21.
Hoy era mi penúltimo día en la playa.
La verdad es que si iba a extrañar éste lugar. Estuve con mi familia y hacía ya tiempo que eso no pasaba.
Justo ahora nos encontrábamos en un ferry a una isla.
Cozumel. Ese era su nombre.
Javier iba platicando muy animadamente con una señora. Ajá, una señora.
Hablaban de algo relacionado con gatos o qué-sé-yo y bueno, él es un gran fan de estos felinos, incluso tiene su recámara llena de varios gatos de cerámica, gatos con cabezas móviles, fotografías de gatos―porque cabe mencionar que mi hermano es fanático de la fotografía―uno que otro pequeño póster y algunas prendas de ropa con dibujos de gatos sobre éstas.
―¿Está ocupado?
Me giré para ver de quien era la voz.
Un chico de tez morena y muy guapo estaba frente a mí con una bolsa de palomitas y un agua natural.
―No ―respondí de inmediato―, puedes sentarte...si quieres.
El chico tomó asiento a mi lado y el aroma de su loción entró por mis fosas nasales más rápido que Speedy González.
Olía jodidamente bien.
―¿También estás de vacaciones?
Me giré hacia la izquierda y luego a la derecha. Sí, estaba hablando conmigo.
―Si ―sonreí o al menos eso intenté.
―¿Cuánto tiempo te quedarás? ―dijo para después dar un sorbo a su agua.
Me causó un poco de risa al recordar a Marie diciendo que si comían palomitas y tomabas agua, te daba diarrea.
Por supuesto que el chico me miró extrañado.
Me alegraba pensar que no podía leer mentes porque de ser así, él se habría visto sentado en un sanitario y haciendo gestos.
Desagradable, lo sé.
―Mañana me voy ―lo miré.
El chico asintió y luego volvió a comer sus palomitas.
Como vi que no iba a retomar la conversación, decidí escuchar algo de música.
Por alguna razón hoy estaba contenta. Hoy había sido de esos días en los que te despiertas incluso antes de que suene la alarma y no importa que pase, sigues feliz.
Y no, no tenía nada que ver con aquel miembro de aquella banda.
+ + +
―Ey, Sofi despierta.
Me removí un poco sobre mi asiento pero no abrí los ojos, incluso me acomodé para seguir durmiendo.
―Ya llegamos, despiértate.
Solté un quejido y luego me tallé los ojos.
Cuando mis ojos por fin se acostumbraron a la luz, pude ver a las personas bajando del ferry y a otras que apenas se iban levantando de sus asientos.
―¿Tan rápido? ―me estiré antes de levantarme.
―El viaje duró 45 minutos ―bufé―. Estabas medio muerta.
Soltó una risilla, la misma que cesó cuando le golpeé su hombro.
Ya estando de pie me volví a estirar.
Comenzamos a bajar del ferry y después preguntamos acerca de los lugares que podíamos visitar.
Para ser honestos no había anda interesante. Era una isla, había un centro comercial, una plaza pública, tiendas de souvenirs, tiendas departamentales y lo más llamativo que tenía el lugar, era el muelle.
Estuvimos caminando alrededor de dos horas, lo juro, mis pies estaban en huelga, básicamente los venía moviendo con mis manos, así como los titiriteros a sus títeres.
―¿No has hablado con tu no-novio?
―¿En serio? ¿Ya vas a empezar?
―Sólo es curiosidad ―dijo mientras alzaba sus manos.
―No, no he hablado con él ―negué con la cabeza― ¡Esperen! Voy a ir a esa tienda.
Comencé a acercarme a la tienda de joyería que se encontraba en una de las esquinas del jardín en donde nos encontrábamos.
Lo sé, me iba a meter a una joyería en la playa habiendo miles de estas en la ciudad, pero ojo, no era cualquier joyería. Vendían cosas relacionadas con la playa, alguno que otro cuarzo y joyería en general.
―Lo que te guste te lo podemos mostrar sin compromiso ―dijo el chico detrás del mostrador.
―Gracias ―sonreí y continué viendo los dijes.
Me seguí paseando por la tienda hasta que un dije color azul llamó mi atención.
Tenía la forma de un prisma hexagonal y el azul era un azul muy oscuro, en la parte de arriba llevaba un arillo para que lo pusieras en una cadena.
―Es Zafiro ―levanté la mirada para encontrarme con el mismo chico de antes― lo mandan de Australia.
―¿De verdad? ―me enderecé y le hice una seña para que siguiera hablando.
―Sí, además tiene muchas propiedades ―pausó y me hizo una seña para que me acercara más a él. Lo hice. ― Es muy bueno para el estado de ánimo, elimina todos los malos pensamientos y si sufres algo de depresión, también la elimina. Y es muy bueno para ser más honesto contigo y con los demás. ―sonrió ― También es muy bueno para ciertas cosas de la salud.
―Esto...―señalé el dije― ¿Realmente funciona?
Fruncí el ceño.
Yo necesitaba algo así en mi vida, necesitaba creer en algo.
Necesitaba cambiar.
Cambiar la actitud tan nefasta que tenía y mis pensamientos negativos acerca de mí misma.
―Yo tengo uno y la verdad es que me ha funcionado ―pausó― no es que la piedra vaya a hacer todo el trabajo por ti, también debes poner de tu parte.
―Y, ¿cuánto cuesta?
Para que no mueran a causa de lo que me costó, lo omitiré.
El resto del viaje me la pasé admirando mi dije, también había tenido que comprar una cadena. Al parecer le agradé al chico y me hizo un pequeño descuento, al final pagué casi mil pesos, pero habían valido la pena.
El dije era hermoso y realmente esperaba que me ayudara de alguna u otra forma.
+ + +
El vuelo número 3784 con destino a la Ciudad de México, favor de abordar por la sala 3.
Cuando nos levantamos para ir a la sala me ataqué de risa.
Ajá, de la nada.
Bueno, en realidad me había atacado de risa porque los cuatro íbamos en una línea y caminábamos con el mismo pie. Me recordó a la escena de Monsters Inc cuando todos los monstruos entran a la sala en donde van a asustar.
―Estás loca ―dijo Javier mientras me miraba con el ceño fruncido.
―Y así me amas ―me encogí de hombros y le mostré la lengua.
Cuando ya estuvimos en el avión activé los datos, gracias al cielo antes de venir había podido hacer una recarga en un 7evelen, mi saldo casi había expirado.
Alonso V.
¿Cuándo vuelves, enana?
¿Enana? Qué se creía este chico.
¿Enana? ¿A qué se debe se apodo Mr. Estoy enorme?
Y ya casi estoy en camino.
Es un apodo cariñoso. No critiques mi estatura.
¿Salimos mañana?
Definitivamente eres el hombre menos romántico sobre la tierra. Entonces no critiques la mía.
Tal vez.
Acá entre nos, tenía muchas ganas de ver a Alonso.
+ + +
La peor escritora de la vida reportándose.
Aquí mis excusas de porqué no he podido actualizar:
Me han esto dejando montones de tarea, se los juro, mi maestro de contabilidad se emociona con las tareas y no me da tiempo ni de leer ni de escribir*llora*
También tuve el síndrome de la página blanca, ¿lo conocen? Pues resulta que me quedé sin inspiración, les juro que lo único que ha estado en mi mente las últimas tres semanas, han sido números.
Así que si sienten el capítulo medio feo, una disculpa.
Las quiero muchísimo a todas y a las que me hablan por Snapchat y por mensaje privado y las que me publican en el muro, las aprecio muchísimo.
Probablemente me ausente estas dos semanas porque comienzo con exámenes y bla, bla, bla.
Si no han pasado por ¡Hey, Jos! Paseeeeen♥
Si llegaron hasta acá usen mi hashtagggg #escritoramalvada
Cit.
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