12. Mi Verdadero Motivo
holi a todos!! les dejo el capítulo de esta semana, espero que lo disfruten!!!
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12. Mi verdadero motivo
- ¿los tres vivieron juntos?
- ¡sí! Fueron apenas unos meses, ¡pero fueron muy divertidos! Aunque Zoro no podía jugar conmigo cuando llegó
- ¿por qué?
- la herida de su pecho...- el cocinero se quedó estático, ¿se refería a "esa" herida?- Ace dijo que Zoro estuvo a punto de morir
- ¡¡Luffy!!- le llamó puños desde afuera- ayúdame un poco con esto, ¿quieres?- el chico salió disparado al encuentro con su hermano, dejando al rubio con una enorme incógnita en su mente.
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Su concentración ya no estaba en cocinar, más bien se encontraba en la conversación que había tenido con Luffy. Quizá el chico no estaba muy consciente, pero él sabía algunas cosas que deseaba conocer del marimo, aunque parecía que su información era superficial. Por todo lo que había escuchado, algo importante pasó hace cuatro años en la vida del peliverde, y por dios que quería saber cómo es que se había hecho semejante herida... las únicas personas que podían contarle algo al respecto eran dos: Ace y el marimo. El primero seguramente no le diría nada, pues le había ocultado los hechos incluso a su hermano menor; entonces, su única opción era el cabeza de alga, pero ¿cómo hacerlo hablar? Y como un rayo, lo que le dijo puños de fuego regresó a su mente...
"Zoro es más honesto cuando está ebrio"
Sonrió suspicaz; bastaba con quedarse a solas con el marimo, hacerle beber unas cuantas botellas y hablaría como periquito. Terminó con la comida y llamó a los otros tres a comer, dejando su plan de lado por el momento; tenía mejor oportunidad, según él, por la noche.
Pronto todos se reunieron a la mesa, Zoro siendo llevado por los hermanos D. a la cocina. En cuanto se dieron las gracias por la comida, Sanji presenció algo increíble; la comida que le llevó tanto tiempo y esfuerzo preparar desaparecía ante sus ojos. Luffy tenía el apetito más voraz que jamás hubiera conocido, como si fuera una aspiradora absorbiendo todo a su paso; Zoro y Ace, al conocer mucho mejor al chico, lograron salvar su plato, pero la comida de Sanji no corrió con tanta suerte.
- ¡estuvo delicioso!- exclamó Luffy sobándose su abultada panza- ¡lo más delicioso que he comido en mi vida! ¡Te amo Sanji!- Zoro no pudo evitarlo, terminó por escupir el agua que estaba bebiendo. Ace estalló en carcajadas, aquello no podía ser más divertido; el rubio tratándose de quitar a su eufórico hermano, quien lo abrazaba repitiendo que lo amaba, mientras que Zoro veía al más pequeño con intenciones asesinas...
Celos... era tan simple como eso. Y a pesar de estarse riendo, Ace también estaba celoso... celoso de que Zoro ya no le perteneciera; aunque jamás fue "suyo", como le gustaba creer, pues nunca se atrevió a decirle lo que sentía, y ahora era demasiado tarde, pues sabía que su corazón de igual forma terminaría destrozado... lo único que le quedaba, era apartarse del camino.
- tengo que irme- dijo puños de fuego, levantándose de la mesa. Luffy soltó al rubio y lo miró serio- hey, no me veas así- entendía lo que le quería decir su hermano con esa mirada "No te vayas"- sabes que tengo que irme...- el menor se asió a él lo más fuerte que pudo, deseando retenerlo a su lado- por favor Luffy, en serio tengo que irme...
- ¡NO!- el menor escondió su rostro en el pecho de su hermano, aferrándose a él
- volveré pronto, lo prometo. Además, Zoro y Sanji se quedarán contigo un tiempo, ¿recuerdas de lo que hablamos?- apartó a su hermanito un poco para limpiar sus lágrimas y besar su frente- tienes que cuidar de ellos, ¿entendido?- le quitó el sombrero para acariciar su negra cabellera y luego se alejó de él- vendré a verlos en una semana. Por favor Zoro, cuídense mucho- volvió a colocarle el sombrero de paja a su hermano y salió de la casa, de regreso a Arlong Park.
A él también le dolía horrores abandonar a su hermano, pero era la única forma de que nadie se acercara a él, que nadie lo lastimara. Salió lo más rápido posible de la Villa Fucsia, asegurándose de que nadie lo viera o siguiera. Pasó por varios pueblos y cruzó peñascos y montañas antes de retomar su camino hacia Arlong Park. Fue en uno de los solitarios caminos adyacentes de la ciudad que se percató de que un auto lo venía siguiendo.
- [[por favor, que no sepan de donde vengo]]- pensaba mientras veía el vehículo por el retrovisor. Tomó el volante con una mano mientras que con la otra sujetaba una de sus pistolas; ni siquiera se molestó en girarse, apuntó hacia atrás y disparó, usando el espejo para apuntar a su objetivo. Como siempre, todas dieron en el blanco; el auto dio varias vueltas en el camino antes de estrellarse contra un grupo de árboles.
Pero no contaba con que enfrente le esperaba una trampa. Sintió cómo pasaba sobre algo y poco después escuchó un extraño ruido y empezó a perder el control del automóvil. Tuvo que detenerse y bajar a revisar, sus llantas estaban ponchadas. Al mirar hacia atrás logró ver un alambre de púas extendido en el camino. Se llevó una mano al bolsillo para sacar su celular y pedir refuerzos, pero, en cuestión de segundos, se vio rodeado de varios hombres, pudiendo distinguir entre ellos a los subordinados de Crocodile.
- ya sabía que ese bastardo no se quedaría de brazos cruzados- desenfundó su par de pistolas, apuntando a ambos lados- bueno, yo tampoco lo haré...- un solo hombre contra cien, claramente tenía desventaja, probablemente no lo lograría, pero al menos daría pelea... porque, después de todo, tenía personas importantes que quería proteger...
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Algunas horas más tarde, en la Villa Fucsia...
- ¿cómo está Luffy?- inquirió el peliverde sentado sobre su cama
- se quedó dormido- Sanji estiró un poco los brazos y se quitó el saco, dejándolo en el respaldo de una silla, sentándose en ella poco después- lo dejé en su habitación
- gracias
- son muy importantes para ti, ¿verdad?... Luffy y Ace...- el peliverde no respondió, sólo sonrió por apenas un instante. Era como el rubio había pensado, no le diría lo que quería saber tan fácilmente; ese era el momento perfecto para que su plan diera inicio- ahora vuelvo- salió de la habitación, regresando con 4 botellas de licor después de un rato
- ¿qué haces con eso?
- tú y yo dejamos un duelo pendiente en el bar el otro día, ¿recuerdas?- profirió entregándole una de las botellas a Zoro y dejando las restantes al lado de la cama de éste. Ya había preparado todo; como no era muy resistente al alcohol, se encargaría de darle el licor más fuerte al marimo para que se embriagara más rápido. Acercó su silla a la cama y lo retó con la mirada
- tú lo pediste, cocinerucho- abrieron sus respectivas botellas al mismo tiempo, pidiendo salud antes de empezar a beber.
Al terminar el primer par de botellas le siguieron dos más que pronto se terminaron también. Sanji debía admitir que el marimo tenía aguante, después de un par de botellas aún se mantenía lúcido; tenía que darse prisa o sería él quien terminaría ebrio antes de tiempo. Sin embargo, gracias a la debilidad de Zoro a causa de sus heridas, el alcohol inundó rápidamente sus sentidos hasta entorpecerlos ligeramente. No estaba seguro si con eso bastaría, pero debía intentarlo, aunque no sabía cómo empezar exactamente.
Zoro, por su parte, se estiró para dejar la botella vacía al pie de la cama y tomar una nueva, mas al hacerlo su botella golpeó otras más, haciendo que cayeran y terminaran rodando en el suelo.
- torpe- se quejó Sanji, agachándose para recoger las botellas
- ¿a quién crees que llamas torpe, cocinero mierdoso?
- a ti, cerebro de alga- el otro le miró de mala manera- eres un bruto... nunca conseguirás novia con esa actitud...- dijo aquello sin pensar
- ¿y quién te dijo que no he tenido novia?
- ¿qué?- parpadeó un par de veces- ¿tienes novia?
- tenía novia- aclaró. Zoro comenzó a buscar dentro de su haramaki, sacando enseguida una fotografía- ella- el rubio no pudo hacer otra cosa más que sorprenderse, era una copia de la fotografía que Ace le había quitado; pero lo que lo dejó sin palabras fue que Zoro señalaba a la pequeña que se parecía a Tashigi
- ¿una niña?- quería indagar un poco más, así que tenía que hacerse el tonto un rato para que Zoro le dijera lo que quería saber
- se llamaba Kuina- comenzó a explicar- era la hermana gemela de Tashigi. Sus padres y los míos eran muy buenos amigos, así que íbamos muy seguido a visitarlos a Alabasta. Tenían un dojo donde su padre enseñaba todo tipo de combate con espadas, y su madre vendía katanas- Sanji comenzaba a recordar, ¿no fue en Alabasta donde estuvieron en un lugar así?
- ¿entonces tú y Tashigi-san son amigos de la infancia?
- quizá más que eso, somos hermanos o algo así. Mis padres murieron cuando tenía diez años, así que los padres de Kuina se encargaron de mí; fue su padre me enseñó la técnica de tres espadas - explicó mirando las tres katanas que descansaban muy cerca de su cama- era un buen hombre. Se puede decir que en ese tiempo realmente era feliz. Kuina y yo nos comprometimos en cuanto ella cumplió 18 años, pero...- calló de repente.
- ¿qué ocurrió, marimo?
- hace cuatro años...- empezó a narrar con un tono que el rubio no supo descifrar, como si todos sus sentimientos quisieran salir de un solo golpe- ...Crocodile llegó a Alabasta- Sanji sintió un nudo a mitad de su garganta, quizá no había sido buena idea meterse en ese asunto- era un pueblo tan pacífico que ni siquiera necesitaba intervención del gobierno del estado, el lugar perfecto para una sabandija como él. A base de miedo, empezó a adueñarse poco a poco de Alabasta, hasta que el pueblo completo le perteneció... o casi todo. El padre de Kuina se negaba a entregar el lugar donde su familia y varias generaciones habían vivido. Entre Kuina, Tashigi, su padre y yo lográbamos ahuyentar a cualquier oponente que nos mandaba Crocodile, pero un día... él llegó al pueblo.
- ¿q-quién?- dijo con temor, algo en su interior le decía que terminara con el interrogatorio, pero su curiosidad era más fuerte
- Dracule Mihawk...
--Zoro Flash Back–
De haber sabido lo que pasaría, no habría salido de Alabasta. Era sólo una visita de rutina a la tumba de sus padres en Wiskey Peak, mas Zoro terminó demorando más de lo debido gracias a su orientación. Al llegar por fin a su destino, notó que las calles del pueblo estaban prácticamente vacías, y eso sólo significaba una cosa, Crocodile o alguno de sus subordinados estaba en el pueblo.
Se apresuró en ir a casa de Kuina, seguramente aquellos hombres estarían molestando otra vez... el primer lugar que visitó al llegar fue la tienda de katanas, sin embargo, no había nadie ahí, ni siquiera la madre de las gemelas, que rara vez abandonaba su puesto. Un mal presentimiento azotó al peliverde, así que fue a la parte trasera de la tienda, en donde había una pequeña alcoba. Escuchó leves sollozos, y haciendo uso de su buen oído, encontró su procedencia; una puerta oculta a nivel del suelo. La abrió rápidamente, Tashigi estaba metida en tan reducido espacio, llorando y temblando como el peliverde jamás había visto
- Zo... ro...- pronunció débilmente la chica al percatarse de su presencia, se levantó y lo sujetó por la cintura- ¡mamá! ¡Se han llevado a mamá!- decía entre lágrimas
- ¿en dónde están Kuina y tu padre?- se apresuró a preguntar
- un hombre vino,... tenía una capa negra con rojo y una enorme cruz en su espalda... están en el dojo...
- Tashigi, no salgas de aquí hasta que venga por ti, ¿entendido?- la chica asintió y regresó dentro del pequeño cubículo. Zoro cerró la puerta y tomó tres espadas de la tienda antes de dirigirse al dojo.
Abrió la puerta corrediza de golpe, encontrándose con algo que jamás en su vida esperó ver; el padre de Kuina yacía derrotado y muerto en el suelo, sumergido en un charco de su propia sangre. En cuanto a la chica, con los ojos inundados en lágrimas, sostenía su espada contra el hombre que había descrito Tashigi, mas lo único que podía ver Zoro en ese momento era su espalda con la imponente cruz colgando de ella. El hombre se giró para observar al recién llegado... ojos dorados de penetrante mirada, justo como los de un halcón. En sus manos llevaba solamente una pequeña daga, apenas visible en su mano, de cuya hoja escurrían gotas de sangre... tenía que ser una broma, ¿a caso había vencido al padre de las chicas sólo con eso?
- ¡MALDITO!- gritó furiosa Kuina, blandiendo su espada contra aquel hombre. El intruso levantó una mano, tomando el extremo de arriba de la cruz y levantándola, mostrando su verdadera naturaleza, una enorme espada negra. Sólo bastó un movimiento para cortarle el brazo entero a la chica. La extremidad de la chica terminó a pies del peliverde, aún retorciéndose y salpicando sangre por todos lados.
Zoro se quedó cómo de piedra, observando cómo aquel hombre le daba el golpe final a la chica, clavándole la enorme espada en el cuerpo, casi partiéndola en dos. Sacudió la hoja de su arma, quitando el exceso de sangre, y se dirigió a donde estaba el peliverde, quien lo miraba impotente desde su sitio. Fue hasta que estuvo a unos pasos de él cuando reaccionó, con la furia segando sus movimientos, se abalanzó contra aquel hombre, pero en menos de un segundo, desapareció de su rango de visión.
- felicidades, muchacho- escuchó decir al espadachín detrás de él- tu suerte te ha salvado la vida...- Zoro sintió un enorme dolor en su pecho, y al bajar la mirada vio una enorme herida que cruzaba su cuerpo entero, sangrando descontroladamente. Cayó al piso, débil por la pérdida del vital líquido, mientras su respiración se hacía más pesada- cuando seas el mejor espadachín, ven a buscarme... soy Dracule Mihawk...- fue lo último que escuchó antes de perder la conciencia...
-- End Flash Back—
-... cuando desperté, estaba en un hospital. Tashigi estaba a mi lado junto con chico de sombrero naranja
- Ace...- murmuró el rubio, aún afectado por la narración. El silencio se apoderó del cuarto, Sanji no sabía qué decir, nunca consideró que el pasado también podría afectar al marimo, pues, aún en esos momentos, Zoro trataba de contener sus lágrimas...- lo siento- fue lo único que atinó a decir- no debí entrometerme...- bajó su mirada, realmente arrepentido- así que... es por eso que quieres atrapar a Crocodile... buscas venganza...
- no- dijo firme- lo único que quiero... es que ya no me quiten a la persona que amo...- mas antes de que el rubio pudiera preguntar el por qué de sus palabras, Zoro acortó la distancia entre ellos, uniendo sus labios
- ¿qué estás...?- Sanji se apartó lo más rápido que pudo, rojo hasta las orejas- ¿qué intentas idiota? ¡Yo no soy Ace!
- ya sé que no lo eres- hizo un nuevo intento por acercarse, pero el cocinero retrocedió más
- ¡¿qué clase de juego pervertido estás jugando?! ¿A caso vas por ahí besando a todo el que se atraviese cuando estás ebrio?- pero Zoro ni siquiera le respondió. Haló al rubio por la corbata, tumbándolo en la cama, y a pesar de que estaba herido, logró posicionarse sobre él- ¡deja de...!
- ¿me dejarías besarte si no estuviera ebrio?
- ¿qu...?- el peliverde no lo dejó hablar, volvió a colocar sus labios sobre los del otro.
Sanji apretaba con fuerza sus labios mientras se revolvía debajo de él, tratando de que el marimo terminara con su jueguito. El peliverde apresó sus manos contra la cama, mientras que su lengua saboreaba los labios del cocinero... el rubio no pudo evitarlo, soltó un pequeño gemido, permitiéndole el acceso a su cavidad. Sanji cerró sus ojos, sintiendo cómo aquella lengua invadía su boca, palpando todo a su paso... ya no pudo soportarlo mucho, aquel beso comenzaba a sentirse tremendamente bien, y lentamente, fue sucumbiendo ante Zoro...
Continued...
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