✧CAPITULO 23: TERCERA LEYENDA: EL ACTINIO✧
– ¿Estas bien? – preguntó Agatha a su compañera mientras se plantaba a su lado enfrente del profundo bosque – desde hace rato veo que estas bastante molesta ¿Qué sucede?
Merry no le dirigió la mirada, sabia a lo que la chica de hebras azules se refería y tenía razón. Estaba estresada por la situación de sus padres, la nueva amenaza y en sí, más cosas que no le contaría al respecto.
Luna se había mantenido detrás de ellas, conservando su distancia y viendo desde su posición aquel bosque sombrío.
– No, verdaderamente no – dijo Merry seria.
– Lo sé – dijo Agatha – la forma en la que le contestaste a tu madre no me pareció que fuera lo mejor, se veía muy triste.
– ¿A quien le importa?, a fin de cuentas, ella siempre me hizo sentir así y no le reclamé nada.
Los ojos de Agatha se plantaron en Merry, mirándola con un poco de preocupación, Merry no la había mirado; de hecho, parecía que le trataba de esconder la mirada.
– Se que no somos las mejores para ayudarte en este caso – Agatha volvió a hablar – pero te aseguro que haremos lo posible ¿Qué pasa contigo y tus padres?
El silencio reinó por otro buen rato, Merry apretó sus puños con rabia y al mismo tiempo su quijada, Agatha se dio cuenta de esto y de que tal vez hubiera sido mejor no pregunta aquello.
– Ese es el problema, no pasa nada – dijo Merry conteniendo aquel sentimiento que siempre le aquejaba desde que era una niña – mi madre jamás fue cariñosa conmigo, mi padre rara vez estaba en casa y las pocas veces que iba solo era para discutir con mi mamá.
La forma en la que Merry se había acostumbrado a esa cotidianidad le había afectado en más de una forma y todos lo sabían. Sin embargo, ninguno de ellos se habían metido en su vida de aquella manera, ya que siempre que trataban, ella les evadía con otro tema o se desviaba de la situación.
Esta vez no podía.
– Liam me ayudo a que por lo menos se quisieran entre ellos – Merry dirigió por fin la mirada a Agatha, delatando sus ojos al borde de que de estos cayeran pequeñas lagrimas cristalinas – eso sirvió para hacerme ver la verdad, una vez que mis padres abrieron los ojos se dieron cuenta que yo no les era necesaria, lo sabía desde que tengo memoria, pero no quería darme cuenta.
El corazón de Agatha dio una vuelta completa, ella había perdido a su familia hacía mucho tiempo, había perdido el amor que cada integrante le daba, había pedido a su familia cariñosa. Merry jamás tuvo algo como lo que Agatha había perdido, de alguna forma ambas estaban en una situación parecida, ambas se habían quedado solas.
– Prefiero que sea así, por lo menos no tendrán que lidiar con mi perdida si es que algo me pasa en batalla o si simplemente desaparezco.
Merry suspiró, se limpió los ojos y volvió a sonreír, a Agatha no le quedó más que sonreír de la misma forma, ahora ella era parte de su familia, tal vez juntas podrían ser felices y dejar atrás su parecido pasado.
– No te preocupes Merry – dijo Agatha – todo saldrá bien y al final tendrás lo que deseas.
– Nos tenemos unos a otros – habló Luna – tal vez podamos ser tu familia ahora.
Los ojos de Merry se iluminaron al escuchar las palabras de Luna, de verdad que se contenía por no soltar las lágrimas, pero le era bastante difícil el no hacerlo.
Estaba conmovida por lo que estaba pasando, estaba feliz de la oportunidad que sus compañeras le estaban dando, aunque muy dentro de ella deseaba alejarse de su familia, para romper los lazos que tenía con ellos y así hacer un poco menos doloroso la perdida de Merry ante sus progenitores, que después de todo el sentimiento de odio hacia ellos, le habían dado un hogar a la azabache.
– Gracias – dijo Merry con una sonrisa – lo tomaré en cuenta.
El sol empezaba a ocultarse dando así el inicio de la hermosa noche y de sus trazos naranjas, junto con una brisa fresca y a la vez fría que provocaba el vaivén de los cabellos de las tres chicas.
Un escenario hermoso y tranquilo que se vio interrumpido por la extraña y tan de repente palidez de Luna. Merry y Agatha lo notaron al instante, la tez de la guía se volvió más blanca de lo que era y sus manos empezaron a temblar frenéticamente.
Era la primera vez que veían a Luna tan asustada. Durante todo el camino miraba a la gente de su alrededor, callada y atenta, parecía que tenia miedo. Merry y Agatha supusieron que solo se trataba de su poca interacción con las personas, pero definitivamente estaba aterrada en aquel momento.
– Esta aquí – dijo temblorosa mientras su mirada se fijaba en distintos puntos tan rápido como podía – es tan rápida que no puedo ver, pero su energía esta... ¡Esta en todos lados!
La preocupación se asomó en el rostro de Luna junto con un temor inexplicable, Merry y Agatha empezaron a preocuparse por Luna y lo que estaba pasando; sin embargo, ellas no podían sentir la energía que tenia a Luna tan asustada y preocupada.
– ¿Qué sucede? – preguntó Agatha.
Luna dirigió su mirada hacia las dos chicas, suspiró con nervios y dio dos pasos hacia tras tratando de alejarse de ellas.
– Lo siento, pero no puedo estar aquí.
Aquellas palabras impactaron a las dos, quienes se miraron entre sí y después miraron a Luna para tratar de descifrar lo que pensaba hacer.
– ¡¿Por qué no?! – preguntó Merry – ¡¿Qué te ocurre?!
Agitó la cabeza varias veces, bufó, miró de nueva cuenta a sus dos alumnas y dijo.
– Lo siento mucho.
Y desapareció dejando una pequeña estela color dorada en donde ella había estado, las manos de ambas se extendieron hacia Luna para impedir que se fuera, pero solo fueron capaces de tocar la estela que dejó atrás.
– ¡Luna! – ambas gritaron al unisonó y trataron de seguirla sin éxito.
Al tiempo que Luna desapareció y las chicas se encaminaron hacia ella fueron atacadas por algo invisible y rápido que las hizo retroceder.
Merry abrió los ojos con sorpresa, se encontraba en el piso y pocos centímetros lejos de ella estaba Agatha. Ambas tenían heridas por todo el cuerpo, Agatha tenía una enorme cortada en su frente de donde brotaba la sangre y Merry tenia otra en la mejilla que le hacia doler y arder al mismo tiempo.
– ¡Agatha! – gritó la azabache.
Ambas chicas trataron de ponerse de pie lo más rápido posible y cuando lo lograron fueron atacadas nuevamente por aquellas navajas invisibles que no sabían de donde habían salido, ocasionando una cortada más en el cuello de Merry; profunda, pero no tanto como para ser letal y en Agatha una en el brazo, de la misma magnitud que la que Merry tenía.
– Maldición – Merry susurró.
Se puso de pie nuevamente y una luz rojiza tomó posesión de su cuerpo, dejando ver su típica transformación, su vestido rojo que ondeaba con el aire y sus brillantes pulseras doradas que resplandecían con la puesta del sol. Se reincorporó y miró hacia todos lados para tratar de encontrar al causante de aquellas cortadas en ambas chicas.
Despacio y de forma incorpórea la energía contraria empezó a hacerse sentir; tal y como lo había dicho Luna, era una energía poderosa y no muy diferente a la de sus pasados enemigos. Desgraciadamente esta energía era bastante rápida y era muy difícil de deducir en que lugar se encontraba para poder atacar.
Merry se puso delante de Agatha quien todavía trataba de recomponerse de sus heridas, esta última miró a Merry y notó que no había desplegado sus alas aun, no estaba usando todo su poder en ese momento.
– Mantén tu distancia Agatha – dijo Merry – estoy segura que esta por aquí y no nos dejara irnos tan fácil.
Agatha soltó una ligera risa atrayendo la atención de Merry y haciendo que esta última levantase una ceja. Cruzó sus manos sobre su pecho y del suelo brotó un torrente de agua invertido que cubrió por completo el cuerpo de Agatha, a los pocos segundos el torrente desapareció dejando ver a la chica, se veía hermosa, usaba un short corto negro, unas botas negras largas y brillantes, el largo de su blusón paso de estar atrás a estar del lado izquierdo y del lado derecho yacía un retazo de tela traslucida celeste que no se le podía comparar más que con las corrientes marinas que siempre le fueron de compañía, en el abdomen había una pequeña parte descubierta en forma de rombo dejando ver su pálida piel. Un collar dorado adornaba su cuello y en el dije yacía una aquamarina radiante que combinaba con los ojos turquesa de la chica.
Merry no estaba segura, pero podía decir que el cabello de Agatha había tomado un color más claro que el que tenia antes y este mismo se había vuelto más largo.
– No creas que eres la única que puede transformarte – dijo Agatha de forma soberbia.
Empuño sus manos frente a su pecho y de ambas salió una lanza de cristal, azul y radiante como el resto de ella, la movió con gracia y astucia, la navaja de aquella arma era capaz de cortar el aire y en la unión de las dos piezas resaltaba un adorno en forma de muchas y muy pequeñas estrellas de mar.
La elemental de la luz miró con asombro a su compañera, amaba que sus compañeros hicieran ese tipo de cosas, ya que aprendía de aquella técnica que le había costado tanto trabajo desde un principio.
Agatha acercó su espalda a la de Merry, esta ultima desenvainó su espada y la mantuvo al frente de la misma forma que Agatha mantenía la guardia con su lanza entre las manos.
– Puedo sentirlo – dijo Merry – pero es tan rápido que me dificulta saber dónde está.
– También yo – respondió Agatha justo después de acomodar sus lentes en su sitio – está bastante cerca y si nos basamos en sus ataques anteriores va a atacar de la misma forma y al mismo tiempo.
Las miradas de ambas se plantaban en toda dirección en la que sentían aquella energía. Temerosas pero astutas esperaron por poco tiempo y como si fuera un relámpago aquella energía se hizo presente de forma abrupta.
– ¡Allí esta! – gritó Agatha.
De forma rápida las dos chicas repelieron en su gran parte los ataques del contrario de forma rápida e impecable, dejando solamente pequeñas heridas en los brazos de las dos elementales.
– ¿Estas bien? – preguntó Agatha a Merry.
– Claro, eso fue muy rápido, pero fue fácil de predecir – contestó.
– Vaya, sí que son astutas.
Las dos pusieron atención a la chica que estaba delante de ellas, de donde se suponía que emanaba la energía intensa. Ambas empuñaron sus armas con más fuerza y se giraron hacia ella para encararla.
De entre las sombras de los grandes arboles de aquel lugar salió una joven alta de cabellos castaños y atados en una coleta, parecía que tenia uniforme de karate color rojo con líneas amarillas, sus botas negras y largas de tacón hacían crujir el pasto con cada paso que ella daba y sus ojos amarillos incandescentes resaltaba en medio de aquel sombrío lugar, era muy bella pero también era temible.
Cuando Agatha y Merry pudieron verla mejor notaron que tenia una cinta amarilla en la frente y que en su mano traía una hoz. La forma de esta era algo singular, la navaja tenia una curva pesada de color escarlata y el mango negro brillante indicaba que fue elaborado con mucha precisión y dedicación.
La belleza de la dama era sutilmente interrumpida por una cicatriz en su mejilla izquierda la cual resaltaba de sobremanera solo para ser una cicatriz.
La presencia de aquella hizo tensar a Merry y a Agatha casi al mismo tiempo, su poder era inconmensurable y a pesar de no ser tan grande como la del tipo de la pelea pasada, definitivamente era más poderosa que la energía de Kriotoro.
– Que cobarde de tu parte tener que esconderte para atacar – exclamó Merry.
– Pero si no me estaba escondiendo – contestó su enemiga – el hecho de que sea tan rápida y que no puedan seguirme es problema de ustedes.
La castaña soltó una leve risita haciendo que la quijada de Merry se tensara, Merry era rápida, pero la contraria tenía razón, no tan rápida como para hacerle frente de aquella manera.
– Tranquila Merry – susurró Agatha – lo que ella quiere es que pierdas los estribos con sus provocaciones, no dejes que eso te gané.
Merry bufó y regresó la mirada a la chica en su adelante.
– Debo admitir que estoy impresionada – habló – todo Markland habla de ustedes y de lo que han ocasionado, en mis ultimas Eras jamás había visto o escuchado algo como esto – mostró la hoz hacia sus contrincantes – ustedes son una amenaza para nosotros y debo acabar con toda su raza.
La sangre de Merry se heló, había batallado contra otros dos generales, pero las palabras y el porte de su nueva enemiga era diferente. Le hacia sentir escalofríos solo escucharla o verla y su amenaza resultó ser más pesada de lo que hubiera querido.
El sonido de la espada era bastante estruendoso al momento que la desenvainó, un sonido que hizo estremecer de nueva cuenta a las dos chicas, aunque ninguna de ellas vaciló.
– Es un honor para mí combatir contra ustedes – volvió a hablar, esta vez blandiendo su espada – soy Lantana, elemental del Actinio y la guerrera más poderosa de toda la tropa oscura.
Merry escuchó aquello, pero no argumentó ni tampoco gesticulo ninguna otra cara que no fuera la que le transmitía seriedad. Tenía muchas dudas, pero sabía que ella no le respondería ninguna.
– Soy Merry, elemental de la luz.
– Y yo soy Agatha, elemental del agua.
– Nuestra misión es preservar la vida en la tierra – dijo Merry.
– Y defenderla de cualquiera enemigo o amenazan que atente contra el bienestar de este planeta – Agatha continuó.
Lantana borró la sonrisa en su rostro, pero no les despegó la mirada, poco a poco se fue acercando a ellas y estas solo retrocedían en pequeños pasos. Lantana caminó lo suficiente para estar cerca de ambas elementales.
– Pero que tiernas – dijo – hasta me da algo de pena tener que combatir contra ustedes dos.
– ¿Qué es lo que quieren aquí? – preguntó Agatha – ¿Por qué vienen varios de ustedes a este planeta?
Lantana miró a la chica de hebras celestes sin perder su frialdad y sin demostrar otro gesto.
– No me sorprende que mis compañeros incompetentes no les hayan mencionado nada – Lantana se puso firme – la tropa oscura se ha fijado en ustedes desde que cada uno renació, presentan una amenaza potencial para Markland y hemos estado enviando guerreros para acabar con ustedes; sin embargo, el éxito de la misión se ha visto afectado por una humana de nombre Merry y me han enviado a mi para acabar no solo con el obstáculo, si no también con toda la raza de elementales de este mundo debido a que los demás no pudieron con eso.
Agatha y Merry enmudecieron ante las palabras de Lantana, nunca habían investigado a fondo la razón del por qué los ataques eran más recurridos ni el objetivo de sus enemigos.
– ¿Y que tienen que ver las personas contaminadas? – dijo Agatha – ¡¿Por qué se meten con los humanos si ellos no tienen nada que ver?!
Lantana volteó la mirada y le puso la espada en el cuello a Agatha. Fue tan rápido que ninguna de las dos pudo reaccionar para alejarla un poco.
– ¡Déjala! – gritó Merry al ver a su compañera en aquel problema.
– Si te mueves un poco voy a volarle la cabeza – habló Lantana – no puedo responderles esa pregunta, solamente me enviaron a acabar con ustedes, no voy a escatimar en detalles ni tampoco vine a resolverles sus dudas.
Merry se lanzó contra ella tan rápido como Lantana lo había hecho, las espadas de ambas chocaron causando un ruido bastante intenso. La castaña usaba su espada para defenderse de la contraria aun con Agatha entre sus brazos, esta ultima luchaba para soltarse de su agarre mientras que Merry trataba de evitar a Agatha y su vez trataba de golpear a Lantana, ninguna de las dos tuvo éxito.
Lantana soltó a Agatha y luego de defenderse de Merry entre varios ataques saltó hacia atrás para tomar distancia entre sus contrincantes y ella, pero Merry no la dejó en paz y nuevamente se disputaron con sus armas. Los movimientos de Lantana eran mucho más certeros que los de Kriotoro y Cirinia, le costaba bastante trabajo seguirle el paso, pero como podía se protegía de cada ataque y roce de la espada contraria.
La espada de Merry bloqueaba los ataques de Lantana para que la azabache no los recibiera de lleno, Lantana la miraba con una sonrisa confiada y movimientos por demás energéticos. En cierto punto se separaron dando fin a la danza de espadas breve que se había disputado. Merry respiraba agitadamente y Lantana no había perdido su sonrisa mientras la miraba de reojo.
Merry se dio cuenta que sería mucho más difícil combatir a la nueva amenaza, pero tampoco se daría por vencida, ella también era rápida, tal vez si tenia una oportunidad para vencer. Pero, a decir verdad, la espada de Lantana se la ponía bastante difícil, su forma era difícil de manejar y más difícil era esquivarla. Reflexionó de la misma forma que lo había hecho con Cirinia, ella era una guerrera con miles de años de entrenamientos, seguramente dominaba a la perfección aquella extraña técnica de esgrima.
Agatha empuñó su lanza nuevamente y se repuso para ponerse al lado de Merry, esta ultima miró nuevamente a Lantana, quien tenia una leve sonrisa en su rostro.
– Me parece que será una batalla interesante – dijo sin mucha emoción – suerte a ambas, la necesitarán.
– Aún tengo una pregunta – dijo Merry captando la atención de Lantana – ¿Por qué dices que eres la guerrera más poderosa?
Lantana soltó una pequeña carcajada, se puso de frente ante las otras dos y se puso la espada detrás del cuello; apoyándola, pero sin lastimarse.
– Ya se han enfrentado a mis otros dos compañeros, Cirinia y Kriotoro, ellos y yo formamos parte de los tres guerreros de la oscuridad, aunque claro, soy la más poderosa de los tres.
– Pensé que Kriotoro era el más poderoso – susurró Merry, lo suficiente para que la contraria la escuchase.
– Ash, siempre halaga de su poder y siempre lo vencen – dijo Lantana – claro que no, Cirinia es experta en venenos y ataques rastreros, pero siempre se deja llevar por estupideces, Kriotoro es experto en el combate a distancia y ataques imperceptibles, su habilidad para robar energía es única, pero sigue siendo un idiota engreído y eso le ha costado miles de derrotas. En cambio a mi – pausó un momento y soltó un fuerte impulso de energía haciendo retroceder a Merry y Agatha, sus ojos resplandecieron con intensidad y rabia, alrededor de ella se formó una aura rojiza y amenazante que no hacía más que confirmar su poder, esta misma hizo que su cabello se moviera sutilmente junto con los cabo sueltos de la banda que tenía en la cabeza – soy perfecta, soy la guerrera más poderosa, jamás he sido derrotada y he estado perfeccionando mis técnicas hasta en el más mínimo detalle, ¡Sean consientes y participes de lo que mi hoz es capaz de hacer! ¡Y empiecen a rezar a su dios por su vida!
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