22.
― Me gusta ese azul ―señalé uno de los azules grisáceos que se encontraban en la paleta de colores.
― ¿Qué dices de éste amarillo? No es muy brillante y creo que le daría un poco de vida a la fachada.
Fruncí los labios y traté de imaginar la casa pintada de ese color. En realidad no se veía tan mal en mi mente.
Asentí al mismo tiempo que sonreía.
― Queremos cuatro latas de cada uno, por favor.
Mientras Alonso esperaba a que nos entregaran las pinturas, decidí ir a la zona de las plantas. Había infinidad de estas; de sombra, de media sombra, de sol, era increíble.
Había unas orquídeas blancas bastante lindas y también había algunos cactus.
Se me ocurrió una idea.
― ¡Alonso!
¡Estúpida!
Llevé mis manos a la boca en cuanto me di cuenta del error que había cometido, algunas niñas y señoras me voltearon a ver y luego miraron a Alonso de pie frente al mostrador de las pinturas.
Presioné mis labios e hice un gesto de arrepentimiento, Alonso se limitó a sonreír.
Varias de las niñas se acercaron a él y comenzaron a tomarse fotos y a pedirle que les firmaran sus playeras o lo que sea que trajeran que se pudiera firmar.
Observé desde lejos la escena y sonreí, definitivamente era un chico con un corazón enorme y muy atento.
Me hizo una seña con las manos para que me acercara. Primero lo dudé un poco pero después me animé.
― ¿Quién es ella? ― preguntó una de las chicas que estaban ahí.
Ya tenía alrededor de diez chicas cerca de él, todas de edades diferentes, desde los 10 hasta los 16 o 17.
― Es una amiga ―contestó mientras firmaba la playera de una chica.
Las preguntas ¿Te gusta? y ¿Son novios? se hicieron presentes. Por supuesto Alonso negó todo y después de hacer esto alrededor de unas mil veces, las chicas por fin se marcharon.
El señor que nos estaba atendiendo nos entregó las latas de pintura y después agarramos algunas brochas.
― ¿Qué era lo que me ibas a decir? ― fruncí el ceño, no tenía idea a que se refería― Ya sabes, cuando me gritaste y las chicas se acercaron.
― ¡Oh, sí! ―golpeé su brazo y enseguida se quejó. Poco a poco comenzaba a agarrar más confianza con él― Estaba pensando en que compráramos algunas plantas para la casa ―sonreí.
― Es una buena idea. ¿En dónde están?
Lo guié hasta donde estaban y luego elegimos un par de durantas, orquídeas, girasoles y a demás compramos unas semillas para plantar cilantro y ese tipo de hierbas.
+ + +
― Eres pésimo pintando ―dije entre risas.
― Entonces enséñame Señorita pinto hermoso ―intenté arquear la ceja pero como saben, fracasé.
Se burló de mí a causa de mi intento fallido y seguí pintando, Alonso tenía un reguero de pintura en la habitación en la que estaba. Era como si hubiese llovido pintura dentro de la habitación.
Habíamos pasado casi toda la mañana pintando la fachada de la casa y ahora estábamos con el interior, el lugar comenzaba a verse muchísimo mejor.
― Tengo hambre―se quejó. Me giré para mirarlo, se veía jodidamente bien recargado sobre el marco de la puerta y su cabello todo alborotado.
Alcé mi pulgar en alto y me giré para continuar pintando.
Escuché sus pisadas a través de la habitación pero lo ignoré.
― Vamos a comer algo.
El alma se me fue al piso, lo juro.
Había rodeado mi cadera con sus brazos y había recargado su cabeza sobre mi hombro, así que básicamente me había susurrado al oído.
― Estoy pintando y tú deberías hacer lo mismo―traté de ignorar el hecho de que estaba en esa posición con él.
― Por favor― su aliento chocó contra mi cuello.
Traté de deshacerme del agarre pero no lo logré. Al final quedé frente a él, sus brazos aún rodeaban mi cadera.
Lo admito, me quedé sin habla. Me ponía incómoda estar en esa situación con él pero de alguna forma me gustaba como se sentía.
Colocó una de sus manos sobre mi cara y limpió algo, seguramente alguna mancha de pintura o qué-sé-yo, después reposó su mano sobre mi mejilla.
― Tienes razón―me separé―, ya es hora de comer ―sonreí y caminé a la puerta para salir y luego bajar a la cocina.
Comencé a sacar lo que habíamos comprado; un par de hamburguesas en McDonald's con papas fritas y refresco.
Alonso apareció en la cocina y luego comenzamos a comer. Hicimos un par de bromas y chistes mientras comíamos y de vez en cuando me hablaba de su familia.
― ¿Tus ojos son azules o verdes? ―fruncí el ceño mientras trataba de ver el verdadero color de éstos.
― Depende del color de ropa que lleve ―sonrió.
Justo ahora llevaba una playera blanca y sus ojos se veían azules, un azul muy intenso.
+ + +
― Estoy exhausta―dije mientras me dejaba caer sobre el sillón de la sala de estar.
― Ya somos dos―se dejó caer a mi lado.
Habíamos estado pintando toda la tarde y parte de la noche. Miré mi reloj, las diez.
― ¿Quieres cenar algo? ― me giré para ver a Alonso, sus ojos resaltaban en la oscuridad. Así es, las luces estaban apagadas porque habíamos sido lo suficientemente flojos como para tomarnos la molestia de encenderlas antes de dejarnos caer en estos comodísimos sillones.
Me limité a asentir y entonces se levantó del sillón con cierta pesadez, me causó un poco de risa verlo estirándose frente a mí.
Mamá
¿A qué hora vas a llegar? 10:16 P.M
No creo llegar hoy, ¿nos vemos mañana? 10:16 P.M
Sólo regresen con cuidado. 10:17 P.M
Claro, te quiero. 10:17 P.M
Ya le había contado a mi mamá sobre Alonso, incluso sabía que es integrante de CD9, me pidió que tuviera cuidado, no por el hecho de que me fuera a hacer algo malo, más bien se refería a que el hecho de que él fuera famoso y yo una chica común podría ocasionarle problemas a él o a mí o a ambos.
Sabía a lo que se refería, a veces la prensa era muy dura respecto a esos temas y las fans de las boybands ni se diga, ya había visto cómo eran las directioners con las novias de los chicos y a veces eran muy...intensas.
― ¿Te gusta el chocolate caliente? ―me giré hacia la cocina y lo vi asomando su cara, asentí y sonreí.
Me levanté del sillón y a paso lento llegué a la cocina, los brazos me dolían tanto que apenas y podía moverlos.
Jalé uno de los bancos altos que anteriormente estaban cubiertos por plásticos y sábanas, y lo coloqué frente al desayunador.
Observé a Alonso moverse de un lado a otro mientras buscaba entre los gabinetes algún recipiente.
Cuando por fin encontró algo, vertió la leche y colocó el chocolate, sacó una palita de madera de uno de los cajones y luego se giró hacia donde estaba.
― ¿Nos vamos después de cenar? ―dijo mientras se recargaba en la orilla de la cubierta de la cocina.
― En realidad estaba pensando en pasar la noche aquí― dije en un tono bajo―. Si no te molesta, claro.
― Descuida―sonrió―, podemos quedarnos aquí.
Se giró nuevamente para mover el chocolate.
Diez minutos después nos encontrábamos tomando el chocolate sentados en el sillón.
― ¿En serio no hay problema con que nos quedemos?
― No ―negó mientras daba otro sorbo a su taza.
― Y, ¿en dónde nos dormiremos? ―pausé― Quiero decir, ¿en dónde dormirás tú y en dónde dormiré yo?
Soltó una risilla.
― ¿Qué?
― Nada.
+ + +
Giré de una lado a otro sobre la cama, llevaba casi una hora así. Estiré mi mano para alcanzar el celular y miré la hora: 2:30 A.M. Sí, nos habíamos ido a dormir muy tarde. Alonso me estuvo platicando como conoció a los chicos y como es que había nacido la idea de ser una boyband, nada que no supiera ya, Marie se había encargado de darme la biografía completa de cada chico.
Por mi parte, yo le había contado como es que había conocido a Marie y como es que ella se había convertido en coder y porque yo no lo era, sin embargo le conté que sus canciones me gustaban y que tenía una que otra favorita.
Me levanté de la cama y por alguna razón fui a dar a la habitación en la que se encontraba Alonso. Abrí la puerta y esta chirrió un poco, observé la habitación detenidamente. Entraba demasiada luz gracias a que la luna estaba completamente brillante, había varias cosas en cajas y algunas otras seguían cubiertas con plástico y sábanas, mi mirada se detuvo en Alonso, dormía en posición fetal y se veía bastante curioso, quiero decir, él es alto y...no lo sé, sólo se veía curioso durmiendo así.
Después de pensármelo unas mil veces entré a la habitación y me acerqué a una de las repisas que tenía.
Había varias libretas llenas de polvo y una colección de muñequitos de esos que salen en los Kinder Sorpresa.
Levanté un pingüino pero lo tiré, bueno en realidad se me cayó.
― ¡Mierda! ―susurré un poco alto.
Me agaché a levantar al animalito y vi a Alonso moverse en la cama.
Poco a poco me levanté y dejé al pingüino en su lugar. Caminé sigilosa hacia la puerta y cuando la abrí un poco más para poder salir esta rechinó otra vez.
― Sofi―dijo.
Maldije entre dientes y me giré un poco.
― Soy yo pero ya me voy, sigue durmiendo―susurré.
― ¿Qué haces despierta? ―me giré por completo y vi que ya se había sentado sobre la cama.
― No podía dormir, pero ya me dio sueño así que mejor me voy por donde vine―sonreí y caminé hacia atrás.
Alonso asintió y me miró como si estuviese tramando algo, enseguida dio unos golpecitos en el lado vacío de la cama.
― Ven.
Fruncí el ceño.
― ¿A dormir contigo?
― Sí―sonrió.
― ¿Acaso tienes seis años? ―me burlé.
Me miró serio y entonces me arrepentí de lo que dije.
― Lo siento―susurré―. Mejor me voy.
Me giré y abrí un poco más la puerta.
― Hace unos meses, siete para ser exacto, mi hermano falleció en un accidente en motocicleta ―me detuve en seco cuando tomé la perilla de la puerta― esta era nuestra casa de descanso, veníamos muy seguido a pasar el fin de semana, hacíamos fogatas, platicábamos todo el día acerca de chicas, no me mal intérpretes, él tenía su novia y me hablaba de ella y lo muy enamorado que estaba de ella. Yo le platicaba de las chicas que conocía en las firmas de autógrafos y de cómo habían cambiado nuestras vidas desde que iniciamos como CD9, era mi confidente y yo era el suyo.
Me quedé callada. No sabía que decirle, nunca había sido buena en este tipo de situaciones. Sí, puedo llegar a ser muy sensible o como le quieran llamar, pero por lo general en este tipo de casos nunca sé que decir.
Cerré la puerta y me quedé de pie frente a esta un par de minutos, no sé cuántos fueron, pero fueron pocos.
Me giré sobre mis talones y vi a Alonso con las manos sobre su rostro. ¿Estaba llorando? ¿Estaba desesperado? ¿Estaba arrepentido de haberme contado? ¿Me había portado muy indiferente? ¿Me había visto muy idiota al no decirle nada?
Me acerqué a él mientras pensaba lo que le iba a decir pero entonces recordé lo que una vez mi profesor de filosofía había dicho: "Si un día van a un funeral y no les nace decirle nada al afectado, no lo hagan, no sean hipócritas, por lo general uno no sabe que decir en esos casos. No digan que un ángel los cuida, no pregunten si están bien porque lógicamente no lo están, no digan nada, sólo den un apretón de manos, unas palmadas en la espalda o un abrazo, pueden transmitir mucho más cosas de esta manera que diciendo algo. Jamás, jamás digan nada si no lo sienten."
Y no es que no sintiera nada, en realidad tenía un nudo enorme en la garganta, pero no tenía palabras que decirle.
Lo abracé, lo abracé tan fuerte que por un momento creí que los brazos se me zafarían del cuerpo. Al principio él no me correspondió pero entre más fuerte lo abrazaba él comenzaba a abrazarme, hasta que me abrazó igual o incluso más fuerte de lo que yo lo estaba abrazando.
Comencé a llorar.
Tenía tantas lágrimas reprimidas que era obvio que llegaría el momento en que estallara.
Esta era la gota que había derramado el vaso.
¿Alguna vez escucharon esa frase que dice: "Cuando me abrazas con tanta fuerza, como si quisieras romperme, en realidad me estás arreglando."?
Pues así me sentía justo ahora.
― ¿Por qué lloras? ―preguntó.
― Sólo no me sueltes ―susurré en su oído.
+ + +
¡Hola!
Después de unas largas dos semanas de exámenes, ¡he vuelto!
Espero que la estén pasando de maravilla y bueeeeno, aquí les dejo un capítulo enooooooooorme jaja, realmente espero que lo disfruten.
No olviden votar muuuucho, recomendar la fic y sobre todo comentar. Me encanta leer sus comentarios y además es gratis hacerlo, que no les de pena :)
Les deseo un increíble inicio de semana,
Cit.
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