✧ CAPITULO 17: PRIMERA LEYENDA: EL BORO✧
La desesperación era bastante agobiante para los elementos, Merry incluida. Los decesos comenzaron a ser un problema para el nuevo ejército de Luna a tal grado de tener más decesos que personas salvadas.
La contaminación se había extendido por todo el globo y los elementales hacían lo que podían para detenerlo, cada uno se esforzaba a pesar de siempre tener el mismo resultado.
Durante varias semanas se estuvieron turnando para lidiar con el problema y tuvieron que examinar a varios de ellos para saber cómo tratarlos de forma más eficiente.
Pero para sorpresa de todos, todo se calmó de un de repente. No había casos de contaminación, ni decesos, ni siquiera podían detectar algún tipo de energía ajena a la de ellos. Merry pensó que tal vez se trataba de algún tipo de decline de parte de su enemigo, Luna sabía que estaban en el ojo del huracán.
A pesar de no encontrar nada en aquellos días Merry salió a vigilar cerca de donde ella vivía como lo hacía pocas semanas antes de que todo eso ocurriera. Era ajetreado para ella estar pendiente de su trabajo como elemental y de su trabajo como una simple estudiante a punto de dar un gran paso.
Mike la había encontrado por casualidad en aquellos lares y no dudó en acercarse a ella, sin importar lo que antes había vivido con Merry y sin importar que sus sentidos le clamasen alejarse de la situación.
Al contrario de Merry aquel beso le había provocado más que solo un rubor momentáneo. No podía sacarla de su mente y aunque trataba de comportarse lo mejor posible con ella no lo lograba. Por qué ya no la veía como una amiga, ahora la veía como alguien con la que podría pasar el resto de su vida.
Mientras se acercaba a ella su corazón se agitaba y sus manos comenzaban a temblar, no sabía cómo era posible que ella le pusiera tan nervioso de aquella manera. Estaba consiente de los sentimientos que Merry tenía hacia él casi desde sus inicios y nunca le había puesto atención a la situación. Hasta parecía que le hubiera encantado de alguna forma.
Su palma se posó en el hombro de Merry y esta se giró con rapidez; tanta rapidez que hasta daba un poco de miedo, Mike sonrió y Merry le respondió con otra sonrisa y un leve rubor.
– Buen día Merry – dijo Mike sin quitar su hermosa sonrisa – ¿Qué haces por aquí?
– Buenos días Mike, ya sabes, mis caminatas matutinas.
Mike soltó una leve risita ocasionando un nuevo sonrojo y un vuelco en el corazón de la menor.
– ¿Te molesta si te acompaño? – volvió a preguntar poniéndose al lado de su acompañante.
– Para nada.
Ninguno de los dos podía quejarse, estar tan cercanos los hacía sentir bien, sus corazones latían como uno solo y no podían evitar sonrojarse antes las acciones que hacia su contrario por más mínimas que estas fueran.
Caminaron por un tiempo hablando de varias cosas, pero sin tocar el tema del beso ni nada parecido. A ojos de los demás se podía deducir que eran una pareja encantadora a pesar de ser solo amigos hasta ese momento.
– ¿Sabes cómo esta Alice? – preguntó Merry.
– Ella está bien – respondió Mike – ha estado algo ocupada y por eso no hemos salido mucho, también ha estado estudiando Frances y eso le quita mucho tiempo.
– Lamento no poder salir mucho con ustedes luego se…
– Tranquila – Mike le interrumpió a la vez que le regalaba una sonrisa – entendemos perfectamente, no te preocupes por eso.
Merry sonrió y asintió con alegría, le hacía feliz saber que ellos confiaban en ella de aquella manera y que tal vez estarían a salvo si mantenían un poco de distancia.
En esa solitaria calle podía sentirse la alegría de esos dos seres que estaban mutuamente acompañados mientras el aire fresco les recorría los cabellos y la piel anunciando un nuevo sentimiento.
Ojalá la alegría se hubiera mantenido.
Merry se quedó estática, sus ojos se abrieron por la sorpresa y como si fuera un relámpago sintió una energía colosal. Era diferente a la de sus compañeros y a todo lo que se había enfrentado antes. Empezó a sudar frio y sus manos temblaban con brusquedad, el miedo le había invadido por completo.
– ¿Estas bien? – Preguntó Mike al ver la reacción inesperada de su compañera el cual lo hizo alterarse al igual que la azabache.
Merry se recompuso y miró hacia todos lados tratando de averiguar de dónde venía la energía. Sus nervios se incrementaron en cuanto sintió que la energía comenzaba a elevarse y empezaba a acercarse más a ellos.
Tomó la muñeca de Mike y lo arrastró con ella detrás de un callejón justo como lo había hecho Liam en días anteriores. Le cubrió la boca con la mano y lo mantuvo cercano a su pecho para que este no hiciera ningún ruido, Mike intentó soltarse del agarre de Merry sin éxito alguno. Se dio cuenta que su amiga era verdaderamente fuerte físicamente y le fue imposible soltarse. Tampoco es como si hubiera querido separarse de ella.
La calle seguía desolada pero la energía seguía presenten, Merry miraba hacia afuera tratando de encontrar algún indicio o algo que le indicara de quien era la energía que podía sentir.
Un olor repulsivo invadió sus fosas nasales, la sorpresa se apoderó de ella nuevamente y con su mano cerca cubriendo la boca de Mike aprovecho para cubrirle la nariz.
– ¿Qué pasa? – preguntaba Mike alterado, a duras penas y en susurros.
– Solo no respires ese olor.
Merry luchaba contra sí misma para no vomitar por el nauseabundo olor y hacia lo posible para que Mike no pudiera oler aquel perfume asqueroso sin tener mucho éxito.
– Maldición huele horrible – susurró el castaño.
Estuvieron un rato en aquel lugar hasta que aquella peste se disipó. Merry suspiró y trató de salir de aquel callejón con Mike detrás de ella, de nuevo sintió aquella explosión de energía la cuál evitó que salieran de su escondite.
Esperó un poco más y asomó la mirada, pudo visualizar a la que tal vez seria su próxima enemiga y no pudo evitar dar un salto pequeño por el nuevo escalofrió que esta le había proporcionado.
Una mujer alta y esbelta de cabellos oscuros y ondulados como los mantos de las noches caóticas parecido al vestido pegado de color negro que poseía, sus piernas eran cubiertas por dos mayas de seda delgadas y unas botas largas hasta sus rodillas, en las manos poseía dos espadas negras, brillantes y filosas y sus manos estaban envueltas en guantes de seda oscuros como el resto de su ropa.
Merry tragó grueso, sabía que no era una buena señal y que no se trataba de una aliada. Podía sentir su energía; sin embargo, esta era diferente, se sentía totalmente anormal a lo que sentía cuando estaba cerca de sus compañeros.
Se giró con el mayor de forma seria y tensa al mismo tiempo, Mike estaba temblando de miedo y nervios por la situación extraña que no entendía.
– Que planeta tan repulsivo.
La voz de la mujer era bastante apacible, pero a la vez intimidante. Se tomó el tiempo de observar el panorama que le proveía la calle desolada, una sonrisa malévola se formó en su rostro al darse cuenta que tendría mucho con que trabajar ahora que se encontraba en el epicentro de donde todo comenzó.
– Estoy harta de estar escondida – dijo nuevamente mientras soltaba una pequeña risita – bien… ¡debo encontrar más material para hacer mi ejercito!
Rápidamente huyó de aquel lugar mientras corría por la calle con ambas espadas a sus lados.
– ¡Mierda! – dijo Merry quien acto seguido se giró hacia su Mike – quédate aquí, no importa que pase, no te vayas de aquí, voy a regresar.
– ¡Espera! – tomó la muñeca de Merry antes de que se fuera – ¿Qué pasa? ¿Por qué actúas así?
Merry apretó los labios, sus ojos transmitían preocupación de sobre manera y su corazón latía rápidamente. No quería que Mike pasara por algo traumático, pero tampoco contaba con mucho tiempo.
– Por favor espera, no salgas de aquí.
Se soltó de su agarre y salió corriendo del callejón para perseguir a la misteriosa mujer. Mike no se quedó atrás y tampoco se quedó para observar a su amiga marcharse a una situación que para él era desconocida.
Mike corrió detrás de ella, pero Merry era rápida y no pudo alcanzarla, su cabeza le daba vueltas y a medida que pasaba el tiempo la preocupación era mayor.
– Con un demonio, no puedo localizarla – decía Merry en sus adentros sin dejar de correr y tratando de sentir la energía de la mujer.
Ambas eran silenciosas, parecían dos ninjas atravesando la sola ciudad con el calor sofocante de un día desastroso.
Por fin la encontró, a varias manzanas de su punto de partida. Encontró además varios rastros de sangre y dos personas heridas, contra una pared mientras la mujer los amenazaba con su espada brillante y a la vez oscura.
– Que ridículos – dijo aquella mientras mantenía una carcajada y le daba la espalda a Merry – los humanos son seres patéticos. Bueno, por lo menos tienen algo de potencial para formar parte de mi sequito.
Levantó su mano izquierda blandiendo su espada y atemorizando a sus víctimas. Sin pronunciar ni una palabra tomó impulso para atacar a los dos hombres que tenía enfrente.
Para su desgracia y antes de que pudiera acertar su golpe sintió una fuerte patada en el rostro que la hizo volar varios metros a su derecha y la hizo chocar contra una de las paredes que estaban cercanas ocasionando un fuerte y estruendoso ruido.
Los otros dos se levantaron como pudieron y con miedo miraron a Merry quien era la causante de haber pateado a la mujer de cabellos negros.
– ¿Quién eres tú? – preguntó uno de ellos con la voz temblorosa.
– Eso no te incumbe – dijo Merry sin quitar la mirada del lugar donde la contraria se había impactado – si quieren vivir lárguense.
No hizo falta mencionarlo dos veces para cuando estos ya se habían marchado. Merry no se apartó de su sitio ni tampoco apartó la mirada, se puso en guardia y como lo presintió ella no se detendría con ese golpe.
– Niña malcriada… – dijo aquella mujer quien se reponía de su ataque y se levantaba de nuevo para encarar a Merry.
Los ojos marrones de Merry se volvieron a abrir con sorpresa al notar los ojos de su contrincante. Eran absolutamente negros y poco interrumpidos por un pequeño brillo ocasionado por el sol brillante que había en ese momento.
Vista de cerca, a pesar de ser hermosa daba terror y sus ojos causaban un miedo irracional.
– Puedo sentir una energía emanar de ti – dijo Merry – pero no se parece a ninguna que haya sentido antes. ¿Quién eres?
Aquella soltó una nueva carcajada aguda y sonora sin despegar la mirada de su nuevo contrincante.
– No puedo creerlo, que suerte tengo – dijo esbozando una sonrisa – puedo sentirlo, tu energía es tan única. ¡Tengo tanta suerte!
Merry entrecerró los ojos para tratar de adivinar lo que su contraria quería decir. Una gota le escurrió desde su frente hasta su mentón, estaba bastante nerviosa.
– No entiendo el chiste, explícamelo – dijo Merry sin cambiar su expresión seria.
– Pues veras, he estado oculta en este planeta durante varios meses esperando que aparecieras... Elemental de la luz – dijo aquella mujer luego de blandir sus dos espadas nuevamente – soy Cirinia, elemental del Boro.
La sorpresa invadió nuevamente a Merry. Ella era otra elemental, pero su energía era diferente, parecía más como un olor pestilente que como una presencia tranquila y poderosa.
Mike llegó a la escena y se acercó a Merry, esta solo miró a Mike con nervios y enojo, pero poco podía hacer por el castaño y tampoco se detendría a hablar con él y dejar que la contraria escapase.
– ¡Te dije que te escondieras!, ¡No puedes estar…
En un parpadeo Merry fue atacada por una rápida y poderosa ráfaga lanzada por Cirinia que la hizo retroceder justo como ella lo había hecho.
– ¡Merry! – Mike gritó, acto seguido corrió hasta donde aquella había terminado.
Desesperado, Mike se puso en frente de Merry encarando a Cirinia y con sus brazos abiertos para evitar que fuera atacada nuevamente.
– ¡Ja! ¿Qué piensas que puede hacer un niño como tu para defenderla? Eres patético como el resto de los humanos que habitan aquí.
– ¡No sé qué puedo hacer! ¡Pero voy a protegerla de ti! – Mike trataba de vencer su miedo, aun así, sus manos temblaban y su quijada se presionaba con bastante fuerza, Merry notó eso.
– Idiota – dijo Cirinia – ¡esto es entre nosotras!
Cirinia levantó su espada para tratar de golpear a Mike, el castaño cerró los ojos esperando el impacto del ataque e igual que la vez anterior se vio interrumpido por Merry quien se había puesto en medio de este recibiendo el ataque y deteniéndolo al mismo tiempo con su brazo, este comenzó a sangrar sutilmente debido a la herida generada.
– Por eso te dije que debías estar escondido – dijo Merry mientras forcejeaba contra Cirinia y Mike volvía en sí; impresionado por lo que Merry se había atrevido a hacer.
– ¡Ja! ¡Vaya que eres resistente!
La chica de los ojos negros se dio cuenta de que no podría ganarle a Merry estando tan cerca, saltó y dando un giro hacia atrás cayó varios metros lejos de ella.
Mike se puso detrás de Merry mientras ella de nuevo recobraba su postura defensiva.
– Mike necesito un favor – dijo.
– ¿Qué sucede? – Mike titubeó, sus sentidos estaban poniéndole los cabellos de punta y poco le faltaba para echarse a correr.
– Necesito que no digas nada de lo que vas a ver – Merry le sonrió para darle confianza – ¿Esta bien?
Mike tragó grueso, asintió sutilmente luego de varios segundos reflexionando lo que Merry le había dicho.
– Claro… lo prometo – no sabía por qué, pero sentía que debía confiar en su amiga.
– De acuerdo – volteó la mirada hacia Cirinia – cúbrete, esto se va a poner intenso.
Merry suspiró, concentró toda su energía e hizo aparecer su característica transformación dejando pequeñas estelas rojas que eventualmente se llevaría el viento, el aire hacía que su vestido ondeara sutilmente y su postura defensiva la hacía lucir imponente.
Los ojos de Mike brillaron al ver a Merry vestir de aquella forma y tan de repente, la hacía lucir verdaderamente hermosa, era como si un ángel hiciera acto de presencia y su luz incandescente inundara la zona con una calidez reconfortante.
– Soy Merry, elemental de la luz – Merry abrió las piernas sutilmente con su puño derecho cerca de su pecho y su mano izquierda se mantenía abierta frente a ella para defenderse, una leve sonrisa se asomó en sus labios y su energía incremento de sobre manera. Su mirada se plantó en Mike momentáneamente y luego se fue directamente a Cirinia – y mi misión aquí es cuidar de este mundo, de su gente y defenderlo de amenazas como tú.
Por primera vez Merry tenía su objetivo claro y eso era gracias a Mike, quien estaba allí para ella, su corazón se llenó de dicha y felicidad por al fin encontrar su misión en el mundo.
– ¡JA, JA, JA! – Cirinia volvió a reír – ¡Eres como me lo imaginaba! ¡Patética! – la sonrisa de Cirinia era realmente enorme. Ambos se dieron cuenta que lo que tenían enfrente no era una humana – ¡Todos en Markland están ansiosos por tu muerte! ¡Qué alegría ser yo la que cumpla con la profecía!
Las espadas de Cirinia empezaron a deslumbrar y emanar un olor repulsivo, igual al que Merry había olido hacía ya unos momentos.
– Maldición otra vez – dijo Merry.
– Como sabrás, el Boro es un elemento toxico de un color negro brillante, su olor es bastante fuerte y debilita exponencialmente a mis enemigos – Cirinia cruzó sus espadas enfrente de Merry tratando de exponerlas ante ella – estas son las famosas espadas de Boro, inquebrantables, mortales y por demás venenosas, un solo roce de ellas y tendrás un pie en tu sepultura, ¡Admira las armas de tortura que usaré para asesinarte!
Cirinia hizo rozar las espadas entre sí para posicionarlas cada una a su lado. El sonido agudo que provocaron las dos espadas al rozarse mutuamente le indicó a Merry una cosa. Estaba enfrente de una verdadera amenaza.
Se puso al frente y corrió hacia Merry rápidamente, esta última no se movió. Con agilidad empezó a atacarla con su espada cuando estuvo verdaderamente cerca de Merry, ella esquivaba como podía, había tomado el consejo de su enemiga, no dejaría que ninguna espada le rozase la piel.
Mike se hizo hacia atrás dejando espacio para que Merry y Cirinia se debatieran sin interrupciones, se volvió un espectador en una batalla que tal vez solo él presenciaría.
Los movimientos de Merry eran bastante habilidosos, parecía que bailaba en el aire a modo de saltos mientras trataba de que su contrincante no la atacara.
Saltó hacia atrás y manteniéndose en el aire, pronunció.
– ¡Luz Naranja!
Las navajas naranjas acertaron a Cirinia encajándose en su piel a pesar de esquivar una gran cantidad de estas mismas.
De sus heridas brotaron hilos de sangre realmente oscura como las personas contaminadas que los elementales habían sanado hace mucho tiempo, pero ella parecía imparable.
A pesar de estar herida no se quejó, no se detuvo y mucho menos dejó de atacar, Merry volvió a repetir su ataque con la esperanza de que Cirinia se detuviera, aunque fuera solo un momento. No tuvo éxito.
Se aproximó a Cirinia manteniéndola adentro del callejón y con las pulseras doradas de sus muñecas detenía los ataques de sus filosas espadas las cuales la atacaban con ferocidad y rapidez.
– ¡JA! ¡Admiro de verdad tu tenacidad, pero es algo inútil! – dijo Cirinia mientras estaba enfrente de Merry.
El olor de su espada hizo que la azabache se debilitara gradualmente en aquellos minutos de confrontación. Volvió a atacarla causándole pequeñas pero lacerantes cortadas en el rostro de Merry; quien, aunque intentó esquivar no tuvo mucho éxito.
Eventualmente Cirinia se alejó de Merry, esta última respiraba con dificultada y su sangre escarlata brotaba de su mejilla, hombro y su frente. La espada de Cirinia le ocasionaba un dolor insoportable aun con la ligereza de los pequeños rasguños que le había provocado y alrededor de estos mismos un color negro empezaba a pudrir la piel de su rostro.
Se contenía como podía para no gritar del dolor que le era provocado por sus heridas. Sus suspiros pesados hacían que Mike se sintiera bastante preocupado por ella, pero tampoco podía intervenir en su batalla.
Merry se lanzó de nuevo contra Cirinia, evadiendo sus ataques repetitivos con sus espadas y acercándose lo suficiente para poder tener un poco de contacto con su cuerpo y así atacarla.
–¡Luz roja!
En un movimiento rápido pudo atacar a Cirinia con sus ráfagas haciéndola retroceder, esta aprovecho la oportunidad para lanzar una espada al aire y poner su mano de frente a Merry mientras ella seguía atacando con sus ráfagas rojizas.
–¡Boro! – Cirinia gritó.
Varios rayos ennegrecidos impactaron a Merry, uno se clavó en su hombro y otro en su muslo, dejó de atacar instantáneamente y un grito desesperado salió de su boca.
Alrededor de la herida empezó a ennegrecerse al igual que las cortaduras de las espadas. No solo las espadas eran toxicas, sino también los ataques de Cirinia.
La energía de Merry se estaba agotando por los ataques de Cirinia, a este paso Merry perdería ante ella por la debilitación de sus poderes.
– Debes saber que el Boro es bastante peligroso si entra en contacto con algún humano – dijo Cirinia – tus heridas van a llevarte a la muerte de seguir así y al parecer están empezando a hacer efecto.
Merry quiso volver a atacar, pero cuando trato de moverse algo se lo impidió, sus pies estaban pegados al piso por medio de un cristal, sus heridas comenzaban a cristalizarse y extenderse por todo su cuerpo como un hielo oscuro que cristaliza lo que se le atraviese.
– Maldita sea – susurró para sí misma mientras intentaba salir de la que parecía ser su sepulcro.
– Eso es – dijo Cirinia esbozando una sonrisa – ¿es todo lo que tienes? ¿Es todo lo que puede hacer la elemental de la luz? ¡Ja! ¡Patética!
El cristal iba avanzando con el tiempo hasta que sus piernas estuvieron cubiertas por el mismo al igual que su abdomen, hasta su pecho y su brazo izquierdo.
Cirinia reía alegre con lo que estaba logrando, le causaba un gran placer ver lo que era capaz de hacer con sus poderes y que la vida que quitaría seria ni más ni menos que su nueva amenaza.
Poco le duró, el cristal comenzó a detenerse mientras Merry seguía forcejeando consigo misma y un resplandor empezó a emanar de ella.
– Para serte sincera… estoy cansada de tu risa tan molesta – dijo Merry entre dientes.
Cirinia miró la hazaña asombrada y su sonrisa se borró al instante.
– ¿Qué?... mi cristal esta…
El cristal comenzó a agrietarse gradualmente y mientras Merry se esforzaba, este empezó a desprenderse hasta que por fin se rompió, estallando en pedazos.
Mike abrió los ojos con sorpresa nuevamente. En la espalda de Merry resplandecían dos alas celestes brillantes y traslucidas, sus plumas parecían estar hechas de luz y brillaban como la misma intensidad que el sol. Una sonrisa se esbozó en su rostro y a su vez Cirinia estaba impactada por lo que veía.
– Luz amarilla – Merry desenvainó una espada dorada y la movió con agilidad demostrándole a Cirinia sus capacidades – ¿Qué pasa Cirinia? ¿pensaste que eras la única que podía usar una espada?
Cirinia se tensó y retrocedió dos pasos sin poder argumentar nada y con su quijada totalmente tensa.
Merry sujetó la espada con sus dos manos y la puso cerca de su rostro como si fuera un bate de beisbol, sus ojos habían cambiado de marrones a amarillos incandescentes y su sonrisa macabra hizo estremecer de miedo a Cirinia.
–¡Prepárate Cirinia! ¡Es mi turno de jugar!
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