once
"Why you like me?"
70 Horas de Atraco
— Tía, creo que no necesitaras esto —murmura la morena quitándome el palo con tiza en la punta de las manos.
— ¿Qué cojones, Nairobi? —digo, siguiéndola.
Mi deber en este instante es trazar una larga linea recta en el centro de la sala principal, justo en frente de los rehenes. Debíamos hacerles creer que tenían dos opciones; si cruzaban la linea los liberaríamos, y si no, seguirían trabajando para nosotros pero con la diferencia que luego de fugarnos les enviaríamos un monto de dinero a sus respectivos hogares.
Ilusos.
Lo que quería conseguir el profesor era dividir a los rehenes; entre aquellos que iban a convertirse en nuestros socios y aquellos que aún podrían seguir complicándonos las cosas.
— Por favor no me des un puñetazo por esto —responde esta girándose y caminando de espaldas— ¡Mi rostro es muy bonito!
Estaba a punto de apurar mi paso para alcanzar a Nairobi, pero una figura masculina se interpuso en mi camino. Frené en seco y alcé una ceja al ver la mueca de enfado mezclada con indignación que provenía del rostro de Denver.
Dejé escapar una risa burlona para girar sobre mis talones y retomar mi camino anterior.
Los pasillos de la fabrica se volvían cada vez mas largos al oír las constantes pisadas de Denver detrás de mi.
— ¿Piensas seguirme durante mucho más tiempo? —rompo el silencio, sin dejar de avanzar.
— ¿Piensas seguir evitándome? O mejor aún.. —dice tomando velocidad e irrumpiendo mi camino— ¿Piensas dejarle tu sostén a Berlin?
— ¿Por que? ¿Lo querías tu? —avanzo unos pasos más hacia la puerta de una pequeña cafetería, pero antes decido desquitarme un poco mas— O mejor aun ¿Por que no le pides el sostén a Monica?
Me encamino hacia una maquina expendedora para quitar unas golosinas y un jugo, resultaba fácil ya que hace dos días habíamos quebrado el vidrio protector, por lo que podíamos retirar cualquier cosa de adentro.
— Hay que hablar, Mérida.
Lo ignoro a medida que me siento en una de las tantas mesas libres.
— ¿No quieres hablar? De acuerdo, pero me vas a escuchar.
Abrí uno de los paquetes, el cual contenía unas serpientes azucaradas de gomitas. Mis favoritas.
— Si, me he follado a Monica y realmente lo lamento demasiado —explica sentadose frente a mi— Pero eso no te ha dado el derecho de haber follado con Berlin.
Asentí mientras me acomodaba un poco mas en mi asiento y abría el juguito, multifrutas, aún mejor.
— Sinceramente no puedo creer que hayas follado con Berlin, de solo pensar que ese hombre te toco me dan ganas de vomitar y darle miles de culatazos en la cabeza —murmura apretando la mandíbula— Propongo que ignoremos esto, algo así como que estamos a mano.
Me es inevitable no reírme ante lo ultimo mientras me encojo de hombros y agarro otra serpiente de gomita, realmente están buenísimas.
— Ninguno ha estado en una relación seria antes, y creo que es normal cometer errores —dice manteniendome la mirada, mientras pasaba saliva dejando ver a la perfección como su nuez de adán bajaba para luego subir— Yo quiero seguir estando contigo luego de este atraco, Mérida. Y realmente espero que tu quieras lo mismo.
Alzo una ceja mientras lo observo seria. Suspiro y me reincorporo apoyando mis codos en la mesa, dejando levemente mi torso apoyado sobre esta.
— Deja de mirarme así —suplica.
— ¿Así como? —finalmente hablo.
— Con esa mirada —mueve desesperado sus manos— Esa mirada que me dice que ya no sientes nada.
— Yo no siento nada, Denver —le respondo, alzando un poco la voz.
— Si que sientes, joder —golpea levemente la mesa— Sientes un montón y me lo has demostrado un muchas de veces.
Suspire pesadamente y volví a apoyar mi espalda en el respaldo de la silla, pasando bruscamente mis manos por mi rostro.
— Por favor di algo —dice juntando sus manos— Dime algo, Mérida.
— ¿Que se supone que debo decirte, eh?
—Lo que quieras, lo que sea que pienses sobre esto.
— ¿Que pienso sobre esto? —pregunto poniéndome de pie— ¿Realmente quieres saber que pienso sobre nosotros en estos momentos, Denver?
— Si —asiente con la mirada fija en mi— Lo que sea.
— De acuerdo —digo alzando los brazos, frustrada— En estos momentos pienso que eres un maldito egoísta e hipócrita. Que quiere todo para su beneficio. Me quieres a mi pero a la vez quieres a Mónica, y si yo hago lo mio por ahí te enojas. Quieres manejar mis sentimientos mientras ni siquiera tienes en claro los tuyos —apoyo los brazos sobre la mesa para inclinarme y acercarme un poco mas hacia él— Al mismo tiempo me siento una idiota. No se me da muy bien expresar mis emociones y tu me haces sentir la persona mas débil del mundo.
Él también se pone de pie, planeando hablar pero levanto la mano para interrumpirlo, logrando que no emita ninguna palabra.
— Y por sobre todo, estoy obviamente molesta —murmuro— Me molesta que quieras pintarme un mundo color de rosas mientras que es negro. No tenemos futuro juntos Denver, ni aquí dentro ni allá fuera. Todo lo que toco, todo lo que me toca.. —cierro los ojos y trago el nudo en mi garganta— Todo a mi alrededor siempre termina siendo una herida más para mi.
Me reincorporo y lo observo, quieto en su lugar. Ni siquiera me mira, mantiene su vista fija en la oscura mesa que nos separa.
Aparto mi cabello del rostro y rodeo la mesa, con el objetivo de avanzar hasta la salida de la cafetería.
— Eres bellisima —me detengo al oír las palabras del ojiazul, sin girarme hacia él— Realmente lo eres; pero eso no es lo que más me gusta de ti.
— Denver, no.. —digo girándome, ahora si, hacia él.
— Eres muy inteligente, siempre me haces sonrerir y hablar contigo es una de las cosas mas entretenidas que me han sucedido. Sin dudas lo que mas me atrae de ti es tu gran bocota, la manera en la que hablas, desafías a las personas y te defiendes; eso definitivamente me vuelve loco —me interrumpe acercándose hacia mi— Eres la mejor cosa que no sabia que necesitaba, y eso realmente vale la pena para mi. Pero es una pena; una mujer tan linda por dentro y por fuera pero con un corazón tan feo y dañado.
— No entiendo —aparto una pequeña lagrima con mi mano izquierda— Soy un desastre total ¿Por que te gusto?
—Supongo que por que eres un desastre tan grande como yo —dice mientras me toma por las mejillas— No voy a presionarte por una respuesta ahora, pero quería que lo supieras.
Cuando creía que estaba al borde de vomitar mi alma, me da un corto beso en la frente. Apartando todas las inseguridades y perjuicios por el momento. Cierro los ojos mientras siento el contacto de sus labios con mi piel, deseando internamente nunca dejar de sentirlos.
— Van a ser las seis dentro de poco —dice separándose— Será mejor que vayamos.
• • •
— Bueno, todavía queda una llamada para completar el ciclo —comenta Berlin luego de tres intentos de llamado al profesor— A las doce de la noche.
— ¿Que ciclo? —ataca Denver una vez que Berlin se puso de pie— ¿El ciclo de la puta ratonera?
— Denver, tranquilo —este le responde tranquilo— ¿Mérida dejo de atenderte?
— No me provoques, Berlin —le advierto, golpeteando mis dedos en la mesa a la vez que por debajo de esta golpeaba a Denver cuando vi su intento por levantarse para seguramente, balancearse hacia Berlin— Deja de tocarme los cojones y di de una puta vez lo que hay que hacer.
—No hay de que preocuparse, el profesor ya lo arreglara -vuelve a responder Berlin, cogiendo unas copas y vino.
Apoye mi codo derecho en la mesa y me masejee la frente con esa mano, frustrada ante la inútil e innecesaria discusión en la que Tokio, Berlin y Nairobi se habían metido.
— Vaya discurso de mierda —mi concentración se volvió a fijar en la pelea ya que Nairobi había elevado su tono de voz— No hay nada mas rastrero en esta vida que follarse a una rehén.
Al escuchar esa frase, mi vista inmediatamente viajo hacia Denver, quien ya me estaba observando con sus ojos muy desorbitados y sus labios entreabiertos.
— Bueno, tampoco es tan malo estar con una rehén —trata de excusarse para restarle importancia a la gravedad del asunto de Berlin, obviamente sintiéndose también atacado— ¿No?
— No puede ser —murmuro riendo irónicamente— ¿No te aburres de cagarla, verdad?
Todas las miradas de la habitación viajaron hacia Denver, y pude sentir que varios han intercambiado una rápida vista entre nosotros.
— Denver.. no —dice Nairobi, demasiado sorprendida.
— ¿Que pasa? Pues, si —se ataja este— Esa fue la razón por la cual Berlin pudo follar con Mérida en primer lugar.
Me hubiese encantado darle una patada en los testículos, pero tuve que conformarme con solo darle un punta pie en la rodilla por debajo de la mesa. Causándole que se retorciera y jadeara de dolor.
— No puedo creer que tengas la cara como para decir algo así —comenta Tokio.
— Cada vez la jodes mas, idiota —le digo al ojiazul.
— Es la verdad.
— Pues yo no creo eso —se mete Berlin.
— ¿Quien lo integró en la conversación? —lo señalo, tratando de ignorarlo.
— ¡Vale, ya! —se interpone Moscu, quien hasta estos momentos se había mantenido en silencio— Aquí ninguno somos un premio Nobel, pero debemos dejar de echarnos mierda encima. Estamos en una situación critica.
— ¡No! —la sonora voz de Berlin se oye— En una situación critica estaremos si el profesor no llama dentro de seis horas. Y entonces activaríamos el plan Chernóbil.
Todos nos quedamos en silencio. ¿Plan Chernóbil? ¿Un plan que nadie mas que el profesor y Berlin conocían? Esto no sonaba para nada bien, y seguramente lo habían planeado para una situación en la cual no estaba siendo bien manejada.
• • •
Nos encontrábamos distribuidos por los sótanos, cada uno con sus respectivas actividades. Yo me estaba en el pasillo vigilando desde la ventana a los rehenes que empaquetaban el dinero.
Quería ser lo mas profesional posible pero me sentía una sexy bad ass con tremendo fusil entre mis manos. Ademas de que no quiero alardear, pero el horrendo overol con las botas no me quedaban para nada mal.
— Le toca la cura —aclara Denver cuando aparece al final del pasillo, sujetando a Monica por uno de sus brazos.
Me aparté de la puerta donde me encontraba apoyada para que ingresaran a la habitación, dejando dicha puerta abierta.
Me di la vuelta para ser una persona madura, cero celosa y rencorosa, para poder darle privacidad e intimidad a la mujer para que se curara la herida. Pero los recuerdos de la ultima vez que vi a ambos solos en una habitación invadieron mi mente, por lo que termine ingresando igual.
Aclaré mi garganta para que se dieran cuenta de mi ingreso; la rizada, quien estaba apoyada sin el overol y de espaldas en el escritorio, dio un pequeño salto del susto y Denver, quien incómodamente tenia su rostro prácticamente en el trasero de la rizada debido a su posición para desinfectare la herida, ni se inmutó, seguramente esperándose esta reacción de mi.
— Ojala recibiera un chocolate por cada vez que te viera desnuda —le digo, solo para molestarla— Digo, te he visto tantas veces desnuda que voy a empezar a creer que me quieres seducirme.
— No se atrevería —se rie Denver— Soy el único capaz de seducirte, eres mía.
— Eso no pareció importarte hace unos días.. —murmura la rubia, pensando que no lograríamos oírla.
— No vuelvas a hablar gilipolleses —le responde Denver luego de levantar y aventar lo que utilizo en el escritorio, sin dejarme tiempo a responder— Limpia eso, vístete y vuelve a trabajar.
Denver se retiro de la habitación sin siquiera dirigirle una mirada a Monica, dejándome paso a mi para retirarme con una sonrisa triunfante.
• • •
Rio había logrado calibrar una pantalla de TV para poner un canal de noticias, donde aparecía información de ultimo momento sobre el paradero de la casa de Toledo.
Todos nos encontrábamos viendo la pantalla. Literalmente todos; Helsinki colocó a Olso en una silla, atado de diversas formas para que se mantuviera sentado, aunque no estábamos muy seguros de que si era consciente de todo lo que sucedía a su alrededor.
En la TV se podía ver perfectamente como la policía se encontraba interrogando al profesor en la puerta de la casa de Toledo, hasta que por un segundo dejó de haber transmisión dando lugar a otra maldita pelea; Tokio proponía largarnos de aquí y Berlin seguir paso a paso lo que el profesor pedía, discusión innecesaria ya que por votación final ha dado cuatro contra cuatro, por supuesto yo del lado de Tokio.
Por lo que media hora mas tarde me encontraba en una habitación apuntándole a la cabeza a Berlin, junto a Denver, Rio y Tokio.
Por que ya no soporto estar encerrada en esta puta ratonera.
Ya ni siquiera se si sigo queriendo el estúpido dinero.
Solo se que no aguanto mas tiempo aquí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top