28: Cumpleaños

Raphael Agreste nunca se había considerado a si mismo un hombre demasiado impulsivo o emocional, pero había ocasiones en las que simplemente no podía actuar como una persona tranquila y fría.

Aún recordaba el cumpleaños número veintiuno de la en ese entonces su novia, Felícita Harpine.

La pobre había enfermado de una horrible gripe justo un par de noches antes y el día de su cumpleaños era un completo desastre.

Su cabello color ceniza que de por sí tendía a verse como el nido de un pájaro si no lo peinaba bien, parecía un montón de paja seca de la que realmente un ave saldría volando en cualquier momento; su piel pálida y blanca ahora hacía un fuerte contraste con sus mejillas rojas por causa de la fiebre; su nariz también enrojecida no dejaba de moquear de vez en cuando; su voz se oía espantosamente ronca; y si la fiebre aumentaba demasiado, la pobre mujer comenzaba a ver borrosamente y tener dificultades para pensar.

Aunque a los ojos del Agreste esa mujer siempre sería hermosa, no podía dejar de admirar secretamente a Emilie por cuidar día y noche de la que era su compañera de apartamento, en verdad parecía difícil cursar la universidad, mantener un departamento y cuidar a ese ángel enfermo.

Si bien ambos gemelos Agreste habían visitado constantemente el departamento de las mujeres y ayudado en lo que podían (principalmente comprando cosas ya que las tareas domésticas se les daban realmente mal), el día del cumpleaños de Felícita llegaron temprano y no se marcharon hasta entrada ya la noche para cuidarla.

Fue ya cerca de la hora de la cena que Emilie salpicó accidentalmente a Gabriel con lo que sea que estuviesen preparando esos dos y el aspirante a diseñador tuvo que irse a limpiar sus gafas, yendo a la habitación de Felícita que era donde había dejado lo que usaba para limpiarlas.

Raphael se había quedado a terminar de ayudar a Emilie a limpiar el desastre ocasionado en la cocina y acabar con la pequeña cena de cumpleaños que le estaban preparando a la enferma cumpleañera.

El resto fue una historia graciosa que a ninguno de lo presentes le causó gracia en ese momento.

Al parecer cuando Gabriel limpiaba sus gafas sentado junto a la cama de Felícita, ella había despertado de su pequeña siesta con algo de fiebre ¿El problema? La joven había se había confundido de Agreste al ver con su visión borrosa a uno de los gemelos sin sus gafas.

Lastima que en su breve confusión había besado al que creía su novio y justo en ese momento entraron Raphael y Emilie con la cena para compartir junto a Felícita.

¿El resultado? Una muy avergonzada cumpleañera que no paraba de disculparse y desear que la tragase la tierra, una rubia histérica exigiendo explicaciones justo después de haber tirado una bandeja llena de comida por la impresión, un joven muy enojado que ni siquiera lo pensó dos veces para golpear a su hermano por hacerle eso a su amado e indefenso ángel, y un aprendiz de diseñador muy confundido que ni alcanzó a procesar lo ocurrido hasta que su hermano casi le rompe la nariz y su novia casi le deja sordo de tanto gritarle quien sabe qué cosas.

Ese había sido sin duda un cumpleaños que ninguno de ellos podría olvidar nunca, y aún pasados los años seguirían recordando con gracia pese al ceño fruncido de un diseñador que se declaraba como víctima de todo ese asunto frente a un par de confundidos niños rubios que no comprendían a qué se referían sus padres y tíos.

Raphael Agreste nunca se había considerado a si mismo un hombre demasiado impulsivo o emocional, pero había ocasiones en las que simplemente no podía actuar como una persona tranquila y fría.

Y ahora, varios años después de ese desastroso cumpleaños, no podía dejar de recordar una frase que Felícita le había dicho ese mismo día.

"Me cuidarás hasta que despierte y me sienta mejor ¿Verdad Raphael?"

Era lo que ella le había preguntado mientras conversaban y él le insistía con que durmiese al menos un rato si se sentía cansada.

— Te lo prometo, siempre estaré a tu lado cuidándote Felícita. — repitió para sí mismo la misma respuesta que le había dado hace tantos años.

Raphael Agreste nunca se había considerado a si mismo un hombre demasiado impulsivo o emocional, pero había ocasiones en las que simplemente no podía actuar como una persona tranquila y fría.

Y en ese momento, varios años después, en la fecha del cumpleaños de su esposa y rememorando el pasado, Raphael Agreste, tanto como villano de Paris como esposo enamorado y desesperado, se permitió llorar una vez más desconsolado junto a la durmiente mujer que amaba y que cuidaría hasta que sanase y pudiese despertar una vez más.

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Lo siento pero no lo siento, simplemente no podía quitarme esta anécdota de la cabeza y aproveché esta palabra del día para escribirla.

Y en mi defensa por el final... no tengo nada que decir, simplemente fui mordida por el virus de la angustia (?)

¡No me maten!

Esta historia va dedicada con mucho cariño a SinaisLinares ¡Ojalá te guste este pequeño regalo! Realmente he adorado los que tú me hiciste y llevo un tiempo queriendo devolverte el favor <3

PD: lamento mucho la tardanza!! Tengo esta historia lista desde mi cumpleaños, pero como no había terminado con el día anterior no podía publicarla.

PD2: estoy trabajando en una sorpresa que verán pronto!

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