10. Ese Extraño Sentimiento. Parte 2
10. ese extraño sentimiento part. 2
- [[¿En dónde te metiste ahora, Zoro?]]- maldecía Ace, dándole vueltas a todo el lugar, buscando al mencionado espadachín. Lo único que pedía era no llegar demasiado tarde; quería ver al peliverde a salvo, sonriéndole estúpidamente, como solía hacer.
Se introdujo en el mar de gente que brincaba en la pista, buscando a su compañero, sin embargo, no daba señas de estar ahí, así que se alejó de aquella muchedumbre y pasó por la barra, las mesas, incluso la zona VIP,... y al darse cuenta de que el espadachín tampoco estaba por esos sitios, decidió adentrarse más en aquel centro nocturno. Justo caminaba frente al sanitario de las chicas cuando dos lindas jóvenes salían de ahí, conversando...
- ¡te digo que lo escuché!- replicaba una a su compañera- ¡eran disparos!- la plática intrigó al moreno, por lo que, discretamente, se detuvo a oírla
- ¡estás loca!- se reía su amiga- ¿por qué abrían de escucharse disparos en un sitio como éste?- la otra chica quedó en silencio, como tratando de percibir algo- hey, no me ignores- dijo enfadada
- ¿no lo escuchaste? ¡Otro disparo! Creo que esta vez vino de afuera...
- ¿eh?- colocó sus manos alrededor de sus oídos, tratando de agudizar sus sentidos- yo no escucho nada
- ¡te digo que lo escuché!- decía molesta
- deja de decir tonterías, mejor vamos a seguir bailando...- tomó a su compañera del brazo y la arrastró de nuevo a la pista.
Ace se quedó pensativo, podría jurar que él también había escuchado algo, pero debido al escándalo del lugar, y sumándole la lluvia que azotaba la noche, no estaba muy seguro... decidió salir de dudas e ir afuera a investigar; después de todo, había recorrido Mr. Five de esquina a esquina y, si no había encontrado a Zoro hasta ese momento, eso indicaba que no estaba ahí...
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"¿Por qué?"
No podía dejar de preguntárselo. No importaba cuánto despreciara a aquel sujeto, cuánto le gritara o golpeara, siempre terminaba haciendo por él lo que nunca nadie había hecho... vio a Roronoa Zoro desplomarse a sus pies a causa de sus graves heridas, y lo único en lo que éste pensaba era en protegerle de la lluvia,... ¿cuánto más pensaba confundirlo?
Con las dudas aún en mente, Sanji se agachó a la altura del otro, intentando ayudarle. El rojo teñido en la ropa del peliverde no hacía más que alterarlo, y pronto un incontenible deseo de llorar se apoderó de él, ¿a cuántas personas tenía que ver morir antes de que Crocodile terminara con su tortura y le arrebatara la suya?
- tienes que resistir marimo... por favor...- le dijo al mencionado, tratando de alejar los pensamientos negativos de su mente- alguien vendrá a ayudar, estarás bien...- quiso acercarse a él, pero Zoro repentinamente lo empujó, haciéndole caer de sentón al piso.
Lo siguiente que vio al levantar la mirada le congeló la sangre... Zoro y un desconocido se apuntaban mutuamente con un revólver directo al cabeza, dispuestos a asesinar al otro en cuanto hiciera el más mínimo movimiento... por un momento, lo único que rompía el silencio era el caer de la lluvia, pero de pronto...
- perdónenme...- escuchó murmurar al peliverde justo antes de que éste soltara la pistola, la cual vio caer en cámara lenta hasta que quedó en el suelo... ¿qué tenía pensado hacer ese imbécil? ¿Por qué no se defendía?
"Se llevó un revólver, claro que no está desarmado"
"No lo usará"
¿Por qué Ace tenía que estar en lo correcto? ¿Por qué no usaba la maldita arma? ¿En verdad tendría que ver a otra persona morir frente a él?
"No... No esta vez..."
En un audaz movimiento, tomó el arma que recién había soltado el peliverde y disparó al enemigo sin pensarlo siquiera... la bala no hirió al desconocido, pues había pasado justo por arriba de su hombro, pero logró detener su ataque contra el espadachín...
- oh, pero si es el tipo que busca Mr. Crocodile- pronunció aquel hombre con una burlona sonrisa en su rostro. El cañón de la pistola ahora apuntaba al rubio, dejando el combate dos contra dos nuevamente. Sanji se levantó lentamente, sin dejar de observar a su contrincante, pues sabía que cualquier distracción podría costarle no sólo su vida, sino también la del marimo- ¿qué ocurre muchacho? ¿No vas a disparar?- trató de provocarle, pues, con un sólo vistazo, cualquiera se daría cuenta de que era la primera vez que el rubio usaba un arma- ¿te gustó la redecoración que el jefe hizo a tu apartamento?
Esa fue la gota que colmó el vaso... lanzó una patada a su oponente que no sólo terminó por desarmarlo, sino que también lo dejó en el suelo, aturdido... colocó su pie sobre el pecho de aquel tipo para inmovilizarlo y apuntó el arma justo en su frente, a escasos milímetros de su objetivo. Aún cegado por la ira, se dispuso a halar el gatillo... hasta que...
- ¡Sanji!- una voz le hizo detenerse. Ni siquiera tuvo que mirar para saber que el recién llegado era Ace- tranquilo, está bien ahora...- se acercó lentamente a él, tomándolo de las manos- dame el arma...- sin poner resistencia, dejó que el pelinegro le quitara el revólver de las manos y lo alejara del hombre bajo sus pies.
En cuanto se vio liberado, aquel sujeto trató de ponerse de pie, mas el rápido contraataque del moreno lo detuvo... Ace sacó su par de pistolas con increíble rapidez y, en apenas unos segundos, tiró un total de 18 veces contra el pobre hombre, apenas rozándole, pues su objetivo no era herirlo, sino inmovilizarlo contra el suelo. Sanji ahora entendía el por qué era llamado "puños de fuego"; su ataque fue tan veloz y preciso que lo único que el rubio fue capaz de ver fue el fuego de las armas al disparar, que, para el observador ocasional, daban la impresión de que sus puños estaban en llamas.
Aprovechando el pánico del enemigo, Ace esposó al sospechoso y volvió a atender su prioridad, Zoro. Al igual que Sanji, el pelinegro fue hasta el espadachín, el cual, en algún momento, había caído inconsciente. Retiró las esposas que restringían las muñecas del cocinero y, con ayuda de éste, subió a su compañero en la parte trasera del auto, mientras encerraban al sospechoso en el portaequipaje junto con las maletas.
- conduce- le ordenó el moreno a Sanji, quien sólo parpadeó un par de veces por la impresión- ¡que conduzcas!- no tuvo otra opción más que obedecer, puso el auto en marcha y se alejó lo más rápido que pudo del sitio. Ace, en cambio, subió a la parte trasera del auto junto con Zoro y empezó a buscar debajo de los asientos. Después de un rato extrajo una caja de primeros auxilios de debajo de éstos y empezó a atender al peliverde, quizá no era mucho, pero al menos evitaba que las heridas fueran menos perjudiciales...
- ¿en qué dirección está el hospital?- preguntó el rubio mirando al otro por el retrovisor
- no vamos al hospital
- ¿qué dices? Si no lo ve un doctor...
- no podemos llevarlo al hospital, será el primer lugar en donde irán a buscarlo
- ¿qué se supone que haremos entonces?
- gira a la izquierda en la siguiente calle...
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Terminaron frente a una imponente casa de sombrío aspecto. Sanji, aún confundido por la situación, ayudó al pelinegro a cargar con Zoro y juntos lo llevaron frente a la extraña casa. Ace dio un par de golpes en la enorme puerta de madera y esperaron un momento; un escándalo se escuchó provenir de adentro y pronto la enorme puerta crujió mientras era abierta. Tras ella apareció una delgada anciana de nariz alargada y aspecto arrogante, vestida demasiado juvenil para su edad, adornando su cabeza cana con unas pequeñas gafas oscuras. La mujer enarcó una ceja y cruzó los brazos al ver a los recién llegados. Sanji se quedó sin palabras, Quizá era la primer mujer... no, la única mujer a la cual no podía halagar, pues más que una mujer parecía la típica bruja de un cuento de hadas.
- Dra. Kureha, tiene que ayudar a Zoro- la voz de Ace le hizo reaccionar; ¿a caso ese vejestorio era médico?
- ¿ah?- se llevó las manos a su estrecha cintura y evaluó la situación con inquisitiva mirada. Frunció el ceño y chasqueó la lengua antes de darles la espalda- entren- dijo, y sin más, avanzó. Los otros dos caminaron tras ella con Zoro a cuestas; les guió por los pasillos hasta que llegaron a una pequeña habitación con equipo médico, varios estantes llenos de libros y, en una esquina, una mullida cama- túmbelo ahí y esperen afuera- ordenó aquella mujer, señalando la cama. Ace le dio una silenciosa señal al rubio, dejaron al espadachín al cuidado de aquella anciana y salieron de la habitación.
Y mientras Ace se alejaba para llamar por teléfono y secar sus ropas, Sanji se sentó en el suelo junto a la puerta, exhausto. Miró sus temblorosas manos, el agua mezclada con la sangre del espadachín corrían por su piel, haciendo más dolorosa la espera. Se acomodó la chaqueta que le había puesto Zoro, la cual aún llevaba en los hombros, y, con un gran suspiro, intentó calmar sus nervios... lo único que tenía que hacer era confiar en Ace y en aquella anciana, mas aún no podía, pues ¿cómo confiar en quien no conoce? Incluso desconocía mucho de Roronoa Zoro... lo único que sabía de él se podía resumir perfectamente en 7 palabras: estúpido marimo alcohólico amante de las katanas.
Sonrió para sí ante tal ocurrencia. Y aunque sus labios dibujaban una sonrisa, su mirada más bien era triste, dolorida... rota. El llanto descendió por su rostro sin control alguno, buscando liberar su frustración; desde aquella noche, su vida se había vuelto una pesadilla; por su culpa, muchas personas habían sido perjudicadas, todo era su culpa... si tan sólo... pudiera morir en ese instante...
El rubio estaba tan concentrado en sus pensamientos que no escuchó a Ace acercarse; éste, al ver su expresión, no pudo evitar sentir pena por el cocinero, cualquiera que lo viera en ese momento sentiría lo mismo, así que, con un gran suspiro, se acercó a él...
- estará bien- habló sentándose junto a Sanji, quien enseguida limpió sus lágrimas al escucharlo- la Dra. Kureha es una de las mejores médicos del país; además, Zoro no es de los que se rinden fácilmente, ha estado en peores situaciones y siempre ha salido bien librado de todas ellas...
- lo conoces bien- profirió flexionando sus piernas y abrazándolas
- es normal saber todo de la persona que amas...- el rubio se sonrojó ante su declaración, ¿Cómo podía admitir abiertamente que amaba a otro hombre? No era natural, mucho menos normal...
- [[jamás podría admitir algo así]]- pensaba mientras veía al pecoso; ¡Por supuesto que nunca diría eso! Para empezar, ni siquiera estaba interesado en los hombres, una mujer siempre era mucho mejor...- uhhh...- un quejido de molestia escapó de sus labios- seguramente ustedes dos tienen su historia...
- han sido cuatro años- se recargó en la pared, llevándose los brazos atrás de la nuca- creo que... esa vez realmente estuvo a punto de morir...- hablaba más para sí que para Sanji, observando algún punto del pasillo, perdiéndose en sus recuerdos... el rubio no hacía más que estudiar sus expresiones, podía pasar de una sutil risa a una expresión de enfado en cuestión de segundos. Cómo deseaba poder ver lo que el pelinegro remembraba con tanta atención, saber qué causaba cada una de sus reacciones...
¿Estaría bien preguntarle? Para empezar, no sabía si Ace le contestaría sinceramente, o peor aún, podría no responderle; pero la única forma de averiguarlo era hablar... apenas iba a articular palabra cando escucharon varios ruidos afuera seguidos de unos enérgicos golpeteos en la puerta
- hay mucho ruido- comentó Sanji al aire
-ese anciano siempre ha sido muy veloz- estaba a punto de levantarse cuando escuchó un estruendoso sonido. Segundos después se oyeron unos pasos, y tras ellos por fin aparecieron los dueños de éstos, era un escuadrón de al menos diez policías, entre ellos Tashigi, siendo liderados por Smoker y un hombre mayor de traje y capucha blanca.
- ¡¡PORTGAS!!- gritó enfadado el anciano, asestándole un fuerte golpe en la cara al mencionado, quien, irremediablemente, terminó semiconsciente en el suelo a causa del golpe
- ¡¿qué diablos te pasa vejestorio?! ¡¿Y qué hace este tipo aquí?!- reclamó señalando a Smoker
- llegó hace unas horas desde Whiskey Peak- habló el mayor un poco más calmado- estábamos planeando cómo irrumpir en Mr. Five, pero gracias a su maldita imprudencia, todo se ido al traste... ¿y así te llamas el Vice Comandante de Arlong Park?- Sanji quedó boquiabierto, ¿Ace realmente era el segundo al mando en la ciudad?- será mejor que me des una buena explicación
- anciano...
- ¡¡ES COMANDANTE GARP, MALDITA SEA!!- volvió a golpearlo con la misma fuerza que antes
- ¡¡te llamaré como yo quiera, viejo!!- y mientras esos dos discutían, Sanji sólo observaba... esas personas... eran extrañas.
- Sanji-kun- le llamó suavemente la voz de Tashigi- ¿estás bien?
- ¡claro que sí, mellorine!- dijo con tono meloso
- estás empapado, deberías cambiarte o te resfriarás- el rubio volvió a ponerse serio; por alguna razón, aquellas palabras le habían recordado al marimo
- enseguida- respondió con menos ánimo
- por cierto, ¿qué hay con Zoro? ¿Está bien?- los presentes guardaron silencio ante la pregunta, incluso la pelea de Ace y su Comandante se detuvo
- aún no sabemos nada. Si me disculpas, Tashigi-san, tengo que quitarme esta ropa
- ah, eso me recuerda... hay un sospechoso en la cajuela del auto de Zoro- comentó el pelinegro
- ¡deja de actuar por tu cuenta!- Garp lo golpeó por tercera vez- ¡ustedes!- profirió mirando a sus subordinados- ¡llévense a ese malnacido al Departamento de Policía!- el grupo de hombres se cuadró ante su superior y abandonaron la casa a realizar las órdenes de su Comandante.
Sanji siguió al grupo de policías hasta afuera. En cuanto los policías se llevaron al tipo que había atentado contra su vida y la del marimo, el rubio sacó una de sus maletas y volvió a entrar a la casa. Buscó una habitación vacía y se quitó sus empapadas prendas; podía sentir lo fría que estaba su piel y el temblor que recorría su cuerpo, quizá una ducha caliente hubiera sido mejor, pero en esa situación no podía hacer nada más que cambiar de atuendo.
Se dirigió hacia donde estaban los demás, frotándose los brazos con ambas manos mientras caminaba, buscando calentarse un poco. La situación no había cambiado mucho durante su ausencia; Ace y el hombre llamado Garp ya habían dejado de discutir, todos esperaban afuera del consultorio por alguna noticia del peliverde. No tardó mucho para que la puerta se abriera y la Dra. Kureha hiciera acto de presencia. Los presentes la miraron expectantes... mas al ver la botella de sake que llevaba en una mano, supieron que todo había salido bien.
- ¿de dónde salieron ustedes?- preguntó molesta al ver más personas de las que debería haber
- supimos que Roronoa estaba aquí- habló el Comandante Smoker
- tiene una endemoniada suerte- explicó descorchando su botella con los dientes-recibió varios disparos directos, pero no sufrió heridas graves; el problema fue la gran pérdida de sangre. Acabo de hacerle una transfusión
- ¿cuánto tardará en recuperarse?- habló ansiosa Tashigi
- su cuerpo es fuerte. Una semana bastará- dio un largo sorbo a su botella- entren, acaba de despertar- se apartó de la puerta y dejó vía libre para que los comandantes y sus subalternos ingresaran al consultorio. Sanji fue tras ellos, mas la anciana le cerró el paso- tú no debes entrar ahí, tienen asuntos oficiales que tratar- bebió un poco más de su botella y siguió hablando- vamos, un poco de té te hará entrar en calor- el rubio no tuvo opción más que seguir a esa mujer...
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- Zoro, me alegro de que estés bien- Tashigi le acarició la frente y le sonrió con timidez- debes ser más cuidadoso
- siempre haciendo estupideces- dijo Smoker al ver a su subordinado en cama, con vendas por todas partes- ¿qué se supone que intentabas hacer?- Zoro no respondió, se mantenía ocupado mirando al techo- seguramente conocen tu rostro ahora, te estarán buscando...
- ¡¿qué se supone que estabas haciendo tú cuando esto pasó, mocoso?!- le gritó Garp a su vice comandante. Ace simplemente se cruzó de brazos y miró hacia otra parte, sabía que parte de la responsabilidad era suya- ahora ni Roronoa ni el testigo están a salvo en Arlong Park
- ¿una semana, uh?- el Comandante de Whiskey Peak meditó un momento- supongo que unos días de vacaciones no le sentarán mal a tus heridas; aunque dudo mucho que los hombres de Crocodile se queden de brazos cruzados
- en ese caso...- intervino el otro Comandante- Ace se encargará de llevar a Roronoa y a Kuroashi a un lugar seguro
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Bebía su té de a poco mientras su mente divagaba en un sinfín de pensamientos. La doctora prefirió dejar a Sanji a solas, después de todo, el rubio se encontraba bien; las únicas personas que le importaban eran los enfermos y heridos, y justo ahora tenía uno a su cuidado, así que fue a buscar algunos medicamentos que sabía le harían falta.
Sanji, en cambio, ni siquiera notó en qué momento la anciana lo había dejado; las palabras que había dicho Ace aún rondaban por su mente... pero, cada vez que pensaba en eso, una inexplicable punzada se instalaba en su pecho, una especie de incomodidad, preocupación o miedo...
- así que... realmente lo ama...- dijo el cocinero para sí. De nuevo esa hiriente sensación le asestó el corazón- ¿saber todo de él?- recordó la fotografía que había encontrado hace poco tiempo; si realmente sabía todo del marimo, debía conocer esa imagen. Fue a buscar su maleta al cuarto donde la había dejado y de ella sacó la imagen del pequeño Zoro y sus dos lindas acompañantes.
La admiró unos instantes; tenía que admitir que era una escena realmente conmovedora. No pudo contener una sonrisa, los tres pequeños se veían bien juntos... y sin dejar de observar la fotografía, salió de la alcoba, sin prestar mucha atención hacia dónde se dirigía. Y, como era de esperarse, no tardó en chocar con algo; al levantar la vista se encontró de frente con Ace, cargando las katanas de Zoro bajo uno de sus brazos, quien, alzando una ceja, miró curioso lo que Sanji sostenía
- perdona- se excusó el rubio. Estaba a punto de seguir su camino cuando el pelinegro le arrebató la fotografía
- ¿de dónde sacaste esto?- interrogó con un deje de enfado en su voz, poniendo la imagen frente al otro
- cuando estaba en Alabasta...
- ya veo- exclamó sin darle la oportunidad de terminar- ¿sabes lo que pasará si Zoro se entera de que tienes esta fotografía?- el cocinero negó con la cabeza- te asesinará- sentenció Ace
- es Tashigi-san y el marimo ¿cierto?- interpretó el silencio del otro como una afirmativa- ¿quién es la otra chica?
- ¿por qué quieres saberlo?- el rubio enmudeció, ¿Que por qué quería saberlo?-No lo sé, simple curiosidad, supongo
- "la curiosidad mató al gato"- citó puños de fuego, guardando la imagen en su bolsillo. Sanji chasqueó la lengua con fastidio y siguió su camino- hey, ¿a dónde vas?
- "la curiosidad mató al gato"- imitó el cocinero a Ace y siguió caminando
- si vas a ver a Zoro, acaba de dormirse- decía mientras lo seguía de cerca. Sanji no le dio importancia a sus palabras y fue hasta la habitación en donde estaba el peliverde; la Dra. Kureha no estaba ahí, tampoco los oficiales, pero efectivamente, al llegar, encontró al marimo dormido. De alguna forma, sintió como si un peso se le quitara de encima, Zoro realmente estaba bien- ¿aún preocupado?- habló el moreno, dejando las katanas a un lado de la cama
- no es de tu incumbencia- sacó uno de sus cigarrillos y lo colocó en sus labios, mas enseguida Ace se lo quitó de la boca y lo partió en dos
- no puedes fumar aquí. Aunque no lo parezca, es un hospital; la Dra. Kureha siempre atiende a los oficiales que no pueden ser atendidos en otra parte- el rubio comenzaba a cabrearse, parecía como si puños de fuego lo hiciera exasperar a propósito; no podía dejarlo así
- no sé si lo que digas sea verdad o no, pero creo que tu verdadero motivo es ese marimo que está ahí tumbado, ¿cierto?- dijo en tono burlón- porque, después de todo, lo amas, ¿verdad?
- por supuesto- contestó sin titubear. El rubio esperaba hacerlo enfadar, que de alguna manera se sintiera intimidado y lo negara; sin embargo, su plan no había surtido efecto
- fuiste tú el que dijo que era normal saber todo de la persona que amas, ¿no?- hizo un nuevo intento de irritar a puños de fuego- así que, supongo que sabes sobre esa fotografía
- claro que lo sé...- ahora el que se enojaba era Sanji, no sólo por la altanera actitud de Ace, sino también porque ese hombre siempre iba un paso adelante. Sin embargo, una idea se le vino a la mente, algo que sin duda haría enojar al pelinegro
- te has esforzado mucho por el marimo; es una lástima que él no sienta lo mismo por ti- Ace frunció el ceño, ¡Bingo! Lo había logrado; o eso pensó hasta que el moreno empezó a reírse
- tienes razón, está enamorado de alguien más- exclamó entre leves risas- hace tiempo me prometí que si Zoro se enamoraba de otra persona antes de que le confesara mis sentimientos, me apartaría del camino y le dejaría ser feliz; pero, lamentablemente, esa persona aún no se ha dado cuenta de lo que siente por Zoro- se acercó al peliverde y colocó un casto beso en sus labios, haciendo desatinar al cocinero- así que, si esa persona no hace algo pronto, yo me quedaré con él...- caminó hacia la salida- ah, por cierto- se detuvo y miró al rubio por encima de su hombro- si quieres saber de la fotografía, déjame darte un consejo,... Zoro es más honesto cuando está ebrio...- y una vez dicho esto, se acomodó el sombrero y salió de la habitación, dejando a Sanji completamente paralizado, ¿qué diablos pretendía ese sujeto?
Ahora sí que estaba molesto, tenía unas enormes ganas de golpear algo, de dejar escapar su ira. Se paró junto a una de las paredes y la pateó lo más fuerte que pudo, abriendo un enorme boquete en ella. Dio un largo suspiro y miró al peliverde; seguía durmiendo tranquilo, ajeno a lo que sucedía a su alrededor. Al verlo, no pudo evitar preguntarse a quién amaba Zoro... se acercó a él y se sentó en una esquina de la cama, observando detenidamente el lento sube y baja de su pecho...
- quizá... Tashigi-san...- concluyó el rubio. Mas algo en su interior le hacía sentir incómodo con su respuesta, ¿se equivocaba?... probablemente, después de todo, no conocía nada de Zoro. Otro dolor en el pecho seguido de una enorme necesidad de llorar se apoderó de él
Estaba desvariando seguramente, quizá un poco de descanso ayudaría. Se recostó al lado de Zoro, metiéndose entre las sábanas; en cuanto su calor corporal se recuperara iría a buscar otra habitación donde pasar la noche... sin embargo, se sintió tan a gusto que se quedó dormido junto al espadachín...
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Para él sólo habían pasado unos segundos, apenas y había parpadeado, pero realmente habían pasado horas; el sol ya asomaba por el horizonte. Sanji se levantó perezosamente, sentándose en la cama, aún con los ojos cerrados; estiró los brazos al aire mientras bostezaba. Se talló los ojos y los abrió lentamente, observando el lugar en donde estaba... el cansancio desapareció en un instante al darse cuenta que Zoro había despertado y lo miraba perplejo.
- ehhh...- el sonrojo se apoderó de su rostro... al ver la luz matutina iluminando la habitación supo que había dormido toda la noche junto al marimo; la sola idea provocó que su sonrojo fuera más evidente. Afortunadamente para el rubio, la Dra. Kureha entró a la habitación, interrumpiendo la incómoda escena.
- al fin despiertan- la mujer lucía cansada, como si no hubiera dormido en toda la noche. Haló una silla y la acomodó junto al lecho del peliverde, sentándose en ella. Se masajeó el cuello con una mano mientras que con la otra se llevaba su botella de sake casi vacía a los labios
- ¿le pasa algo?- inquirió Sanji
- el Comandante Garp ordenó una redada anoche en Mr. Five- explicó, dejando su botella a un lado-él y Smoker tenían pruebas suficientes como para clausurar el lugar y encerrar a esos bastardos de por vida. Hubo varios agentes heridos, y aunque lograron arrestar a varios subordinados de Crocodile, Mr. 5 y Miss Valentine lograron escapar
- ¿cómo están Ace y Tashigi?- se apresuró a preguntar Zoro. El rubio, al escuchar su preocupación, sintió una especie de molestia, en especial por el primer nombre que pronunció.
- sin un rasguño. Están en el Departamento de Policía- la anciana tocó la frente del espadachín con una mano- tienes algo de friebre- lo empujó hacia atrás y lo recostó nuevamente en la cama. Se levantó hacia la mesa donde estaba su equipo médico y tomó un frasquito, el cual lanzó hacia Sanji; éste lo atrapó y le miró desconcertado- hazte cargo de lo demás
- ¿de qué habla?- el cocinero la miraba aún sin entender
- serás su enfermera...
- ¡¿QUÉ?!- gritó con mil colores en el rostro- ¡¡NO VOY A SER LA ENFERMERA DE ESTE CABEZA DE LECHUGA!! ¡¿Y POR QUÉ UNA ENFERMERA?!
- hay personas con heridas más graves que las de él esperándome, ¿a caso quieres que mueran?- Sanji enmudeció ante sus palabras, por supuesto que no quería ver a nadie morir otra vez...- dale una de las pastillas del frasco para quitarle la fiebre; usa una compresa fría si la fiebre persiste- tomó otros tres frascos y los puso en la mesa, aparándolos de otros, junto con algunos vendajes y antiséptico para las heridas- éste es para el dolor, dásela solamente si es necesario; éste el antibiótico, debe tomarla cada 8 horas, y procura que tome estas vitaminas después de cada comida- explicaba señalando cada uno- también necesitarás cambiar los vendajes regularmente. La cocina está a cuatro puertas a la izquierda; si necesitas algo estaré con los otros pacientes... ¡y tú!- pronunció señalando al peliverde- ¡será mejor que te quedes quieto y descanses si no quieres que te ate a la cama como la última vez!- y sin más, abandonó la habitación
- esa bruja...- Sanji se revolvió los cabellos con desesperación.
- dame el frasco- exigió Zoro- yo puedo hacerlo solo
- ni siquiera sabes poner un vendaje- replicó sin soltar el frasquito- no te muevas, ahora vuelvo- el rubio salió de la alcoba y fue hasta la cocina. Preparó rápidamente una sopa, limonada, tomó una manzana y una hogaza de pan y acomodó todo en una bandeja para luego regresar con el espadachín; extendió el par de patas que la charola tenía debajo (N/A como una especie de mesita) y la colocó sobre las piernas de Zoro- come primero y luego te tomas esto- sacó una píldora del frasquito y la puso al lado del plato
-creí que sólo cocinabas para "tus damas"- enfatizó la última frase mientras sujetaba la cuchara
- no puedo dejar a un herido en ayunas. Si no comes, no te recuperarás jamás- sacó un cigarrillo y el encendedor, mas antes de encender el tabaco, se detuvo. Zoro lo miró unos instantes antes de empezar a comer
- está bueno- comentó el peliverde sin dejar de comer
- claro que está bueno, lo hice yo- respondió mientras jugaba con el cigarrillo apagado en sus labios- oi, marimo- el mencionado dirigió su mirada hacia el cocinero- ¿por qué lo hiciste?- el otro simplemente se quedó en silencio, sin comprender lo que decía- quizá seas policía, pero no hay nadie tan imbécil como para arriesgar su vida así sólo por su trabajo...
- porque quise- contestó sin más
- esa no es una respuesta...- se quedó en silencio unos momentos- oi, marimo...
- ¿ahora qué?
- realmente... ¿debería vivir?- el peliverde le miró con los ojos cual platos- sólo he causado problemas desde que esto comenzó; gente inocente ha sufrido por mi culpa... todo sería mejor si sólo desapareciera; creo que... no vale la pena proteger a alguien como yo...
- toda vida vale la pena- ahora el sorprendido era Sanji- si te rindes ahora, las personas que se sacrificaron por ti lo habrían hecho en vano
- no puedo simplemente entregarme a la venganza...- agachó la mirada
- esto no es venganza, cejas de sushi, es justicia
- ¿justicia? ¡¿Qué clase de justicia pone en riesgo a los demás?! ¡¿Y qué hay de Vivi-chan y la otra chica?! ¡¿No importan?!
- no malinterpretes, claro que importan; pero entiende que antes de ellas hubo muchas personas más. Así que, por el bien de esas personas y las que dejaron atrás, tenemos que arrestar a Crocodile, para asegurarnos que nadie vuelva a sufrir por su culpa
- no lo entiendo... hay otros métodos para atrapar a ese tipo sin que nadie salga herido, ¿por qué protegerme a mí? ¿Por qué proteger a la única persona que no puede hacer nada?
- Sanji...- un escalofrío lo recorrió al escuchar a Zoro pronunciar su nombre con tanta dulzura, pero lo que realmente lo dejó sin palabras fue la mano del peliverde sujetando la suya...
Continued...
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