Epílogo.
― Entonces paso por ti en la mañana como a las diez para que vengas a mi casa a ayudarme a preparar algo de la cena y luego te llevo a tu casa, ¿te parece?―dijo Alonso mientras yo comía un chocolate.
― De acuerdo, no llegues tarde―sonreí a pesar de que él no me podía ver.
― Hasta entonces, descansa―pausó―. Te quiero muchísimo.
― Te quiero más, adiós.
Colgué el teléfono, de no ser así comenzaría una pequeña discusión acerca de quién quiere más a quien y bueno, al final tendríamos a Alonso haciendo berrinche porque perdió y...
En otras noticias mañana es Noche Buena. Alonso nos había invitado a mi familia y a mí para estar juntos y para que conozca oficialmente a sus padres. Sé que llevamos cuatro meses saliendo pero aún no tengo la oportunidad de conocerlos bien, ya saben, presentación formal y todo eso.
Puse la alarma de mi teléfono a las ocho de la mañana y luego coloqué el aparato en mi buró, me tapé con las sábanas y me dispuse a dormir.
+ + +
― Que no se les haga muy tarde―dijo mi mamá mientras guardaba unas cosas en su bolso―. Yo llego a las dos de la tarde para que me dé tiempo de hacer el postre y arreglarme ―asentí―. Nos vemos Javier, adiós Sofía.
Ambos nos despedimos de mi mamá y cuando salió nos dispusimos a terminar nuestro cereal con leche que nos habíamos servido.
― ¿A qué hora va a pasar Villalpando por ti?―preguntó Javier escupiendo un poco de leche.
― ¡Ew!―exclamé divertida―. A las diez.
Y como si lo hubiera invocado mi celular sonó con un mensaje de él.
Alonso V.
Ya voy para allá. 9:25 A.M
De acuerdo. 9:25 A.M
Mi hermano y yo terminamos de desayunar y luego fui a lavarme los dientes para volver a la sala y esperar a mi novio.
― ¿Sabes que vas a comprar?―dije mientras caminaba a un lado de Alonso quien llevaba el carrito del súper.
― Emm, esto―me extendió una receta―. Mi mamá quiere que cocine esto.
Soufflé.
― Ya veo.
― Vas a ayudarme, ¿cierto? ―asentí.
Estuvimos buscando los ingredientes durante una hora, Alonso era muy disperso y bueno, debo admitir que yo me entretuve un rato en la zona de los juguetes.
― Bueno, ya tenemos las papas, el tocino, el jamón, el queso, la leche condensada, y la crema ―pausé―. Supongo que en tu casa tienes pimienta, harina y leche ¿no?
― Sí―sonrió.
Después de que Alonso pagó todo, nos fuimos a su casa en donde no había nadie, agradecí eso porque no iba en la mejor versión de mí.
― Mira, vas a pelar las papas y cortarlas en rodajas finas, pero no tanto, después las vas a poner a hervir en el agua que está aquí―señalé la olla que acababa de poner―. Asegúrate de que no se cosan tanto, ¿de acuerdo?
Alonso asintió y comenzó a hacer lo que le dije, mientras tanto yo comencé a rayar zanahorias y a picar manzana, piña y nueces para la ensalada.
Media hora después las papas estaban listas y fuera de la olla.
― Ahora vas a picar el jamón y el tocino en trozos pequeños, así―piqué un poco de estos y luego le pasé el cuchillo―. Luego rayas el queso.
Después de un rato había terminado.
― Bien, ahora la crema―le pasé el empaque de harina, leche y la leche condensada, también saqué la barra de mantequilla que tenía en el refrigerador―. Vas a poner dos cucharadas de harina en este recipiente ―le extendí un tupper―, y casi la mitad del recipiente lo vas a llenar de leche.
― ¿También le echo la mantequilla?
― No, esa es para otra cosa.
― ¿Cómo es que sabes hacer esto?, es decir, ¿cómo recuerdas los pasos y todo eso?―sonrió.
― Soy todo un estuche de monerías, ¿no?―sonreí e hice una pose.
― ¿Qué rayos fue eso?―dijo entre risas.
― El emoji de whatsapp, el de la chica con su manita así―imité a la chica.
― Te quiero muchísimo, enana―me abrazó fuerte.
― A cocinar Villalpando.
Debo admitir que me sentía muy nerviosa por conocer a los padres de Alonso.
Para la cena había optado por una falda negra con medias del mismo color, un suéter café claro y unas botas negras de piso.
Mi madre tocó el timbre de la casa y en ese momento quise salir corriendo pero lo pensé mucho, pues el hermano pequeño de Alonso abrió.
― ¡Alonso, Sofi está aquí!―gritó y de inmediato una versión formal de Alonso, apareció por la puerta.
Bien, debo confesar que los padres de Alonso son una dulzura andando. De in mediato se me quitaron los nervios en cuanto me los presentó y al parecer les caí bien, eso es buena señal ¿no?
También mis padres se llevaron de maravilla con los suegros, con decirles que mi madre de inmediato se fue con la mamá de Alonso a la cocina a platicar y a ayudarla con los platos y nuestros padres se quedaron hablando en la sala.
― Parece que se llevan bien―dijo Alonso pasando una de sus manos alrededor de mi cintura.
― Eso parece―sonreí―. ¿Ya te dije que te ves guapísimo hoy?
― ¿Sólo hoy?―arqueó una ceja.
― O sea, siempre, pero hoy más―giré los ojos con diversión.
― Tu también te ves muy linda―me acercó a él y me apretó a su cuerpo―. Oye, Braulio, ¿nos puedes tomar una foto?
El pequeño salió de las tinieblas, literal, y se acercó a nosotros para tomar el teléfono de su hermano.
Nos colocamos cerca del árbol de Navidad y ambos nos abrazamos.
― No es por nada pero tomo unas fotos buenísimas―dijo extendiéndole el teléfono a Alonso.
En realidad si nos veíamos bien, felices, muy felices.
Diez minutos más tarde nos llamaron a cenar, Alonso se colocó a mi lado, nuestros padres estaban frente a nosotros y sus hermanos a nuestros costados. Mi hermano se encontraba en una de las sillas de los costados.
La madre de Alonso acercó el pavo a la mesa con ayuda de su esposo y luego comenzamos a servirnos.
La madre de Alonso tenía un buen sazón, el pavo estaba delicioso y la carne muy blanda, en cuanto a lo que Alonso y yo habíamos preparado, bueno, también estaba riquísimo.
Durante la cena escuchamos a Alonso contarnos anécdotas que había tenido con los chicos durante el año.
Cuando terminamos comenzamos a recoger los platos sucios y despejamos la mesa.
― Quiero hacer un brindis―dijo Diego, uno de los hermanos de Alonso.
Todos lo miramos un poco raro pero accedimos.
― Quiero brindar por que estamos aquí, en familia, y que el hecho de que haya una silla vacía en la mesa, no quiere decir que no estamos completos―pausó y pude escucharlo tragar fuerte―, mi hermano siempre va a estar en nuestro corazón.
― ¡Salud!―dijimos todos al unísono.
― Yo brindo porque no sea la primera vez que pasamos estas fechas con la familia de Sofi y con ella―dijo Braulio sonriente.
― ¡Salud!
― Hablaré por mí y por mi esposo―sonrió―. Quiero brindar por la oportunidad que tuvimos de conocerlos, por habernos invitado a compartir esta noche con ustedes, son una familia increíblemente unida y eso ya no se ve seguido, que sigan así ―dijo mi mamá.
― ¡Salud!
― Yo quiero brindar porque este año se fueron algunos―pausó Alonso y miró a la silla vacía en la mesa―, pero también porque llegaron nuevas personas a mi vida ―me tomó la mano por debajo de la mesa y la apretó, volteé a mirarlo sonriente.
― ¡Salud!
― Yo brindo por todas las personas que llegaron este año a mi vida, por la oportunidad que me han dado de estar aquí con ustedes y por mi familia que está cada vez más unida ―sonreí y miré a mis padres y a Javier.
― ¡Salud!
― Yo quiero brindar porque estamos todos aquí y porque siento que Alonso y yo nos vamos a llevar muy bien ―dijo mi hermano.
― ¡Salud!
― Así como la madre de Sofi, yo hablaré por mi esposo y por mí ―pausó―. Como ya lo dijeron antes, este año perdimos a una persona muy especial para nosotros, no fue fácil para ninguno y a pesar de que ya ha pasado un poco de tiempo, aun es un poco difícil para nosotros, pero también quiero brindar por Sofi ―la miré confundida―. Quiero brindar por ti porque desde que apareciste en la vida de mi hijo volví a ver ese brillo en sus ojos que hace mucho no veía. Mi hijo renació, y con él, lo hicimos todos, nos contagió de su alegría. Tú fuiste quien nos hizo renacer, nos hiciste ver lo que siempre estuvo ahí, la felicidad, la oportunidad de seguir adelante a pesar de las heridas.
― ¡Salud!
Y después todos nos abrazamos.
Hubo lágrimas, sí, hubo muchas lágrimas. Comprendía que para la familia de Alonso no era nada agradable pasar estas fechas sin un miembro de su familia.
Me acerqué a Alonso para abrazarlo, acababa de soltarse de Braulio quien estaba hecho un mar de lágrimas al igual que mi novio.
Lo abracé fuerte; dicen que los abrazos fueron inventados para hacerle saber a los demás que los amas y que estás ahí cuando no tienes las palabras adecuadas para decirlo.
Ahora comenzaba a creerlo.
― Gracias por aparecer en mi vida―susurró entre sollozos―, y gracias por salvarme de la depresión en la que estaba entrando.
― No Alonso―susurré―, gracias a ti por salvarme a mí.
Me separé de él y lo miré.
Mis ojos estaban ya cristalizados, sonreí y sentí una lágrima recorrer mi mejilla.
Mordí mi labio y luego llevé mis manos a las mejillas de Alonso, limpié un par de lágrimas que aún caían y el hizo lo mismo conmigo.
Poco a poco nos fuimos acercando hasta que chocamos nuestros labios en un beso lento.
― Te amo―dijo sobre mis labios.
― También te amo―sonreí.
+ + +
¡Hola!
Lo prometido es deuda.
Aquí el epílogo, espero que les haya gustado, un poco (mucho) sentimental, debo admitir que lloré cuando lo escribí, en serio. Pude sentirlo y todo, y luego la foto que subió Alonso a Instagram acabó con mis feelings.
En fin, aún no me despido, falta mi parte de los agradecimientos.
Me gustaría saber que cara pusieron cuando leyeron "flawlessskii97 ha actualizado "Epílogo" " en sus notificaciones. Cuéntenme.
Nos leemos pronto.
Paaaaaaaaaaaaaaaaaaaz,
Cit.
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