One-shot

—¡Márchate! ¡Ya no eres nada para mi!

—¡Muy bien! ¡Eso haré! ¡Pero no esperes que después vuelva a tus brazos!

—¡Cómo si quisiera que lo hicieras!

—¡Te odio!

—¡Yo más!
 
   
  

•~•~•~•

  Lágrimas descendían por sus mejillas humedeciendo su pálida piel. Se encontrara acurrucado en una esquina de su habitación sintiendo su pecho arder del dolor que sentía.

  Había sido un estúpido, un tremendo estúpido. Nunca debió empezar aquella discusión sin sentido hace un par de semanas, se arrepentía demasiado; pero ya no tenía solución, se habían separado.

  Así es, aquella estúpida discusión había terminado con la ruptura de su relación con aquel país con el que había convivido muchos años de diversas formas.
Su relación siempre tenía altibajos, pero siempre volvían a reconciliarse al cabo de unos días, pero esta vez no fue así.

  No era capaz de retener sus llantos a pesar de todo el esfuerzo que hacía para ello. Odiaba llorar, se sentía inútil y solo causaba que se sintiera más y más triste con el paso del tiempo.

  Ocultó su rostro entre las rodillas y las abrazó con fuerza. Era un ser miserable.
¡¿Cómo no iba a romper su novio con él?! Su personalidad era desagradable, molesta, asquerosa; y su aspecto no es que fuera mucho mejor, ya todos le criticaban todos los días por ello y si lo hacían sería por algo.

  No aguanta más el dolor de su corazón, el dolor de su cuerpo, el dolor de su alma: era insoportable.
Llevó una de sus manos a la zona del corazón y ahí estrujó la ropa entre sus dedos, intentando de forma inútil apaciguar ese dolor.

«No quiero saber nada de ti. ¿Acaso no te dije que no volvería a tus brazos?»

  Recordó las palabras que su pareja, más bien su ex-pareja, le había dicho el día que él había ido a su casa para arreglar los problemas causados por aquella discusión.

«Déjame en paz. No quiero saber nada de ti»

  Las lágrimas caían con mayor velocidad y empapaban las rodillas del chico. Era un estúpido, se merecía que el único amor de su vida le abandonara. Lo merecía...
Solo causaba problemas, solo comenzaba discusiones que tardaban en resolverse, no le demostraba su amor suficiente por lo que el otro se entristecía, no hacía nada por él.

«Hemos roto. No vuelvas a hablar conmigo, ni vuelvas a venir a mi casa, ni me llames... Solo haz que no existo»

  ¿Hacer que no existiera? Eso era imposible. Tantos años juntos, tantas sonrisas juntos, tantos momentos divertidos, alegres, difíciles, tristes... No se podían olvidar tan fácilmente y hacer que todo se olvidara. ¡Era imposible!
Sobretodo cuando era una persona a la que amas tanto.

«¡Te he dicho que no! ¡Ya da igual que pidas perdón! El daño está hecho...»

  Recordar el momento que hizo llorar a su amado le hizo aumentar su sufrimiento. Realmente era un idiota despreciable.
No sabía cuidar sus palabras en los momentos críticos de una situación, siempre se dejaba llevar por sus emociones; cosa que siempre conducía a una perdición.

«Aléjate de mi»

  Se sentía solo en ese momento: allí encerrado en su oscura habitación, con las luces apagadas y las persianas bajadas.
Ya no soportaba más este dolor, quería dejar de sufrir, quería dejar de sentir quería dejar de existir.
Total, ¿de que le servía ahora existir? Si su única razón de vivir le había abandonado.

«Te odio»

  Del amor al odio solo hay un paso, ¿no? ¿Acaso no era eso lo que decían? ¿O era al revés? Da igual el orden, el resultado siempre sería el mismo pues el mismo amor conduce al odio sin que lo sepas.

«No quiero saber nada de ti»

  Las lágrimas comenzaban a parar de deslizarse por su mejillas. ¿Por qué? ¿Ya no le quedaban lágrimas que derramar? ¿O es que ya no sentía dolor? Por su desgracia era la primera, pues el dolor aún lo sentía en su interior.

  Se levantó agotado, sintiéndose completamente inútil y patético. Caminó hasta el espejo de la habitación y observó el deprimente aspecto que tenía: rostro pálido y esquelético, ojos sin vida, labios secos y agrietados, y unas grandes ojeras por debajo de sus ojos.

  Soltó una risa amarga. ¿Cómo no iba a dejarle siendo un ser tan deprimente, repugnante y asqueroso? Era normal que le hubiera abandonado, él también lo hubiera hecho si fuese él.

«Deja de insistir, nada puede cambiar ya»

  Lágrimas volvían a brotar de sus ojos. ¿Acaso todavía le quedaban más lágrimas? Parecía que si, y también parecía que nunca se iban a agotar.

¿Por qué tenía que ser tan miserable? ¿Por qué tenía que sufrir tanto? ¿Por qué tenía que amar tanto a esa persona? ¿Por qué tuvo que hacerla sufrir de esa forma? ¿Por qué tuvo que fastidiar todo de forma tan horrenda?

«Ojalá nunca me hubiera enamorado de ti»

  Lloraba desconsolado tendido de nuevo en el suelo recordando todo el rato las mismas palabras que le había dicho su ahora ex-pareja. ¿Acaso sus recuerdos debían taladrarle los pocos pedazos de alma que le quedaban intactos de esa forma?

  Si solo pudiera morir ahora... Si solo no le temiera a la muerte... Si solo fuera valiente... Si solo fuera alguien que realmente mereciera vivir...

«Solo le has traído dolor a mi vida»

Gritos desgarradores salían de su garganta. No podía más, realmente ya no podía más. Solo debía morir para terminar con todo, solo debía desaparecer, solo debía ser olvidado por todos.

  A lo mejor tras su muerte todos a los que alguna vez lastimó o iba a lastimar vivirán felices. Total, nadie le echaría de menos... La única persona que le tenía un verdadero aprecio ahora le odiaba como nunca lo había hecho.

  Estaba solo, totalmente solo en la oscuridad. Y jamás podría salir de ella, pues en realidad siempre estuvo en ella y nunca la abandonó por mucho que aquella persona que tanto amaba le hubiera traído luz a este mundo.

«Espero no volver a verte»

  Suspiró agotado una vez su voz ya no resistía más expulsar aquellos agónicos lamentos. La vida era una mierda, pero no tanto como lo era él.

  Este debía ser el adiós a este mundo que tanto le había causado dolor a su corazón, a su mente, a su alma... Bueno, eso si alguna vez tuvo alma.

«Goodbye»

“Ring ring”. Sonó el timbre de la casa.

  No tenía energías ni ganas de bajar. Seguro que solo era el cartero o otra persona que no tenía importancia en su vida ahora mismo.
Siguió tumbado en el suelo abrazando sus rodillas desconsolado.

  Qué miserable era toda su vida.

“Ring ring ring”

  Volvió a sonar el timbre de la casa con más insistencia.

Pero decidió seguir allí hundido en su miseria. Todo daba igual ya, no merecía la pena vivir.

“Ring ring ring ring”
“Toc toc toc toc toc”

  El timbre sonó de nuevo acompañado de golpes a la madera de la puerta.

  Se levantó lo más rápido que pudo, pero casi ni sentía sus piernas. ¿Hacía cuánto no comía?
Los ruidos y golpes a la puertan continuaban con más potencia. ¿Por qué alguien insistiría tanto para verle? Si nadie le quería...

“Clack”

La puerta se abrió antes de que él pudiera abrirla con su huesuda mano y quedó cegado ante la potente luz que provenía del mundo exterior a su oscuridad.

  Era él quien estaba allí, su amor verdadero. Respiraba agitado con las mejillas rojas y con la nariz levemente tapada con la gruesa bufanda que vestía.

—¿P-Po-Por qué estás aquí? —musitó el rubio con sus ojos muertos bien abiertos.

—Te amo —afirmó seguro de si mismo y entró en la casa abrazando con fuerza a aquel escualido ser que tenía en frente—. Lo siento por todo lo que te he hecho... Realmente te amo, no quiero que estemos separados...

  El silencio reinó en la casa, pero al rato suaves sollozos iban emergiendo a la vez que se iba correspondiendo aquel abrazo.
El dolor se apaciguaba y el alivio llenaba su ser pero también subía su nivel de amargura.

—Por favor perdóname por todo —pidió sintiendo las lágrimas de aquel que se había encerrado en su casa empapaban su hombro—. Juro que intentaré no volverte a hacer sufrir... Por favor vuelve conmigo... —suplicaba sintiendo él también como las lágrimas mojaban sus mejillas.

—Yo también lo siento... —musitó el dueño de la casa—. Nunca quise decirte todo aquello... Realmente lo siento mucho... Te amo demasiado, no quiero perderte —se lamentó entre sus brazos sintiendo su corazón oprimido.

—Yo tampoco quiero perderte —con delicadeza llevó sus manos a las mejillas de su amado y apartó su rostro para dejarlo frente al suyo, y después depositó un suave beso en los labios de él—. Te quiero, te amo.

—Yo igual —lloriqueó ya sin intentar reprimir los lamentos más profundos de su ser.

—Entonces... ¿Volverías a ser mi novio? —preguntó el “invitado” de la casa.

Of course! —exclamó volviendo a abrazarlo con fuerza.

  El otro correspondió el abrazo y así quedaron hasta que aquel que en tal mal estado se encontraba ya se había estabilizado.

—Te he traído un regalo —le dijo su actual pareja y sacó una pequeña cajita del bolsillo de su abrigo—. Ten.

  Con intriga y confusión cogió la cajita con su temblorosa mano. La abrió y sus ojos ahora brillaban acuosos al observar el delicado anillo.

—Arthur... E-Esto... —tartamudeó estupefacto con una sonrisa nerviosa en el rostro.

Merry Christmas, Alfred —dijo Arthur levantando una de sus manos mostrando un anillo similar al de la cajita.

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Merry Christmas everyone! Este es un pequeño regalo de Navidad por mi parte :3
Espero que lo paséis genial en una fecha como esta y que os gustara este One-shot.

Ciaoooooooooo~~~~~(*'▽'*)♪

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