18
Alexandra y el Soldado se apresuraron a subirse a la camioneta que estaba ubicada a unas cuentas calles del punto en el que la pelea se había desatado. Por medio del comunicador que portaba el vehículo, la agente informó su ubicación y se subió al puesto de piloto, mientras que el castaño tomó el de copiloto. Sin decir ninguna palabra, y esperando a que el silencio durara hasta que pudiera estar a solas con Bucky, encendió el motor y se puso en marcha a través de las calles de Washington DC.
Sin poder evitarlo, revisaba todos los espejos y las calles con cuidado, sabiendo de antemano que estaban atestadas de soldados de HYDRA, pues se estaba llevando a cabo un arresto público al trío con el que acababan de luchar. Alcanzaba a escuchar los helicópteros a lo lejos, a las distintivas sirenas junto a más conmoción alrededor.
No todos los días se arrestaba al Capitán América ni se le consideraba un prófugo de la justicia.
En cuanto el celular desechable vibró en uno de sus bolsillos, lo sacó con algo de dificultad de su traje y revisó lo que éste decía:
"Infiltración exitosa. A mitad del trayecto serán extraídos."
Apenas terminó de leer esas palabras, aparcó el auto a un lado de la calle, se bajó y destruyó el teléfono de una fuerte pisada contra el pavimento del andén. Sin perder más tiempo, se volvió a montar, pero hizo una mueca de molestia en su rostro al sentir su abdomen escocer. Decidió no ponerle atención a eso en el momento y continuó el camino directo a la base.
—Eh... e-ese hombre... —comenzó a hablar el Soldado con suavidad. Alexandra lo miró de reojo y lo notó con la mirada más perdida que de costumbre.
—Silencio.
—Dijo el mismo nombre que tú me...
—¡Cállate! —interrumpió con fuerza.
De todos los momentos que ella deseaba y necesitaba que recordara, ese no era ninguno de ellos.
—Lo conocía...
—¡Cierre la puta boca, Soldado! —Gritó con enojo, sobresaltándolo.
Por tener órdenes de llevarlo a la base apenas terminara la misión, no podía permitir que él siguiera hablando. Por una parte, agradecía que los doctores no hubieran husmeado su cabeza aún, ni siquiera cuando creyó que eso sucedería antes de que salieran de las instalaciones, no obstante, como no existía ninguna clase de consistencia con Bucky, era muy sencillo que el Soldado tomara el control. Lo otro malo era que, si él seguía en esa tónica, justamente sería llevado a la máquina y ella no podría hacer nada al respecto. Su padre estaría presente y James no podía comenzar a mostrarse en esos momentos.
Era la primera vez que necesitaba al Soldado del Invierno.
Por unos segundos hubo un silencio incómodo, para nada parecido a los que ellos dos solían compartir en compañía del otro. Alexandra esperaba que él soltara el tema después de haberle gritado, empero el hecho de que estuviese callado no le aseguraba nada al respecto.
Cuando volvió a sentir la molestia en su cuerpo, se removió en su puesto y un suave quejido salió de sus labios, cosa que James no pasó por alto. Por puro instinto, la agente llevó su mano derecha a su costado y sintió la tela húmeda y rajada de su ropa. Al volverse a ver la mano, ésta estaba pintada con el característico líquido carmesí. De alguna manera, entre la detonación y el escape, ella había resultado herida y parecía ser profunda, pues la sangre seguía emanando con libertad y como ya la adrenalina había abandonado su cuerpo, estaba comenzando a sentirlo nuevamente.
—Estás herida —dijo el castaño oscuro. Su voz salió profunda y calmada, pero llevaba consigo un tinte de seriedad.
—Estaré bien —contestó parqueando la camioneta en el hangar de siempre.
Ya habían llegado a la base.
La agente Pierce abrió la puerta y se bajó de un tirón del vehículo, lo cual pareció ser un error, gracias al mareo que le inundó. Cerró los ojos con fuerza unos segundos y luego bajó la cabeza con lentitud, para poder observarse la lastimadura. Se dio cuenta que su traje táctico estaba húmedo y manchado, desde su costado derecho, por las costillas, hasta el muslo. Estaba perdiendo más sangre de lo esperado.
Ignoró todo lo demás, demasiado preocupada y tensa como para incluso ponerle atención a su propio estado de salud, así que empezó a caminar, sabiendo que el Soldado la seguiría automáticamente. Hasta que, de un momento a otro, sus pies se cruzaron y estuvo a punto de caer, pero el castaño reaccionó pronto y la agarró en el segundo justo.
—Estoy bien —discutió con terquedad, pero el hombre hizo oídos sordos.
Ignorando las débiles protestas de la castaña rojiza, la cargó entre sus brazos y aprovechó también para hacer una leve presión en la herida, de manera que dejara de emanar tanta sangre, al menos hasta que llegaran a la estancia médica. Alexandra dejó caer su cabeza en el hombro izquierdo de Bucky y suspiró, sintiendo el cansancio trepar por su cuerpo y acumularse en sus párpados, haciéndolos cada vez mas pesados con cada segundo que pasaba.
James tenía el ceño fruncido y afanó su andar por los pasillos de la organización.
Había gente esa vez. Varios agentes o ejecutivos caminaban de un lado a otro como cualquier otro día, pero al ver al Soldado del Invierno con la hija del director en brazos, toda bulla cotidiana murió alrededor. Entonces se instaló un silencio curioso y precavido.
Cuando Bucky estaba por fin llegando a la sala médica, otros trabajadores se tomaron el atrevimiento de acercarse para colaborarle con Alexandra, pero fue justo eso que no le agradó en absoluto. No estaba dispuesto a dejar que algo o alguien más le hiciera daño. Posó con cuidado a la fémina sobre sus dos pies en el piso, asegurándose que se sostuviera de la pared gris y cuando dio media vuelta a enfrentar a los otros, lo primero que hizo fue agarrar a un hombre del cuello con su mano de vibranio.
Cuando sintió que alguien más se acercaba, no dudó y lanzó el puñetazo con la derecha en el rostro ajeno. En el momento en que más agentes se alistaron para acercarse, el Soldado ya les llevaba la delantera y los había noqueado.
—¡Deténganse! —ordenó Alexandra desde su posición. Lucía demasiado enferma y pálida, incluso más que los mismos corredores grisáceos.
La mueca constante de dolor en sus femeninos rasgos alertó a James, el cual sólo mandó una mirada de advertencia a los demás, esperando algún otro movimiento. Al ver que nadie más se atrevía a mover siquiera un músculo, volvió a cargar a la agente Pierce y entró a la sala médica con ella.
Fue ahí cuando permitió que los doctores y asistentes se acercaran a la mujer para ayudarla con su herida. El Soldado sintió su propio cuerpo relajarse al ver que ella estaba siendo atendida como debía ser y se quedó a su lado todo el tiempo, incapaz de alejarse más de tres metros.
Ninguna persona en el lugar comentó nada ni se atrevió a alejarlo. Tampoco le pidieron informe de la misión.
Natasha estaba caminando a un lado de Steve, el cual a su vez le ayudaba a mantenerse de pie, seguidos de Sam Wilson. Gracias al disparo que la pelirroja había recibido en uno de sus hombros y sin ninguna oportunidad de ser atendida a tiempo, había perdido bastante sangre también.
La agente Maria Hill se había infiltrado en las líneas de los agentes de HYDRA, los había ayudado a escapar de la prisión móvil en la que habían estado siendo transportados, después de que el equipo STRIKE, siendo liderado por Rumlow, los hubiera arrestado después del altercado. Abrió una reja de metal oscuro, permitiéndoles la entrada a lo que parecía una especie de refugio. Apenas se adentraron a un túnel pobremente iluminado, escucharon de inmediato distintas voces. La mano derecha del director de SHIELD anunció en voz alta el estado de la rusa, lo que les permitió saber que, en definitiva, no se encontraban más solos.
—¡Yo me encargo! —anunció un hombre de traje que se apresuró a llegar al trío fugitivo.
—Aún no —lo detuvo Hill —. Querrán verlo primero.
Con ese comentario, fue suficiente para encender la chispa de la duda en el interior del rubio y la espía. Ambos se miraron entre sí y después pasearon sus ojos alrededor con confusión. El moreno los siguió de cerca también, pues el haberlos ayudado a refugiarse y haberse involucrado en la lucha después de haber robado sus alas mecánicas, lo había convertido en un blanco importante para HYDRA.
Siguieron caminando hasta que ante ellos tuvieron una cortina de plástico transparente, la cual Maria corrió a un lado, revelando de esa forma al mismísimo director Nick Fury. La sorpresa e incredulidad no se hizo esperar en las expresiones del Capitán América y Natasha, además de Sam, quien debería esperar un poco más para recibir respuestas más claras.
El moreno estaba recostado en una camilla, varias máquinas a su alrededor indicando su estado de salud y proporcionándole medicamentos.
—Al fin se dignan a venir —dijo el hombre en cuestión, alzando un poco la cabeza para observarlos mejor.
El hombre del parche les narró todos los daños que había recibido durante el accidente en la carretera, junto con los disparos recibidos por parte del Soldado en el apartamento de Rogers. A pesar de haber descrito todo lo anterior con facilidad y tranquilidad recolectada, eso no terminó de borrar la creciente confusión en Steve, el cual seguía observando a Fury con una expresión escéptica y algo acusatoria.
En esos momentos, Natasha había comenzado a ser atendida también, sólo que su atención estaba puesta totalmente en su superior.
—Yo los vi operarte. Tu corazón se detuvo —la voz de la pelirroja salió suave, aunque su mirada en el director era firme.
—Tetrodotoxina B —contestó —. Reduce el pulso a un latido por minuto. Banner lo desarrolló para el estrés y alguien nos hizo el grandísimo favor de conseguirla.
—¿Por qué tanto secreto? —cuestionó Steve —. ¿Por qué no nos lo dijo?
—Todo intento de asesinarlo debía parecer exitoso —intervino Hill cruzándose de brazos.
—Si ya estás muerto, no pueden matarte —completó Fury.
Pero el Capitán seguía sin sentirse satisfecho por las respuestas a medias que estaba recibiendo. Sabía que había mucho más detrás de todo lo que el moreno quería dejar ver. No le parecía justo que ellos estuvieran arriesgando sus vidas, defendiendo todas las cosas que ellos creían correctas, pero sin saber la verdad por completo, ni las razones que habían de por medio.
—No más secretos —presionó el rubio severamente.
Hill y Fury compartieron una mirada.
—Alexandra Pierce —habló la mujer de cabellos castaños y ojos azules después de unos segundos en silencio.
El corazón de Steve pareció acelerarse en ese momento.
—¿Qué?
—No tiene sentido. Ella estuvo ahí, con el equipo STRIKE. Estoy segura que fue ella quien me disparó —argumentó Natasha con el ceño fruncido.
—Un momento —interrumpió Sam dando un paso al frente para meterse en la conversación de lleno —. ¿Hablan de la chica de la moto? Porque si es así, tuvo la oportunidad perfecta para volarme la cabeza y no lo hizo. Algo me hizo dudar de intentar hacer lo mismo.
—Sabemos que la agente Pierce tiene una puntería admirable —aceptó Rogers pensativo.
En ese instante le fue inevitable tratar de recordar todas y cada una de las veces que había recibido alguna especie de advertencia por parte de la mujer. Esos momentos habían sido al azar y bastante disimulados, no obstante, habían ocurrido. Pero ¿cómo poder confiar con esa nueva información? No tenía razones para hacerlo y todo parecía comenzar a ir en contra de una persona con la que creyó compartir los mismos ideales y con la que trabajó durante dos años.
Pero eso ya no significaba nada para él ahora.
—También podría haber acabado conmigo, estaba huyendo completamente desprotegida —volvió a hablar Natasha, agachando la cabeza —. Habría sido más sencillo para ella buscar un punto más vulnerable.
—Además, ella es la única razón por la que Fury sigue con vida y el porqué yo les he podido traer hasta aquí —terminó de informar Hill.
Eso impresionó al trío sin duda alguna. Hasta ese mismo día, habían creído que lo que los llevaba acompañando todo ese tiempo había sido suerte; que el director de SHIELD y Maria eran increíblemente astutos. Pero ahora descubrían que todo estaba siendo maquinado por la mente que creían que los había traicionado esa tarde.
Alexandra Pierce les estaba mostrando el verdadero significado de que las apariencias engañaban.
Nick Fury se sentó con lentitud y algo de dificultad en su puesto. Estaba buscando una posición que le resultara más cómoda y que le permitiera hablar con mayor libertad, además de también poderlos ver bien a todos a los rostros.
—Alexandra ha estado trabajando conmigo por meses, compartiendo pedazos de información sobre HYDRA al mismo tiempo que cuidaba no ser descubierta —confesó con cuidado —. Sin ella, todos ustedes, incluyéndome, estaríamos muertos y el mundo no tendría ni una maldita oportunidad.
Sin embargo, aquello no terminaba de convencer al súper soldado.
—Es una doble agente —atacó con aspereza —. ¿Quién le dio la orden?
—Nadie. Lo ha hecho sola.
Eso terminó de descolocar a Natasha Romanoff.
Todos esos años trabajando con ella, viéndola por los pasillos y odiando el hecho de no poder descifrarla, presionándola para que quitara su expresión robótica, mientras que la agente Pierce estaba llevando sobre sus hombros un gran peso. Era tan sólo unos cuántos años más joven que ella y ahí estaba, arriesgando su vida por la de los demás, completamente sola.
—Ella se reveló ante mí en el hospital, la noche que todos creímos que Fury había muerto. —Hill se descruzó de brazos y fue a tomar asiento. Una mirada pensativa surcó su rostro —. Me entregó información crucial de HYDRA, días después me contactó y juntas formulamos este plan, para traerlo aquí —hizo una suave seña hacia el director —. Tratamos de hacer que se quedara escondida también, pero se rehusó por completo.
—¿Y por qué no lo hizo? —pregunto Steve, más nadie contestó de inmediato —. ¿Por qué siguió fuera? —insistió.
Lo siguiente sería un golpe demasiado duro para recibir, sobre todo para el Capitán, pero tarde o temprano tendría que saberlo. La gran razón por la que Alexandra Pierce seguía bajo la retorcida luz de HYDRA.
—Barnes.
Una sola palabra, dicha por el moreno del parche, fue suficiente para llevar a Rogers devuelta al siglo XX y después traerlo al presente.
—Quiere sacarlo de ahí —explicó la agente Hill —. Sigue allí porque nada ha terminado aún.
Toda la incertidumbre estaba comenzando a sacar de las casillas al siempre recto Capitán América.
—¿Qué ha dicho sobre él? —preguntó a medias, mientras que Natasha y Sam observaron a su amigo con curiosidad y preocupación.
—Es de lo único sobre lo que no nos comparte información. Ha estado protegiéndolo, incluso de nosotros. —Estaba queriendo tranquilizar al súper soldado, pues sabía que eso no era algo sencillo de digerir —. No sólo está ocupada con el proyecto, también arriesga su vida para salvar la de tu amigo.
—Pero no tiene que hacerlo...
—¿Qué otro tipo de personas conoces como Alexandra Pierce? —argumentó Fury —. La historia nunca le podrá pagar esta deuda.
Dicho eso, el director, con ayuda de Maria y de Steve, se levantó de la camilla con cuidado e hizo una seña para que lo siguieran. Juntos, caminaron por el espacio hasta encontrarse con una mesa despejada y unas cuantas sillas alrededor de ésta. Sobre la plana superficie de metal se encontraban unos documentos, junto a algunos computadores de tecnología militar y un maletín de cuero negro.
Nick Fury y Hill tomaron asiento, la última posando los codos sobre la mesa, mientras que el primero agarró una fotografía a blanco y negro de Alexander Pierce.
Steve y Wilson prefirieron quedarse de pie, permitiendo que una Natasha, recién tratada y recuperando poco a poco el tono rosado natural de sus mejillas, tomara la última silla.
—Este hombre rechazó el Premio Nobel de la Paz... —Hizo una pausa, observando la imagen —. Dijo que la paz no era un logro sino una responsabilidad.
Después de decir eso, dejo la foto con descuido a un lado de los otros documentos.
» Esas son las cosas que me generan problemas de confianza —terminó señalando el objeto en cuestión, justo en el rostro del director de HYDRA.
—Entonces usted ya conocía a Alexandra Pierce hace años —determinó Steve.
Fury negó con la cabeza.
—Sabía de su existencia, nada más. Conocí a la agente Pierce el mismo día que ustedes.
—¿Y cómo es que la salvó en Bogotá en un atentado del ELN? —cuestionó el Capitán alzando un poco la voz. Sentía que iba a explotar si no lograba recoger todos los cabos sueltos.
Algo pareció cruzar el ojo del director de SHIELD, el cual volvió a bajar la mirada para posarla sobre la fotografía de la persona que alguna vez consideró su amigo. Los recuerdos de ese día invadieron su mente y comprendió que debía soltar mucha más información para poder proceder con el tema principal de aquella reunión improvisada.
—Alexandra no es la única hija de Pierce —confesó con voz queda —. La muchacha que salvé se llamaba Amelia. Amelia Pierce.
—¿Llamaba? —resaltó Romanoff.
—Tenemos entendido que la hermana de Alexandra lleva años fallecida —suspiró Hill con seriedad.
En ese momento, Steve Rogers recordó la vez que se reunió con la castaña rojiza en su oficina en el Triskelion. La había sorprendido de alguna manera y sabía que la había incomodado al husmear lo que tenía puesto en su escritorio. Recordó a la perfección la imagen que reposaba sobre la madera y la manera en que bromeó que la mujer de dicha foto se parecía a Alexandra. Jamás se llegó a imaginar que algo así pudiera ser verdad.
Tenía que recordarse a sí mismo que era humana. Quizás no confiaba en ella en su totalidad, pero tampoco podía culparla de buscar maneras de protegerse a sí misma.
—Debemos detener el lanzamiento —dijo Natasha, tomando cartas en el asunto, gracias al silencio que se había instalado en la mesa —. Tenemos que interrumpir y destruir el Proyecto Insight.
Aquello pareció despertar a todos.
—Dudo que el Consejo me responda todavía —comentó Fury, abriendo el maletín negro que estaba un lado. En el interior de éste, reposaban tres tarjetas de programación —. Una vez más, cortesía de Alexandra.
Editado.
Hola, ya les entregué todo en bandeja de plata. ¡Adiós! xdd
¿Qué les ha parecido el capítulo y todo lo que se ha revelado? :ooooo Esto se está poniendo bastante serio y se prendió la que no se apaga, ténganlo por seguro ;)
Les deseo paz mental, porque en el siguiente capítulo se acaba esta segunda parte (al fin) ^^
No olviden votar y/o comentar si les gustó el capítulo. Significa muchísimo para mí recibir el maravilloso apoyo.
¡Feliz lectura!
a-andromeda
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