05: Libros

A Felix le encantaban los libros, eso era algo que cualquiera podría notar a simple vista.

Desde pequeño adoraba que su madre, otra amante de la literatura, le leyese historias y con paciencia indicase el significado de cada palabra y letra que él le señalara con curiosidad.

Fue gracias a ella que a sus escasos cuatro años de edad se volvió todo un lector compulsivo, justo como su progenitora.

Los adultos insistían en que el pequeño Felix era un calco de su padre en carácter y apariencia, pero que de su madre había heredado todos sus gustos, en especial por la lectura.

Una vez le habían contado que cuando sus padres eran jóvenes, habían bromeado con sus tíos de que su madre adoraría cualquier personalidad con la que naciese su hijo pero que lo desheredaría si no poseía al menos cierto gusto por la literatura.

Y así había sido, Felícita Agreste había adorado a su hijo sin molestarle el carácter que había heredado de su padre, y ambos solían disfrutar la compañía mutua al momento de simplemente sentarse al leer disfrutando la silenciosa compañía del otro.

O al menos eso hicieron cuando ella estaba.

Cuando la ausencia de la matriarca Agreste atacó a su familia, padre e hijo quedaron destrozados y sin ser los mismos. Nunca nada volvería a ser como antes para ellos.

Y entre eso estaba la lectura para Felix.

Sus libros nunca se habían sentido tan muertos y vacíos, carentes de esa emoción silenciosa que tanto lo atrapaba antes y que tan adictiva se le hacía. Ya no eran tan especiales las palabras en ellos ni la emoción que le transmitían era la misma. Habían pasado a ser mundos maravillosos encerrados en letras a un montón de papeles muertos plagados de garabatos sin valor alguno.

Todo desde que su madre no estaba.

Su realidad se volvió tan insoportable que Felix ya no sabía qué hacer para no dejarse consumir ante el dolor que esta le causaba. Su padre ya no era el mismo y su relación entre ellos había muerto, la soledad en su ahora fría mansión comenzaba a asfixiarle, el vacío que sentía no hacía más que crecer despiadadamente, todo lo que antes le encantaba había perdido ese brillo de valor que antes poseía.

Quería escapar, alejarse de todo, encerrarse en un lugar lejano para nunca más volver a salir.

Y fue entonces cuando buscó en los libros un nuevo refugio.

Los libros fueron su perfecta vía de escape, allí se sentía seguro y a salvo.

En la lectura podía olvidarse por un momento de Felix Agreste y la horrible realidad que lo rodeaba, para pasar a concentrarse únicamente en el protagonista del libro y el escenario que rodeaba a este.

Solo así podía dejar de lado de todos sus problemas, no pensaba en sus padres ni cuanto los extrañaba a ambos, la soledad no le perseguía cuando se sumergía en las protectoras páginas, las palabras no llegaban a borrar el vacío que sentía pero le ayudaban a no percibirlo tanto.

Seguía sin sanar, pero al menos tenía una anestesia para aminorar su dolor.

A Felix le encantaban los libros, eso era algo que cualquiera podía notar a simple vista, pero parecía que nadie notaba que ahora su amor por estos había cambiado.

Antes llevaba siempre un libro en mano por el simple placer de llevarlo consigo para pasar un rato agradable, ahora no podía estar sin uno sin sentirse desprotegido y desarmado ante el mundo. Antes podía pasar varias horas enteras ensimismado en una lectura atrapante a causa de la intrigante historia en sus manos, ahora no  dejar de leer para evitar encontrarse con la historia de su propia vida. Antes buscaba nuevos libros por la simple curiosidad de conocer algo nuevo y fascinante, ahora perseguía desesperado nuevas novelas con el temor de quedarse sin más medios de escape para distraerse.

Antes se sumergía en la lectura por el placer de conocer nuevos mundos, ahora solo escapaba para no tener que vivir en el suyo.

Fue mientras buscaba nuevas lecturas que su padre le dio la noticia de que le había inscripto para que comenzase a ir a una escuela, para que estudiase fuera de su casa y saliera al mundo.

Resignado y sabiendo que de nada serviría protestar, se preparó para la nueva experiencia que tendría, llenando su maletín de suficientes libros como para mantenerse ocupado por días enteros de ser necesario.

Y así fue su primer tiempo en la escuela, empeñándose en no separarse de su medio de escape y alejando a todos los demás en el proceso.

A Felix le encantaban los libros, eso era algo que cualquiera podría notar a simple vista.

Y entre esas personas que lo notaron, a cierto anciano de rasgos orientales y extravagante camisa le llamó la atención el misterioso joven, y le escogió sin saber que el anillo que le entregaría haría que el heredero Agreste viviese una increíble aventura por fin fuera de sus libros.

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¡Saludos gente bonita! Espero que esta historia les haya gustado más que la anterior y sepan darme una nueva oportunidad.

Quiero dedicar este capítulo con mucho cariño a @Nara_la_sonriente y @lisseth200202 ¡Espero que les guste chicas! Gracias a ambas por sus bellos comentarios y participar conmigo en este emocionante reto!!!

SPAM TIME: Invito a toda la gente bonita que lea esto a pasar a ver los calendarios que están escribiendo estas fantásticas autoras!!! Les encantarán!!!

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