02: Cena Romántica

Día 02

Cena Romántica

...

Kagome observaba con curiosidad el polvo arenoso que le habían entregado como muestra de agradecimiento por realizar un exorcismo en una aldea cercana; Inuyasha y Miroku estaban fuera por trabajo, así que le había tocado a ella esa misión y estaba muy emocionada por ello.

Se había tratado de un espíritu maligno que había tomado posesión de un infante de apenas dos años de vida. Le había costado un poco por lo delicado que es tratar con niños tan pequeños, pero todo había resultado un éxito.

—Es un cereal muy caro que nuestro señor ha traído de tierras lejanas —le había explicado la joven madre, regresándola de sus pensamientos, insistiéndole que lo aceptara como medio de pago—. Ha salvado a nuestro bebé, lo ha regresado con nosotros y es la forma que tenemos de agradecerle.

Kagome trató de tomarle el olor, no parecía venenoso, al contrario, su sensación le recordaba al trigo, en eso pestañeó un par de veces antes de volver la mirada a la joven pareja que abrazaba a su pequeño y decidió quitarse la duda.

—Por casualidad, ¿será trigo? —consultó, por lo que el hombre rápidamente afirmó con la cabeza.

—El jefe del palacio donde trabajo, nos entregó ese cereal para que nos alimentáramos con él. Supuestamente nos daría más energía para las batallas.

—¡Trigo! —dijo emocionada la chica, sin poder ocultar la felicidad de encontrarse aquel ingrediente en esa época.

—¿Está bien? —consultó la mujer, acunando a su hijo entre sus brazos.

—Sí —afirmó con una sonrisa—. Solo estoy feliz de haber podido ayudar.

...

Cuando llegó a la aldea, el uso que le daría a aquella recompensa estaba claro en su mente, así que, se encaminó hacia donde estaba a anciana Kaede, aun más emocionada que antes, le preguntó dónde era posible conseguir ciertos vegetales y un par de huevos. Aunque la mayor lucía confundida por la bomba de energía que parecía ser la jovencita en ese momento, le indicó a que aldeanos podía acercarse para conseguir los materiales que necesitaba.

Kagome observó los ingredientes que había conseguido realmente esperanzada de poder hacer ese platillo tan especial para su pareja. Se encogió de hombros por la felicidad que la embargaba y apresuró los pasos a su cabaña para empezar la labor.

Se enroscó las mangas de su traje de sacerdotisa y tras lavarse las manos empezó con el trabajo. Primero, convertiría el granulado de trigo en harina con el mismo mortero que usaba para pulverizar las hierbas medicinales; luego, la mezclaría con los huevos frescos que había conseguido y con un poco de agua, el paso número uno para la cena estaría listo.

Se tenia mucha fe, tenía que salir bien.

...

Cuando Inuyasha llegó a la aldea, ya estaba atardeciendo. Estaba cansado y hambriento, dejó a Miroku en su casa con las cosas que habían pedido a cambio de los exorcismos y tras despedirse de Sango, retornó hacia su hogar. Sonrió al pensar en esa palabra, lo hacía sentir cálido y querido, y pensar en Kagome solo hizo que sus pasos se adelantaran con mayor rapidez.

Cuando llegó pudo percibir un olor nostálgico en el ambiente, ingresó a la cabaña sin dejar de olfatear el aire, encontrándose con la chica que lo esperaba con una sonrisa y la olla humeante de lo que parecía ser un caldo de verduras y carne.

—Bienvenido a casa —lo saludó ampliando aún más la sonrisa.

—Ya regresé —fue lo único que pudo decir, por alguna razón el ambiente dentro de aquel sitio se sentía más cálido de lo que recordaba, había algo que no lograba descifrar.

—Lávate las manos mientras sirvo la cena —le pidió, mientras Kagome tomaba dos grandes pocillos para colocar lo que estaba cocinando. Inuyasha solo afirmó sin dejar de mirarla, salió en busca del agua que dejaban afuera en jarrones y tomó un poco del líquido con un tazón para echarse en las manos. Cuando volvió a entrar, la joven lo esperaba con un paño para ayudarle a secar las manos, aquel gesto de Kagome con sus manos lo inquietó, realmente algo le pasaba.

—¿Qué tienes? —preguntó, esperando saber que la tenía en esa especie de burbuja rosada de felicidad.

—Hoy hice mi primer exorcismo —le comentó con una sonrisa encantadora. Inuyasha, ahora, comprendía su felicidad, aquello era una prueba de que su poder aumentaba de nivel cada vez más, pero, de pronto, cayó en cuenta de lo que eso significada.

—¿Saliste sola de la aldea? —ofuscado, la increpó, pero ella no pareció inmutarse, le dio la espalda y se agachó para tomar el pote que humeaba al lado de la olla.

—Me dieron algo a cambio de mis servicios y mira lo que te hice —cuando Inuyasha vio lo que Kagome le extendía se quedó sorprendido. Parecía ser un caldo normal, pero no lo era, tenía fideos, carne cortada y huevo duro...

—¿Esto es?

—No es como la comida ninja seca que traía de casa, pero es la versión casera del mismo —Inuyasha intercaló su mirada entre el pote vaporoso y su compañera, ¿cómo ella había hecho todo eso?— Sé que lo extrañas —le respondió a una pregunta no efectuada—. Cuando vi el trigo, no pude evitar tener ganas de intentar hacer fideos caseros —agregó con tal sonrisa que Inuyasha no sabía si se sentía cálido por lo caliente del pote que ahora tenía en sus manos o por la bella sonrisa de su esposa. Quizás un poco de ambas. Sin perder tiempo, se acomodó en su puesto frente a ella y tomó los palillos para degustar de los fideos, sabía que Kagome estaba al pendiente de lo que él opinaba. Lo probó, lo saboreó y sus ojos dorados brillaron por la realización del sabor de aquel platillo— ¿Está bueno?

—¡Esto está mejor que la comida ninja! —sin decir nada más, se apresuró seguir comiendo.

Aquella respuesta le encantó a la joven muchacha, que tomó su pote para probar también su ramen casero. Se sorprendió de su propia sazón, aquello estaba delicioso.

Observaba a Inuyasha tan fascinado con la comida, que ella se sintió más feliz de lo que estaba. Recordaba las veces que su mamá le había explicado que el éxito de un platillo era el amor que se le ponía a la hora de elaborarlo. Y ella no podía negar que le había puesto todo su amor a la hora de hacer los fideos.

También había esperado hacer una especie de cena romántica esa noche, pero los resultados habían sido mejor de los esperados.

Era de noche, estaba en su casa disfrutando de una rica cena en compañía de Inuyasha, ¿qué más podía pedir?

—¿Puedo repetir? —consultó el hanyou extendiendo su pote como si fuera un niño pequeño. Kagome ladeó la sonrisa y afirmó para tomar el tazón.

—¡Claro que sí! —y sin más, preparó otro tazón de ramen para Inuyasha, aun cuando sus propios fideos pudieran inflarse por dejarlos mucho tiempo reposados.

Sí, viendo a Inuyasha disfrutar de su comida, la hacía comprender muchas cosas que su madre le había comentado durante sus años de adolescencia. La calidez de hogar durante una cena, era mucho más reconfortarte que una romántica, si se está con la persona indicada.

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Y con esto, tenemos el día 02 completo.

¿Qué les pareció?

Un día normal en la época antigua xD

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Siguiente:

Día 03: Cita a Ciegas. A publicarse el 6 de Febrero 2021

Kagome llevaba ya dos años en la época Actual separada de Inuyasha, y aunque sus amigas insistían en presentarle chicos para que lo olvidará... era imposible.

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Se viene un poquito de drama~

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¡Gracias por leer!

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AquaticWhisper~

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