Día 05: Chocolate
❊Día 05: Chocolate.
Los perros no se llevan bien ni con lo picante ni con el chocolate... así que Inuyasha quedaba fuera de esa futura tradición.
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❊Día 05❊
Chocolate
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Inuyasha observaba de reojo, recostado en la rama de un árbol, como todos sus amigos estaban por recibir algo de parte de Kagome. La chica se había tardado un par de días en volver, después de que él la dejara en su casa, porque tenía algo importante que hacer, y había regresado esa tarde.
Kagome le había entregado a cada uno de sus amigos, un chocolate que ella había hecho en su casa, después de todo, esa era una de las tradiciones de su tiempo.
—¿De verdad? —dijo Shippou mirando el chocolate en forma de corazón que le había entregado, aunque Sango tenía la misma forma que el del pequeño zorrito, el de Miroku era en forma de estrella.
—Es mi tierra hay algo que se llama San Valentín, en honor a un sacerdote —les explicó, tomando asiento frente a ellos, cerrando su mochila. Aquella acción no pasó desapercibida para sus amigos, ¿Es que no le había traído nada a Inuyasha?—. Se dice que él casaba a las parejas que elegían ese vinculo por amor y no por arreglos entre familias o reinos. En nombre de él, cada catorce de febrero, solemos festejar el amor y la amistad, regalando chocolates. —contó entusiasmada, esperando que sus amigos disfrutaran de sus chocolates, no podía alardear, pero hacer chocolates caseros era una de sus especialidades. ¡Le quedaban tan deliciosos, que Sota y su abuelo siempre peleaban por quien se comía el último!
Los observó contenta, pero su sonrisa se apagó al ver que solo la miraban sin probar el dulce.
—¿Qué pasa? —consultó, preocupada.
—¿Y no le trajiste nada a Inuyasha? —consultó Shippou, finalmente abriendo su chocolate que dejó escapar su dulce aroma.
—Ah es que —levantó la mano derecha—, picante o —levantó la izquierda— chocolate. Nada de esas cosas son del agrado de Inuyasha —respondió, encogiéndose de hombros, así que no puedo hacer nada al respecto de eso.
—Keh —escucharon como Inuyasha protestaba y cerraba sus ojos con el ceño ligeramente fruncido. En realidad, la chica no mentía. Había probado ese dulce en la época de Kagome, aunque en forma líquida. La madre de ésta le había preparado un tazón de chocolate caliente adornadas con unas esponjas blancas. Esas si estaban buenas, eran tolerables para él, pero cuando aspiró el aroma tan directo del chocolate todo su sistema se puso en alerta, le bastó tocar el líquido caliente con sus labios para sentir que todo su estómago se daba vuelta. Se había puesto tan verde, que Kagome había tenido que salir con él, al patio, para que pudiera reponerse.
Le dio un escalofrío recordar aquella horrible sensación, puesto que el olor del chocolate había llegado hasta su sensible nariz y de nuevo, sentía el estomago contraerse.
Ocultó las manos en las mangas de su hitoe y se la llevó a la cara para cubrirse la nariz, tratando de distraerse con otra cosa, pero sus pensamientos lo traicionaron cuando una conversación con el hermano pequeño de Kagome, vino a él.
«¿San Valentín?» había consultado, cuando Sota le había preguntado si aquella tradición ya se realizaba en la época en la que vivía.
«Sí» había afirmado y le pidió que se agachara un poco para contarle «Las niñas suelen hacer chocolates para las personas que le gustan y les compran a sus amigos»
«Pues en la época antigua, no, esas cosas no se hacen. Aquí, ¿Los hacen solo ellas?» al ver la afirmación de Sota, observó hacia la ventana de Kagome «¿Kagome también los hace?»
«Mi hermana es muy buena haciendo chocolates, creo que es lo único que hace que me dan ganas de repetir»
Inuyasha frunció el ceño sin dejar de ver la ventana.
«Lástima que no puedas comer de sus Chocolate» y al recordarle aquello, cayó en cuenta de como él quedaría afuera de esa tradición porque no le gustaba aquel dulce.
Sacudió la cabeza para quitarse esos recuerdos de la cabeza. ¿Quién necesitaba chocolates? Esa cosa era demasiado dulce, tenía un olor muy invasivo e irritante.
Cuando abrió los ojos, las nubes eran apenas notorias en el estrellado cielo nocturno. ¿Se había quedado dormido? Bajó la mirada hacia sus amigos que descansaban rodeados de Kirara, notando que Kagome no estaba.
Se sentó en la rama tratando de ver mejor la escena, pero ella no estaba, sin embargo, al mover el rostro, la encontró sentada un par de ramas más debajo de la de él, adormilada. ¿Cómo rayos había llegado ahí? ¿Y sí se caía?
—Kagome —la llamó sutilmente para que no perdiera el equilibrio. Ella enderezo su cuerpo y lo buscó con la mirada, sonriéndole.
—Quería acercarme a ti, como no me notaste me di cuenta que estabas dormido y no quise molestarte —le explicó, antes de que pudiera regañarla—. Y luego, cuando quise bajar, no supe cómo hacerlo —explicó llevando, con algo de nerviosismo, la mano a su nuca.
Inuyasha puso sus ojos en blancos, antes de bajar hacia donde ella estaba, tomarla entre sus brazos y volver a subir a la rama donde él descansaba. El paisaje era mejor desde esa altura.
—¿Pasó algo?
—No —respondió, apoyándose contra el hombro del hanyou, que rápidamente sintió las mejillas rojas por el movimiento de la chica—. Solo quería avisarte que, si te traje algo, no es chocolate, pero...
—¿Algo para mí? —consultó mirándola, sorprendido.
—¡Por supuesto! —afirmó, también buscando sus miradas, ofendida de que él creyera que lo había dejado de lado—. ¡Me frustra que no puedas comer de mis chocolates! ¡Así que te traje una caja de ramen!
—¿Una caja? —preguntó sorprendido, él sabía que esa caja tenía entre diez y veinte paquetes de la comida ninja que tanto le gustaba.
—Sí, te traje una caja de diez con un enorme letrero que dicen que son todas tuyas —le explicó, haciendo el tamaño del cartel con sus manos—. Nadie se atreverá a tomar una sola, salvo que quiera morir —sonrió—. O que sea Shippou —ante aquello, ambos sonrieron, era muy probable que el pequeño yokai quisiera desafiarlo.
—No debiste molestarte —le dijo, permitiéndose rodearla con su brazo, para que ella volviera a acomodarse contra su hombro.
—¡Claro que sí! —protestó, pero sin moverse de su posición—. Hoy es un día de demostración hacia nuestros seres queridos, no quería que... —sus palabras quedaron suspendidas en el aire cuando sintió como Inuyasha la rodeaba con ambos brazos, estrechándola contra él.
—Conque estés a mi lado, tengo suficiente —Kagome sonrió y se permitió rodearlo con sus brazos también.
Inuyasha no solía ser muy expresivo, pero no podía negar que cuando finalmente tomaba el valor para decirle algo como lo que acababa de pronunciar, ella se sentía como si estuviera probando el más dulce de los chocolates.
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Algo cortito y cursi para el tema del Chocolate.
Sabemos que lo picante y el chocolate no son buenos para los perros, así que quise jugar con eso.
Realmente tenía otro corto para chocolate, pero se me fue un poco de las manos, así que creo que lo subiré como un one shot independiente. Va desde el punto de vista de Sango, relacionando los chocolates con Kagome y el nacimiento de Moroha.
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Espero que les haya agradado, ¡solo quedan dos!
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Palabras: 1187
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Próximo capitulo:
❊Día 06: Abrazos. A publicarse el 12 de Febrero 2021
Los abrazos pueden significar muchas cosas, comprensión, cariño, alegría... Pero en esa ocasión, los abrazos que le daba Inuyasha eran de consolación...
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¡Gracias por todo!
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Aquatic~
10 de Febrero 2021
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