Capítulo 4: No nos enteramos de nada.
Zoe ni se percató de que había una carta sobre la cama porque llegó y se echó encima para una siesta. Si no fuera porque Daniel la llamó para explicarle el proceso, ni en broma se hubiera enterado de algo siquiera.
Durmió casi todo el viaje e igual tenía sueño.
Tenía que bajar a almorzar para luego visitar a Anthrax. Le dio flojera bañarse o algo para lucir decente frente a los desconocidos. Se colocó la una camisa que estaba limpia y listo, de ahí almorzó, todavía con sueño, para después ir a esperar al famoso vehículo que la llevaría a la casa de Anthrax.
Como no llegaba nunca, sacó del bolsillo de la camisa un porro que tenía guardadito de hace rato para fumárselo, el problema es que justo cuando llegó la van, se estaba fumando la puntita, como no quiso apagarlo, se puso a jalar adentro del vehículo y a ventanas cerradas, todo nublado ahí dentro, ahogándose por el exceso de humo. Sin embargo, trató de abrir la ventana, quedó como tonta y la dejó ahí no más, cerradita, disfrutando del humo bien fuerte y "natural".
Una vez que haya arribado en la casa de Anthrax, salió de la van y todo el humo la siguió, tosió y por poco vomita el almuerzo porque se ahogó demasiado , al sentir aire fresco, lo aspiró como pudo.
Como que el timbre se puso agresivo porque lo tocaba pero se movía para el lado, haciéndole un "OOOLÉ", no es que estuviera drogada, no, no... ¡para nada! No más que el mundo la trolleaba y se movía sin su permiso.
- Eh... ¿hola? -saludó un moreno al abrir la puerta- ¿A quién busca?
- ¿No tiene un vinito que me convide? -trató de modular, con cara de culo incluida y los ojos rojos a tope.
- ¿Vinito? ¿Y pa' qué?
- Es que me fumé un puchito y ahora tengo el hocico seco.
- Uy, justo andamos de carrete ahora -hizo referencia al alto sonido de la música-, ¿te nos unes y te damos vinito y un baño, por si quieres vomitar?
- Claro -sonrió como drogada, oh, esperen, lo estaba.
Entró a la casa, donde la música se oía más fuerte todavía, vio a otros sujetos que vestían de similar al moreno que le abrió la puerta: pantalones de corte capri y muy coloridos, camisetas sin mangas de color negro y una gorra; ya sea un jockey, de lana o un sombrero como tal. Ni hace falta recalcar que la música que sintonizaba el estéreo era rap, rap de niggas.
- ¿Qué es esa mierda?
- Joder, perra, ¡es Public Enemy! -se quejó un tipo de cejas bastante pobladas.
- Joey, ¿quién es esa? -consultó otro de ojos bizcos al moreno.
- No sé, anda drogada, dice que quiere un vinito pa' que no se le seque tanto el hocico, Dan, ni idea de dónde es ni cómo se llama -Joey encogió los hombros.
- ¿Cómo te llamas? -interrogó el de cejas pobladas- Ni tienes pinta de conocernos, ¿o sí? -la grunger negó, todavía con cara de culo- Yo soy Scott Ian, el de ojitos desviados es Dan Spitz, el negrata ese es Joey Belladonna, el que tiene carita de bebé de allá es Frank Bello y el de sombrero kúlz es Charlie Benante. Somos Anthrax, una banda famosa... -la otra no dijo nada, porque ni lo escuchó- ¿Nos conocías de antes? -negó- Oh, vaya... ¿Cuál es tu nombre?
- No sé -bostezó-. ¿Me dan vinito?
- ¿No te perdiste o algo de ese estilo? -negó.
- Yo la invité a que festejara con nosotros y aceptó.
- Bueno, ¡bienvenida a nuestra casa, Zoe! El vino está en la nevera y...
Ella fue hacia la nevera, los demás mantuvieron la mirada fija, la chica sacó una botella de vino tinto que estaba más o menos hasta un poco más arriba de la mitad, previamente abierta, como podrían notar, sin miedo a nada. Se empinó el recipiente con el objetivo de beber a una gran velocidad el contenido. El porro la había dejado la boca muy seca y un hambre, y tras haber estado todo el trayecto en el vehículo en modo de alerta; con su corazón latiendo muy rápido, los efectos mayores desaparecieron, sí se reía sola de vez en cuando, actuaba de forma lenta, además de que el sueño la invadió de nuevo.
Se quedó dormida ahí mismo.
...
Al despertarse, notó que seguía vestida y con una manta tapándola hasta arriba, la música rap cesó y no había rastro de vida en aquella casa, bueno, sí, unos ronquidos infernales. Se sobresaltó por el ruido de una bocina.
Se levantó y se subió a la van.
- ¿La pasaste bien con los de Anthrax?
- No sé -hundió los hombros.
- ¿Te acuerdas de algo? Hueles a alcohol y a cigarro -no le respondió-... ¿cómo se llaman los integrantes?
- ... -colocó una expresión facial, en plan "aki reflecsionan2 sobre la bida"- No me acuerdo.
- Uh, entonces la llevarás difícil, los chicos de Anthrax son simpáticos pero si no puedes simpatizar con ellos, no lograrás convencerlos de que toquen en el evento.
- Ajá... -murmuró, bostezó- ¿En el hotel hay alcohol o algo con qué divertirse?
Asintió.
- Apúrese, entonces, si no quiera que me vuelva a drogar porque aquí sigue oliendo a marihuana.
Y el conductor aceleró drásticamente la velocidad.
Estaba segura de una cosa; seguro las otras harían todo el trabajo a menos que ella mejore su somnolencia.
...
A Audrey le tocaba visitar ahora a Poison, otra banda que odiaba con el alma porque según ella eran unos "vendidos poperos que se visten como maricones", se quejaba ya que no le tocó ni un grupo que fuera agradable para ella -quizás porque es de mente muy cerrada con su música-, así que se desecharía como pudiera de la banda que más mal le caía -y no es Metallica-, al menos, en su mente no pretendía ser nada de amable ni fingir ser simpática como lo hizo soportando al baterista de Metallica.
Lo que saliera, que saliera.
Bajó del vehículo y admiró el pedazo de mansión que se gastaban, o gastaba, en caso de que sólo un integrante viviera allí, aunque se veía demasiado lujoso para que viviera una sola persona.
Tocó el timbre numerosas ocasiones, sin poder creer que de nuevo le tocaba tener que esperar más de media hora para que le abran la puerta, no le agradaba para nada tener que esperar.
Tras haber transcurrido unos quince minutos, el portón principal fue abierto, y apareció un rubio que portaba una bandana en la frente.
- ¿Se le ofrece algo, señorita?
- ¡No te hagas el imbécil! -chilló- ¿Por qué eres tan amable si medio mundo sabe que eres un machista de mierda?
- Ni te conozco, por eso soy amable, si me tratas mal como ahora... ¿qué esperas que yo haga? No tengo porqué tolerar mierda de otra gente -la chica rodó los ojos-. ¿Quién eres y a qué vienes?
- ¿No te avisaron, cierto? -él frunció el ceño- Soy periodista, vine para un proyecto con tu banda.
- ¿En serio? No nos dijeron nada, ni siquiera aceptamos aquella petición.
- ¿Qué? ¡Pero a mi me dijeron que sí! ¡Me hicieron viajar desde mi hogar hasta acá!
- Eh... sí. Este, ¿cómo te llamas? Pues, si eres periodista, ¿supongo que tienes alguna entrevista con nosotros, cierto?
- ¡Claro!
- ¿Llamo a mi representante para que resuelva el asunto? Porque yo no recuerdo ninguna entrevista, seguro mi representante la aprobó y olvidó avisarme.
- Es una entrevista a toda la banda...
- Por eso mismo, ellos también pudieron haber venido, pero no, están de vacaciones.
- ¡¿Qué?! ¿Y me gasté todo ese viaje por nada?
- Joder, cálmate, a ver si podemos resolverlo, porque puede que estés mintiendo y nunca aprobaron la petición, si es ese caso, podemos incluso poner una demanda en tu contra porque irrumpes a casa ajena con una actitud poco profesional de tu trabajo, y por mentir... ¿No eres una psicópata, no sé?
- ¿Qué mierda estás insinuando?
- Iré a llamar a mi representante entonces.
- No, n-...¡No! -trató de frenarlo- Puedo esperar a que regrese la banda, ¿cuándo vuelven? ¡Puedo regresar otro día! -sugirió estando demasiado nerviosa.
- ¿Qué te pasa? Tan segura de si misma, dándoselas de chula, ¿y ahora vienes con ese cambio drástico de emociones? -el chico rió.
- Bret, escúchame, puedo volver otro día, ¡no pasa nada! ¡No llames, no llames!
- Tienes razón, no llamaré, porque me da por aclarado que tu actitud no es la que tendría una periodista que quiere hacer su trabajo, pareces una puberta desesperada... Así que: largo de aquí. Poison no acepta algo que no sea de buena calidad.
- ¡Ustedes ni siquiera son de buena calidad!
- Pero superior a la tuya.
Gruñó en asco.
- Adiós, no vuelvas a esta casa o llamo a la policía para que te alejen de mí, debes aprender a controlar tu carácter de niñata quinceañera.
- ¡Cállate, maldito machista!
Cerró el portón y se fue.
Una banda menos, confirmada.
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