23: Hermandad

Raphael y Gabriel miraron acusadoramente a sus respectivos hijos parados en medio de aquel viejo café-restaurant, exigiéndoles en silencio una explicación a los Agreste menores cuyas ropas estaban intercambiadas, vistiendo Adrien de traje y corbatas grises y Felix usando ropa casual de diseñador.

Ambos primos cruzaron miradas nerviosas.

Entre Adrien y Felix existía una relación fraternal más allá de ser solo primos, eran prácticamente hermanos. Y como hermanos que eran tenían un protocolo a seguir en situaciones como esa. Suspiraron ambos antes de proceder a hablar para explicar cómo habían llegado a esa situación.

— ¡Todo fue su culpa! — exclamaron al mismo tiempo señalándose mutuamente, para después mirarse ofendidos — ¡¿Mi culpa?! ¡Esto fue tu idea! — siguieron diciendo a la vez, bajo la atenta mirada de sus progenitores.

— ¡Tú fuieste el primero en insinuar esto e intentar convencerme! — acusó Felix.

—  ¡Pero luego tú insististe en hacerlo y planeaste como deberíamos manejarlo! — recriminó el modelo.

Ninguno de ellos podía decir que la idea había sido originalmente de Plagg y que el Kwami era quien los había convencido de hacer esa locura, por lo que solo les quedaba culpar al otro e intentar salir lo mejor parados posible.

Y pensar que todo había empezado como una simple sesión de estudios el día anterior...

~•~•~•~

Todo había empezado por la peor pesadilla de un estudiante aplicado: un examen para el que no estaban preparados en lo absoluto.

Felix tendría al día siguiente un examen de física (la materia que peor se le daba y cuyas malditas fórmulas no lograba aprender) y Adrien uno de literatura (cuyos libros que evaluarían no había podido leer gracias a sus constantes escapes como Chat Noir).

Ambos primos, desesperados ante la idea de desaprobar, se pusieron en contacto con el otro para ayudarse mutuamente a estudiar.

Todo el mundo sabía cuanto adoraba Felix los libros, y para nadie era secreto que la materia favorita de Adrien era la física.

Todo parecía bastante sencillo, estudiarían juntos esa tarde para poder ayudarse mutuamente.

Solo que no salió como imaginaron.

Felix sin duda no tenía vocación como profesor, amaba los libros pero Adrien ponía a prueba su escasa paciencia con su notable aburrimiento ante sus explicaciones.

Adrien podía ser alguien amable y paciente, pero realmente no entendía que era lo que Felix no entendía ¡Solo era cuestión de aplicar la fórmula! Su talento para la enseñanza tampoco era tan bueno.

Y el que ambos Agreste sugirieran todo el tiempo cambiar de una materia de estudio a otra también debió influir en algo.

¿El resultado? Dos primos estresados sin ningún progreso en sus estudios, tal vez incluso peor que como habían estado antes de empezar.

Fue llegada la noche que entonces cierto Kwami de la mala suerte decidió intervenir, se había quedado sin queso y ese par de rubios idiotas no llegaría a ninguna parte sin su "intervención divina".

Plagg había sugerido que, si tanto les costaba aprender lo que le gustaba al otro, que simplemente cambiaran de lugares por un día. Felix haría el examen de literatura de Adrien y el modelo rendiría física por su primo.

Adrien había considerado la idea en un principio, pero Felix no había tardado en señalar lo ridícula y peligrosa que era

¡Eran sumamente diferentes, no conocían a los compañeros del otro y si sus padres llegaban a descubrirlos podían considerarse más que muertos!

Pero el pequeño Kwami no iba a dejar pasar una oportunidad como esa para burlarse-, es decir ayudar a su portador y su gruñón primo.

Tocando puntos sensibles como que de cualquier forma su sesión de estudio no daba resultados y que su orgullo terminaría destrozado cuando desaprobaran, Plagg logró convencer al rubio de ojos grises de seguir con su idea de intercambio por un día.

El problema era que ahora Adrien se había tranquilizado un poco y estaba otra vez en su faceta de "niño bueno", pensando que era deshonesto hacer algo así y bla, bla, bla.

Por fortuna Felix era alguien terco y una vez tenía una idea era realmente difícil hacerle cambiar de opinión, por lo que Plagg tuvo al gato gruñón para terminar de convencer a Adrien.

Nunca debieron aceptar seguir ese plan de mala suerte.

Esa noche Felix se quedó a dormir en la mansión Agreste para poder "estudiar más tiempo con Adrien".

Más que una noche de estudios fue una noche de ensayos para actuar como el otro, memorizar los nombres de sus compañeros y más o menos cómo debían actuar ante cada uno, pruebas de vestuario y otra larga lista de preparaciones que no tenían nada que ver con literatura o física.

A la mañana siguiente, el guardaespaldas y chofer apodado como "Gorila" llevó a cada joven Agreste a su respectiva escuela. O al menos eso creyó él.

"Adrien" fue el primero en llegar a Francois Dupont y dirigirse a su salón de clases, utilizando unas gafas de sol semitransparentes para o ocultar el color de sus ojos.

"Felix" a continuación fue llevado a su colegio en otra parte más alejada del centro de Paris, portando unas gafas similares a las de su primo con el mismo fin.

Todo había salido en su mayoría bien, "Adrien" básicamente había escrito un ensayo de veinte páginas en literatura y "Felix" había ganado puntos extra en física al utilizar toda clase de métodos para resolver los problemas del examen.

Aunque no todo fue perfecto.

Nino pudo haber notado que su amigo estaba un tanto pálido y algo malhumorado (sobretodo por el hecho de que había hecho callar a Chloe y la había fulminado con la mirada), tal vez Allan se extrañó de que su compañero de banco le llamase "Adam" y su piel estuviese un tanto más sonrosada de lo normal, quizás Marinette notó que el cabello de su amor platónico se veía de un color platinado en lugar de dorado brillante y su voz estaba algo apagada, puede que Bridgette casi haya sufrido un ataque al ver a su enamorado sonreírle con amabilidad varías veces.

Existía la posibilidad de que algunas personas notasen algo extraño en ellos ese día... y tal vez algunas de ellas decidiesen vigilarlos para asegurarse de que se encontraban bien.

Porque ver a Adrien tan pálido y malhumorado actuando básicamente como una copia de Gabriel y que Felix tuviese un cambio repentino de humor y ese mismo día no hubiese tocado un libro en su tiempo libre era algo de lo que alarmarse, nada de eso podía significar algo bueno.

¡Adrien podría haberse enfermado por desvelarse hasta tarde estudiando y ahora estaba de mal humor por no dormir! ¡O incluso peor! ¡El carácter de Gabriel era contagioso y finalmente había afectado al modelo!

¡Felix debía haberse quedado estudiado toda la noche y por pasar frío ahora tenía fiebre que le hacía delirar y le impedía leer! ¡O tal vez el haber estado tanto tiempo con números había afectado su naturaleza literaria y ahora sufría una especie de crisis existencial que le hacía actuar de manera opuesta a su forma de ser!

Tal vez los Agreste no tenían tanto talento para la actuación y el engaño, y tal vez debieron haberle prestado más atención a las personas que se habían preocupado por su forma de actuar ese día.

El punto era que, una vez llegada la hora del almuerzo, ambos primos aprovecharon para retirarse de sus escuelas e ir hacia el punto de encuentro neutral donde darían por terminado el intercambio exitosamente.

Solo que no tuvieron tanto éxito.

Sus amigos (y compañeros en el caso de Felix) preocupados por su extraño comportamiento habían notado como en lugar de irse con un chofer en auto, su Agreste se iba caminando mientras revisaba una dirección en su teléfono.

Preocupados, decidieron seguir a su respectivo rubio para ver a dónde iba y asegurarse de que no le ocurriese nada malo en su estado.

Ninguno de los primos notó con eran seguidos de cerca ni como la operación "Intercambio Agreste" corría peligro.

Y para terminar, como pieza final en ese rompecabezas de mala suerte que se formaba a su alrededor, resultó que el café-restaurant en el que iban a reunirse Felix y Adrien... sus padres habían decidido juntarse a almorzar allí también ese día.

En cuanto se dieron cuenta, todo el plan, que creían haber desarrollado casi a la perfección, les explotó en la cara tan rápido que no alcanzaron a procesar siquiera lo que estaba pasando.

~•~•~•~

Y ahí estaba ellos, en medio del café-restaurant recibiendo una mirada amenazante de sus progenitores que exigían una explicación, y sintiendo a unos compañeros que miraban confundidos lo que ocurría dentro del local.

Ambos hombres adultos seguían observando a sus hijos a la espera de que explicasen cómo habían terminado así, pero al parecer ninguno de ellos estaba dispuesto a cooperar.

— ¿En que estabas pensando Adrien? — Gabriel fue el primero en romper el silencio mirando con reproche a su hijo, nunca habría imaginado que Adrien sería capaz de utilizar un método como ese para lo que sea que hiciesen con ese intercambio.

El joven de ojos verdes desvió la mirada avergonzado, sin saber exactamente cómo responder.

— Y tú, Felix, más vale que tengas una muy buena excusa para esta clase de comportamiento. — agregó severo Raphael mirando seriamente a su hijo.

— Esto no fue mi idea. — fue la respuesta de el joven de ojos grises.

— No sé de quien fue la idea inicialmente y en realidad no me importa. A fin de cuentas los dos terminaron haciendo lo que sea que hayan hecho esta vez. — contestó cortante el mayor de los gemelos.

— Adrien, estoy muy decepcionada de este comportamiento ¿Cómo pudiste hacer algo así? — habló Emilie por primera vez, mirando con decepción y compasión a su hijo.

— Lo siento mucho mamá. — contestó avergonzado Adrien, poniendo inconscientemente sus famosos "ojitos de gatito".

La mujer tuvo que aclararse un momento la garganta, realmente le era difícil enojarse con su bebé cuando ponía esa carita.

— ¿Qué es lo que te hemos enseñado sobre esta clase de cosas? — siguió diciendo con un poco más de vacilación en su voz, no era fácil verse enojada cuando quería abrazar a su hijo y llevárselo a casa para que nadie lo molestase.

— ¿Que quien arriesga no gana, el fin justifica los medios y debo darlo todo para cumplir mis objetivos? — respondió Adrien con una sonrisa nerviosa, sonando más como una pregunta de si era una buena excusa más que otra cosa.

Ambos progenitores del modelo parpadearon confundidos un momento en lo que procesaban las palabras de su hijo, recibiendo de inmediato Gabriel una mirada acusadora de su esposa.

Para Raphael fue realmente un milagro lograr contener la carcajada que quería soltar al ver a su hermano. Tal vez Adrien si fuese un Agreste después de todo...

¡Concéntrate Agreste! ¡Se supone que sigues enojado con tu hijo! Se reprochó mentalmente.

Raphael se aclaró la garganta para llamar la atención de su hijo otra vez.

— Espero de que seas consciente de que no saldrás de esto sin un castigo, Felix. — aclaró el Agreste mayor a su hijo, quien disimuló levemente el temor que la idea le daba.

— ¡Esto no fue mi culpa! ¡Fue Adrien quien empezó con todo esto! — intentó defenderse Felix. — ¡Él fue el que sugirió que hacer esto era una buena idea! — dijo señalando a su primo.

— ¡Soy inocente! ¡Felix me manipuló para que hiciese esto! — saltó Adrien al oírlo.

— Por favor, ambos están siendo ridículos. — suspiró cansinamente Gabriel. — Felix, Adrien no es tan listo como para idear un plan así, aunque admito que normalmente su moral le habría impedido siquiera pensar en algo como esto como una opción a menos que alguien lo sugiriese. — recalcó el diseñador.

— ¡Padre! — exclamó abochornado el modelo.

— Por otro lado, — empezó diciendo Raphael — es imposible que Felix manipulase a alguien, por más crédulo que pueda llegar a ser Adrien. Enviamos a Felix a estudiar fuera de casa porque es terriblemente malo relacionándose con las personas, incluso para ser un Agreste. No hay forma de que él sea un maestro de la manipulación. — expuso con voz monótona.

— ¡Padre! — grito avergonzado el joven de ojos grises, sintiendo como sus mejillas ardían de vergüenza ¡Tampoco había necesidad de decir algo así sobre él en público!

— ¿Fue por eso que no querías decirme por qué te enviaron a la escuela fuera de casa? — preguntó curioso y divertido Adrien intentando suprimir su risa.

— ¡Tu cállate, princeso! — bramó Felix enojado y avergonzado a más no poder.

— ¡Suficiente! — mandó a callar a todos Emilie. — Esto no se trata de quien empezó. Adrien, me duele decirte esto pero estás castigado. — dijo con voz firme evitando mirar a los ojos de su hijo, sabía que se hacharía para atrás si lo hacía.

Gabriel interpretó la mirada de su esposa y decidió ocuparse del asunto.

— Ya que tanto les gustó cambiar de lugares por un día... — empezó diciendo con un brillo malicioso en los ojos — Adrien, tendrás el horario y las actividades de Felix por una semana. — dijo satisfecho con el castigo que había ideado para su hijo, eso serviría para que aprendiese la lección.

— ¡¿Qué?! — grito asustado Adrien, si su horario como modelo era una pesadilla, el de su primo amante de las actividades extracurriculares era aún peor.

— Y en cuanto a ti, Felix... — empezó diciendo molesto Raphael.

— ¿Tendré el horario de Adrien? — preguntó con una pequeña sonrisa felina asomándose en sus labios, sería como estar de vacaciones.

— Claro que no, no soy estúpido. — contestó cortante su padre, irritado de verse interrumpido y que su hijo se mostrase tan tranquilo. — Tu castigo será... que daremos los libros de la biblioteca de la mansión a la caridad. — dijo el primer castigo que se le ocurrió que espantaría a su hijo.

— ¡¿Qué?! — resonó el grito de dos personas ante esa idea.

— ¡Mami has algo! — pidió suplicante Felix a su madre.

— No te atrevas Raphael. — exclamó Felícita mirando asesinamente a su marido.

— Claro que no, cariño. — se apresuró a responder el hombre asustado, había hablado demasiado rápido y sin pensar en cómo reaccionaría su amada pero aterradora esposa ante la idea de meterse con los libros que ella tanto adoraba.

Fue entonces el turno de Gabriel de sofocar una carcajada, Felícita tenía totalmente dominado a su hermano.

— Y en cuanto a ti, jovencito... — empezó a regañar Felícita a su hijo — no creas que porque matare a tu padre si toca mis libros tú vas a salir impune de todo esto. — dijo mirándolo firmemente.

— Si mamá... — fue todo lo que Felix pudo decir bajando la cabeza.

La mujer de cabellos color ceniza suspiró pesadamente, ella no era buena con eso de dar castigos, era más la especialidad de Raphael, pero ni en un millón de años dejaría que su marido le hiciese algo a su biblioteca.

Raphael viendo como su esposa no podía pensar en un buen castigo para su hijo, y notando como Felix se veía con esas ropas diseñadas por Gabriel fue que se le ocurrió una idea perfecta.

— Dime Gabs ¿Aún está en pie tu oferta de hacer de Felix un modelo de tu marca? — preguntó con un brillo malicioso en sus ojos.

El diseñador tuvo el mismo brillo perverso al ver los planes de su hermano.

— Claro que si, es más, ahora que recuerdo tengo unos bocetos para una línea nueva de ropa que encaja más con el porte elegante de Felix. Y ya que Adrien estará demasiado ocupado con su castigo, es la oportunidad perfecta para obtener un remplazo. — dijo sonriendo perversamente, llevaba mucho tiempo queriendo tener a su sobrino como modelo junto a Adrien.

Cualquier rastro del poco color en el rostro de Felix pareció desaparecer al oír la idea de su padre para su castigo ¡No soportaba estar frente a una cámara! ¡En verdad odiaba ser el centro de atención!

Raphael se permitió sonreír satisfecho al ver la reacción de su hijo, ese era el castigo perfecto para que aprendiese a no cambiar de lugares con su primo.

Felícita le dirigió una rápida mirada compasiva a su hijo, después de todo era de ella que había heredado ese disgusto por ser el centro de atención y entendía que debía ser un castigo duro para su pequeño, pero aún así se mantuvo de pie firme dándole apoyo a su esposo en la decisión para escarmentar a Felix.

Si quería educarlo bien debía saber cuando ser firme en sus castigos.

Ambos primos suspiraron resignados ante su destino, eso les pasaba por seguir el plan de literalmente la encarnación de la mala suerte (quien por cierto no paraba de reírse desde su escondite).

Y siguiendo a sus padres se dispusieron a salir del café-restaurant para ir a sus respectivos hogares, encontrándose a la salida con sus sorprendidos compañeros que no dejaban de mirar asombrados a ambos primos.

Esa sería una explicación para otro día, ahora sólo podían pensar: la operación "Intercambio Agreste" ha fracasado.

~•~•~•~•~•~•~•~

Uff no tienen idea de cuanto batallé para terminar esto!

Originalmente esta era una historia en mis viejos bosquejos titulada "Operación: Intercambio Agreste" (algunos de ustedes tal vez la reconocieron de mis anteriores comentarios sobre mis proyectos en borrador), pero como tenía esta idea abandonada y sabía que no la reviviría a menos que me presionara a hacerlo, y como no tenía muchas ideas para escribir "Hermandad", fue que decidí convertir este hilo en un capítulo para el mes PV. ¿El problema? ¡La historia original tenía al menos tres capítulos! Así que tuve que resumir bastante, quitar varias escenas y apresurarme a redactar esto para tenerlo listo para el día de hoy (de hecho termine este capítulo hoy mismo).

En fin, espero que les haya gustado esta idea loca de mi cabecita.

Y este relato va dedicado con mucho cariño a mi querida Kirara! De verdad muchas gracias por tus comentarios que siempre me alegran el día!! Mis historias no serian lo mismo sin ti!!

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