19
EL AMOR ES MONSTRUOSO.
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Nico di Angelo Pov;
Nico siguió "discretamente" (con muchas comillas) a la hija de Neptuno fuera del campamento mestizo.
Se veía radiante, con el cabello suelto que caí en hondas hasta por debajo de su espalda, levemente recogido hacia atrás por una pañoleta rosa. Llevaba puesto un jeans de color azul claro de tiro alto, corte campana, una camisa blanca de tirantes con encaje y sobre ella traía un suéter rosa pálido, junto a unos simples Converse rosa. Se veía preciosa con sus labios brillando en cereza muy parecida al vino tinto.
Ella pidió permiso a Quiron para salir y tomo un autobús hacia la ciudad.
Se veía nerviosa, pero feliz. Jugaba con las mangas de su suéter de forma distraída, se balanceaba sobre sus pies o se acomodaba constantemente los pequeños mechones de cabello que se escapaban hacia su rostro. No dejaba de sonreír y tenía el rostro iluminado.
El autobús se detuvo y el hijo de Hades fuera detrás de ella, la siguió hasta una cafetería en el centro de la ciudad, entro y tomo un lugar en la barra. Nico no se molestó en entrar, decidió que vería desde afuera.
La cafetería era pequeña y había una buena cantidad de gente.
El servicio era rápido y la mayoría de clientes parecía ser gente de negocios sin mucho tiempo que perder.
Entraban y saliendo cada minuto con vasos calientes en sus manos.
Empezaba a pensar que seguirle el juego a los niños de Afrodita no era buena idea...
Casi de inmediato vio al barista acercarse a Kali quien esperaba pacientemente, le dio una sonrisa cálida y le pregunto su orden. Se trataba de un chico más o menos mayor, quizás dos o tres años más grande que el propio Nico, tenía el cabello rubio platinado, de aspecto abundante y desordenado, que le llegaba hasta los hombros.
No lograba verlo bien desde donde estaba, pero sus ojos eran de un azul tan oscuro que parecían morados y la piel blanca muy clara. Parecía que se ejercitaba, Nico podría jugar que el tipo tenía el mismo tipo de cuerpo musculoso, pero delgado de Jason.
Kali le sonrió de vuelta, y empezó a jugar con sus dedos.
Entonces Nico advirtió que ese era el muchacho que a Kali le gustaba.
— ¿A qué hora termina tu turno?— Preguntó Kali, nerviosa, jugando con su taza pasando sus dedos por el borde de la taza de cerámica.
El chico sonrió divertido, se recargó de la barra. El rostro del pelinegro se endureció cuando vio como el tipejo se inclinó y paso su pulgar por debajo de sus labios y se lo llevó a la boca, lo chupo mientras se mantenía ocupado preparando un café latte.
Nico quería entrar y romperle una silla en la cabeza.
— Salgo en una hora.— Le informo con cierta alegría.— Sabes a cereza.— Se relame los labios, saboreándola.
Kali bajo la cabeza hacia su taza humeante, y asintió con la cabeza.
— Qué asco— Susurro avergonzada y la estúpida sonrisa en el rostro del chico se volvió más grande.
Quizás Jason tenía razón, debía irse antes de ver algo que no quería ver.
Empezaba a oscurecer por lo que su plan de irse se arruinó, no podía dejar que kali volviera sola al campamento mestizo, así que iba a esperarla para asegurar de que volviera a salvo.
Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se cubrió con el gorro de su sudadera negra. Esperaba que Kali no lo detectará, conociendo la debía saber que él la estaba siguiendo, ella no podía sentir auras, pero siempre que estaba cerca ella lo notaba y decía «Que olía a pan de muerto» era un poco raro que no lo hubiera notado y reñido por espiarla en una cita.
Los clientes iban y venían y ellos parecían mantener una agradable conversación. O eso parecía, por qué él estaba demasiado lejos como para escuchar lo que estaban diciendo, pero igualmente le sorprendería que tuvieran alguna cosa en común.
Ese chico era todo lo que yo no.
Tan normal y estable.
Tiene una sonrisa y ojos amables. Parece el estereotipo de estudiante universitario perfecto. Es atractivo, y maldición, quiero estrellar su lindo rostro contra el piso de la cafetería.
Y es algo que yo nunca podré ser, un maldito, ordinario y simple mortal que vive lejos del mundo mitológico.
Entiendo por qué cualquier chica normal lo elegiría, pero hubiera querido que Kali me eligiera a mí.
— Gracias por esperar.— Puso el letrero de «cerrado» en la puerta y camino de vuelta a la barra.— Será mejor que seas sincera, no digas cosas lindas solo por qué salimos.
Kali se veía tan vulnerable, como un cervatillo perdido. Mirando al chico con ojos llenos de brillo y esperanza.
Nunca. Nunca antes había visto este lado suyo, ni siquiera sabía que algo como eso existía dentro de ella.
— Nunca haría eso cuando se trata de tu nuevo menú.— Asegura kali.— Y no sería buena, apropósito.
Los vi detenerse frente al taburete en el que la pelirroja estaba sentada. Se inclinó y beso a Kali, a mi kali.
Fue un beso cortó, y se separaron de inmediato. La pelirroja cobriza tosió falsamente en su mano y retrocedió, sonrojada hasta las ojeras. El chico río ante su actitud nerviosa y tímida, la atrajo hacia el y la abrazo con cariño.
Yo quería arrancarme los ojos.
— Sabré si me mientes— Volvió a pedir mientras se movía detrás de la barra preparando lo que parecía una bebida.— Así que se sincera.
— Bien. Bien. Si es horrible, te diré que es horrible.— Balbucea Kali.
El hijo de Hades sintió que se le cortaba la respiración, retrocedió a traspiés, pero sintió sus piernas ceder bajo su propio peso. Se fundió con las sombras y se transportó lejos de allí.
Su mente lo llevo a un lugar lejano y tranquilo. Su subconsciente lo llevo de forma aleatoria al sitio más alejado y silencio del Central Park. Nico Cayó al césped sentado, pegó su espalda a la corteza de un árbol e intento respirar.
No sabía lo que estaba pasando.
Se sentía muy extraño, estaba sudando frío y sentía su pecho oprimido. Se estaba ahogando.
Le picaban los ojos, su mente se llenó de pensamientos intrusivos y pronto se vio sofocado. Sin darse cuenta ya había empezado a llorar, lágrimas saladas corrían por sus mejillas, no podía sentirse más estúpido.
No.
No era eso.
Fue como tener doce años de nuevo, estando solo y triste, durmiendo a la intemperie. Llorando la perdida de su hermana en silencio, frustrado por no poder hacer más, por no arriesgarse, por no ser lo suficientemente fuerte.
Había tenido tanto miedo de confesar sus sentimientos por Kali que la había terminado perdiendo.
Ahora ella sostenía la mano de otro.
Ahora ella le sonreía a alguien más.
Ahora ella amaba a otra persona.
Nico se levantó del suelo y empezó a alejarse. No podía seguir viendo esto, no podía seguir. Iba a decirles a los niños de afrodita que no tenían nada de que preocuparse, Kali estaba bien.
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Kali Reyes Pov.
— Aquí tienes.— El rubio platinado me entrego una pequeña taza blanca de cerámica. Le rocío crema batida y se alejó con una sonrisa.—Perfecto.
Kali no pudo quitarle la mirada de encima mientras el chico preparaba su bebida, por los dioses, era guapo y perfecto, incluso haciendo las cosas más simples. Él la atrapa babeando por sus huesitos otra vez y no duda en burlarse de ella. La pelirroja se traga su orgullo y esconde el rubor en sus mejillas , tratando de fingir que no lo estaba mirando como si fuera el último tipo en el mundo.
Tomo la taza entre mis manos, no está caliente, así que poso mis labios en el borde de la misma y dejo que el dulce contenido bajara por su garganta.
— Es una tendencia, pero no sé si agregarla al menú.— Murmuro con nerviosismo, me mira una y otra vez como si pudiera leer mi mente.— ¿Qué te parece? ¿Muy dulce?
— Es bueno. Se parece al Ice Americano.— Lo saboreo en mi lengua.— Solo que más cremoso.
— ¿Y eso es...?
— Aceptable.— Respondo con soberbia y él me da una sonrisa.
— Bueno, el siguiente será mejor que aceptable.— El rubio platinado se gira y empieza a preparar el siguiente café que quiere que pruebe.—Entonces... ¿Ya hablaste con tu hermano sobre lo nuestro? ¿Cómo reaccionó? ¿Va a venir a golpearme o algo?— Pregunta con voz vacilante, casi sonando nervioso.
— Percy ya se repondrá.— Tomo otro trago de la bebida.— Se puso un poco loco, pero estará bien. Tranquilo.
— ¿Por qué no me hablas de él? ¿Te gusta mucho hacerlo, no?
Su voz es dulce...
Me gusta mucho escucharlo.
— Bueno, Percy es superfuerte. Está retirado de ser héroe, pero sigue en buena forma.— Menciono al aire, con simpleza.— Creo que siempre le tuvo miedo a sus poderes... Creo que tenía miedo de ser un monstruo, como yo. Siempre pensé que esa era razón por la que no explotó todo su potencial.
Mi vista se pierde en el fondo de mi taza mientras hablo y hablo.
Nunca fui muy conversadora, pero hay algo en el que me hace querer contarle todos mis secretos.
Siento algo raro... Algo raro en mi respiración y mi pulso.
Estoy sudando frío. Me siento rara, como si estuviera teniendo un ataque de hipersensible: Es, es...
— ¿Esto lleva fresas?— Pregunto rascado mi nuca ansiosamente.
— No, cariño.—Dice el rubio de ojos media noche.-Es literalmente café con helado de vainilla.— Explica.
Me siento rara.
Me siento rara.
Me siento rara.
— ¿Estás bien?
Mi piel se eriza.
Cassius me mira con ojos azules casi violetas llenos de preocupación, deja todo lo que estaba haciendo para dirigir su atención hacia mí.
Parpadeó dos veces.
— Sí.—Murmuro. Me bajo a trompicones del taburete y me sostengo de la barra hasta que el mundo deja de dar vueltas.—Solo... Necesito lavarme el rostro.
— ¿Te acompaño?— Pregunta frunciendo el entrecejo.
Niego con la cabeza varias veces.
— No, no.— Balbuceo.—Estoy bien.
Cassius me señala dónde está el baño de empleados y me dirijo allí.
Salpicó varias veces agua fresca en mi rostro, pero la sensación de extrañeza sigue estando instalada en mi pecho.
— Dioses.— Exhaló con fuerza.—¿Qué me pasa?— Me miro en el espejo.
Siento una punzada en la cien, esa maldita voz en el fondo de mi cabeza vuelve de forma insistente llamando por mi nombre. Suena como papá, pero no entiendo qué quiere decir.
Golpeó una y otra vez mi cabeza con mi puño para dispersar la niebla.
Salgo del baño aun sintiéndome un poco aturdida, puede que quizás esté desarrollando una nueva alergia.
Me muevo por el pasillo y veo de reojo la puerta que dice «Solo para personal autorizado» mi buen humor vuelve rápidamente. Discretamente, abro la puerta y noto la oscuridad en su interior. Iba a tomar las cosas de Cassius para molestarlo, seguro que tenía cosas vergonzosas en su taquilla.
Busco el interruptor a ciegas en la pared, me tropiezo con lo parece una mesa y escuchó que algo cae al suelo. Maldigo por lo bajo. Saco mi teléfono y enciendo mi linterna, la apunto al suelo y veo algo que me descoloca.
Me agacho y recojo el collar. Lo examino en mi mano (tiene cinco cuentas, cinco veranos) y por puro reflejo toco mi cuello. El mío sigue allí. De todas formas el mío solo tenía tres cuentas, por los tres veranos que pase en el campamento mestizo.
¿Por qué había un collar del campamento mestizo aquí?
Apunto la linterna de mi teléfono hacia la superficie con la que choque, efectivamente es una mesa, pero lo que verdaderamente logra llamar mi atención es lo que hay descansando sobre ella. Son tres collares más.
Mi estómago se revuelve de forma violenta y mi respiración se corta por un segundo. Otra vez siento gotas de sudor frío bajar por mi espalda.
Mis pies se hunden en el suelo y se niegan a seguir avanzando.
Alzó mi teléfono y apunto la linterna hacia arriba. Pegadas a la pared había fotos de campistas, no recordaba sus nombres, pero sí sus rostros. Algunos están tachados con equis «X» rojas en sus rostros. Tengo una sensación de que una soga se aprieta alrededor de mi garganta cuando sigo los hilo rojos que conectan las fotos, en el centro se encuentra una foto tipo carnet mía. La foto que aparece en mis registros en la escuela de la Nueva Roma. Llevo la luz siguiendo el camino de los hilos rojos para ver que se conectan a ella y encuentro tres fotos más; Una de mi hermano mayor Percy Jackson, otra de Annabeth Chase y una de Nico di Angelo llevando su toga negra en el senado. Todas conectadas a mi foto subrayada con marcador rojo.
Mis dedos pasan por las cuentas pintadas a mano del collar. Lo miro y noto una costra negra manchando sus colores vibrantes. Sangre seca.
Un escalofrío recorrer mi columna.
«¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?»
Retrocedo un paso, mis piernas están temblando, mi respirando es errática y entrecortada, tanto que podría estar a punto de desmayarme. Me atacan las náuseas. Siento una punzada de dolor atravesar mi frente. Esa voz vuelve y retumba con fuerza en mi interior. Logra desestabilizarme.
«Corre. Tienes huir, hija»
— ¿Papa?— Susurro.
Escucho el suave golpe de unos nudillos contra la madera.
— Kali.
Me giró tan rápido hacia la puerta que mi teléfono se resbala de mis manos, para mi mala suerte este cae con la pantalla hacia el techo, lo que me deja en completa oscuridad, solo siendo capaz de percibir mi propia respirar.
Pues ver su figura cubierta por sombras apoyada en el marco de la puerta con los brazos cruzados, el brillo de su cabello rubio cuando la luz artificial lo ilumina desde atrás hace que me sea imposible ver la expresión en su rostro. Todo mi cuerpo hormiguea y tiembla.
Mis sentidos son inundados por el miedo y el peligro latente.
No entiendo cómo no había notado antes su figura entrada y su postura recta como la de un soldado.
— La puerta dice «Solo personal autorizado»— Señala la puerta de color blanco y el cartel sobre ella.-¿Tienes problemas para leer? Creí que habías dicho que no eras disléxica.— Dice con un tono pensativo y toda la calma del mundo miente se frota la mandíbula. Como si nada.— Mmjm... Debí haber escuchado mal.
Como si no lo acabará de pillar haciendo la cosa más extraña y aterradora que hubiera visto.
— ¿Quién eres?— Pregunto tratando de mantener mi voz firme, aunque me oiga como un cachorro asustado.
Trato de buscar información en mi cerebro, cualquier cosa, por qué tengo vagos recuerdos de haber pasado una semana entera junto a este sujeto.
Pero no hay nada.
No sé su nombre.
Ni su apellido.
Ahora mismo ni siquiera recuerdo su rostro. Absolutamente nada.
— ¿Quién soy?— Da un paso hacia la oscuridad y yo retrocedo.
Sacudo mi muñeca con fuerza esperando que en ella aparezca una daga gracias al regalo de mi padre.
Mi corazón da un vuelvo cuando siento mi palma vacía.
— ¿Buscas esto?— Alza la mano, está sosteniendo entre sus dedos mis dos brazaletes de oro imperial. Mis armas.— ¿Por qué quieres iniciar una pelea? Estamos teniendo una conversación.
— ¿¡Quién diablos eres!?— Pierdo la paciencia y estalló.
Me siento rara otra vez. Es como si se me doblarán las rodillas, me paraliza, yo... Creo que tengo miedo.
Él gira lentamente la cabeza.
— Soy tu novio.— Lleva su mano hacia atrás y toma el picaporte de la puerta. Entonces la cierra, dejándonos sumergidos en completa oscuridad.
La puerta de madera blanca del que colgaba un pequeño cartel que rezaba «Solo personal autorizado» se abrió de golpe dejando que la luz llenará la fría oscuridad. La pelirroja cobriza salió disparada de la habitación llena de sombras, cruzo el pasillo a toda velocidad hacia la salida más cercana.
Llegó hasta la cafetería y se estampó su hombro contra la puerta de vidrio, sacudiendo la manecilla para abrir lo que parecía ser una puerta sellada.
Kali soltó una pequeña jadeo de frustración y miedo al notar que la puerta no cedía ante sus intentos de abrirla. Le temblaban las manos.
El rubio platinado de mirada fría y rostro atractivo caminaba lentamente con el brazo arriba, tenía un corte superficial en el antebrazo.
Su camisa estaba manchada en su propia sangre, pero no parecía para nada perturbado. En realidad tenía el rostro tan relajado que resultaba ser un poco terrorífico a sus ojos.
— Yo solo quería hablar, no entiendo por qué te pones tan violenta.— Mi cerebro se esfuerza por darle sentido a los rasgos en su rostro, pero cuando lame la sangre de su antebrazo para limpiarla me distrae y confunde.
¿Que acaso no siente dolor?
— Déjame salir.— Exigí.
Él me miró inexpresivo.
— Dije que tenemos que hablar, tú también lo quieres— Susurra el rubio con voz aterciopelada y algo dentro de mí se relaja por completo.— Deja de preocuparte tanto, Kali.
Por un momento toda mi confusión, miedo y pánico desaparece.
Y quiero ser dócil y complaciente.
— ¡Cállete...! — Chille y me cubrí los oídos. Conozco esto, está utilizando el embrujahabla conmigo.—¡Deja de hablar!— Grito y todas las botellas de la barra estallen como un volcán.
Al fin logra abrir la puerta y salir a la calle, dándose cuenta de que todo esté tiempo estuvo empujado hacia el lado incorrecto debido al pánico y miedo. Sale a la calle y mira a su alrededor y...
No sabía dónde estaba. En realidad, ella nunca había estado sola en la ciudad, mucho menos de noche. No sabía en qué calle estaba o a qué hora pasaban los autobuses o si el metro podría llevarla hasta Long island.
Había dejado su teléfono en el espeluznante cuatro solo para empleados y no sabía a dónde ir.
Solo sabía que debía alejarse.
Miro en dirección hacia la cafetería y corro hacia Central Park. Dónde sabía que había cuerpos de agua dónde me podría orientar y quitarme del pecho la sensación de peligro inminente. No, no solo era eso. Empezaba a sentirme borracha, la única vez que bebí en mi vida fue en mi fiesta hace pocos días, pero recordaba perfectamente como se sentía. Era como estar plenamente consciente, pero con mis extremidades adormecidas y torpes.
Como si mi mente estuviera despierta y alerta, pero mi cuerpo no fuera capaz de escuchar las órdenes.
Todo esto parecía una mala broma.
Por supuesto que el primer chico que beso es un psicópata asesino.
Creo que es mi tipo.
Kali corría por el bosque a todo lo que daban sus piernas temblorosas.
La estaba siguiendo, podía sentirlo caminar detrás de ella con toda la calma del mundo.
La pelirroja cobriza se tropezó con las raíces de un árbol, siseo con dolor por el ardor en sus rodillas. No podía coordinar sus movimientos, su cuerpo simplemente no obedecía y la cantidad de miedo y adrenalina que inundaba su mente hizo que su buen juicio se volviera casi inexistente.
Se sentía sobrepasada por todas esas emociones que había reprimido toda su vida para proteger a los demás de ella. Le zumbaban los oídos.
Quería gritar.
Sentía que se estaba volviendo loca, de pronto todo parecía una pesadilla demasiado real. El chico que le gusta le estaba dando caza como si fuera un ciervo y él un cazador experimentado.
Sentía que su cerebro estaba fundiéndose como una batería.
Mientras corría tratando de esquivar los árboles, empezó a cuestionarse por qué le había empezado a gustar ese chico, era demasiado mayor para ella. Siempre había reprobado ese tipo de relaciones, no tenía sentido.
¿Por qué de pronto había olvidado sus códigos morales?
El aire helado de la noche golpeaba su rostro y volvía complicado su escapé, hacía que sus pulmones se congelarán y dolieran en su pecho. Aunque no era tan doloroso como las punzadas que sentía su corazón. Su cuerpo nunca había reaccionó bien al frío al estar acostumbrada al clima tropical.
A su mente llegaban flashes de pequeñas situaciones que habían acontecido en la semana, pero que no tenían nada de sentido para ella.
Las lágrimas que se juntaban en sus ojos verdes acuosos dificultan en demasía su visión y el nudo en su garganta impide que pueda respirar.
No podía pensar claramente.
Estaba tan asustada y shockeada que su mente no lograba llegar a una solución para el problema.
Se sentía débil y eso no le gustaba, especialmente no está situación en la que alguien la está persiguiendo y no puede defenderse si la atrapan.
Los pasos apresurados que la seguían solo hacían que el terror asfixiante que llenaba su cuerpo incrementará.
«Busca el agua, Kali»
«El agua te protegerá»
Escucho la voz de su padre divino en su oído, y de pronto la necesidad latente de encontrar una fuente de agua se volvió una sensación que la tiraba de los cabellos. El central Park alberga 7 lagos (de distinto tamaño).
Si seguía corriendo, quizás se tope con uno de ellos.
Debía buscar una fuente de agua.
Debía seguir corriendo.
Una mano alcanza al suéter rosa de la menor y tira de él con fuerza hacia atrás que logra sacárselo. Y Kali cayó al suelo de golpe y rodó por la tierra y pasto seco del parque. La pelirroja se levantó como pudo, alzo la vista y se encontró con los ojos fríos de Cassius mientras su figura era bañado por la luz plateada de la luna, con una daga en su mano derecha. Sonreía amable, pero esa sonrisa no llegaba a sus ojos.
Es tan devastadoramente atractivo y perfecto que resulta intimidante.
Mi sangre se heló y mi corazón se hundió en mi pecho.
Estaba temblando.
Me sentí insignificante.
El chico hizo un suave movimiento con su mano y la daga desapareció.
— ¿Que se siente, Kali? — Me tomo por el cuello de la camiseta blanca con ambas manos y me levanto del suelo sin problemas. — Oh, gran hija de Neptuno... ¿Qué se siente?
Sus ojos azules que reflejaban la luna me miraron con intensidad. Agito mis piernas en el aire y trato de zafar su agarre de la tela de mi camisa.
Mi blusa con encaje traqueteo, la tela era tan delicada que si seguíamos en esta posición, se rasgaría en dos.
Mi respiración se agitó.
El rubio alzó las comisuras de sus labios en una sonrisa socarrona al notar mis ojos llenos de pánico.
— Ser manipulada por un simple hijo de Venus.— Escupió con malicia.
Perdí el aliento.
Apenas logré liberarme de su agarré cuando lanzo su daga en mi contra, di un salto hacia atrás al tiempo en que sentía un ardor terrible en mi mejilla.
Mi espalda chocó contra la corteza de un árbol, el rubio se abalanzó sobre mí con la mano arriba y apenas logré mover la cabeza, lo que provocó que su daga de oro imperial se enterrará la corteza del árbol. Estuvo a punto de clavarme la daga en el rostro.
Entonces por fin pude gritar.
Un grito ahogado salió de mi garganta, me agaché y aproveché la oportunidad para escapar.
Seguí corriendo, ahora más desesperada por alejarme.
Sentí un ardor terrible en el brazo y humedad deslizarse hasta su mano.
Mire mi brazo derecho, había un corte profundo del que chorreaba una cantidad insana de sangre. Me quité la pañoleta que sostenía mi cabello y la puse alrededor de mi brazo. Tratando de hacer una especie de cotonete muy improvisado para detener el sangrado y no terminar teniendo un Shock hemorrágico o algo aún peor.
La desesperación y el pánico me volvieron más torpe, me tropecé varias veces, apenas alcance a seguir corriendo. Una sensación de alivio lleno mi cuerpo al sentir una masa de agua cerca de mí, se trataba de un lago pequeño, pero me serviría.
Caí al suelo, esta vez por qué alguien me empujó por detrás. Rodé por el suelo lleno de hojas secas.
El rubio me alcanzó y se subió encima de mí, intentando someterme, alcance a darle una patada en el pecho para alejarlo de mí. Me di la vuelta en el suelo y traté de levantarme, pero el chico me tomo por los tobillos y me jaló con fuerza hacia atrás. Mi pecho cayó al suelo y me dejó sin aire en los pulmones, entonces fui arrastrada por la tierra y hojas secas, incluso cuando clave mis uñas en la tierra.
Di patadas y puños, pero estaba tan alterada que mis golpes se volvieron menos potentes. Cuando la gente dice que pelear estando furioso y asustada te daba más «fuerza» miente, por qué pelear estando furioso, asustado o alterado, te vuelve un blanco fácil.
Entre en pánico, empecé a llorar y gritar al recordar los collares de los campistas en las fotos.
Entonces me imaginé que podría hacer conmigo, que no se tocaría el corazón a la hora de hacerme daño.
El rubio soltó la daga y me tomo de las muñecas. Inmovilizo mis caderas con sus muslos, lo que hizo imposible que pudiera mover mis brazos o piernas.
— No te muevas, Kali...— Susurro.— No te sientas mal. Estás cansada, no puedes seguir peleando.— El rubio me tomo con fuerza de las muñecas y la presionó contra el pasto.— No quieres huir, me amas... ¿Recuerdas?— Su vos se volvió tan suave y ronca, como el susurro tranquilizante de un amante. Mientras más hablaba mis ganas de liberarme de su agarré se esfumaron. —Tus piernas están cansadas, ya no puedes caminar... Tus párpados pesan y empiezas a tener sueño.
Mi cuerpo cayó sin fuerzas en la tierra, mis ojos se fijaron en la luna y comencé a olvidar por qué empecé a correr en primer lugar.
— Tú me amas, Kali. Soy tu primer y único amor, lo dijiste.— Me recordó y me pareció estúpido haberlo olvidado de la nada. Cassius acaricio mi mejilla.
Qué tonta.
¿Por qué iba yo a huir de Cassius?
Estamos juntos y lo amo.
Te engaña, hija. Te está manipulando.
No es cierto, Cassius me ama.
Tienes que despertar Kali, abre los ojos de una vez.
— Te amo, kali.— Me susurro en con un tono lleno de amor.
—Yo también.— Le respondí, alzando las comisuras de mis labios en una sonrisa cálida y llena de amor.
— Cierra los ojos, cariño.— Me pidió y yo lo obedecí sin pensar.
Cassius tomo su daga con ambas manos y las alzó por encima de su cabeza para tomar impulsó para apuñalar el pecho de la pelirroja.
La daga no llegó al pecho de Kali. Él se detuvo, con la punta a centímetros de su corazón bombeando sangre.
— No, no puedo.— Suspiro fastidiado, se pasó el cabello hacia atrás.— Sabes fuiste la más difícil, debe ser alguien muy especial y terca... Deshacerme de una Romana tan perfecta como tú es un desperdicio.— Soltó sus muñecas y se sentó sobre su pelvis.— No es.— Se frotó el entrecejo, frustrado.— No es tan divertido si no peleas.
Cassius hecho la cabeza hacia atrás y se cruzó de brazos.
— ¿Y ahora qué hago?— Se cuestionó a sí mismo.— Supongo que vales más estando viva...— Murmuro.
Kali abrió los ojos y lo golpeó en la cabeza con una roca, el rubio se fue hacia un lado y cayó al suelo.
— ¡No sabes nada de estrategia! ¡Idiota presuntuoso!— Chillo, la pelirroja cobrizo, se dio la vuelta y empezó a gatear hasta el agua.
Sabía que el golpe no había sido lo suficientemente fuerte para que el tipejo perdiera la consciencia, no tenía la suficiente fuerza, y tampoco podía levantarse por lo mareada y débil que se sentía. Borracha, era como si hubiera tomado hasta perder el control de todo su cuerpo.
Incluso si trataba de invocar al agua, no sería capaz de hacerlo. Su mente y cuerpo estaban demasiado nublados.
Una carcajada interrumpió el silencio de la noche haciendo que mi sangre se enfriará y se me erizará la piel.
No era posible que se recupera. No tan rápido. Debería seguir aturdido.
— Sabía que eras especial.— Dice entre risas.— ¿A dónde vas? Nos estamos divirtiendo.— Una mano se aferró al tobillo de la pelirroja y la jaló con fuerza hacia atrás.
Cassius se subió sobre ella y la obligó a girarse hacia él.
Kali noto el moretón en su mejilla y la sangre, pero él no parecía adolorido. Intento golpearlo, pero sus golpes no tenían la suficiente fuerza o rapidez. Forcejearon, pero él tenía la fuerza y la mente clara, solo estaba jugando con ella. Parecía divertirse mucho.
Entonces la golpeó. Un solo golpe en la nariz y todo se detuvo.
Cassius se sacudió el puño lleno de sangre y miro a Kali retorcerse debajo del mientras se cubría la nariz rota con el rostro ahora bañado en sangre.
Otro golpe en el rostro y ella quedaría inconsciente, pero eso no sería tan divertido como jugar un rato.
— A veces no puedo distinguir si eres Griega o Romana.— Susurra.— Eso me molesta, pero supongo que es por la compañía que tienes a diario.
La tomo de las mejillas y alza su cabeza del suelo, a pesar de las quejas de kali por el dolor en su nariz.
— Tiene arregló.— Le sonríe de forma cálida.— Me quedaré contigo.
— Muérete...—Susurra Kali entre dientes-Bastardo loco— arrastrando las palabras mientras pierde poco a poco la conciencia.—Te voy a—
—Maldición— Se quejó mientras sacudía el rostro de la chica para impedir que cayera dormida.— Creo que puse demasiado Rohypnol en tu bebida.— Gruño con frustración al ver cómo los ojos de la pelirroja se iban hacia atrás.— No te duermas.
La soltó y dejo que su cabeza cayera hacia atrás. Entonces las comisuras de sus labios subieron, tomo a Kali de la camisa y la jaló hacia él. Tomando sus labios con brutalidad y deseo.
La pelirroja se atragantó, frunció el ceño e intento cerrar su boca, pero no fue hasta que él decidió soltarla que pudo respirar de nuevo. Y en cuando lo hizo, sintió un picor en la garganta que le era conocido. Tosió y se llevó las manos a la garganta.
— ¿Sabes que estuve comiendo? Adivina—Una risa se elevó de lo profundo de su garganta.—Fresas.—Ronroneo.—Tus favoritas.
La pelirroja cobriza empezó a toser mientras se rascaba la garganta, como si eso aliviará el picor que sentía.
— Eso seguro te mantendrá despierta y activa por un rato.—Aseguro.
El rubio platinado se acomodó entre las piernas de la hija de Neptuno. Ella trataba de empujarlo y sacárselo de encima, pero no tenía fuerzas.
— Mañana, esto será una simple pesadilla, y volverás a quererme.— Cassius extendió su mano y acaricio la mejilla de la pelirroja cobriza.— No, no llores, princesa.—Susurro Cassius de forma tranquilizadora, tratando de calmar a la chica mientras limpiaba las gruesas lágrimas que caían por sus mejillas manchas de sangre.
— Suelta— Un gruñido salió de lo profundo de su garganta —Me.— Completo con voz entre cortada.
— Sabía que el efecto se pasaría hoy, inconscientemente quería esto.— Una gran sonrisa se apoderó de sus labios y sus ojos brillaron.— ¿Cómo podría deshacerme de ti...? Cuando eres tan bonita y buena peleadora.— Acaricio su cabello cobrizo con los dedos.
A Kali se le detiene el corazón y un profundo miedo llena sus ojos.
Esto le recordó algo. La última vez que vio a su madre, en el suelo, sobre un charco de sangre y un tipo encima.
Las ganas de vomitar la atacaron con tanta fuerza que siente que se ahoga.
No, no, no, no, no, no...
Las lágrimas empiezan nublar su visión y caer como cataratas por sus mejillas manchadas y amoratadas.
— ¡Percy! ¡Papá...!— La voz de Kali se corta por la tos. Removiéndose debajo de él, mientras trataba de empujarlo. Aunque tratara de gritar, perdía el aliento por la reacción alérgica que le impedía respirar correctamente — ¡Papá...! ¡Papá!— Lloriqueo.
Aunque estuviera llamando por su padre, deseaba que Percy viniera a salvarla. Llamando a la única figura paterna que había conocido.
— Tu mente lo olvidará.— Cassius presiono su dedo índice contra el pecho de la pelirroja y lo arrastró hasta su vientre.— Pero tu cuerpo siempre recordará que eres mía.
En su boca sonaba casi romántico.
Llorar solo empeoraba su garganta hinchada y cerrándose.
Siente que se ahoga.
Es una horrible sensación de que alguien está pinchando tu cuerpo entero con pequeñas agujas.
Pronto ni siquiera podrá gritar el nombre de su hermano mayor.
Y estando en esta situación, cuando su cuerpo no le respondía y su mente se nublaba por el dolor. No importa lo humillante que fuera...
Sí podría soportarlo. Sí podía vivir otro día, solo lo suficiente. No tendría que morir como lo hizo su madre, no se repetiría la historia de nuevo.
Catalina estaría orgullosa de que su única hija sí logró sobrevivir.
Solo debía cerrar sus ojos y acabaría rápido. Pensar en algo lindo, como la playa durante el atardecer. O las cosas felices como hacer galletas con Percy y rizar su cabello con Annabeth. Y las cosas que la hicieron llorar, las cosas tristes como la muerte de Syrrax.
—¿Tuya?—Una voz sombría hizo que el bosque se estremeciera y la noche se volviera más oscura. Tan profunda que parecía venir de lo más profundo de las entrañas.—¡Ella es mía...!
Exploto hacia la noche, el humo y la sombra.
E incluso mil años de entrenamiento no hubieran sido suficientes para que Cassius estuviera preparado de forma adecuada cuando Nico se transportó, moviéndose entre las sombras hasta quedar detrás de él, tomo un puñado de su cabello rubio platinado y tiro de él hacia atrás para sacarlo de encima de kali. Solo un vistazo. Un segundo para ver la sangré, su ropa llena de polvo y tierra. Y todo se puso rojo.
— ¡Miren quién se unió a la fiesta! ¡Es el embajador de Plutón!—Exclama sin aliento, riendo como un maldito loco—Dioses... Tenía algo grande planeado para ti, sucio griego... Pero supongo que voy a tener que matarte ahora y llevarme a la chica.— Concluyó.
— Tu castigo será eterno cuando mueras. — Gruñó. Como si lanzará una maldición.—Pero hoy te daré una paliza aquí en la tierra.
Desenvaino su espada de Hierro Estigio humeante y corto el costado de su torso, no tan profundamente como para matarlo, y mientras el hierro atravesaba su piel, Cassius se retorció como un experto, forzando a Nico a exponer su lado derecho o a perder... la espada. El pelinegro se transportó de nuevo. Esta vez Cassius vino con él.
Supo de inmediato que no estaba peleando con uno de los ignorantes niños del campamento en la arena. No estaba luchando contra el Jason.
El tipo tenía un entrenamiento refinado. Y peleaba como tal.
Recto.
Certero.
Y brutal.
Un niño de la Duodécima legión.
Eran un torbellino negro de acero y sombra por el bosque, y los meses de entrenamiento brutal en el Reino de su padre ocuparon su lugar mientras yo mantenía los pies firmes debajo de mí. Tenía la vaga sensación de que la pelirroja cobriza en el suelo parecía intentar sentarse sobre la tierra. Pero los golpes de Cassius no eran duros..., no, eran precisos y rápidos, pero él no ponía su fuerza por completo en ellos. Ganaba tiempo. Me desgastaba hasta que mi cuerpo perdiera la energía por el abuso de mis poderes.
—¡Sabía que ella sería tu quiebre! ¡Eres tan predecible...!— Jadea en tono burlon mientras contiene los brutales y salvajes ataques de Nico con su da.— ¡Igual que Percy! ¡Igual a Annabeth!...— Cuando los filos de sus armas chocaron, saltaron chispas. Se mantuvieron en esa postura midiendo fuerzas, el que perdiera tendría el filo de un arma listo para cortar su cuello—La única diferencia es que tú te la quieres coger...— Susurro sonriente.
Nico perdió la concentración durante un instante. Su gruñido al recibir un corte profundo y lineal en el abdomen silenció a los sonidos del bosque.
El pelinegro tomo distancia atravesando las sombras.
— Ya veo.— Jadeo Cassius, echando su cabello rubio sudoroso hacia atrás.— Era solo una teoría que tenía... pero viendo lo enfadado que estás, quizás no soy el primer hombre en su vida.—Sus ojos azules como la media noche se desvían hacia Kali, gesto que Nico lo considera imperdonable.— Es una pena que la hayas arruinado, aun así su genética vale totalmente la pena... Sabes, no es nada que un par de bebés romanos en su vientre no arregle.
Nico lo sabía.
Sabía que solo estaba tratando de desestabilizarlo. Que toda la mierda que decía solo era para mantenerlo enojado y descontrolado.
Por qué eso lo hacía un blanco fácil.
Lo sabía y aun así explotó.
Y si antes solo intentaba contenerlo, ese simple comentario hizo que Nico perdiera por completo la cabeza.
Nico hizo girar su espada, tomo el mando y golpeó a Cassius con este en la tráquea. Aprovecho el momentáneo shock y falta de aire en los pulmones para patear sus piernas una por una y hacerlo caer de rodillas en el suelo.
El pelinegro clavo su espada en el suelo y al instante dos esqueletos surgieron del subsuelo para sostener al rubio platinado. Nico sostuvo el rostro marcado por una sonrisa de triunfo del rubio solo para calcular la trayectoria más dolorosa. Entonces lo golpeó con el puño cerrado.
Una. Y otra. Y otra vez.
—¡NUNCA...!— Rugió y su puño estalló contra su mejilla.— ¡NUNCA! ¡VAS A VOLVER A TOCARLA! ¡BASTARDO!
Hasta que sus nudillos destrozados empezaron a arder y amoratarse.
Lo único que logro sacarlo de la burbuja de salvajismo y furia fue el sonido que se coló entre el choque de su puño contra el rostro de Cassius. Un sonido ahogado seguido de fuertes inhalaciones en busca de aire.
Y aunque perdía la conciencia por la droga y falta de oxígeno.
La hija de Neptuno se sentía aliviada, aliviada hasta el punto de llorar de pura alivio, por qué podía sentir el aura de muerte que siempre rodeaba a su amigo Nico cuando estaba muy enfadado. A su alrededor, aunque su visión estaba borrosa, podía ver las sombras que se arremolinaban en el bosque, podía sentir su furia.
— Kali.— Su voz y tono al dirigirse a ella dio un cambio de 60° grados.
El pelinegro corrió hacia ella y se dejó caer a su lado. La pelirroja se sostenía la garganta, cabizbaja y sudorosa.
Se asfixia.
Nico lo entendió de inmediato. Ya le había pasado en otras ocasiones.
—E-piPen— Balbuceó tembloroso.— Yo, tengo uno.— Empezó a buscar de forma desesperada en los bolsillos de sus pantalones y chaqueta.— No, no entres en pánico, tranquila.— Pide, pero era el quién le temblaba la voz.
Nico logra encontrar la jodida auto inyección de epinefrina en uno de los bolsillos de su pantalón. El pelinegro sujeto el auto-inyector en su puño. No sabía si la aguja podría atravesar la tela de su pantalón, así que tuvo que romperlo lo suficiente para clavar la aguja firmemente en la parte externa del costado del muslo de Kali, más o menos entre la cadera y la rodilla.
— Respira. Respira.— Susurro en un tono tranquilizador, acariciando su espalda. —Estoy aquí.— Su voz se rompe por un segundo.
Cuando kali logro sentir su garganta abrirse y el dulce oxígeno entrar en sus pulmones, alzo la cabeza y pude ver cómo un chico del que no pudo reconocer su rostro se abalanzaba a por la espalda de Nico con una daga en lo alto. Entonces sintió un tirón en sus intestinos, el agua proveniente de una pequeña laguna detrás de ella se arrastra y alza cómo un proyectil para protegerlo y lanzar lejos al rubio.
Pero no fue necesario.
Como si lo hubiera visto venir, el pelinegro desapareció envuelto en sombras y en un parpadeo la espada de hierro Estigio de Nico rebanó la cabeza rubio platinado antes de que esté pudiera pensar en reaccionar.
Todo paso en cámara lenta. Los ojos de Kali se abrieron por completo al momento en que era salpicada por la sangre y se desparramaba por su rostro, cabello, pecho y piernas.
El agua perdió fuerza al instante, la gravedad la obligó a ir hacia abajo. Lo que provocó que mojara su espalda y la mitad inferior de mi cuerpo.
Nico tenía la respiración acelerada, podía ver el aire caliente salir de su boca como niebla al tener contacto con el frío del ambiente. Una chispa carmesí brillaba en sus ojos oscuros reflejando salvajismo y pura furia, el labio superior roto, se veía cansado y tenía el rostro salpicado de sangre. No dudo en matar. No dudo ni siquiera un segundo o milisegundo.
Él sostenía su espada con tanta fuerza que parecía que nunca iba a volver a soltarla en toda su vida.
Alzó su mano libre extendida en dirección al cuerpo decapitado.
Y luego cerro su puño a medida que este se era absorbido por el suelo.
Cuando ya no había más rastro del cuerpo que la sangre, por fin se giró para ver a la pelirroja cobriza.
— Kali.— la llamo y Kali recordó que debía parpadear, le ardían los ojos.
Ella parpadeó y trago saliva.
Estaba temblando aún y de sus ojos no paraban de salir lágrimas.
Nico se acercó rápidamente a la pelirroja, se arrodilló para estar a su misma altura y sus ojos la miraron con absoluta preocupación.
— Está bien. Está bien.— El pelinegro abrazo con cuidado a la chica.— No te dejaré ¿Okey? Estoy aquí, yo te cuido.— Le susurra una suave promesa.
Kali ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando escandalosamente hasta que Nico la envolvió con sus brazos de forma protectora.
Y siguió llorando.
Hasta que se desmayó.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo. Estuvo fuerte de escribir y borre algunas escenas por qué me estaba pasando de mamona.
¡Chan chan chan! ¡Kali nunca estuvo enamorado y siempre estuvo bajo la manipulación de embrujahabla y pociones!
No sé cómo de verdad creyeron que se iba a enamorar de un tipejo random. Si es más dura que una roca.
Aquí los memes del capítulo;
Que bonito Oufiti arruinado por el intento de secuestro/abuso sexual/ asesinato.
Si no le entendieron, el loquito de Cassius es el Centurión de la primera cohorte que estaba en juicio por mal comportamiento y ausencias. Bueno, sus ausencias se debían a qué el loquito andaba matando semidioses griegos a lo pendejo y ya.
Dato importante: El pendejo no sentía dolor, por eso cuando lo golpean o cortan no se aturde y puede seguir peleando sin parar.
Bye bye.
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