15. Nadie Sabe lo que Tiene

hola a todos!!! perdonen, perdonen!! se me olvidó subir el capítulo el viernes y ayer trabajé :c pero ya les traje un nuevo capi <3

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15. Nadie sabe lo que tiene...

Aquello había sido tan inesperado que su mente aun no comprendía lo que acababa de escuchar. Parpadeó un par de veces sin quitar la vista de aquellos objetos que descansaban sobre su escritorio, un arma y una placa. Miró alternadamente al otro y de regreso a su escritorio; se quitó el habano de la boca y lo destrozó con las manos, no importándole si llegaba a quemarse o no. Se puso de pie tranquilamente para quedar frente a su subordinado, hubo unos segundos de silencio más antes de que su voz se hiciera presente...

- ¡¡¿ESTÁS IDIOTA?!!- gritó encolerizado Smoker, haciendo temblar las paredes del edificio- ¡¡NO PUEDES RENUNCIAR!!

- claro que puedo, y lo haré- el peliverde ni siquiera se inmutó por las palabras de su jefe

- no puedes dejar el departamento sin razón alguna- reclamó el mayor, esta vez un poco más tranquilo

- tengo varias, pero no veo la necesidad de contártelas todas. Lo único que puedo decir es que no estoy satisfecho con mi desempeño en esta misión

- ¿qué pasará con Kuroashi?

- alguien más puede hacerse cargo de él- se levantó del asiento y tomó las tres katanas que descansaban en la silla contigua- gracias por cuidar de mí- dijo con una reverencia antes de salir de la oficina de su ahora ex-superior.

Afuera, Ace y Sanji esperaban, aun sin creer lo que el peliverde había hecho tan repentinamente. El rubio mantenía la mirada baja, tratando de ocultar aquellos sentimientos que se reflejaban en su rostro, aunque no sabía qué expresión tendría con tantas emociones en su pecho... quería gritar, llorar y golpearle hasta que le sangraran los nudillos; quería gritarle que era un estúpido, un mentiroso y un cobarde por rendirse tan fácilmente... pero, aunque se lo negara a sí mismo, también quería rogar porque se quedara a su lado...

- ¿y qué ha dicho Smoker?- la voz de Ace interrumpió sus pensamientos

- ya lo has escuchado, ¿no es así?- la puerta de la oficina se abrió y de ella salió el peliblanco con un nuevo habano en los labios

- ¿se lo has dicho a Tashigi?- preguntó Smoker

- sí- respondió el espadachín- ha estado encerrada en su oficina todo el rato

- no tienes derecho a hacer llorar a una dama, marimo bastardo- intervino el cocinero poniéndose de pie pero sin despegar la mirada del piso. Zoro permaneció en silencio al igual que todos, mirando cómo el rubio comenzaba a avanzar por los pasillos

- vamos, Ace- dijo Zoro, tomando el rumbo contrario de Sanji- puedes quedarte en mi apartamento esta noche

- sólo lo dices para que te ayude a empacar, ¿cierto?- reclamó el pecoso con falso enojo

- ¿irán a algún lado?- Smoker no pudo mantenerse ajeno a la conversación, y es que, por dentro, se estaba muriendo de celos

- se quedará conmigo- se apresuró a responder el pelinegro, retando al mayor con la mirada.

-...- por fuera, el semblante del peliblanco parecía imperturbable, mas su mirada lo delataba, estaba molesto- ya veo, no significó nada para ti...

- ¿eh?- Ace le miró un tanto confuso y con un inexplicable sonrojo en su rostro

- ¡Ace!- le llamó de nuevo Zoro, quien ya se había alejado bastante

- v... voy...- mientras caminaba hacia donde estaba el espadachín, Ace miraba de tanto en tanto hacia atrás; Smoker seguía ahí, atento a cada movimiento suyo hasta que le perdió de vista.

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Lo único que hacía era dar vueltas por todo el lugar, después de todo, no tenía ni idea de dónde encontrar a Tashigi. Se recargó en una pared cercana mientras encendía uno de sus cigarrillos; lentamente, comenzó a descender por aquella pared hasta quedar sentado en el suelo... miró hacia el techo, dejando escapar el humo de sus labios...

- después de todo lo que me dijiste- reclamaba el rubio a la nada- maldito marimo...

--Sanji Flash Back—

- por cierto, Zoro- escuchó la voz de Ace, pero no quiso darle demasiada importancia, por lo que siguió con lo suyo- si realmente vas a renunciar...- un momento, ¿renunciar? ¿Renunciar a qué? Sin ser consciente de ello, Sanji comenzó aponer más atención en lo que los otros dos decían- ¿te gustaría volver a vivir con Luffy y conmigo?

-...- sintió algo golpearle el pecho con tal fuerza que casi se queda sin aire- [[di que no... por favor...]]- suplicaba mentalmente el rubio- [[no lo hagas marimo...]]

- no estaría mal- respondió al fin Zoro sin darle mucha importancia

- ¿Zoro se quedará con nosotros?- exclamó de pronto el pequeño Luffy con una enorme sonrisa- ¡GENIAL!- corrió hasta donde estaba el mayor y lo tacleó hasta quedar en el suelo junto con él

- Luffy, bájate de Zoro, vas a lastimarlo

- ¡pero Zoro es SUPER fuerte! ¡Esto no es nada para él, shishishi!

- el desayuno- interrumpió Sanji, dejando los platos sobre la mesa y saliendo de la cocina...

--End Flash Back—

Cuando se dio cuenta, las lágrimas rodaban incontrolables por sus mejillas. Se cubrió la boca para no dejar escapar ningún ruido mientras no dejaba de preguntarse el por qué estaba llorando. Tuvo que obligarse a detener su llanto, pues sabía que alguien podía verlo, y eso era lo que menos necesitaba en esos momentos. Después de unos minutos de suspirar profundo y enjugarse las lágrimas, se puso de pie y encendió otro cigarrillo, pues ni siquiera se había dado cuenta que el primero se había consumido y apagado hacía tiempo.

Sacudió sus ropas con elegancia, se acomodó la corbata y siguió su camino, aun había una bella dama a quien consolar. Miró las puertas a su alrededor mientras avanzaba, si ponía la atención adecuada, podía encontrar cualquier indicio que le llevara a la chica; mas al pasar junto a una ventana detuvo sus pasos abruptamente... se acercó al cristal y miró con más detenimiento lo que sucedía fuera del edificio; un par de figuras caminaban hacia un auto, sin embargo, no eran transeúntes cualquiera...

- marimo...- musitó el rubio, viendo como el nombrado iba en compañía de Ace. Los miró charlar amenamente antes de que el pelinegro se colgara del cuello del otro mientras reía... de nuevo esa asfixiante sensación golpeó su pecho y, sin darse cuenta, su cigarro cayó de sus labios- no lo toques...- reclamaba apretando sus puños- aléjate de él...- frunció el ceño y se giró rápidamente para ir a donde estaban los otros dos; mas no había dado ni tres pasos cuando chocó contra algo o alguien

- lo siento- se disculpó Sanji con una sutil reverencia. Al erguirse vio que era Smoker con quien había tropezado, y no se veía contento. Ambos miraron hacia la ventana, viendo cómo aquel auto se marchaba lentamente

- Kuroashi- la voz del mayor le hizo regresar su vista al frente- ya que ese idiota renunció...- explicaba con molestia- ...estarás bajo mi cargo hasta que encontremos alguien que lo reemplace...

-¿reemplazar?- sintió una leve incomodidad tras repetir la palabra

- te quedarás en la Base 1 hasta que encuentre a alguien indicado...

*************************

Esa noche en especial, un viento helado y húmedo soplaba fuertemente, señal clara de que la lluvia no tardaría en caer. El auto se detuvo frente a una ostentosa casa fuertemente asegurada, indudablemente eso se debía a que era la Base 1. Sanji se dejó guiar al interior de la residencia... por dentro era igual o más lujosa que el exterior. El rubio admiró todo un instante antes de seguir a Smoker, quien le llevó a una pequeña pero cómoda habitación que constaba de una cama, un closet, algunos muebles y una ventana.

- dormirás aquí esta noche- indicó el mayor- si necesitas algo, avísame- tras decir aquello, el peilplateado salió de la habitación y aseguró la puerta.

Sanji no tuvo opción más que resignarse; cargó su maleta y se dispuso a desempacar. Abrió el armario y empezó a acomodar sus prendas con lentitud, asegurándose que todo estuviese doblado como debía. De pronto, sintió entre sus dedos la textura de una tela diferente a la de sus prendas... la sacó de un tirón y la extendió frente a él, sosteniéndola con ambas manos

- esto no es mío- dijo el rubio para sí. En efecto, aquella sencilla playera azul no era de él, ni siquiera era el estilo que solía usar... ¿de quién era entonces? Haciendo un poco de memoria, recordó haber visto aquella prenda sobre el cuerpo del espadachín alguna vez. ¿Qué hacía eso en su maleta?... Seguramente hubo algún tipo de confusión al empacar y la había tomado por equivocación.

Pensó que tirarla era lo mejor, pero algo dentro de él no le dejaba soltarla siquiera. Acercó la prenda a su pecho y la abrazó con fuerza mientras aspiraba su aroma; podía notar un olor placentero se desprendiéndose de ella... era metálico, fuerte y masculino, justo como lo era Zoro, ¿por qué un olor así le era tan agradable? Caminó hasta la cama y se tiró en ella, dejando que el sueño le venciera lentamente...

**********************

La luna estaba en su punto más alto. Los gráciles rayos plateados cubrían todo lo que estaba a su alcance, colándose incluso en esa habitación, rompiendo la oscuridad que la albergaba. Dentro, dos cuerpos desnudos se rozaban y mecían bajo las sábanas, dejando escapar de vez en cuanto uno que otro suspiro.

- Zo... Zoro...- musitó uno de ellos. El nombrado se separó un poco de él, deteniéndose a admirarle; aquella suave luz de luna le dejaba ver a su amante a la perfección, deleitándose con cada detalle dibujado en el rostro ajeno... el bello tono carmín en sus mejillas, sumado a su traviesa sonrisa, le hacía lucir tremendamente adorable y provocador a la vez... retiró suavemente los mechones de cabello de su rostro y se dispuso a perderse en los labios del otro nuevamente- Zoro, te amo...- murmuraba cada vez que tenía oportunidad para luego dejarse devorar nuevamente.

Sus manos se paseaban por la espalda del espadachín mientras éste hacía lo propio sobre el pecho del otro; podía sentir el agitado sube y baja de su cuerpo, buscando llenar sus pulmones desesperadamente, pero sin hacer intento de separarse de él. Zoro sonrió como pocas veces hacía, y buscando darle más placer a su amante, una de sus manos se perdió debajo de las sábanas, comenzando a moverse al ritmo de sus besos...

- esp... espera... ahhh...- se cubrió la boca con una mano mientras la otra se aferraba desesperada a la sábana

- no seas egoísta- bufó en falso enojo, descubriendo la boca de su amante para luego besar el torso de su mano- déjame escucharte...- su mano descendió aun más, arrancándole un gemido incluso más fuerte que los anteriores- ¿se siente bien, Ace?- al recibir un asentimiento como respuesta, el espadachín comenzó a lamer el cuello del pelinegro con verdadero goce

- no...ahhh... no puedo más...- su cuerpo se estremecía desesperado- hazlo, Zoro...

- bien- dejó un suave beso en los labios del otro antes de colocarse entre sus piernas- voy a entrar...

*-*-*-*-*-*-*

Sanji se levantó cual resorte de la cama, agitado y sudando frío. Se llevó una mano a la frente mientras analizaba su entorno... seguía en aquella habitación y aún era de noche; afuera, una sobria llovizna mojaba el vidrio de la ventana, siendo guiada por la dirección que el viento le imponía. El rubio suspiró profundo, dejándose caer en el colchón...

- eso no es siquiera posible...- se decía, tratando de olvidar el sueño... no, la pesadilla que acababa de tener. Volvió a abrazar la camisa que sostenía en sus manos y se repitió una y mil veces que lo que acababa de ver jamás pasaría... pero algo lo mantenía intranquilo... la última vez que Ace y Zoro estuvieron juntos, ellos...- joder Sanji, deja de pensar en eso- se reprendía- el marimo nunca...- pero sus palabras cesaron de pronto. Quizá el marimo no era capaz de hacer algo así estando sobrio, pero ¿y si había bebido?

Volvió a levantarse bruscamente de la cama... no iba a permitir que esa pesadilla se hiciera realidad. Desarrugó sus ropas y fue hacia la puerta, mas al encontrarla cerrada desde afuera, gruñó molesto y buscó rápidamente con la mirada su segunda opción... la ventana. Caminó hasta ella e intentó abrirla, pero, al igual que la puerta, estaba cerrada. Su paciencia comenzaba a agotarse, tenía que salir de allí por cualquier medio; rompió el cristal con una de sus patadas y se escondió bajo la cama.

Al poco rato, Smoker abrió alarmado el cuarto, y al encontrarlo aparentemente vacío y con la ventana hecha pedazos, abandonó la casa. Sanji salió de su escondite y luego de la Base 1 para luego comenzar a correr por las calles... desde ese punto, no sabía en dónde encontrar el apartamento de Zoro. Vagó por la ciudad toda la noche, guiado solamente por su memoria. Para cuando llegó al apartamento de Zoro, ya había amanecido. Empapado hasta los interiores, Sanji aceleró el paso y entró al edificio.

Sus zapatos mojados y llenos de barro le hicieron caer, mas no fue suficiente para detenerlo. En cuanto estuvo frente a la puerta del apartamento, tumbó la puerta de una patada e ingresó en él, rogando no haber llegado tarde... pero se quedó de piedra al ver que lo único que quedaba dentro del lugar eran muebles vacíos. Sin poderlo creer todavía, Sanji recorrió el lugar... la ropa, los libros, incluso sus pesas no estaban... Cayó de bruces al suelo, dejando que sus lágrimas fluyeran con libertad de sus orbes... Zoro se había marchado, y seguramente jamás volvería a verlo...

*******************************

Los días pasaron, y el rostro apático del rubio no parecía cambiar, incluso había dejado de coquetear con cuanta chica se le cruzase. Tashigi estaba en las mismas condiciones, simplemente nada parecía animado desde que Zoro se había marchado...

- no...- decía en voz apagada Sanji mientras un oficial le mostraba una fotografía de un reconocido criminal. Al recibir su negativa, el hombre dejó la imagen a un lado y le mostró otra- no...

- ¿qué tal éste?

- no...- bostezó aburrido el cocinero, recostándose sobre el escritorio- ¿puedo irme ya? Tengo 8 horas en esta maldita silla y comienza a dolerme el trasero

- bien, tómate un descanso- el oficial se masajeó las sienes y le dejó salir

- ¿puedo ir a visitar al viejo?

- de acuerdo. Pero irás con Franky

- tks- Sanji fue a la cafetería a por algo de beber mientras esperaba su escolta. Un rato más tarde, un hombre corpulento, de escandalosa cabellera azul y gafas oscuras apareció. Era una persona por demás extravagante, empezando por sus monstruosos músculos y que estaba obsesionado con el refresco de cola y la palabra "Súper", sin embargo, sabía hacer muy bien su trabajo.

Tras salir de la estación de policía, Franky y el cocinero abordaron el automóvil del primero, dirigiéndose al hospital. Al llegar a su destino, buscaron la habitación en donde estaba Zeff

- yo te espero aquí- indicó el peliazul mientras abría una lata de cola y se recargaba en una pared cercana

- gracias- el rubio entró a donde estaba aquel hombre que consideraba su padre; ...estaba durmiendo.

Después del incidente en el Baratie, la recuperación de Zeff había sido mortalmente lenta, pero todo un éxito. En una semana más podría estar de regreso en su amado restaurante, o en lo que quedaba de él. Sanji sonrió, ansiaba que todo volviese a ser como antes; cocinar en el Baratie, cuidar de los gatitos y atender a sus damas; mas sabía que, hasta que no atraparan a Crocodile, aquello era un sueño distante. Suspiró con pesadez... ¿qué habría pasado si no hubiera intentado salvar a esa chica aquel día? Seguramente todo sería como antes; estaría viviendo su monótona y ordinaria vida... y no lo habría conocido a él...

- oh, parece que el mocoso está creciendo- escuchó la voz burlona de Zeff seguida de una carcajada

- ¿de qué hablas estúpido viejo?- gruñó molesto Sanji, buscando sus cigarrillos, pero al recordar en dónde estaba, los volvió a guardar

- hace un momento, parecía que estabas pensando en alguien especial...- al ver el rostro sonrojado del más joven, volvió a reír- jajaja, parece que al fin pasó; te has enamorado...

- ¡No digas ridiculeces anciano decrépito! ¡¿Quién podría enamorarse...?!- calló de pronto al darse cuenta de lo que pasaba por su mente... "¿quién podría enamorarse de ese cabeza de alga?"... ¿por qué, de entre todas las personas en el mundo, tuvo que pensar en él como primera opción?- quién podría...

- el amor llega cuando menos te lo esperas, Sanji...

- te equivocas, viejo... no....

- ¡¡AYUDA!!- un grito proveniente del exterior alertó a ambos. Al asomarse por la ventana, Sanji puedo ver a una chica corriendo por las calles, y tras ella, tres hombres armados con bates de metal y cadenas- ¡¡ALGUIEN, POR FAVOR!!

- maldición...- se apresuró en salir de la habitación para encontrarse con el peliazul- ¡Franky, hay una chica una chica!...- le gritó exaltado al oficial

- ¿chica?- miró hacia todos lados- ¿dónde?

- ¡no, idiota! ¡afuera, hay una chica siendo molestada por unos tipos!

- ¿qué?- con mirada furiosa, Franky aplastó la lata de cola contra su frente y la tiró a la basura- ¡vamos a por esos bastardos!

- lo siento viejo, te veré otro día- se despidió el rubio antes de salir junto con Franky del hospital.

- espera, pediré refuerzos- el peliazul fue hasta a su auto, llamando por el radio para pedir ayuda.

Sanji, por otra parte, miraba hacia donde él creía se habían ido aquellos tipos. Vio varias personas correr en una calle contigua, y al ver que Franky seguía ocupado hablando por el radio, decidió ir solo. No pudo evitar tener la sensación de deja-vú, esa situación se parecía demasiado a la vez que se encontró con el Rey del Bajo Mundo. Temiendo que pudiera terminar igual, el rubio apresuró el paso; sus manos sudaban y su corazón palpitaba como loco. Mientras más se acercaba mas recordaba lo ocurrido aquella vez, una parte de él le decía que regresara, pero la otra le obligaba a continuar, no podía abandonar a esa chica.

Vio a aquellos hombres entrar a un callejón y los siguió hasta ese sitio... la chica estaba sentada en el suelo, temblando y llorando sin dejar de pedir ayuda. Al ver que un entrometido había llegado, los tipos dirigieron su atención al rubio, levantando sus armas contra él, mas Sanji, al ser más veloz y fuerte que ellos, los dejó fuera de combate en poco tiempo. En cuanto el enemigo cayó inconsciente, el rubio se apresuró a auxiliar a la bella mujer...

- ¿te encuentras bien?- le preguntó el cocinero poniéndose a su altura- ¿esos tipos no te hicieron nada, verdad?

- no, estoy bien- dijo la mujer, limpiándose el rostro con sus manos- gracias...

- no es nada, mellorine- le tendió una mano, ayudándole a ponerse de pie- ¿quieres que te acompañe a casa?- la chica sólo asintió y, tomada de la mano del rubio, salieron de ahí- por cierto, me llamo Sanji- se presentó- ¿y cuál es el nombre de este precioso ángel?

- ...- la mujer sonrió- Nico Robin...

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Mientras tanto, en Villa Fucsia...

Con tres salvavidas y unos snorkel puestos, Luffy se arrojó al agua, salpicando todo a su alrededor, incluyendo a los dos que le acompañaban. Sin hacerle mucho caso al agua que lo empapaba, Zoro se llevó los brazos tras su nuca y se recargó en un árbol cercano, cerrando los ojos.

- Luffy, ten cuidado- le pidió su hermano mayor. Ace pasó su mano por su rostro, quitando el exceso de agua- oi, Zoro, deberías secarte...- sugirió al peliverde, pero al ver como la playera que llevaba puesta se pegaba exquisitamente al bien formado cuerpo del espadachín, se sonrojó.

- así estoy bien- respondió el peliverde con los ojos cerrados- es sólo agua...

- pero...- el pecoso tragó saliva, sintiendo cómo su autocontrol desaparecía de a poco. Tener al peliverde cerca realmente le afectaba, cada día se sentía más vulnerable ante su presencia; pero la imagen que tenía frente a él en esos momentos fue la gota que colmó el vaso. Aprovechando la distracción del otro, se inclinó hacia él- oi, Zoro...- murmuró tan cerca del rostro del pelinegro que, al sentir su aliento, el espadachín abrió los ojos

- ¿qué haces?- habló un poco descolocado

- yo...- la distancia entre ambos se hacía más corta, sólo un par de centímetros más y ellos...

- ¿qué están haciendo?- preguntó inocente un empapado Luffy, mirándolos con curiosidad

- ¡Luffy!- avergonzado, Ace se apartó del peliverde- creí que estabas nadando...

- shishishi, me dio hambre

- no tienes remedio- suspiró un poco desilusionado. Por primera vez en su vida la idea de estrangular a su hermano no sonaba tan mal

- Ace, el teléfono

- ¿eh?- miró confundido al peliverde

- alguien te está llamando- Zoro señaló hacia el bolsillo del pelinegro, en el cual podía verse una parpadeante luz atravesando la tela

- oh, es verdad- sacó el teléfono, lo miró unos instantes y respondió- ¿qué pasa abuelo?- el pecoso se quedó en silencio, escuchando atentamente. Conforme avanzaba la conversación, su rostro se volvía más serio y pálido, no era una buena señal

- Ace, ¿estás bien?- pero el otro no respondía- ¡Ace!

- el viejo quiere que apoye al departamento de Whiskey Peak

- ¿pasa algo?

- Sanji...- el espadachín le miró confundido. Ace tragó saliva, dándose el valor para continuar- Sanji desapareció...

Continued...


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