✧CAPITULO 2: LAS IDEAS TIENEN LUZ PROPIA✧

-A todo esto ¿Cómo estuvo tu viaje a Kansas?

El clima de esa mañana era bastante frio debido al temporal de lluvias que azotaba la zona. Por aquellas frías calles Merry y Alice estaban regresando de la escuela con dirección a sus casas.

-Estuvo bien, aunque fue algo aburrido, no conozco a nadie de allá - dijo Alice mientras ponía sus manos por detrás de su nuca caminando sin mayor preocupación.

- ¿Y qué tal las personas? ¿son agradables? - otra cosa que destacaba de Merry era su curiosidad, sobre todo, la cualidad que la hacía saber más cosas de lo normal.

- ¿Bromeas?, la gente de Kansas es bastante callada y aburrida o por lo menos la gente que conocí en mi viaje.

Ambas se detuvieron en una brecha donde se separaban para dirigirse a sus casas, a partir de allí cada una iría sola por su camino.

- Oye Merry - Alice llamó a su amiga ganándose la extrañeza de esta misma, tal vez por la forma tan repentina de cambiar el tema de conversación. - hay algo que quiero preguntarte.

Merry no dijo nada, solo se limitó a mirar de forma seria y atenta a su compañera, lista para responder cualquier pregunta de parte de ella.

- ¿Desde cuándo sientes algo por Mike?

La piel de Merry se erizó, sus ojos se dilataron y por una cuarta vez ese día su rostro tomó un color rojo intenso, odiaba con todo su corazón que Alice la pusiera en una posición tan vergonzosa como en la que se encontraba en ese momento. Todo lo que tuviera que ver con Mike de la forma romántica en que ella lo veía siempre la ponía nerviosa.

Tomó una gran bocanada de aire de forma silenciosa para después soltarla de la misma forma, trató de calmarse un momento para contestar a la pregunta.

- Realmente, no se desde cuando - la mirada de la azabache bajó al suelo tratando de recordar algo que le ayudara a responder.

- Supongo que desde hace mucho ¿no?, tampoco recuerdo el día en que me dijiste que te gustaba - comentó Alice.

Entre los vagos recuerdos de la mente de Merry yacía uno de ellos; tal vez era el recuerdo más antiguo que tenía ella de la primera vez que intercambió palabra alguna con Mike.

Sin duda alguna Mike había llamado la atención de Merry desde el primer momento en que se vieron, aunque no de forma romántica, se habían vuelto tan unidos que el vínculo que ella tenía hacia Mike se había vuelto mas estrecho, ya no lo veía como un amigo, sino como un candidato para pasar con él el resto de su vida.

Merry negó ante la confirmación de Alice, luego la pelirroja soltó una sonora carcajada causando confusión en la mente revuelta de su amiga.

- Debes de haber esperado mucho - Alice sonrió con cierta complicidad, su mente retorcida comenzaba a trabajar en un plan que haría; probablemente, la diferencia en la vida de Merry - Mike nos invitó a salir el viernes por la noche.

- ¿Y eso que tiene de especial? Siempre salimos los tres.

- Si, solo que esta vez serán solo ustedes dos - dijo la pelirroja con una sonrisa estirada en sus labios.

Su corazón dio una vuelta completa y su rostro sorprendido hizo acto de presencia, cosa que no había pasado en mínimo algunos meses.

Merry no era consciente de lo que su amiga era capaz de hacer solo por puro placer, no era la primera vez que planeaba algo así y sus planes; la mayoría de las veces, eran exitosos y siempre ella se veía envuelta en los planes de su compañera.

- No te atreverías - dijo Merry retándola.

- Le dije a Mike que iremos los tres, pero realmente solo irás tú, cuando estés con él le dirás que me llame y yo misma le diré que no iré, para que no sospeche nada - dijo Alice orgullosa de su plan tomando una postura egocéntrica.

- ¡No me puedes hacer esto!, ¡¿Qué se supone que haré yo sola?!

Mientras Merry hacia pucheros reclamándole a su amiga de su plan maestro esta solo le limitaba a reír y a burlarse de su compañera.

- Oye, estarás bien, confió en ti y se que a ambos les irá bien.

Lo único que le quedaba a Alice era sonreírle a Merry, aunque fuera raro era la única manera en la que ella se tranquilizaba, después puso las palmas de sus manos sobre los hombros de Merry mientras sus pupilas se clavaban en las de la contraria transmitiéndole seguridad y de su boca salía un "estarás bien" en repetidas ocasiones.

- Tengo miedo Alice - dijo Merry con sinceridad - ¿y si no quiere salir conmigo?

- ¡Tonterías!, claro que va a salir contigo, ponte un vestido lindo, arréglate un poco, usa ese perfume que te regalo en tu cumpleaños y conquístalo, no creo que sea tan difícil estoy segura que caerá a tus pies.

Era una apuesta arriesgada; sin embargo, Alice tenía razón, era suficiente de reprimir lo que sentía, era el momento de que todas esas emociones que reprimían a Merry fueran liberadas y ella floreciera luego de 15 años de represalias.

- Está bien, lo haré y luego tu deberás salir con Eduard.

- ¡Hey! Tramposa - contestó Alice con una risa ligera que se escapo de sus finos y suaves labios.

Alice volvió a sonreír cuando se dio cuenta de la sonrisa de su amiga, hacia tiempo que no sonreía lo cual era una lastima ya que ella tenia una sonrisa hermosa, capaz de opacar al mismo sol.

Ambas se quedaron un rato mas en aquella brecha, riendo y bromeando del plan que ambas habían armado, luego de eso cada una siguió su camino con rumbo a su hogar.

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Merry mantenía la sonrisa que su amiga había logrado sacarle, a la vez que cantaba una de sus canciones favoritas. La forma de sacar su estrés era cantando, solía cantar las mismas canciones una y otra vez para poder relajarse, pero jamás lo había hecho en público.

Definitivamente era algo nuevo para ella, jamás se había atrevido a cantar donde alguien pudiera escucharla y ahora se encontraba haciéndolo donde varias personas podían verla y podían deleitarse con su melodiosa voz.

No era como si les molestara, ya que se podían considerar afortunados de escuchar tan bella melodía de parte de la bella doncella que la ejecutaba. Realmente era triste que un talento tan hermoso como el de ella fuera oculto de una manera tan oscura como Merry lo hacía.

Era increíble lo que sus padres habían provocado en ella, como la represión que la llevo a ser la mejor hija que cualquier padre estricto puede desear se había convertido en el arma que puso fin al florecimiento de los mismos sentimientos de su propia hija.

Del como un ambiente tan conflictivo se había convertido en algo tan rutinario que ya ni siquiera le importaba, ¿y realmente que tenía que hacerlo? Por mas que tratara de cambiar las cosas siempre regresarían a lo que eran desde un principio.

Merry lo confirmó al llegar de nuevo a su hogar y escuchar a su madre gritándole a su padre atreves de la puerta, ambos estaban furiosos y ella sabia que realmente no era buena idea entrar.

Se marchó al Presidio, varias dudas aquejaban a su mente y no la dejarían en paz hasta que resolviera todas y cada una de ellas, supuso que si regresaba aquel lugar encontraría alguna pista o alguna respuesta de lo que estaba pasando con ella. Llegó al mismo lugar donde rayo había caído la noche anterior, por alguna razón no tenía miedo, su sed de verdad era más fuerte que el miedo que ella podía poseer en ese momento. Esperó que no hubiera nadie cerca que pudiera escucharla o verla, si había algo oculto en ese mismo momento lo averiguaría.

- ¡Bien! ¡aquí estoy! - Merry le gritó al bosque esperanzada de obtener alguna respuesta a sus miles de preguntas - se que no fue un sueño y estoy aquí para reafirmarlo, si debes decirme algo - pausó un momento perdiendo su mirada en los frondosos árboles - te escucho.

Ella se refería a la dama que había visto en su mente, suponía que si se había aparecido de esa manera era por que seguramente debía decirle algo importante. Varias opciones le vinieron a la mente, tal vez solo se trataba de un espíritu o tal vez Alice tuvo razón, todo se trató de un sueño extraño que ella tuvo.

Merry se sentó en la hierba justo donde bailaba la vez anterior a esperar respuesta o por lo menos que algo extraño pasara.

A la primera hora de la espera comenzó a tararear mientras se mecía sobre si misma en la hierba, el clima era cálido y se escuchaban varios pajarillos cantar. A la segunda hora de espera se había puesto a leer recostada en la hierba, el clima empezaba a ponerse templado. A la tercera hora Merry empezaba a contarle cosas al bosque, el cómo se sentía respecto a lo ocurrido, claramente sin respuesta alguna del mismo. A la cuarta hora empezó a cantar fuerte como la vez anterior, esperando tal vez un segundo rayo, no ocurrió nada. A la quinta hora el clima empezó a enfriar y los arboles se empezaron a mecer con la fuerte brisa, Merry se levantó de su estadía para esperar que ocurriera algo, no ocurrió nada.

Era la sexta hora y Merry ya estaba cansada, poco le faltaba para dejar todo y marcharse a su casa, el aburrimiento era abismal y el frio tampoco ayudaba en nada.

- Maldición, no se para que vine - se dijo a ella misma mientras ponía sus manos a los lados de su cadera sobre el pasto y a su vez bostezaba con cansancio - esa mujer no me dirá nada, ni siquiera sé si aparecerá.

Los arboles seguían moviéndose junto con las flores que yacían en ese bosque, una Merry desilusionada y sin esperanza también estaba junto con ellos, no pudo esperar más y se levanto de donde estaba sentada.

Así como el aire provocaba que los arboles se movieran también hacía que la tierra se levantara, las pequeñas partículas del elemento pasaron lo suficientemente cerca de la nariz de Merry, provocando una pequeña molestia.

- Ah...ah...

El cosquilleo en su nariz era bastante molesto, más que cualquier otro estornudo normal.

- Ah... ¡achú!

Al momento en que Merry dejó salir su estornudo sus manos lanzaron una fuerte ráfaga de luz hacia los árboles que estaban próximos a ella provocando un gran estruendo en todo el Presidio.

Merry estaba impactada con lo que sus ojos acababan de presenciar. Se quedó en silencio y con los ojos abiertos de par a par, estaba realmente sorprendida. Le tomó algunos segundos recapacitar para después mirar sus manos, estas parecían estar bien, sin ningún tipo de herida o rasguño.

- ¿Pero qué mier...- exclamó con sorpresa y en susurró.

Luego de aquello intento a voluntad propia trataba de repetir lo que acababa de hacer, sin éxito alguno.

- Vamos... vamos... - repetía constantemente mientras trataba de replicarlo.

Con su mano derecha tomo un poco de tierra y lo pasó ligeramente por su nariz para que esta la hiciera estornudar, cuando sintió las cosquillas puso sus manos al frente, salió la expulsión y otra ráfaga salió junto con el causando un estruendo un poco menor al anterior.

La risa de Merry envolvía el lugar mientras ella saltaba y danzaba de alegría, lo que acababa de hacer le había gustado y mucho, no sabía de qué se trataba pero estaba contenta de lo que había logrado.

- ¡Sabia que no era algo normal! - dijo alegre entre risas, para después calmarse un poco y volviendo en sí, miró las palmas de sus manos nuevamente - ¿esto es real?, ¿de verdad no es un sueño?

La mente de Merry estaba tan rota que ya no podía distinguir la verdad de los sueños, pero debía admitir que si tal vez fuera un sueño se sentía bastante real y en caso de que no lo fuera tal vez era lo mejor que le pudo pasar alguna vez.

Estuvo por un largo tiempo intentando lanzar ráfagas a voluntad propia, sin éxito. Entonces intento con los estornudos que, aunque la mayor parte de esos intentos funcionaban iban perdiendo efectividad y fuerza conforme pasaba el tiempo y los intentos.

La nariz de Merry quedó totalmente enrojecida y su voz estaba dañada, Merry tenia el perfil de una persona enferma de gripe por lo que no le fue posible seguir en ese momento.

La noche ya había caído, pero ella no se había dado cuenta, apenas se había recompuesto de sus estornudos se le ocurrió otra idea para intentar. Recordó por un breve momento e hizo una hipótesis; si el rayo cayó por culpa del canto de Merry, sus poderes florecerían por el canto también.

Merry cerró sus ojos, se concentró por un momento, inhaló y exhaló varias veces para después comenzar a cantar en medio de la oscuridad de la noche.

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Era otra de sus canciones favoritas, su voz armoniosa resonaba en eco por todo el Presidio, sus manos se movían con gracia y delicadeza al igual que todo su cuerpo en general, trataba de estar lo más relajada posible, sus pies la hacían parecer tan ligera como el mismo aire.

El frio de la noche se calmó junto con los fuertes vientos que hacían estremecer a los árboles, las manos de la agraciada Merry resplandecían sutilmente y ese mismo brillo subía de forma gradual hasta su corazón, mientras movía sus muñecas al ritmo de la canción, pequeñas ráfagas en forma de cuchillas resplandecían en una cegadora luz blanca y se abrían paso entre los árboles, entre más libre se sentía Merry, más fácil era de controlar aquel poder. La luz viajaba de su corazón hasta la palma de sus manos para así salir disparado a la velocidad que Merry pensara o a la velocidad que ella quisiera.

Merry estuvo horas practicando aquel poder hasta que se dio cuenta de varias cosas, cosas que le ayudarían a tener el control sobre lo que sea que fuera aquello.

Entre más concentrada estuviera las ráfagas serían más fuertes y precisas, entre mas libre se sintiera las ráfagas serían más lentas y menos fuertes. Aun así, ninguna de las ráfagas tuvo la potencia suficiente para cortar el tronco de ningún árbol.

Sin embargo, ahora podía realizar leves ataques a voluntad, aun no sabia a que se debía todo lo que estaba pasando, ni tampoco sabía si el relámpago tenía algo que ver con el poder que había obtenido y mucho menos sabia si todo era real.

Mas tarde regresó a su casa ignorando olímpicamente si alguno de sus padres estaba despierto o estaban peleando. En cuanto llegó a su alcoba reviso su teléfono, no quería que Alice le volviera a reclamar y efectivamente tenia innumerables mensajes y bastante llamadas perdidas de su parte.

Mientras contestaba todo lo que podía se dio cuenta de lo tarde que su reloj marcaba la hora, dando las 1:15 de la mañana. Merry suspiró mientras hacia a un lado su teléfono y miraba el techo de su habitación.

- El viernes con Mike - susurró mientras pensaba en el chico que le gustaba, le gustaba pensar en sus cabellos que tanto le recordaban al chocolate y a la sonrisa encantadora que siempre le hacía sentir mejor.

Una pregunta sacudió su cabeza bruscamente, ¿desde cuando le había empezado a gustar Mike?, ¿desde cuándo su mejor amigo se convirtió en su hombre ideal?

Entonces la respuesta estuvo clara.

Desde ningún momento en especial o en concreto, siempre le había gustado, quizá hasta antes de nacer. Merry no pensaba en casarse o formar alguna familia, pero cuando se trataba de Mike esa idea no parecía tan mala; de hecho, parecía la mejor de las ideas.

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