Misión 9
La nieve crujía bajo los pies de la chica que corría. Era casi el anochecer de Nochebuena. Las luces estaban listas para iluminar las calles nocturnas en cuanto se perdieran los últimos rayos de sol. Ella llegó a su destino con la respiración agitada. De los árboles, colgaba una impecable guirnalda de muérdago... pero él no estaba. Ella lo esperó hasta que se encendieron los fuegos artificiales, sin resultado alguno.
Se alejó del lugar con llanto en sus ojos y una promesa rota. A los pies del acantilado, él había exhalado su último aliento tras caer intentando poner la guirnalda.
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