✧CAPITULO 28: LA REUNION DE LAS ESPADAS✧
Cirinia y Kriotoro miraron con total sorpresa a su compañera sin creer lo que esta misma había dicho. Su mirada se encontraba dispersa entre el piso y sus pensamientos extraños, al igual que los sentimientos que albergaba en su corazón. Para ser sinceros ella tampoco estaba muy de acuerdo en aquella decisión, pero había pasado años investigando el caso y conocía a Lord Dark de una forma tan perfecta que incluso les daba miedo a sus dos compañeros. Ella sabía que Lord Dark obtendría lo que quiere de la manera que fuera e incluso sacrificaría a sus guerreros para obtenerlo.
A pesar de ser una asesina, Lantana sabia lo que era correcto y lo que no, a pesar de su código como guerrera y de saber que por cualquier método obtendría la victoria jamás pondría a su ejercito en peligro por aquellos objetivos. Mas allá de ser sus compañeros eran sus amigos y su familia, su código como persona le impedía dejarlos atrás y dejarlos a orden de Lord Dark, sin importar cuanto amara a este último.
– Lantana – llamó Kriotoro – no creo que sea algo correcto, desertar es una muy mala idea, ¡Vamos a perder todo!
Jamás habían visto a Kriotoro tan preocupado, era el típico hombre que nada del mundo le preocupaba, nada que no fuera el mismo y su compañera rubia.
– Ya lo perdimos todo – dijo Lantana de forma seria – no voy a arriesgarme a perderlos a ustedes.
– Siento que estas tomando una decisión muy apresurada – dijo Cirinia – tal vez solo estoy malinterpretando las cosas.
– Es imposible – interrumpió Lantana – ¿no lo ven? Nos uso y debemos responder antes de que algo más grave suceda.
Los dos miraron a Lantana la cual se levanto de donde estaba, miró a sus compañeros y soltó un profundo suspiro cansado, su mirada reflejaba ahora preocupación y decepción al mismo tiempo, tantos años trabajando en formarse como la guerrera perfecta y ahora todo se había ido.
– Pero... – dijo Kriotoro – en ese caso ¿A dónde iremos?
Lantana le dirigió la mirada.
– No lo sé, si quieren seguir luchando no tenemos muchas opciones – dijo seria – a menos que se quieran unir al bando enemigo.
Ambos chicos respingaron casi al unisonó al escuchar aquella propuesta por parte de su superior, esta se cruzó de brazos mirando a los demás con una cara seria y estos dos discutían con ella de las múltiples razones por las que esa era una mala idea.
– Deberías meditarlo mejor – dijo Cirinia preocupada – es una decisión apresurada.
– ¡Te volviste loca! – dijo Kriotoro.
Lantana no pudo responder, el golpe de la puerta había llamado la atención de los tres, parecía que alguien más se encontraba escuchándolos y prestando atención a lo que estos mismos estaban planeando.
A Cirinia le temblaron las manos, en cuanto pudo se deshizo de todo el resto de Boro que se encontraba en aquella sala mientras que Kriotoro y Lantana trataban de ocultar la enorme grieta que se había hecho en la pared por culpa de la superior y su fuerte golpe. Todos murmuraban maldiciones y aquellos golpes se hacían más fuertes poniéndolos nerviosos.
Sea quien sea que se encontraba del otro lado se había cansado de tocar y que nadie hubiera atendido la llamada de la puerta, se dispuso a abrirla.
Los tres se recompusieron apenas lograron ver la figura responsable de los golpes detrás de la puerta, Cirinia estaba sudando, Kriotoro acomodaba su cabello y Lantana suspiraba de alivio.
– Buen Jidye guerreros.
Detrás de la puerta apareció una chica hermosa de cabellos negros y tes blanca, esbelta, con unos incandescentes ojos amarillos y una mirada inocente, que más que dar miedo daba ternura. Su cabello llegaba fácilmente hasta debajo de su cintura y cubría su ojo izquierdo que hacía contraste con su vestido negro de cola corta y su cinturón dorado que no hacía más que destacarla. Al parecer la mayoría de las guerreras compartían el gusto particular por la seda, ya que esta misma la tenia en sus piernas cubriéndolas y en sus pies yacían unos botines delgados y dorados haciendo juego con su cinturón. Su mirada inexpresiva les indicaba que llevaba noticias y que no era muy sociable.
– Ahg... – dijo Lantana con repudio – solo eres tú, ¿Qué quieres Dhalia?
– No seas grosera – Kriotoro le golpeó con el codo a Lantana, esta solo lo miró con odio – ¿en qué te podemos ayudar linda?
Los tres pensaban lo mismo, Dhalia había escuchado su conversación y probablemente le diría a Lord Dark el plan de los tres, este mismo los condenaría. Aunque no era de forma notoria, les faltaba poco para que los tres se desvanecieran.
Dhalia saludó con cortesía, hizo una leve reverencia; debía rendirles respetos a los guerreros después de todo tenían mandos más arriba que ella. Después dijo.
– El señor Dark solicita la presencia de los tres en su base principal, con calidad de urgencia, se les agradecería que se presentasen de inmediato.
Los tres contuvieron la respiración por un momento luego de escuchar aquello, Lantana suspiró y miró a Dhalia por un segundo mientras se acercaba a la pequeña de cabellos oscuros despacio e intimidante.
–Claro, ve dile que estaremos allí pronto. Pero antes – puso su mano sobre el hombro de la chica y le dirigió una mirada penetrante – ¿Cuánto tiempo llevas afuera de la habitación?
Kriotoro y Cirinia se miraron entre sí, temerosos y apunto de intervenir en aquella discusión. Dhalia no se inmutó ni un poco y ni siquiera le dirigió la mirada, cosa que hizo enfadar aún más a la castaña la cual seguía con su mano en el hombro de la pequeña y a su vez lo apretaba con fuerza.
– No mucho – respondió – vine, toque la puerta y espere a que salieran, no estuve más tiempo.
Lantana bufó, la soltó despacio y luego de un par de segundos le dio la espalda mirando a sus compañeros estos estaban asustados por el actuar de Lantana, pero poco podían hacer al respecto.
– Esta bien – dijo la castaña – dile al Señor Dark que no tardaremos que nos aguarde hasta entonces.
– Les agradecería si fueran lo antes posible – Dhalia habló – con su permiso, me retiro.
La castaña se quedó quieta incluso segundos después de que escuchó la puerta cerrarse detrás de ella misma, suspiró y miró a sus compañeros nuevamente notando que Kriotoro había girado la cabeza en señal de confusión y que Cirinia solo estaba perpleja.
– ¿Por qué odias a Dhalia? – dijo Kriotoro poniendo sus dedos en su barbilla sin quitarle la mirada a Lantana – es como una niña; además, es hermosa y atenta, ¿celos de que ella sea la asistente del señor Dark?
Poco le había faltado para que Lantana pusiera en su lugar a Kriotoro de un golpe en el rostro, bufó con furia y este solo soltó una leve risilla, Cirinia miraba todo desde su estadía sin argumenta algo o sin querer intervenir.
– No conoces para nada a esa tipa y además no siento celos – dijo Lantana de forma seria – y tampoco la odio, solo considero que Lord Dark escogió mal a su asistente.
– ¿Por qué? – preguntó Kriotoro – no le veo el problema.
– Tú lo has dicho ya, es como una niña, es débil, ni siquiera sabe pelear, además es elemental del Torio, ni siquiera pertenece a este ejército, estaría mejor en la tropa del veneno o en la trinidad del tiempo.
– De hecho ninguno de nosotros pertenece al mismo grupo Lantana – dijo Cirinia.
– ¡Tu callate! – gritó Lantana haciendo callar inmediatamente a Cirinia.
– Además de celosa racista – dijo Kriotoro soltando una vez más aquella risa.
– ¡Cierra la boca maldito cerdo! – gritó Lantana nuevamente.
– Chicos – interrumpió Cirinia tratando de separarlos – el señor Dark nos espera y si siguen peleando los voy a envenenar a ambos.
Kriotoro y Lantana bufaron casi al mismo tiempo, se cruzaron de brazos y se lanzaron una mirada asesina mientras Cirinia trataba de controlarlos para que estos no se debatieran a golpes.
No era la primera vez que sus compañeros se peleaban de aquella manera, eran incontables las veces en las que estos tres terminaban golpeados los unos y los otros por cosas bastante comunes, esto hacia molestar bastante a Lord Dark, quien no permitía este comportamiento por parte de sus guerreros.
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Los tres se posicionaron enfrente de la enorme puerta de metal que conectaba al cuarto principal de Lord Dark con el pasillo largo y ancho en el que estaban sus tres generales, todos nerviosos y asustados por lo que Lord Dark les podría decir; a decir verdad, eran contadas las veces en las que este mismo les solicitaba su presencia y el desenlace siempre era el mismo, les traía malas noticias.
– ¿Creen que se haya enterado? – preguntó Cirinia mientras adjuntaba sus manos cerca de su pecho estando temerosa.
– No lo creo – contestó Lantana – no mencionen nada del tema y manténganse callados, con algo de suerte todo saldrá bien.
Las manos de Lantana se pusieron en los hombros de sus compañeros a fin de brindarles un poco de confianza y tranquilidad. Lantana sabía que algo pasaría dentro de aquel cuarto y que probablemente le ayudaría con su idea de deserción.
La puerta se abrió y así dejó ver a los tres líderes de las tropas, estos suspiraron de forma silenciosa y se adentraron en aquel cuarto para cumplir con la orden establecida por su comandante.
Caminaron a través de aquella alfombra de terciopelo que indicaba el camino hasta el fondo de la habitación que, a comparación de la habitación de su jefa, esta estaba iluminada por el sol artificial y el cielo lila que pintaba la entrada de la noche, siendo opacada por las múltiples pantallas que tenía Lord Dark enfrente suyo las cuales transmitían imágenes en tonos verdosos y debajo de sus manos yacía un teclado con múltiples simbolizaciones. La atención total de Lord Dark estaba puesta en estos dispositivos y en trabajos que los otros tres no tenían ni idea de que trataban, Lantana había estado en el lugar de Lord Dark en las ocasiones donde este se ausentaba por diversas cuestiones, sabía que era un lugar de mucho estrés y que había que estar pendiente a múltiples condiciones.
Los tres se acercaron a su superior, sin hacer tanto escandalo se postraron frente a él, dejando a Lantana en medio de Cirinia y Kriotoro, rindiéndole respeto a Lord Dark, así como él lo había hecho con la Señora anteriormente.
– Los tres guerreros de la oscuridad reportándose mi señor.
Las palabras de Lantana hicieron que Lord Dark apartara las manos de su teclado y dejando de trabajar tan arduamente soltó un suspiro, se recargó en su enorme silla y miró hacia su ventana. Percatándose que aún no había anochecido; sin embargo, no faltaba mucho para hacerlo.
– Mis tres queridas espadas – dijo aquel hombre sin dirigirle la mirada, se le podía notar que estaba cansado, aun así, su voz resonaba de forma varonil y gruesa – agradezco infinitamente su lealtad.
Los tres se sorprendieron al respecto y esto no hizo más que confundirlos, el simple hecho de que su mayor estuviera agradeciendo era bastante extraño, tenían miedo, tanto de él como de la situación que les estaba aquejando.
– Les he pedido demasiado – continuó – pero estamos tan cerca de lograr todo por lo que siempre luchamos que no descasaremos hasta ver nuestro sueño hecho realidad, necesito que dobleguen esfuerzos en sus tropas y preparen el ejército para una posible invasión.
Cirinia, incapaz de contenerse tragó grueso, suspiró y subió la mirada hacia el asiento donde estaba Lord Dark, el cual le seguía dando la espalda.
– Con todo respeto señor – dijo – no podemos hacer que se esfuercen más; apenas y duermen, si seguimos haciendo que se esfuercen al máximo no tendrán energía para la invasión y será un fracaso.
Lord Dark se giró en su misma silla encarando a sus aliados, Kriotoro y Lantana permanecieron en su lugar, el príncipe empezó a temblar y la castaña se mantenía serena, Cirinia cruzó su mirada con los orbes escarlata de su comandante, estos últimos la miraban con repudio.
– Entiendo tu postura Cirinia, pero también necesito que comprendas la gravedad de la situación, estamos bastante cerca de lograrlo y aunque ha habido un par de cambios en los planes no dejaré que esto se nos escape de las manos.
– ¿Qué clase de cambios? – preguntó Lantana de forma imponente y dirigiéndole la mirada – usted nos prometió que cualquier cambio en los planes nos avisaría ¿Qué cambió?
Lord Dark la miró por unos segundos sin inmutarse, luego una pequeña sonrisa se le dibujó en el rostro de forma leve y casi imperceptible.
– Eso es clasificado y fue algo inesperado, les haré llegar la información en cuanto este autorizado y sea el momento – dijo Lord Dark – y deberías cuidar la forma en la que te diriges a mi Lantana, recuerda que fallaste en tu misión y me siento decepcionado de ustedes, esperaba más de los tres, si es que quieren permanecer en su puesto necesito que me lo demuestren con acciones. No con sus estúpidos aires de grandeza. Además de llegar tarde cuando les ordeno que vengan y que fallen en múltiples misiones piensan que pueden hablarme y dirigirse así ante mí, agradezcan que aún no me he desecho de ustedes tres.
Los ojos de Lantana se contrajeron, dejando ver sus iris amarillos y su rostro de preocupación excesiva, ni Kriotoro ni Cirinia la habían visto en aquella forma, decepcionada, se sentía traicionada y su corazón se había partido en miles de pedazos, su boca entreabierta fue incapaz de argumentar palabra alguna y sus compañeros posaron sus ojos sobre su compañera mientras Lord Dark seguía manteniéndose sobre ellos de forma imponente sin que a sus guerreros le importase mucho.
– Lo siento – dijo Lantana de forma casi inaudible cuando se recuperó de sus sentires.
– Bien – Lord Dark regresó a su posición original – Cirinia tiene razón, hacer que se expongan de esa manera puede resultar desastroso y no puedo tomarme la libertad de tomarme riesgos tan abruptos como esos, creo que solamente me queda una idea.
Ninguno de los tres lo vio, pero todos sabían que en su rostro se había dibujado una sonrisa enorme, sus manos volvieron a su teclado para seguir trabajando en aquellos reportes. Lantana bajó la mirada decepcionada y dolida por las palabras de su mayor, Kriotoro la miró y dirigió su vista hacia donde Lord Dark estaba sentado.
– ¿Qué gusta que hagamos señor Dark? – dijo Kriotoro.
– Preparen sus tropas para una posible invasión, hagan lo que este en sus manos y yo me encargare del resto, también necesito un reporte para el Jidye catorce de sus expediciones hacia la Tierra, no quiero que evadan ningún detalle ¿entendido?
Asintieron sin escatimar ni pronunciar palabra alguna, no tenían el derecho de hacerlo y aquello solo les confirmaba sus teorías iniciales, tenían miedo y por primera vez se daban cuenta de lo que estaba pasando, pero en alguna parte de sus mentes les aclamaban que no escatimaran y no dudaran de su lealtad hacia el hombre que los puso en sus actuales puestos.
– Ahora lárguense, tengo demasiado trabajo – dijo Lord Dark.
Lantana fue la primera que se levantó, dirigió su mirada hacia Lord Dark y después salió rápido de aquel recinto seguido por sus compañeros que no se detuvieron ni argumentaron nada sobre lo que seguramente había sentido su amiga.
Ella había perdido el respeto por Lord Dark y del mismo modo perdió el miedo por la situación, apretó sus puños y se dispuso a salir de la habitación de su jefe, sin escatimar en nada se dirigió a la sala principal seguido de su sequito quienes trataban de captar su atención o por lo menos tranquilizarla antes de que esta misma se saliera de control.
Los labios de Lord Dark se estiraron en una sonrisa cuando sus oídos escucharon el cerrar de la puerta que yacía en su espalda y sus ojos se plantaron en el cielo verdoso que indicaba la noche de Markland, parecía trágico, pero era bastante hermoso.
– La mente de Lantana a veces suele ser muy débil – dijo para sí mismo – no importa, ya no son de utilidad para ejecutar mis planes, pero, tal vez pueda sacar provecho de estos una vez más antes de seguir con la invasión.
Una pequeña risa se le escapó de los labios y solo se dedicó a descansar en su asiento cerrando los ojos dejando pasar el desfortunio que había vivido hace apenas unos segundos.
Cirinia miraba a su mayor atentamente mientras le tocaba el hombro, Lantana plantaba su mirada abierta hacia el piso y sus puños cerrados con rabia, Kriotoro había tomado distancia y esperaba una respuesta de la castaña o por lo menos una orden de que era lo que seguía.
– ¿Lantana? – preguntó Cirinia estando preocupada por su compañera – Esta todo bien, la invasión marchará bien, nos darán otra misión y vamos a probar lo que valemos.
– No lo entiendes Cirinia – dijo Lantana de forma calmada y casi inaudible ganándose la atención de su compañera, giró su mirada hacia ella clavándole sus incandescentes ojos, Cirinia solo retrocedió al ver como Lantana recuperaba la postura – ¡Ya no habrá nada! ¡No habrá segunda oportunidad! ¡Ya no podremos ocupar nuestro puesto!
El puño de Lantana se estrelló contra el piso causando una grieta más en aquel lugar, Cirinia y Kriotoro suspiraron cansados y a su vez decepcionados por la situación, sus corazones habían dado un vuelco que les había lastimado de sobremanera y se había roto, como el piso donde Lantana había golpeado.
– Se acabó todo... – dijo Lantana mientras sus lágrimas se resbalaban por sus mejillas gradualmente y su voz temblaba – ya no nos queda absolutamente nada.
Kriotoro frunció el ceño, miró a Lantana con algo de furia y después dijo de forma seca.
– Debes abrir los ojos Lantana, se te acaba el mundo solo por saber que Lord Dark está decepcionado de ti, por mucho amor que le tengas a ese hombre debes respetarte a ti primero, si él no esta satisfecho es su problema, diste lo mejor de ti en aquel lugar y obtuviste resultados, el problema no eres tú, es él.
Lantana abrió los ojos con sorpresa nuevamente, apretó la quijada y se levantó de su lugar para encarar a su compañero, se limpió las lagrimas y reflexionó sobre lo que Kriotoro le había dicho.
Él tenía razón, ella estaba confundida y ciega por su deber, tantos años que le había dedicado a su fidelidad la habían cegado y la habían comprometido a actos extraños y a sentires que no hacían más que prolongar su ceguedad.
– En ese caso... – dijo Lantana de forma más calmada, mirando con precisión a su compañero el cual no se inmutó y Cirinia quien yacía al lado de este ultimo clavando sus negros ojos en su comandante – rechazo volver a pasar por esto, demostraré lo que valgo y la próxima vez que arribemos la Tierra acabé con la amenaza.
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