corazón.-Es rápido y fuerte. Suena como si fuera a explotar.
Julieta procede a hacerle un examen físico completo. Le costaba un poco, por qué había muchos tocamientos y ella, como la mayoría de semidioses en su generación, había tenido un pequeño crush con Kali.
Ya no se sentía así, pero a veces estar cerca de la hija de Neptuno la ponía un poco nervioso y ansiosa.
— Pues se escucha bastante normal.— Vuelve a tomar asiento y Kali se pone de nuevo la camisa.—¿Dime cuando te sucede esto? ¿En las mañanas o en tarde? ¿Quizás después de correr o tener un susto? ¿Mucho estrés?
Kali lo pensó un momento.
—Supongo que cuando estoy cerca de Nico.— Admitió.
Julieta parpadeó y le puso la tapa a su bolígrafo, tomo la hoja dónde estaba escribiendo y la arrugó por completo.
— ¿Vos me estás jodiendo? Pelotuda.— Le cuestionó, furiosa— ¿Cómo me haces hacerte todo un examen físico por esta boludez? Es joda ¿No? ¿Te lo pidió el hijo de puta de Leo, verdad?
Kali se levantó de golpe.
— ¿¡Estoy preocupada y tú me insultas!? —Jadeo ofendida—¡Eres una pésima doctora! ¡Maldita nazi!— La señaló con el dedo índice enjoyado— ¡Comunista hija de puta, por eso argentina está en la mierda!
Julieta se levantó, dando un golpe en su escritorio.
— ¡Ya te dije que los argentinos no son nazis! ¡Maldita india! ¡Negra!— Grita y Kali le hace una seña obscena con el dedo medio.—Y no es como si México no fuera un país victimista, ¡Ay, me robaron el oro! ¡Los españoles son tan malos! ¡Supéralo…!— Grito.— ¡Paso hace como 200 años!— Jadea.
—¿¡Qué clase de insulto es ese?! —Chillo Kali, enojada.
— ¡Vete! ¡Y deja de joderme con tus estupideces!— La pelinegra de ojos azules le señaló la salida.—¡Fuera de aquí!— Exigió la hija de Apolo.
—¡Bien!— Exclamó Kali
—¡Bien! —Chillo Julieta.
Ambas se quedaron en silencio un momento y Julieta suspiro.
—Siéntate, voy a llamar a Sarah para que resolvamos esto.— Kali se dejó caer en la silla.— Ahora sí, explica lo que sientes.— Le indicó cuando la hija de Afrodita estuvo presente.
Kali procedió a explicar todos sus síntomas detalladamente.
—¿Qué puede ser?— Les cuestiona.
—¿Estás bromeando? Es obvio que estás enamorada.— Exclama Sarah.
La pelirroja parpadea.
—¿De Nico?— Le cuestiona.
—¿Y de quién más?— Le cuestiona Julieta con obviedad.
—No, no, no… Yo no me enamoro, eso no es de rockstar.—Se burló, negando varias veces con la cabeza.— Solo la gente pendeja hace cosas como esa.— Asegura, cruzándose de brazos.
Sarah y Julieta la miran, luego se giran y comparten una mirada silenciosa de compresión «Kali está enamorada».
— ¡Ya les dije que no!
Julieta ignora a la chica y busca algo en su escritorio de forma distraída, lo cierra y luego le lanza un paquete de condones en el rostro con fuerza. Kali cierra los ojos cuando recibe el golpe, el paquete rosa se desliza y termina cayendo sobres sus muslos luego de darle una buena cachetada.
—Felicidades por tu primer amor.—La felicita la argentina de mala gana y Kali alza una ceja.— Usa protección y anticonceptivos por si acaso, estaría bueno que le pidieras a Di Angelo un comprobante de que está sano… Ese tipo está más roleado que el mate.
— Primero, vete al diablo Nazi.— Exclama kali.—Segundo, estoy casi segura que le dijiste puta a Nico y te respeto por eso.— Se burla.
—A mis hermanos les encantará esto.— Chillo Sarah encantada.
—¡No les digas!— Grito Kali, y se gira para ver a la hija de Afrodita.
Sarah ya tenía un teléfono apoyado en la oreja.—Muy tarde, ya les dije.
—¡Sarah!— Grito Kali y en un descuido Julieta le pegó un parche en el hombro.— ¿Qué mierda?
— Es por tu bien.— Dice Julieta.
Kali gruñe y se gira de nuevo hacia Sarah, quien ya se está yendo.
—Me conoces, tuviste que vigilar mis manos.— Se excusa la asiática.
—¡Sarah!
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo. Se revelan muchas cosas, como que Kali es una horny de closet y lo que pasó el 14 de diciembre.
Kali está enamorada de Nico, solo que no se da cuenta.
Este capítulo es muy XD toca muchas temas.
Memes:
Bye bye.
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