✧CAPITULO 14: LA ARENA DEL SAHARA✧

Todos entendían a la perfección la gravedad del asunto que estaban enfrentando. Habían tomado una decisión y sería ir a revisar la ciudad de vez en cuando.

Luego de la pelea que tuvieron Liam y Merry con los contaminados los casos se dispersaron. Los elementos tenían que adaptarse para encontrar a los afectados por todas partes del mundo.

Las noticias también volaron por todos lados. Los noticieros advirtieron de esta “nueva enfermedad” y los médicos se dieron a la tarea de encontrar una solución. Estos mismos especularon que no tenía cura, porque claro la única que podía sanarlos era Merry.

Se corría el rumor; este contado por testimonios de personas que estuvieron contaminadas, que vieron a un ángel salvarles la vida y a pesar de decir toda la verdad, casi nadie les creía esa historia.

A pesar de lo rápido que se esparcía este “virus” los decesos eran mínimos ya que los elementos se encargaban de forma discreta de acabar con el mal que alguien había puesto dentro de ellos.

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– ¡Serpiente azul! – Agatha había lanzado una de sus fuertes corrientes de agua a una de estas denominadas “sombras”.

Ambas elementales viajaron hasta el norte de Chile por órdenes de Luna para encargarse de tres sujetos que estaban siendo contaminados y los cuales habían estado ocasionando problemas.

– ¡Luz roja! – gritó Merry y al igual que su compañera atacó a los otros dos.

Ambas se acercaron lo suficiente para que sus espaldas tuvieran contacto concentrándose y mirando la reacción de sus contrarios.

– Bien, es el momento Merry – dijo Agatha con una sonrisa.

– Entendido – Merry suspiró, levantó sus manos delante de ella y concentró la mayor cantidad de energía que pudo – por favor acepten esta ofrenda de paz.

De la azabache brotó una luz incandescente que salió de sus manos ocasionando que las manchas negras que yacían en los cuerpos contaminados desaparecieran y a su vez estos se desplomaron en el piso. Al parecer era la única manera de regresarlos a la normalidad.

– Uff, eso estuvo bastante bien – dijo Agatha mientras estrellaba su mano contra la de Merry – aunque me sigue pareciendo ridículo lo que debes decir para poder sanar a esas personas.

– Lo sé, pero debo hacerlo igual – Merry bostezó – son las 6 de la mañana, no dormí casi nada y aun debemos ir con Luna.

Durante casi toda la noche ambas elementales estuvieron moviéndose de un lugar a otro para sanar a las personas afectadas. El brote era bastante grande y tal vez controlarlo sería algo difícil.

Ambas chicas pusieron a los hombres afectados en una zona donde pudieran ser visibles. Por qué claro ellas no se harían responsables de su salud ni de lo que les pasara después.

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– Bien, ¿Cuántos van hasta el momento? – dijo Luna quien se encontraba con Winder y Liam analizando la situación y contabilizando los ataques.

– Según mis cálculos son treinta y siete, quince de ellos mujeres y veintidós son hombres. Tenemos veinte casos en América, cinco en Asia, cinco en Europa y siete en Oceanía. – dijo Winder mientras miraba los contadores en una pizarra y Liam solo escuchaba con atención.

Luna suspiró eran bastantes casos para solo dos días y precisamente estos seres atacaban en el atardecer y por la noche. Esto hacia que lo elementos tuvieran que estar más atentos durante este tiempo.

Merry y Agatha llegaron al coliseo luego de sus varios enfrentamientos por la noche. Merry estaba agotada y sinceramente Agatha se veía como nueva.

– Estoy harta de estas caminatas eternas para llegar hasta aquí – dijo Merry mientras caminaba arrastrando los pies.

– No seas exagerada – dijo Agatha quien caminaba a su lado – solo son un par de metros.

– Pero no he dormido nada.

– Solo fue una noche, estarás bien.

– Qué bueno que llegaron – dijo Luna cuando las tuvo lo suficientemente cerca – ¿Cómo les fue?

– Bien – contestó Agatha – ningún descenso.

A pesar de la terrible situación que enfrentaban se sentían aliviados. A final de cuentas no tenían que sacrificar a nadie a menos que la situación se les estuviera escapando de las manos.

– De acuerdo – dijo Luna – no podemos perder más tiempo, debemos ir por Ahmed.

– Su ubicación es la misma, tal vez podamos llegar a él si nos marchamos ahora – dijo Winder con entusiasmo.

Luna se quedó pensativa durante algunos momentos mientras miraba a las tres elementales. A decir verdad, Liam no estaba en totales condiciones para ir por Ahmed porque sabía que tendría que enfrentarlo y sus heridas podrían agravarse seriamente.

– Bien, será mejor que vayan WInder, Agatha y tu Merry – dijo Luna – Liam debe quedarse a descansar y parece que las heridas de Merry están sanadas.

– ¿Es una broma? – Dijo Liam mientras se levantaba de donde yacía sentado – ¿Qué pueden hacer ellas?

Las tres lo miraron con indignación mientras estaban sorprendidas y molestas, todas comenzaron a reclamarle mientras este solo se cruzaba de brazos y giraba la cabeza plantando la mirada en algún otro punto.

– ¡Eres un imbécil si piensas que no sabemos cómo llevar la situación! – Gritó Agatha – ¡No solo vamos a convencerlo! ¡Vamos a traerlo de vuelta!

– Eso quiero ver – dijo Liam con una sonrisa traviesa en su rostro – princesitas.

Las tres hirvieron de furia y seguían gritoneándole al elemental del fuego, Luna intervino cuando pudo sentir que la energía de sus tres elementales iba en aumento y que en algún punto se iba a desplomar en un ataque hacia Liam.

– Bien, suficiente – como pudo trato de separarlas una por una ya que poco les faltaba para que se debatieran a golpes – tranquilas, mejor vayan por Ahmed o si no se les va a escapar.

A pesar de que todas aceptaron y cuando empezaron a caminar voltearon a ver a Liam de forma asesina mientras este se burlaba de ellas y le mostraba la lengua.

Las tres suspiraron al unísono y se aventuraron a buscar al último de su equipo.

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– Ese Liam es un idiota – decía Agatha – mira que tratarnos así, se cree superior solo porque tiene el poder del fuego.

Las tres elementales se aventuraron por el gran desierto del Sahara a buscar a su compañero. Winder volaba por los aires, Agatha estaba empapada y Merry solo se secaba el sudor de la frente.

El desierto era inmenso y bastante caluroso. Las tres eran azotadas por un sol abrazador en medio del despejado cielo azul que no tenía ni una sola nube.

Las serpientes estaban por todos lados y había kilómetros y kilómetros de esa arena caliente y naranja que les nublaba la vista a las tres.

– Maldición, ¿Por qué Ahmed vive aquí? – decía Winder mientras trataba de provocar un poco de viento para que refrescara a las tres eventualmente dirigió su mirada hacia la elemental del agua – ¿Por qué estas empapada Agatha?

– Este clima me debilita mucho y me empapé antes de venir para evitar llegar sin energías y por si a Ahmed se le ocurre pelear.

– ¿Ahmed es muy agresivo? – preguntó Merry.

– Bastante – contestó Agatha – bueno, tiene serios problemas de ira, es un grosero, siempre se toma todo personal, actúa sin pensar y puedo seguir con la lista si eso quieres.

Merry pensó un momento, tal vez era alguien incomprendido, o quizás solo quería alardear de sí mismo, no imaginaba a alguien verdaderamente agresivo como su compañera lo planteaba.

– ¿Cómo Liam?

– No – Agatha soltó una carcajada – Liam es una lindura comparada con él. No le digas a nadie, pero se dice que Ahmed asesino a toda su familia a sangre fría, trató de escapar por este desierto pero se perdió. Vagó varios días sin agua, sin comida y sin abrigo hasta que pereció en este mismo lugar.

Merry parpadeó varias veces sin dejar de mirar a su amiga y sin dejar de caminar. Tal vez, era la única persona que si era un asesino de verdad y que su comportamiento se derivaba por eso.

– ¿Así se convirtió en elemental? – preguntó Merry.

– Es solo un rumor – intervino Winder – no sabemos qué pasó después de que murió en este desierto y tampoco sabemos sus convicciones. De hecho, sabemos muy poco de él.

– La antigua elemental de la luz era algo cercana a él y ella fue la que nos contó sobre su pasado – dijo Agatha.

Cada vez que Merry sabía algo nuevo de la antigua ella sentía un escalofrió intenso en la columna. Llegaba a pensar incluso que ella no era buena del todo y que sus acciones eran disfrazadas, pero más que una confirmación era una mera suposición.

– Pero – Merry interrumpió – en ese caso, si Ahmed era íntimo amigo de la antigua elemental de la luz ¿Por qué ella contó un secreto tan importante?

Winder y Agatha callaron por un momento, parecían temerosas ante los cuestionamientos de su nueva compañera y era como si Merry hubiera dicho algo más, algo que a ninguna de las dos le pareció.

– El comportamiento y las acciones de la antigua elemental de la luz siempre eran cuestionables – dijo Agatha de forma fría – pero jamás escatimábamos en ello, porque a fin de cuentas todos sus planes funcionaban y siempre obteníamos la victoria gracias a ella.

La mirada triste de Winder y la frialdad de Agatha le indicaron a Merry que no tenía que seguir preguntando. Sea lo que sea que su ella anterior hubiera hecho les dolía a ambas. También le dolía a Merry que la compararan tanto con ella y le causaba un sentimiento extraño y una curiosidad compleja el saber que había hecho su antecesora.

Las tres habían llegado a los pies de una gran duna y detrás de esta se podía sentir una enorme energía.

Agatha se puso el dedo entre los labios indicándoles a sus compañeras que debían estar en total silencio. Tal vez solo así podían acorralarlo.

Merry y Winder acataron la orden y cuando menos se los esperaba algo había hecho volar la duna, llenándolas de la arena que la conformaba y dejando ver a un hombre alto y fornido, de cabellos largos y tez morena. Sus facciones decían que él era habitante de aquellos lares y sus incandescentes ojos marrones impactaron a las demás. Su vestimenta era bastante extravagante, un pantalón verde al igual que una camisa traslucida no dejaban mucho a la imaginación. Llevaba un turbante traslucido color Matcha sobre sus negros cabellos. Daba miedo solo verlo. Era tan imponente y verdaderamente apuesto.

Sus grandes brazos les indicaban a las demás que se había estado ejercitando quizá por décadas y su rostro malhumorado les daba a entender que no quería nada de ellas y que si a él le placía las sacaría de donde se encontraban.

– ¿Qué es lo que quieren? – resonó una voz gruesa y masculina que hizo estremecer a las tres chicas casi al mismo tiempo.

– Buenas tardes – saludo Agatha algo nerviosa – estamos buscando a un hombre alto de cabello corto, tiene una cicatriz en el pecho ¿lo has visto?

El hombre se quedó mirándola unos cuantos segundos mientras esta tartamudeaba y jugaba con sus propios dedos de forma nerviosa.

Luego suspiró.

– ¿Un hombre pequeño de ojos amarillos? – preguntó aquel.

– ¡Si ese! – Winder intervino con su entusiasmo – ¿sabes dónde está?

– El hombre que buscan está muerto.

Las tres se quedaron impresionadas y enmudecidas ante lo que el moreno había dicho y mientras se miraban entre sí y tartamudean un suspiró más salió de la boca del joven.

– Un segundo – Merry cuestionó – si él está muerto… ¿Por qué tu hiciste volar aquella duna?

Los ojos del contrario se abrieron con sorpresa, Merry se hizo dos pasos hacia atrás y se transformó. Era como si la luz ocupara su cuerpo y se transformara en el vestido característico que uso cuando salvó a Liam.

– ¡¿Merry que haces?! – Gritó Agatha asustada – No puedes mostrarte así.

– Él es Ahmed – dijo decidida.

Los labios del moreno se estiraron suavemente y dejó que fluyera su energía atreves de todo su cuerpo dejando en claro que él era el hombre que estaban buscando.

– Veo que no son tan tontas, lograron encontrarme en medio del desierto – volvió a resonar esa gruesa voz.

– No es como si fuera tan difícil – dijo Winder. Ella y su compañera se pusieron a la defensiva junto con Merry.

– ¿Qué tenemos aquí? – dijo Ahmed de forma tranquila mientras examinaba a cada una de las tres jóvenes – Winder, la asesina sigilosa, Agatha la estratega y – se detuvo un momento mientras miraba a Merry de pies a cabeza – ¿Elemental de la luz?

Merry asintió con desconfianza sin perder la postura, una gota de preocupación corrió desde su frente hasta su mentón, la energía que el poseía era bastante poderosa y se atrevía a decir que sobrepasaba la de Liam.

La arena de alrededor de Ahmed comenzó a moverse lentamente mientras sus cabellos se mecían suavemente a causa de la demostración de su energía y a la brisa que este generaba. Las tres se tensaron nuevamente.

– Ya veo – habló Ahmed de nueva cuenta – aunque… tu energía es muy parecida a la del elemental del fuego. Él te entrenó ¿cierto?

– Así es – dijo Merry con firmeza.

– ¿Qué pasó con el verdadero Ahmed y por qué tú tienes su poder?

Ahmed soltó una sonora carcajada ante lo dicho por Agatha, se cruzó de brazos frente a las chicas sin perder su sonrisa confiada.

– Parece que el tiempo les ha borrado la mente – comentó – ya lo he dicho, el Ahmed anterior murió por debilidad y en cambio – extendió sus brazos y a su vez provocó una tormenta de arena – ¡Nací yo! ¡Un dios! ¡Y el rey del Sahara!

Merry se impresionó al sentir la enorme energía emanar del joven en su adelante. Con cada segundo que pasaba la tormenta se intensificaba dificultando la visión de las chicas.

– ¡Yo soy Ahmed, elemental de la tierra y mi labor en este mundo es volverme más fuerte que mi versión anterior!
Harta de toda la situación Agatha comenzó a atacar a Ahmed de forma frenética simplemente con sus puños. Desgraciadamente el calor sofocante del desierto hacia que se debilitara y la tormenta de arena dificultaba gravemente su visión.

Winder tampoco podía hacer mucho, apenas y podía ver con la gran tormenta que Ahmed había provocado y a su vez trató de calmar esta misma usando sus habilidades.

– ¡Luz amarilla! – Merry hizo aparecer una espada dorada en su mano derecha la cual resplandecía con intensidad – ¡Escucha Ahmed! ¡Tenemos un mensaje de Luna!

Ahmed enmudeció, tensó su quijada mientras escuchaba a Merry y a su vez trataba de esquivar los ataques de Agatha.

– ¡¿Ahora qué quiere?! – exclamó Ahmed furioso, su voz resonó con fuerza.

Merry bufó, no sabía por qué pero la voz y la actitud de Ahmed le daba miedo. Winder se unió con Agatha para poder atacar a Ahmed. Sabían que no lo podrían llevar por su propia voluntad, así que quizá podrían hacerlo a la fuerza.

– ¡Es urgente que vengas con nosotros! – Merry gritó – ¡Sé que has sentido energías oscuras y poderosas! ¡Debemos detener la amenaza que está detrás de todo esto antes de que sea tarde!

– ¡Me importa un bledo! – gritó Ahmed con una sonrisa en el rostro mientras esquivaba el ataque de las dos elementales.

Merry se hartó, empuño su espada y corrió hacia el otro para poder atacarlo. Como se lo esperaba este lo esquivó. Las tres estaban haciéndole frente, atacando juntas y pidiéndoles a gritos que fueran con ellas.

A pesar de que Ahmed era alguien bastante grande y pesado, esquivaba con bastante facilidad y durante todo este tiempo no atacó ni una sola vez. Solo se había dedicado a hacer más intensa la tormenta de arena que azotaba ese lugar.

– ¡Arena del Sahara!

Antes de que Merry pudiera atacar, su espada se vio contra el filo de un par de cuchillos que le impidieron llegar hasta su objetivo.

Ahmed sonrió mientras forcejaba contra la chica en su adelante. Merry había tensado la quijada y sus brazos no podían contra la fuerza de aquel moreno. En un movimiento rápido voló por los aires para apartarse de él.

Este sonrió nuevamente y de forma habilidosa acomodó los cuchillos en sus manos esperando el siguiente ataque.

Liam tenía razón, las tres chicas eran fuertes pero no estaban al nivel de Ahmed; o por lo menos, no en ese momento.

Las tres respiraban agitadamente, no era como si la tormenta se los pusiera tan fácil. Y como si estuvieran coordinadas las tres se miraron entre sí, luego plantaron su mirada hacia Ahmed quien seguía inmóvil y esperando. Winder estaba del lado izquierdo, Agatha del lado derecho y Merry en el centro, como si todas juntas calcularan el momento exacto para atacar.

Suspiraron al mismo tiempo, corrieron hacia Ahmed y así mismo las tres atacaron.

– ¡Impulso azul! – dijo Agatha mientras se acercaba rápidamente al igual que sus compañeras desatando varias ráfagas rápidas de agua.

– ¡Tornado! – gritó Winder quien se unió al ataque de su compañera atacando con fuertes vientos cortantes.

– ¡Luz naranja! – Merry no se quedó atrás y atacó con fuertes navajas naranjas.

Parecía que los tres ataques coincidirían y acabarían con Ahmed. Este supo que estaba menospreciando a sus compañeras, ya que de estos ataques se desprendía una energía visceral.

– Je, Arena del Sahara – susurró.

Las tres encestaron el golpe como si fuera uno solo y de este punto brotó una luz intensa y cegadora que hizo retroceder a las mismas que lo habían provocado.

Agatha, Winder y Merry cayeron metros atrás de pie, la tormenta amainó y con la mirada trataron de encontrar a su contrincante.

Pero él se había ido.

Desapareció de forma tan rápida que ninguna pudo ser testigo de cómo lo había hecho y dudaban si el realmente había sido lastimado por el ataque de las féminas.

– ¡Maldición! – Exclamó Merry – ¡¿A dónde se fue?!

– No siento su energía – dijo Winder.

– Que cobarde – respondió Agatha – tanto para nada.

Las tres suspiraron con decepción. No esperaban encontrar a alguien tan fuerte y tan difícil.

– ¿Por qué no quiso venir con nosotros? – preguntó Merry molesta.

– Siempre fue alguien obstinado. – dijo Winder.

Merry arrojó su espada contra la arena junto con un jadeo resultado de su molestia. Su vestido desapareció por este mismo motivo. Se había relajado tanto que se destranformó.

No les quedaba mucho y no podían saber a dónde se había ido. Agatha estaba agotada, Winder trataba de volver a encontrarlo y Merry estaba bastante molesta. No podían tomarse más tiempo era crucial para todos que Ahmed aceptara su misión como correspondía.

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