✧CAPITULO 3: UN AMOR CON OLOR A CHOCOLATE✧

Merry se quejaba, se quejaba del apretado vestido que había escogido Alice para ella, llevaban toda la mañana en la habitación de la pelirroja alistándose para la “cita” de la azabache y el chico de hebras marrones.

– Alice, esto es una pésima idea – decía Merry conteniendo la respiración – este vestido es horrible.

– ¿Cómo te atreves a decirle así? – decía una Alice indignada – pensé que te gustaría.

– Alice usaste este vestido en una fiesta de disfraces, ¡no voy a usar esto para una cita!

Merry se vio al espejo detallando cada cosa del vestido rojo intenso y entallado que tenia puesto, era bastante corto, demasiado corto para el gusto de Merry. Alice solo soltó una carcajada, sabia que su amiga tenía razón. Era claro que no la obligaría a usar ese vestido.

– Está bien, lo admito es algo intenso – puso su mano en la orilla de su vestido y la ayudo a quitárselo – bien, tengo un ultimo as bajo la manga, espero que funcione.

Alice suspiró para después dirigirse a su enorme armario marrón, abrió las puertas y se adentro en las profundidades de la ropa que poseía. Salían volando blusas, vestidos, su uniforme y hasta ropa interior, ropa que Merry trataba de esquivar y se dio cuenta de algo más. Sus reflejos habían mejorado.

– ¡Aquí esta! – Alice sacó un precioso vestido color salmón con varias piedras pequeñas en el cinturón de este mismo, tenía un escote poco pronunciado comparado con la espalda que quedaba al descubierto, los tirantes de este eran delgados y en general el vestido era corto; aunque claro, no demasiado.

Los ojos marrones de Merry brillaron con intensidad, era una prenda muy hermosa y se notaba que estaba bastante cuidado para los anticuado que se veía.

– Este vestido es especial Merry – su compañera se acerco a ella para ayudarle a colocarse la prenda con delicadeza – mi madre lo uso en su primera cita con mi padre y yo lo use en mi primera cita con Eduard, quiero que lo uses tú.

Esbozo una hermosa sonrisa mientras acomodaba el vestido a su amiga; aunque pareciera increíble, le quedaba a la perfección. Como una madre orgullosa ponía con cuidado la prenda sobre el cuerpo de la fémina contraria.

– Esto, es un honor para mi – comentaba Merry emocionada mientras se miraba al espejo, estaba hipnotizada con ella misma, en la forma en que miraba, en como el vestido le lucia de forma espectacular – pero ¿Por qué quieres que lo use yo?

– Por que eres mi mejor amiga, este vestido atrae suerte, además – Alice tomo la mano de Merry y la hizo darse una vuelta completa – se te ve precioso, estoy segura que le va a encantar a Mike.

Merry se vio un momento más al espejo, ella no usaba vestido con regularidad, de hecho, no recordaba la última vez que había usado uno. Pero definitivamente le gustaba su apariencia, estaba convencida que ese era el vestido con el que quería que Mike cayera a sus pies.

Una vez establecido la vestimenta Alice se dedicó a el maquillaje y el peinado de su mejor amiga mientras le daba consejos del como tenia que comportarse con el chico con el que iba a salir.

Merry no tenía la experiencia que tenía Alice, no había punto de comparación, mientras Alice rompía récords de los chicos con los que había salido, Merry rompía récords de corazones rotos, había abandonado la esperanza de encontrar a alguien más que no fuera Mike, ya que solo se veía en un futuro con él. Renunció a las oportunidades que otros chicos le ofrecían y rechazó a todos y a cada uno de ellos.

Aun así, el terreno era nuevo para ella y tenia miedo a que el karma entrara en juego y tomara venganza de todos los chicos a los que rechazó para que así el chico con el que de verdad quería salir la rechazara a ella. Sin embargo, no le quedaba mucho por hacer, si no arriesgarse a ganar todo o perder todo, las cartas estaban echadas y el juego había comenzado.

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Mike soltó un fuerte suspiró mientras esperaba enfrente de una bella fuente en un parque con bastante vegetación, el lugar en el que habían acordado, luego volteo hacia arriba mirando el cielo arrebolado de colores naranja y amarillo mientras las suaves nubes rosas le recordaban al algodón de azúcar.

– ¿Por qué las mujeres siempre tardan tanto?

Era de esperarse que a pesar de que Mike era un impuntual siempre lo hacían esperar cuando se trataba de salir a algún lado. Sus dos mejores amigas siempre se juntaban en casa de Alice para alistarse cuando acordaban ir a algún lugar y siempre se les hacía tarde por alguna u otra razón.

Mientras el chico se perdía en sus pensamientos a lo lejos vio llegar a su compañera, su atención se puso en ella alzando una ceja hasta que Merry estuvo lo suficientemente cerca de el para poder entablar palabra alguna.

– ¡Hola! – dijo Merry alegremente mientras la luz del atardecer resplandecía detrás de ella – ¿llevas mucho esperando?

Mike la miró por un momento antes de contestar para después levantarse, bajo la mirada para que esta se cruzara con la mirada de la chica en su adelante, ya que era de menor estatura que él. El ambiente olía a chocolate.

– No, ya sabes, lo de siempre – una suave risa se le escapo de los labios haciendo que el corazón de Merry diera una vuelta completa, había que admitir que la risa de Mike era simplemente hermosa, incluso más que la de Merry.

– Lo sé – al igual que él, ella soltó una risa pequeña – lo siento, me tomo mas tiempo de lo que esperaba.

– ¿Enserio? – pausó un momento – Valió la pena, te vez muy bien – Mike esbozó otra de sus clásicas sonrisas haciendo que Merry hirviera en un fuerte sonrojo.

– Gra-gracias… – tartamudeo con una sonrisa bastante boba causando otra risa por parte de su mayor.

– Espera, ¿y Alice?

Merry contuvo la respiración, se le había olvidado por completo el plan de Alice. Lo cual, la tuvo tartamudeando unos minutos tratando de explicarle lo que Alice le había dicho que dijera; sin embargo, no pudo comentarle nada de lo planeado.

– No entiendo nada, mejor voy a llamarle – mientras Mike sacaba su teléfono para comunicarse con Alice, Merry moría de vergüenza por dentro, habían pasado solo varios minutos y casi había arruinado todo el plan que habían armado su amiga y ella.

Poco tiempo después Mike colgó la llamada para después mirar a su compañera a los ojos clavando sus pupilas ámbar en las de ella.

– Esperamos para nada, Alice no va a venir, lo cual es extraño porque siempre viene con nosotros – alzó los hombros y después le sonrió a su acompañante – bien, supongo que solo seremos tú y yo.

Los adentros de Merry brincaban con alegría mientras ella sonreía por fuera con tranquilidad y carisma.

– No hay problema para mí.

Merry se puso a la par del mayor mientras caminaban y hablaban de distintos temas. A pesar de estar muriéndose de nervios por dentro se mantenía alegre, siempre tenia un tema de conversación al igual que Mike y ambos; la mayor parte del tiempo¸ coincidían en lo que hablaban.

Fueron a una de sus cafeterías favoritas, donde los tres solían juntarse a realizar sus tareas o simplemente a pasar el rato, era un establecimiento color amarillo ámbar por la parte de afuera con grandes ventanales de cristal y un enorme cartel que decía “La hora del café”. Por dentro era bastante espacioso, tenia bastantes mesas y una barra bastante larga. Merry y Mike se sentaron en una de las mesas con ventanales. Por dentro olía a chocolate.

Apenas se habían sentado fueron atendidos por una mesera, ambos pidieron un café grande y una rebana de pastel, aunque ese no era el propósito de su salida siempre les gustaba comer algo mientras conversaban.

El momento era bastante ameno, los dos habían comenzado a hablar y a recordar varios de los momentos que los tres vivieron juntos durante la secundaria, dándose cuenta que les quedaba menos de un año en aquel lugar que los había vuelto tan unidos.

Las risas de ambos llenaban el ambiente, así como las bromas y los chistes que se contaban el uno al otro. Merry no se dio cuenta en el momento que dejo su nerviosismo atrás y paso de ser un pequeño manojo de nervios a abrirse totalmente con el chico que le gustaba, la plática fluyó con tanta naturalidad que era fácil darse cuenta que entre los dos se podía sentir una fuerte química.

A veces Mike recargaba su brazo con su cabeza sobre la mesa para escuchar mejor a Merry mientras le regalaba una tierna sonrisa, cosa que hacía sonrojar a la chica no sin antes regalarle otra sonrisa de su parte.

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– ¡Ese vestido esta hermoso! – comentó Merry cuando sus ojos se posaron en un maniquí con un vestido blanco y detalles en tornasol cuando pasaban por una tienda de ropa.

– ¿Enserio te gusta? – Mike cuestionó – parece que lleva muchos detalles.

– ¡Pero esta hermoso! – Merry se indignó – ¡ven! ¡tengo que probármelo!

Tomándolo de la muñeca con ambas manos arrastró a un sonrojado Mike dentro de la tienda, lo dejó en la entrada y buscó a alguien que la ayudara con el vestido. Minutos después estaba Mike sentado frente al probador, bastante nervioso por lo que iba a ver. El lugar era bastante grande y en su mayoría tenía varias mujeres preguntando y probándose varios de los vestidos que allí vendían. El establecimiento olía a chocolate.

No habia que ser un genio para saber que Mike no tenía una mente inocente, pero estar en una situación así sí que le ponía nervioso, tanto que quería esconderse en su casa y no salir en mucho tiempo.

La mente de Mike le estaba jugando malas pasadas, pasadas que lo hacían emocionar y sonrojar al mismo tiempo.

– ¿Listo? – preguntó Merry desde dentro del vestidor, Mike solo pudo decir que si a medias, realmente ni siquiera él sabía si estaba listo.

Merry salió e ignorando a Mike se miró al espejo, el vestido blanco le quedaban bastante bien, resaltaba sus atributos de una forma bastante notable.

– Mmm… – cuestionó – ¿Qué opinas?, siento que esta algo largo – con sus manos acomodo la parte superior ya que el vestido no tenía mangas o tirante alguno que lo sostuviera, era bastante estrecho en cuanto su busto y su cintura para después desplegarse a partir de su cadera hacia abajo en un puñado de tela caída hasta las rodillas.

Mike no pudo argumentar palabra alguna, estaba tan nervioso y sonrojado que tenía miedo que cualquier palabra que saliera de la boca no fuera la adecuada o no fuera la que Merry quería escuchar.

Para su buena suerte llegó la misma chica que le habia ayudado antes para acomodar un poco el vestido de Merry y tratar de convencerla para que lo comprara. Mike se calmó, luego se sentó de nuevo y sonrió mientras miraba como su amiga sonreía contenta y emocionada por su nuevo vestido.

– Jamás me recuperaré económicamente, pero no me arrepiento – Merry soltó una carcajada para después mirar a su compañero quien seguía procesando todo lo que había pasado mientras caminaban lado a lado – ¿Estás bien? No me dijiste que opinabas del vestido.

Mike volvió en sí, miro a su compañera sonriendo y con un leve sonrojo en sus mejillas.

– Lo siento, es que yo no se de esas cosas – dijo mientras se rascaba la nuca.

Una mueca de decepción se formó en el rostro de su amiga, pensaba que con aquello obtendría por lo menos un poco de la atención de Mike.

– Entiendo – ella suspiró y luego sonrió – no te preocupes.

– Bueno… – pausó un momento – el vestido, está bien.

Indeciso, Mike trató de decirle lo que probablemente Merry quería escuchar, en lugar de eso ella se hecho a reír mientras le reprochaba lo poco que sabia de moda y de como hacer sentir bien a una mujer en este tipo de casos. El ambiente olía a chocolate.

Durante todo el camino de regreso Merry le iba explicando el como debía tratar a su siguiente novia, ninguno de los dos sabía cuánto tiempo había pasado desde la última relación de Mike, pero debió ser bastante tiempo. En realidad, el objetivo de Merry era hacerle saber a Mike como quería ser tratada si alguna vez llegaban a hacer pareja sin que este último se diera cuenta.

– Y antes de irte a dormir debes decirle lo mucho que la amas – - concluyendo la pequeña charla incomoda ambos terminaron enfrente de la casa de Merry.

– Vaya, son bastantes cosas – dijo Mike cansado – pero, ¿Por qué me cuentas esto?

La expresión de Merry cambio, su corazón se alteró y nuevamente un suave sonrojo estaba en su rostro. Mike se estaba dando cuenta de la situación, por que claro, no era tonto.

– Las mujeres somos complicadas, que un hombre tenga la fortuna de conocer nuestras debilidades y nuestros gustos es un privilegiado. Yo creo que un hombre que conoce los puntos débiles de su pareja es un excelente novio – aun con nervios Merry miro de frente a su compañero, enfrentándose a uno de los miedos más grandes de su vida, el que el chico que le gustaba supiera de sus propios sentimientos ocultos.

El índice y el pulgar de Mike se pusieron sobre el mentón de Merry mientras que a su vez este se acercaba al rostro de la chica obligándola a mirarlo. Sus pupilas se cruzaron una vez más y siendo iluminadas por la luz de la luna el castaño le dijo:

– He visto que siempre caminas con el mentón abajo junto con tu mirada – él sonrió – pero últimamente me haz visto con el mentón arriba y con una mirada llena de determinación.

Golpeo de manera muy sutil debajo del mentón de Merry mientras se separaba un poco.

– Y eso me gusta – dijo Mike totalmente alegre. Merry sonrió nuevamente, orgullosa de su logro y firme como Mike le habia dicho – no sé cómo decirte esto – interrumpió mientras se rascaba la nuca nuevamente – puedes… ¿darme un abrazo?

A Merry le extrañó demasiado este hecho, tanto que soltó una nueva carcajada burlándose de Mike. El rostro del castaño enrojeció ante la risa de su compañera.

– ¿Tu pidiendo un abrazo? –
Mike no era de las personas que pidieran un abrazo, por mas rotos que estuvieran o por mas que lo necesitaran.

Antes de que Mike argumentara algo Merry se acercó a el abrazándolo con cariño, sus brazos rodeaban perfectamente a Mike al igual que el a ella. Permanecieron un rato allí, sintiendo el calor uno del otro al igual que sus respiraciones y las fuertes palpitaciones de ambos corazones que, como una canción latían juntos.

Mike agradeció a la azabache por pasar tiempo con él y esta correspondió, justo después el castaño se acercó muy sutilmente al oído de la chica para susurrarle:

– La verdad, te veías muy bien con ese vestido.

Como nunca antes Merry enrojeció, tanto que su tez cambio totalmente al rojo de una fresa. Por ultima vez esa noche ambas miradas se cruzaron para que después Mike dejara un beso en la frente de Merry.

– Espera… ¿es ese el perfume que te regalé en tu cumpleaños? – Mike cuestionó ganándose otra sonrisa de Merry.

– Si, me gusta mucho, huele a chocolate, como tu cabello.

– ¿Mi cabello? – dijo un Mike bastante confundido.

– Claro, tu cabello me recuerda al chocolate.

El rostro de su compañero volvió a arder, incluso más que antes. Jamás había recibido un halago de una forma tan particular, lo anterior provoco otra carcajada de parte de Merry y a su vez una leve sonrisa de parte de Mike.

No había cuestionamientos, ambos se dejaban llevar por lo que sentían, la química que experimentaban dejaba un dulce olor a chocolate. Un olor que ambos amaban y que harían lo que fuera para que permaneciera en el ambiente.

Luego de dejar un leve beso en la mejilla de la fémina, Mike partió a su casa mientras Merry entraba a la suya, apenas entró se recargo en la puerta suspirando como una pequeña niña enamorada sin notar la presencia de sus dos padres en la sala.

– ¿Dónde estabas? – preguntaron ambos al unisonó.

– ¿Quién es el? – preguntó su madre.

– ¿Es de clase media? – preguntó el padre.

– Este… – una Merry asustada y nerviosa pausó un momento mientras pensaba en que hacer. Así estuvo unos segundos hasta que se le ocurrió algo, huir.

Merry corrió con rapidez a su alcoba para no dar explicaciones a sus padres a lo que más tarde se convertiría en una plática incomoda e innecesaria si es que ella no los detenía.

Ella cerró la puerta y se puso tras ella para detenerla mientras sus padres golpeaban del otro lado.

– ¡Hey!, ¡Solo queremos saber quién es! – gritó su madre del otro lado de la puerta.

– ¡Por la mañana les digo! – contestó Merry – ¡ahora quiero dormir!

Luego de que cerrara la puerta lo mejor que pudiera para que ninguno de sus padres entrase se acostó en su cómoda cama con una sonrisa enorme y suspirando el nombre del que fue su acompañante esa noche se quedó plácidamente dormida. Luego de todo lo que había vivido esa noche su habitación aun olía a chocolate al igual que la de Mike.

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