16.

México es cálido.

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Nico y Kali estaban sentados en la mesa de la cocina de la casa de Percy y Annabeth. Solos, lo que era normal en realidad. El pelinegro extendía una de sus manos hacia la pelirroja, quien pintaba sus uñas con esmalte negro y tarareaba una canción de lana de rey que le gustaba a Nico. Anteriormente, sus uñas también estaban pintadas de color negro, pero había pasado tanto tiempo desde que la pelirroja lo había ayudado a pintarlas, que el esmalte estaba gastado y apenas se notaba.

La luz cálida que entraba por la ventana de la cocina chocaba contra el cabello cobrizo de kali haciéndolo parecer brasas ardientes.

— Gracias por ayudarme a arreglarme.—Le agradeció Nico.

— Nieta de Afrodita.— Señala y levanta la cabeza para darle una sonrisa confiada.—Esto es lo mío.

— Deberías ir sabes.— Kali cambia de mano y empieza a pintar las uñas de Nico de negro.—Cuando Poseidón te nombró princesa ante el consejo, te hizo su embajadora. Tienes un puesto allí siempre que quieras.— Explico.

Aunque está no es la primera vez que Nico se lo comentaba.

Para él esas malditas reuniones eran mortalmente aburridas y la presencia de Kali las haría mil veces mejor para él, pero ella siempre encontraba la forma de poner excusas y escapar de sus obligaciones en el Senado.

De todos modos nadie podía obligarla a asistir, así que no lo hacía.

— Lo sé, Hazel siempre me envía esas invitaciones formales.— Menciona y una sonrisita se forma en sus labios.—Es tan linda que quiero comérmela.

Kali termina de pintarle las uñas y las mira con feroz intensidad. Termina su trabajo minutos después, sonríe para sí misma, satisfecha por su buen pulso y habilidad al no pintar por accidente la piel de Nico. Suspira y suelta las manos de pelinegro, quien resiente la perdida del contacto entre ambos.

—¿Entonces? Es tu oportunidad para lucirte y hacer drama.— Le sugiere, tratando de no sonar desesperado.

Kali alcanza la toga negra arrugada en la mesa (Se trataba de un montón de tela con bordados alusivos a Hades) y se puso de pie, tomando el gancho en forma de calavera de color plata que se había enganchado en la camisa.

Nico se puso de pie y bajó un poco la cabeza para seguir viéndola a los ojos. Dejando que ella lo rodeará con la tela e hiciera su mejor esfuerzo tratando de ponerle la toga de forma adecuada. Kali se pone de puntillas, sus dedos le rozan el torso a Nico, quien se tensa y estremece ante el contacto físico.

—¿De qué se trata esta importante reunión que te trajo aquí?— Pregunta ella, cambiando de tema.

Nico sonríe, encantado por la gran habilidad de Kali para evadirlo.

— Es un juicio. Al menos eso es lo que dijo Hazel.— Respondió el pelinegro en un suspiro aburrido mientras trata de peinar con sus dedos el flequillo que cae sobre su frente.—Parece que uno de los centuriones de la primera cohorte se ha ausentado mucho, está en problemas, sabré más durante el juicio supongo.— Agrega, inseguro de sus propios recuerdos. Hazel estaba muy alterada cuando le hablo y no logro entender lo que decía.

Kali hizo sonar su garganta en un largo «Mmmm» sin interés.

— Qué interesante.— Dice sarcástica.— Parece el juicio del año.

— Kali.

— No puedo. — Ella pone su mano en la frente de Nico y sacude su cabello, peinándolo hasta quedar satisfecha con el resultado.—Tengo que arreglar algunas cosas para el viaje, no sé si puedo llevar a Cheeto… Los gatos se estresan y esas cosas.— Se excusa

Nico baja la mirada, notando como Kali parece luchar para controlar el temblor en sus manos y lograr cerrar el broche que sostiene su toga.

— Estás mintiendo.— Nico cubre la mano más pequeña y cálida con la suya.—Tiemblas.— La aparta, con mucho cuidado y delicadeza.

Cierra el broche el mismo, entonces mira a la pelirroja cobriza.

Ella le devuelven la mirada.

— Estoy bien.— Dice antes de que Nico pregunte cualquier cosa.

Nico gira ligeramente su cabeza como un cachorro confuso, analizándola.

— Son esos malos días ¿No?—Le pregunta y de inmediato Kali suelta un lamento de dolor y deja caer su frente en su pecho. Apoyándose de él.

— Estoy muriendo por dentro.— Lloriquea, molesta.— Me duele cada músculo del cuerpo, no puedo comer, quiero vomitar y me dan calambres.— Se queja y se queja, haciendo un pequeño berrinche mientras Nico la abraza.—Esto de ser mujer es una mierda horrible…— Balbucea en un tono derrotado y cansado.

— Lo suponía.— Nico busca a tientas su mochila, sin soltar a Kali. Rebusca en ella y saca una bolsa.— Ten.— Se la ofrece, Kali la toma mientras hace una mueca de confusión y disgusto.

Eran compresas calientes, muchos chocolates y galletas, además de lo que parecían pastillas para el dolor. Esto no era malo, es decir, era un gesto bonito. Pero… ¿Cómo es que lo sabía? ¿Lo precinto o qué?

— Eres tan raro. Esto es tan raro.— Le acusa. Se debate si golpearlo o no, al final decide no hacerlo. Suspira por lo bajo—Pero lo aprecio mucho.

—Tengo dos hermanas.—Nico le da un sape en la frente. Kali se queja.

Se quedan abrazados un tiempo. Nico le daba palmadas suaves en la espalda y eso le gustaba. Era reconfortante la sensación de frescura del pecho del pelinegro contra su mejilla y su olor masculino invadir sus fosas nasales. Entonces los segundos se convirtieron en minutos, solo allí, abrazados, sin hablar, y para los estándares de Kali esto era lo equivalente a la cosa más físicamente íntima que hubiera hecho o permitido, aunque era dentro de lo que cabe normal, por qué se ponía en extremo cariñosa cada que le llegaba el periodo. El idiota loco de leo solía bromear diciendo que lo hacía para robarte las energías y estar mejor.

La pequeña burbuja en la que estaba explotó cuando el teléfono recargado en la superficie de madera, vibró. El pequeño rectángulo se sacudió y la pantalla se encendió mostrando los mensajes que habían llegado.

Nico literalmente lanzó su mano hacia el teléfono y volteo rápidamente para que la pantalla quedará oculta.

Pero fue demasiado tarde, por qué Kali alcanzó a leerlos.

La pelirroja cobriza respiró hondo y se separó de forma lenta del hijo de Hades mientras las comisuras de sus labios se alzaban en una sonrisa que no llegaba a sus ojos verdes azulados.

— ¿Estás saliendo con alguien?— Pregunto con voz suave.

Nico se tensó y notablemente nervioso, negó con la cabeza.

— No… Uh, digo, sí.— Balbuceó Nico, sin dejar de moverse en un gesto de inquietud, mientras sus mejillas, nariz y cuello volvían carmesí—He estado saliendo con alguien. — Admite con la voz entrecortada.—Es mortal, va en mi clase.— Le explica, incómodo.

Kali alza sus cejas, curiosa. Nico retrocede, pero Kali avanza.

—¿Un mortal?— Pregunta.—¿Cómo es?— Le cuestiona, interesada.

— Bueno, él es…— Nico evita mirar a Kali a los ojos, mientras piensa en algo que decir.— Normal.— Afirma. Y Kali lo mira con incredulidad y extrañeza, pues no es la forma más normal de referirse a su pareja.— Su mayor preocupación es que no lo atrapen fumando hierba detrás del gimnasio. — Agrega.—No es como nosotros… Cómo los mestizos.

Kali suelta «Wow» fingiendo sorpresa cuando dije la palabra «normal»

—Normal.— Repitió ella. Y entonces le lanza esa mirada y Nico siente que el corazón le va a salir por la garganta— ¿Es el indicado?— Preguntó.

Nico dio un respingón y lo miro totalmente escandalizado. Kali se mantenía inexpresiva, sería como siempre, pero con un claro interés en conocer la respuesta de su amigo.

—¿Qué? No, no, yo no…—Negó sin poder apartar los ojos bicolores de kali.—No lo sé, solo hemos salido por unos meses.— Balbuceo como a la defensiva, demasiado exaltado.

Los ojos de Kali se abren un poco y se llenan de brillo de entendimiento.

— Ah— Jadeo, como si hubiera comprendido una difícil ecuación matemática.—¿Es por eso no tenías tiempo para venir antes?

Nico negó con la cabeza, aún más agitado y chillo;

—¡No! ¡No de ninguna forma…!— Exhaló con fuerza y se pasó las manos por el rostro.—Ah, no es…— Intento explicarse, darle explicaciones.

Kali dio un paso hacia él y extendió su mano hacia el rostro de Nico. Este por su parte, se paralizó, los músculos se le tensaron y retuvieron, manteniéndolo rígido como una roca, mientras la hija de Neptuno pasaba su dedo índice por su cuello, delineando un camino hasta su mandíbula cuando lo apartó. Kali miro la yema de su dedo índice con suma atención, allí, perfectamente redonda, había una gota de agua.

—¿Por qué estás sudando?— Le cuestionó en un susurro.

Nico, quien sintió el momento eterno y aún podía sentir su corazón golpear su pecho con fuerza. Aturdido, sentía su cuerpo completo latir. Tratando de recobrar su postura, respiró hondo y exhaló con fuerza, temblando como loco. Se obligó a sí mismo a dejar de hacerlo, cerrando su mano alrededor de la toga negra sobre su pecho.

Sentía que se estaba quemando, que el camino que Kali había trazado con su dedo ardiera como el fuego griego.

No podía verla a los ojos, sentía que, si lo hacía, ella podría ver a través de él.

No podía respirar.

— Hace calor.—Murmuro apenas. Obligándose también a apartar la mirada de los ojos de sirena de Kali — Con esta maldita toga. — Completo.

Kali giró levemente su cabeza, imitando el movimiento que el Nico había hecho minutos atrás.

— No hagas todas esas cosas lindas por mí, no es necesario.— Extendió su mano y le dio un par de palmadas en la mejilla. El pelinegro de ojos oscuros se negó a mirarla, parpadeó múltiples veces agitando sus pestañas largas. Se enfureció al pensar que en este punto Kali estaba jugando con el apropósito, dicho pensamiento lo hizo apretar la mandíbula.—Guarda ese encanto para tus parejas ocasionales.— Siseo.

Nico no dijo nada. Solo necesita espacio, necesitaba que ella se alejara para poder volver a respirar.

—…

Kali apartó su mano y tomo la bolsa que Nico le había traído.

— Asústalos por mí.—Le pidió. De pronto cambiando a un semblante más amigable.— Amo ver cómo se estremecen cuando me ven.— Se burla, con una sonrisa maliciosa.

Cuando Kali se alejó para abrirle la puerta, Nico tomó una gran bocanada de aire y se sobó el pecho.

¿Qué había sido todo eso?

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Kali cumplía años una semana antes del verano, poco tiempo desde de que las clases terminarán. Así que había decidió pasar una semana en México para su cumpleaños y volver a New York, Long island para pasar el resto del verano en el campamento. 

Partieron tarde en la noche, Jason tuvo un interesante tira y afloja con Zeus, su padre divino, durante 20 minutos, en dónde el rubio trataba de convencerlo de que no tirará el avión en pleno vuelo con ellos adentro, por qué «No sería agradable» de su parte. Al final el Rey de los dioses cedió. Con la condición de que debían dejar una gran ofrenda y pedir su protección. Y a regañadientes todos lo hicieron.

El viaje fue tranquilo. Percy se sentó al lado de Annabeth, Piper al lado de su novio Jason, Hazel y Frank. A leo le tocaba sentarse al lado de Kali, pero Nico lo convenció para cambiar de asientos y poder ir a su lado.

No hubo turbulencia ni monstruos, lo que resultó agradable. Y la mayoría se echó una siesta durante el vuelo.

Llegaron a ciudad de México en la madrugada. Tuvieron que esperar para recoger su maleta, y al gato de Kali (al final no pudo dejarlo en casa, ni al cuidado de nadie más), luego se salieron del área de embarque dónde se supone que estaría un familiar de Kali que venía a recogerlos.

— Sobre mi familia.— Dijo antes de salir de la zona de embarque.—Quiero advertirles que son muchos y siempre hay mucho ruido.— Suspiro en un gesto de fastidio.— Los abrazaran, quizás los saluden con un beso en la mejilla y serán muy amigables.

Percy sonrió y le sacudió el cabello.

— Podemos con ellos.— Le aseguro y todos concordaron lo mismo.

— Y yo.—Agrego.— No los he visto en persona en mucho tiempo y no sé si las cosas van a salir bien.

Había una chispa de ansiedad y miedo en su voz. De todos ellos, Kali sin dudas la que parecía más nerviosa y fuera de lugar. Tensa, casi incómoda, con la perspectiva de quedarse una semana completa con su familia, con la que hablaba muy poco, para una gran fiesta en su honor.

Se había mordido las uñas todo el camino, era un desastre.

— Son tu familia. Te quieren aquí. Te prepararon una gran fiesta.— Annie le dio un apretón en el hombro.—Esto será genial, ya lo verás.— Afirmó.

La sonrisa llena de seguridad de Annabeth la tranquilizó un poco.

— Supongo.— Murmuro y les indico que avanzarán.

Mientras bajaban por las escaleras eléctricas y veían a los otros pasajeros del vuelo encontrándose con sus hijos, novios o familias que llevaban unos lindos y pequeños carteles con sus nombres. Algo llamo su atención.

Allí abajo, esperando junto a los demás, había un grupo de 6 mujeres adultas sumamente hermosas con un gran cartel que decía «Bienvenida a casa, Kali» en español. Al verlos, casi de inmediato reconocieron a Kali y empezaron a gritar y llamarla por su nombre. Por su parte, Kali se contrajo sobre sí misma y se persigna.

— ¿Esas mujeres son Mises?— Pregunto Leo, aturdido por tanta belleza femenina.

— Son mis tías.— Dice Kali entre dientes.—Todas hijas de Afrodita, superfértiles. Tengo muchos primos.

— Tu abuelo debe ser un hombre muy carismático.— Balbuceó Leo.

— ¿Abuelo?— Kali soltó una pequeña risa.—Todas son hijas de Afrodita y mi abuela. El matrimonio de mis abuelos es una tapadera que les convenía a ambos en un tiempo difícil para las personas como ellos.— Murmuro.

Al bajar de las escaleras, las 6 mujeres se lanzaron sobre Kali como una manada de lobos hambrientos.

— ¡Guardalupe! ¡Corazón! ¡Estás tan hermosa!— Una mujer preciosa de ojos marrones, le beso la frente.

Se turnaron para abrazarla, darle vueltas para verla mejor y toquetear cada parte que tuvieran al alcance.

—¡Has crecido tanto! ¡Eres igual que tu madre!— Chillo una, al borde de las lágrimas. Bueno, casi todas lloraban.

— ¡Tan linda! ¡Mira ese rostro! ¡Es igual a Catalina!— Una de las mujeres, tías de Kali, la tomo de las mejillas.

Luego de 10 minutos en los que Kali parecía mareada por tanto afecto y preguntas por fin la dejaron ir.

— Ellos son mis tutores legales. — Dijo sin aliento, señalando al pelinegro y la rubia a su lado.—Mi hermano Percy y Annabeth, su novia.— Chillo.

Entonces, como si fueran un solo ente las seis se giraron hacia ellos.

— ¡Gracias por cuidar a nuestra bebé!

Durante las primeras presentaciones entendieron a lo que Kali se refería con todo eso de que podían llegar a ser abrumadores. Y esta solo era un cuarto de todo lo que les esperaba.

Después de un viaje de unas dos horas atravesando pequeños pueblos en la parte trasera de una camioneta, todoterreno enorme. Todos los semidioses se preguntaban si es que irán directo al Amazonas o a la granja o como ella lo llama «Casa familiar» en medio de la nada. La selva y los animales.

— Camionetas.— Suspiro Leo.— Son… Muy grandes.— Unas diez ramas le habían golpeado el rostro.

— Pero qué nena.

Kali se acomodó los lentes de sol oscuros y hecho la cabeza hacia atrás. Ella parecía muy cómoda en esta situación, pero los demás estaban incómodos hasta los huesos.

—Oye, kali.— La llamo Piper. Kali la mira a través del cristal ahumado.—¿Cuánto falta?— Pregunto.

— ¿De qué hablas?— Le cuestionó extrañada la pelirroja cobriza.

— Llevamos un tiempo en este camino y solo veo campo, campo y mucho más campo. Y vacas.— Señaló la morena, mirando a su alrededor.

Era una gran extensión de planicies por los dos lados, pocos árboles y unas cuantas vacas y ovejas pastando.

Aunque era un poco raro que todo estuviera cercado, quizás era un método del gobierno para que las vacas y animales en general no se atravesaran en la carretera de tierra y causaran accidentes de tránsito.

— Hace rato que llegamos.—Se quita los lentes y hace un pequeño círculo imaginario a su alrededor.—¿Que no vieron el gran arco que cruzamos hace media hora?— Pregunta y ante la confusión de todos explica.—Decía «Finca de la rosa» mi apellido.

— ¿Cómo? ¿Está es la propiedad de tu familia?— Balbucea, Annabeth.

— Les dije que la casa familiar es una finca.— Soltó con obviedad.— Claro, no todos viven allí, la mayoría solo va por cuestiones de trabajo. — Se cruza de brazos.—Es una granja.

— ¡Nunca dijiste que era una maldita granja industrial!— Exclamó Nico.

— Miren, allí está la casa.— Kali se levantó como si nada y señaló al frente, en la parte trasera de una camioneta en movimiento, en un camino rocoso y lleno de baches.

Nico literalmente se tiró sobre ella para sostenerle las piernas y que no se terminará cayendo como una tonta.

Todos los demás se asomaron, con más cuidado que la pelirroja.

— kali.—La llamo Jason.— ¿Tu familia es rica?— Pregunto el rubio.

— Es la casa familiar, debe ser grande por qué somos muchos.— Explico Kali como si fuera lo más obvio.—Y yo no diría ricos— Agrego.— Es como una tradición dedicarse a la ganadería. La mitad de los animales aquí son más valiosos que un auto último modelo.

— ¿Y ese montón de gente afuera?— Pregunto Leo.

Kali soltó un gruñido bajo.

— Son mis primos.—Les informó.


Kali estaba severamente preocupada por como debería relacionarse con su familia materna, al menos sabía que esperar de la familia por parte de su padre, normalmente alguna de las dos partes salía severamente lesionada. La cuestión es que no podía pelearse con sus primos maternos solo por existir. Y sus tías, hijas de la diosa del amor. Eso era un tema totalmente aparte.

Los primeros 5 estuvo igual de esquiva que un gato callejero.

A partir de allí se fundió con los demás como si hubiera crecido con ellos. Fue una sensación rara de que los conocía a todos y cada uno de ellos. Claro que los vio un par de veces cuando era un bebé, pero no recordaba nada de eso.
Fue arrastrada por la familia Reyes, como todos los demás en el grupo.

Algo que sorprendió al grupo de semidioses es que todos los primos de Kali son muy diferentes, había niñas rubias, morenas, pelinegros, algunos de piel oscura y otros blancos como la nieve, además de rasgos faciales muy diferentes. El único rasgo que todos ellos compartían era su nariz, cada uno de ellos, sin importar su color de piel, tenían la misma nariz pequeña y respingada (esas tan perfectas que parecen operadas) como la de kali.

La hija de Neptuno resaltaba incluso en una habitación llena de gente muy guapa y de diferentes facciones por ser la única pelirroja cobriza allí.

La abuela de Kali los hizo comer hasta reventar, esa mujer era una santa. Y cocinaba como diosa. Era el epítome de la fresa «Envejecer con gracia» y se mostraba amable y servicial. Frank, leo y Percy terminaron con la panza tan llena que se quedaron dormidos durante el resto de la tarde. Jason y Nico tuvieron la descendencia de no atiborrarse en comida y convivir.

Piper se adaptó muy bien por qué, bueno, prácticamente es Tía de Kali, igual que las hermanas de su madre.

Annabeth Chase estaba bastante interesada en los métodos de crianza de las tías de Kali y parecía ansiosa por demostrar que estaba haciendo un trabajo con la hija de Neptuno y no era una de esas delincuentes que se escapa de casa. Que hacía las cosas bien y no le arruinaba la vida a Kali.

Annabeth siempre había estado preocupada por qué ella y Percy le causarán traumas debido a su falta de experiencia en la crianza de niños.

La casa familiar era tan grande como una mansión. Enorme y espaciosa. Llena de color por todas partes.

De dos plantas, con largos pasillos y muchas habitaciones. Incluso había una gran piscina con tobogán al aire libre en el patio trasero. En general, la casa estaba muy lejos de los corrales y establos que contenían los animales. Había otra casa, más pequeña y lejos de la mansión. María, la tía mayor de Kali y quien se encargaba de toda la gestión del lugar, les comento que esa era la casa donde se quedaban los trabajadores que los ayudaban.

Hazel engancho su brazo al de Kali y tomo su mano libre entre la suya en forma de apoyo emocional. Kali se giró a verla al salir de su pequeña ensoñación y le sonrió a su amiga, quien se mantuvo allí. Con una sonrisa amable y ojos ámbar cálidos y comprensivos.

— Era muy hermosa.— Susurro Hazel.

La pelirroja cobriza asintió con la cabeza y respiro hondo.

— A veces… Siento que olvidó como era su rostro.— Kali miro la foto en el marco en la pared, junto a las otras fotos de sus tías en sus quince.— Es bueno, volver a verla.— Murmuro.

Allí estaba. Su madre. Se veía muy joven y preciosa. Para Kali era difícil ver esa foto y darse cuenta de que tenía la misma edad que una vez tuvo su madre, que tendría una fiesta igual a la de ella. Y su foto, su foto pronto estaría colgada en esa pared.

Toda la casa estaba llena de fotos familiares, pero estás eran especiales. Eran las fotos de los quince de las 7 hermanas, una tras otras, de la mayor a la menor. Así que la de su madre estaba en la esquina, era la última.

Le hacía sentir una opresión rara en el pecho, que su madre, a pesar de ser la menor de todas sus hermanas, fue la única que abandono el nido, se fue y no regreso nunca. Se quedó en una bonita isla en el caribe y tuvo una bebé. Y entonces murió, murió antes que todas sus hermanas mayores.

— Son iguales.— Murmuro Hazel con una pequeña sonrisa.

Eso también era cierto, ver a su madre era como verse al espejo.

Tenían los mismos ojos, la misma piel dorada, los mismos rasgos faciales. Lo único que las diferenciaba era el color de cabello y ojos, lo demás era igual.

— ¿Esa eres tú?— Pregunta una voz masculina detrás de ellos.

Hazel se sobresalta y se lleva una mano al pecho. Kali no se inmuta.

— ¡Nico…!— Trago saliva— Tienes que avisar cuando te aparezcas así.— Le regaño Hazel sin aliento por el susto.

El pelinegro se adelantó y desencajo una pequeña foto en la esquina del cuadro de madera. La saco y miró.

En la foto estaba la misma mujer de la foto, solo que algo más grande. Tenía una gran sonrisa orgullosa en su cara, además de un vestido floreado. Entre sus delgados brazos había un bebé de por lo menos un año de edad, gordito y con dos coletas, sosteniendo su pelo rojo cobrizo que brillaba con el sol.

— Sí, soy yo de pequeña.— Confirmo Kali, y Hazel se acercó para ver.

— ¡Por los dioses! ¡Eras adorable!— Jadeo con dulzura. — Incluso de bebe tenías mal genio. Qué bonita.— Dijo entre risas jocosas, tomando la foto.

— Con que así eras de bebé…— Murmuro Nico.— Parecías una muñeca de porcelana.

—Yo me describiría como pequeño monstruo sediento de caos.— Indicó la pelirroja cobriza y Nico sonrió.—Pero sí, en ese entonces, era pequeña como una muñeca.— Le dio la razón.

— Tu madre parecía muy feliz, debió haberte amado mucho.— Menciono Hazel con una sonrisa de amor.

Nico y Kali se miraron de reojo. Recordando una de sus primeras interacciones y lo que inició su extraña amistad en un principio.

— Sí, nos queríamos mucho.— Explico Kali, tomando la foto de las manos de Hazel.— Me tuvo cuando era muy joven y estando sola, debió ser difícil para ella.— Resople.

— Ella tomó una decisión. Y fue feliz el tiempo que duró.— Dijo Nico.

Kali sonrió apenas.

— Sí, supongo que sí.


Solo tenían tres días para acomodar las cosas para la fiesta, practicar los bailes y escoger un vestido.

Al día siguiente de su llegada, los primos mayores de Kali fueron a su habitación a las cuatro de la mañana para despertarla y que viera si puso la gallina. Lo que básicamente era una vil forma de arrastrarla por el campo para ayudarlos a secuestrar a todos los becerros recién nacidos de sus madres, vacunarlos y marcarlos para tener un censo de las nuevas crías.

Fue bastante educativo y Kali aprendió que las vacas son muy protectoras con sus hijos.

También se enteró de que la mayoría de sus primos estudiaba algo relacionado con la ganadería: Veterinaria, gestión de empresas, contaduría, etc., para poder dedicarse al negocio familiar.

La llevaron a los establos, dónde tenían caballos pura sangre de las razas más costosas y raras. Eran preciosos y vivían mejor que la mayoría de gente en New York.

Su familia criaba caballos de carreras y de exposición. Lo recordaba por qué cuando era pequeña y vino de visita con su madre, los caballos hacían fila para poder olerla y conocerla.

Kali se sintió bien en el establo, por qué podía conversar con los animales. Eso le recordaba a Syrrax.

Ese mismo día, a las 9 de la mañana, salieron rumbo a la ciudad para que Kali pudiera escoger su vestido. Ella había escogido la gama de colores de la fiesta unas semanas atrás en verde azulado, dorado y blanco. Así que tenía que escoger un vestido que le gustará en ese rango de colores.

Todos querían ir, pero al final se decidió que solo las tías de Kali y sus amigas, es decir, Annabeth, Hazel y Piper podían acompañarla. Así que hicieron un viajé de chicas para encontrar el vestido perfecto.

Todo estuvo bien, hasta que llegó la hora de comer y Kali termino en el hospital. Resulta que todas sus Tías desconocían la alergia mortal de su sobrina a las fresas. Así que podrás imaginar lo que pasó a continuación. Comió un platillo con fresas, se puso roja y se le cerró la garganta. Annie había olvidado su bolso con inyección de epinefrina que siempre llevaba consigo desde aquella vez que Kali entro por curiosidad al campo de fresas del campamento y tuvo un shock que casi la mata en el acto. Así que termino hospitalizada toda la tarde.

Ella estaba bien, los paramédicos le inyectaron la epinefrina y se sintió mejor de inmediato, pero igual la llevaron al hospital por precaución.

— Perdón cariño, no sabíamos que eras alérgica.— Se disculpa María, su tía y la mayor de sus hermanas.— Cuando eras pequeña comías fresas y todo estaba bien.— Le comenta.

— Es una alergia que desarrolle después de llegar a Estados Unidos.— Le explica Kali con voz ronca.— Ese maldito país me pudrió por dentro.

— ¡Kali! ¡No digas eso…!— Le regaño Annabeth, aún exaltada.

— Hay que dejar la cuestión del vestido para mañana.— Opino, una de las tías de Kali, preocupada.— Será mejor que descanses un poco.

— Mira el lado bueno.— Le indicó Piper.— En esta ocasión no vomitaste por todos lados como en el Starbucks.

Kali gruño por lo bajo y se hundió en la camilla ante el recuerdo.

— Eso fue un golpe bajo, Piper.— Resoplo Hazel, cruzándose de brazos.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, no tengo mucha inspiración así que estoy tardando un poco más en escribir. O solo soy yo intentando no escribir la tormenta de mierda que viene.

La primera escena del capitulo fue lo más parecido a un coqueto que ha habido en toda la historia.

Memes del capítulo:


Bye bye.

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