2. Atardecer.
Yuuichirou había ido a su casa con una hermosa imagen en la cabeza.
No se lo creía ni él mismo. Quizás todas las cosas que él había creído desde pequeño hoy en día existían.
Una vez en el departamento dejó su bolso en el perchero y poco a poco se sacó sus húmedas prendas. Debía bañarse ya que estaba lleno de arena en varias áreas que no le hubiera gustado mencionar.
En su cabeza aún se repetía la conversación con Mikaela. Le rogó que lo vaya a visitar más tarde en el mismo lugar donde él había despertado. Éste le contó que quería conocer a la especie humana, así que Yuu decidió que para la próxima le llevaría un libro para que se dé una idea.
Quizás también su muy antiguo celular, que soportaba cinco minutos bajo el agua y seguía funcionando de lo mejor. Solamente debería llenarlo con imágenes o música.
Era una pena no tener dinero para los audífonos acuáticos.
Se metió en la ducha aún anonado y no pudo evitar ansiar estar en el mediodía.
Era una pena que su cámara no funcionara ya que deseaba contarle a sus amigos lo sucedido. Cuando la gente no puede decir algo, lo escribe en un diario. En el caso de Yuu, sacaba una foto y lo pegaba en la pared. Nunca sería visto gracias a su soledad.
Siguió con su proceso en ducharse. Vivía solo, por lo que nunca recibía quejas de cuánto tardaba en el baño.
Había probado vivir con Mitsuba y Shinoa pero ambas lo ponían en situaciones muy incómodas que deseaba no recordar. También con Yoichi pero éste le había dicho cordialmente que se retire, ya que no soportaba su desorden.
Nunca intentó con Kimizuki porque ambos, a pesar de ser amigos, no se soportaban el uno al otro. Además él era demasiado sobreprotector con su hermana menor, por lo que no dejaba que Yuu se le acerque aunque era considerado asexual.
¿Su padre? Esa era la razón por la que Yuu compró un apartamento. Decidió irse de su casa desde que empezó a salir con la hermana de Shinoa, Mahiru, ya que no la toleraba.
Su madre había muerto cuando era pequeño. Ella era la causa de su apellido.
Además ya tenía diecinueve años. Debía ser grande y maduro pero lamentablemente era un fotógrafo desempleado, el cual seguía estudiando tal carrera, y vivía con el sueldo de cajero de supermercado y el poco dinero que le enviaba Guren.
Creyó que su vida era lamentable hasta lo que vio ese día. Probablemente había mucha gente que tenía una mejor vida que él pero sólo sus ojos fueron dignos de admirar tal belleza.
Salió del baño vistiendo nada más que una sonrisa y se dirigió a su cuarto, dispuesto a dormir hasta una hora más razonable.
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Con dos libros, audífonos y su viejo celular Yuuichirou se dirigía hacia la roca.
Eran las cinco de la tarde y el sol ya brillaba menos que antes por lo que pensó que Mikaela no tendría la necesidad de mojarse continuamente.
Al llegar se encontró con su nuevo amigo reposando los brazos en la piedra, al igual que lo había hecho esa madrugada.
Al verlo le sonrió ampliamente.
—¡Yuu-chan! ¡Aquí!—agitó su mano en el aire en busca de atención. El recién nombrado había llenado sus mejillas de color a causa de tal apodo.
—¿Qué es ese apodo?
—Mamá dice que para los humanos es una muestra de confianza—le regaló otra de sus deslumbrantes sonrisas.
No sabía quién era la madre del chico, pero sin duda él la admiraba.
Si Yuu tendría a su madre ahora ¿también sería así?
—Te traje un par de libros—Yuu se los tendió al rubio, el cual los tocaba como si fueran a quemar.
—¿Para qué se usan?
—Lees...—murmuró sin saber bien qué decir. Hablar con Mikaela era como tener un niño, no sabía casi nada y hacía muchas preguntas—. La gente crea historias y nosotros al leerlas podemos imaginarlas. Muchas veces nos sentimos parte de la historia y experimentamos los mismos sentimientos que los personajes.
—Ah...yo sé leer, Yuu-chan. A veces caen cosas al mar y Lacus me enseñó a "leerlas". No sabía sobre esa palabra, por lo que decíamos "voy a saber lo que dice allí".
—¿Lacus?—al azabache le sorprendía que haya más de esa especie. Nunca había visto tal criatura a pesar de que iba siempre a la playa desde que nació—. ¿Cuántos son? Los de tu especie, me refiero. ¿Y hace cuánto viven aquí?
—Menos que los humanos—apoyó su mejilla en su mano izquierda—. Tuvimos que mudarnos porque la contaminación se expande cada vez más.
—¿Están en peligro de extinción?—Yuu hizo una especie de morros, sintiendo cómo crujió su corazón. La naturaleza siempre le pareció hermosa y Mikaela parecía un Dios del Olimpo. Sin embargo, la humanidad indirectamente se encargaba de exterminarlos.
¿Y si hoy contaminaban el mar? ¿Y si mañana ya no veía a Mika? Le preocupaba mucho a pesar de apenas haberlo conocido. Por un momento quiso tener una pecera enorme para poder llevarlo consigo.
Se percató de que el rubio observaba desconcertado su playera gris, como si hubiera un insecto posado en ella.
—Yuu-chan, ¿por qué los humanos siempre se cubren mucho? ¿El sol les quema?
—Creo que porque la gente piensa que es correcto—respondió y se arrepintió al ver la cara de desilusión que provocó—. ¡No, no! Digo, todos hacen lo que hace la mayoría. Si estás sin una playera no significa que esté mal.
Su rostro aún tenía la misma expresión, por lo que sugirió lo siguiente.
—Mika, ¿qué tal si nadamos? No creas que me voy a ahogar, la última vez lo hice porque quería proteger mi cámara.
—¿¡En serio!?—el chico sonrió mostrando su impecable dentadura. Aquel brillo de ensueño había vuelto a posarse en los ojos azules.
Yuu se deshizo de su primera prenda, quedando solo con los pantalones cortos de playa. Era de color negro y tenía franjas verdes, por lo que Mika pensó que encajaba perfectamente con el mismo.
Descalzo, caminó hasta la orilla del mar y poco a poco se fue adentrando.
Lo sintió frío pero a la vez refrescante, el sol ya no iluminaba tanto así que decidió meter todo su cuerpo dentro.
Mikaela estaba al lado suyo y lo sostenía de la mano, temiendo que la corriente arrastrase a su nuevo amigo como lo había hecho esa mañana. Éste último se ruborizó ante tal contacto.
Y así, el atardecer los alcanzó.
Bajo un cielo rosado ellos estaban entre risas, salpicadas y algún que otro juego bruto.
Para Yuuichirou, era pasar tiempo con un ser mítico. Para Mikaela, era jugar con un humano.
Para los demás que los veían desde lejos era una pareja de enamorados.
El momento más triste entre los dos fue cuando Yuu se vistió y Mikaela desapareció en las azules aguas.
Aunque les costaba admitirlo, aunque aquellos sentimientos eran reales; ellos eran distintos.
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¿Les gusta mi photoshop? e.e
Probablemente piensen que Mika está muy "ukeado" pero me encargaré de eso luego, ya que toda su especie es inocente en sí y sufrirá cambios a medida que continúe la historia.
¡Espero que les guste!
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