CAPÍTULO 60

Contempló la foto de Emily, dando bienvenida a la maraña de pensamientos que suscitaron desde la noticia de su muerte. Habían transcurrido semanas, y aun así seguía siendo difícil de asimilar

Todas lo digirieron lo mejor que pudieron, y ella también.

Viéndose como una inútil, impotente.

Cobarde.

Checó su reloj de muñeca, y comprobó que faltaba menos de un minuto para su cita con el señor Luc, así que le dio una última hojeada a la foto, para luego colocarla devuelta en el álbum casi con reverencia.

Había intentado posponer lo que estaba a punto de hacer por mucho tiempo, en serio que sí, pero cuando él comenzaba a impacientarse por no recibir actualizaciones suyas, las cosas se tornaban... difíciles.

Cuando la hora de su cita llegó, guardó el álbum, comprobó su atuendo y se preparó mentalmente.

"Una vez más, aquí vamos".

Salió al pasillo, y procurando que ninguna de ellas la viera, se encaminó directo a la oficina.

Estando allí inhaló con fuerza. Los guardias que vigilaban la oficina ni se molestaron por retenerla, ya estaban acostumbrados a sus visitas, así que sin titubear ni un segundo, } llamó a la puerta con los nudillos hechos gelatina. Esperó cerca de un minuto. Estuvo a punto de creer que una especie de milagro intervendría, otorgándole más tiempo de gracia, pero entonces, abrieron.

—Ha sido un buen negocio, señor Luc —dijo un hombre que cargaba con una gruesa carpeta bajo el brazo—. El señor F por fin estará satisfecho con este producto final. Si no es molestia, con respecto a la nueva oferta...

—Se lo confirmaré a su tiempo, que él no pierda la paciencia.

—Se trata de una cara nueva, por lo que comprenderá que no solo él, sino los demás estamos muy entusiasmados por realizar más proyectos como este en un futuro. A decir verdad, no esperábamos el rumbo que tomó esta negociación. No fue algo que nos haya propuesto en su presentación. Espero que haya entendido por qué tuvimos que recelar tanto, sobre todo alguien como el señor F.

—Lo sé, pero confíe en mí, tendrán su confirmación en su debido momento.

El hombre asintió, resignado, luego se giró para marcharse y fue así recayó en su presencia, recreando un gesto de sorpresa al verla.

Alika agachó la mirada.

—Hablando de caras nuevas, jamás tuvimos oportunidad de verla a ella, sí sabe a lo que me refiero —sintió que la inspeccionaba de los pies a la cabeza.

—Rostro distinto, precio distinto —Lucian le otorgó un espacio, permitiéndole pasar sin que tuviera que rozarse con el sujeto, el cual seguía sin apartar la vista de ella—. Barb, ¿te importaría mostrarle la salida a nuestro honorable invitado?

Alika mantuvo la mirada gacha, así que lo único que vio del gigante fueron sus descomunales y gruesas piernas dirigirse hacia la puerta.

"Piernas grandes. Cuerpo grande. Cerebro chiquito".

Se mordió los labios.

Lucian no le habló por un buen rato después de quedarse a solas. La dejó aguardando hasta que él decidiera iniciar con la conversación. Lo escuchó moverse, hojeando una carpeta y sacando de esta lo que parecía ser una fotografía, para después tomar un alfiler y dirigirse a una de las paredes donde integró la nueva imagen a su colección.

Alika se negó a mirar. Siempre se negaba a mirar.

Él se apartó unos pasos, inspeccionando. Retocó un poco hasta quedar satisfecho y regresó a su escritorio.

—Espero que hayas recopilado algo interesante —dijo acomodándose en su asiento—. La última vez me dejaste muy intrigado. ¿Conseguiste averiguar si fue Helga quien se infiltró esa noche en las instalaciones?

Tardó unos segundos en contestar.

—No, señor Luc. Intenté hacerlo como usted me lo sugirió, pero no dijeron ni una palabra.

—¿Y el cómo lo consiguió?

—Nada.

Él chasqueó la lengua.

—Lástima, mis sospechas siguen sin confirmarse entonces.

Alika no agregó más, esperó a que él siguiera indagando. Si había una última cosa que podía hacer, era no soltar información que no se le preguntara, por muy poco que funcionara esa estrategia.

Lucian nunca dejaba escapar una duda. A veces eran preguntas insignificantes. Pero Alika sabía que cualquier dato, por muy nimio que este fuera, debía ser realmente importante si era algo que él deseaba.

—¿Qué hay con lo de las notas? ¿Han sospechado de ti? O mejor aún, ¿a quién se referían?

—El tema no se ha vuelto a tocar, y no creo que pase, no después de lo de Wen y Anne. Así que no, no sospechan de mí.

—Eso es bueno. ¿Y qué me dices de Karla? ¿Sigue siendo fiel a su promesa de guardar silencio? —Alika asintió—. Bien.

La habitación pareció enmudecer, excepto por el pasar de las hojas que Lucian movía al cambiar de una carpeta a la otra. Alika tenía la esperanza de que se encontrara tan ocupado como se veía que se limitara a despedirse de ella como si ya no valiera su preciado tiempo.

Pero de pronto, él se detuvo frente a otra foto.

—¿Qué sabes de Samanta?

Titubeó.

—Ella está... —suspiró nerviosa.

Las implicaciones de lo que iba a decir podía afectar a las demás, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Tenía que arriesgarse.

—Samanta está enamorada.

Hubo una pequeña y desesperante pausa.

—Eso... sí que es interesante. Dime más.

—Está enamorada de un cliente de su trabajo. Es alguien que concurre el café.

Alika recordaba perfectamente el caso de Sofía. Esa vez Lucian había exigido respuestas, queriendo saber cada detalle. Temió que sucediera lo mismo, con él arrastrando a Sam al sótano hasta obligarla a olvidarse de ese hombre, u obligándola a hacer cosas que ninguna hubiera podido hacer de haber estado en su lugar. Recordaba la vergüenza, la impotencia.

Sofía no había sobrevivido, llevándose así misma al final de sus días. ¿Podría hacerlo Sam?

Pero, para su propia sorpresa, la ocasión sucedió de forma muy distinta. Lucian permaneció varios segundos en completa calma.

—¿Ella se los ha confesado o solo suponen que lo está? —interrogó.

—La hemos notado bastante extraña, demasiado distraída. No le tomamos importancia hasta que Anne la escuchó suspirar y buscó delatarla con Karla.

—Anne, tan encantadora como siempre, pero temo que eso no responde la pregunta.

—Samanta dice que no.

Pasaron otros largos segundos en silencio. Finalmente, Lucian tomó una pluma.

Y sólo anotó algo en una hoja.

—Será cuestión de seguir esperando —no sabía a que se refería con eso, pero Alika no osó preguntar al respecto. ¿En serio esa sería toda su reacción?—. ¿Hay algo más que deba saber?

Su conciencia volvió a dividirse en dos. Por un lado su lealtad a las chicas, y el deseo de ver a ese hombre en la completa bancarrota. Y por otro, sus supuestas prioridades.

—Es todo —terminó diciendo.

Forzó a que el cuchillo de su garganta le ahogara las palabras que anhelaban salir.

Lucian no dijo nada en un buen rato, así que cuando lo hizo, le provocó un pequeño respingo.

—Bien. Puedes irte.

Alika ignoró el impulso de soltar una bocanada de alivio.

—Aunque... —dijo él, petrificándola sobre su sitio—. Me temo que en efecto, eso no fue suficiente.

Una alarma se activó, e hizo que levantara la cabeza de golpe.

—¿Disculpe?

Lucian alzó la hoja que había estado buscando en otra carpeta.

A Alika se le estrujo el pecho.

—Nuestro trato fue claro —dijo él con seriedad—. Tú espías para mí, y dependiendo de la información que me traigas, yo te ofrezco un permiso muy especial cada año. ¿Lo recuerdas?

—Sí, pero...

—El plazo todavía no se cumple —se levantó y empezó a caminar muy despacio, y aunque Alika intentó mantenerse inmóvil, sus piernas deseaban alejarse. Era un conejito asustado, que se hacía más pequeño conforme él avanzaba—. Pero hace poco me tomé la libertad de... investigar un par de fechas, y de hacer unas cuantas preguntas.

—No entiendo.

Él le tendió la hoja.

Era una carta.

"Querida Alika".

Esa letra.

Reconocía esa letra.

—Es curioso, ¿sabes? —siguió diciendo Lucian, vanagloriándose por la reacción que estaba provocando en ella, por mucho que Alika se esforzara en disimular—. Siempre esperas hasta el último minuto para entregarme un gran secreto, obligándome a concederte el permiso con antelación. Pasó con lo de Anne, y lo repetiste con Sofía. En los últimos años y en la misma fecha. Y casualmente esta última está a un mes de cumplirse. Así que dime, ¿qué otra cosa te estás guardando?

Estaba acorralada.

Como siempre, Lucian nunca se guardaba las dudas, ni la más pequeña.

Elevó una plegaria, y pidiendo disculpas en su mente, lo soltó:

—Su nombre real es Helena, y desde hace tiempo ha estado en contacto con Sam —el rostro de él se endureció. Ella cerró los ojos—. El motivo, es reunir y entregar evidencias incriminatorias contra usted. No sé cómo han podido pasar desapercibidas ni cómo llevan a cabo los encuentros, pero de alguna forma lo hacen. Ambas están empeñadas en hacernos salir de aquí, en acusarlo ante cualquier mínimo pretexto.

Hubo una pausa agobiante, más asfixiante que una falta de aire en sus pulmones. Aquel silencio, fue mucho más aterrador que cualquiera de sus otras reacciones, puesto que Alika no sabía qué podía significar.

Se sobresaltó cuando por fin lo escuchó hablar.

—¿Qué le ha dado?

—No lo sé.

—¿Cuándo se verán de nuevo?

—Sus encuentros son aleatorios, así que tampoco lo sé.

Él regresó a su escritorio. Con movimiento demasiado controlado tomó un teléfono y marcó un número. Alika no identificó a la persona del otro lado del auricular, pero la manera en que él empleó su tono de voz le provocó escalofríos.

—Dime que la tienes en la mira... Bien, no apartes tus ojos de ella. Avisa a los otros que no habrá cambio de turno hasta nuevo aviso, llegaré en breve.

Guardó el aparato. Cuando Alika vio sus pies acercarse a ella, hizo acopio de lo que quedaba de su fuerza de voluntad para no retroceder.

—¿Haces cuánto que estás al tanto de esto?

—Desde hace unas semanas.

—¿Semanas? —gruñó.

—Quería reunir toda la información suficiente. Usted ya sabe lo valioso que es para mí el...

La tomó del cuello.

"No te asustes. Él no puede hacerte daño".

Pero era difícil creérselo con esa mano de hierro alrededor de la garganta.

La soltó. Alika se masajeó la zona, mientras lo escuchaba decir con voz tensa.

—Te advierto que si me sigues ocultando algo, la situación empeorará y no solo para ti. Así que te lo preguntaré una última vez. ¿Qué, más, sabes?

Los ojos le escocieron.

—Piensan llevársela. No sé cuándo ni cómo, pero es el único plan que tienen. Samanta afirma que no se irá, pero si está enamorada no confiamos en que diga la verdad.

Lucian se dio la vuelta y sostuvo las esquinas del escritorio como si se contuviera. Alika incluso vio que sus nudillos se ponían blancos por la fuerza que ejercía.

Finalmente, él tomó la hoja con brusquedad y se la entregó.

Ella la aceptó dubitativa. Cuando se la llevó al pecho, lo escuchó moverse de inmediato, sacando cosas, revolviendo papeles, y fue entonces que llamó a alguien.

—La señorita saldrá de visita muy pronto. Prepárate

Le procedió otro silencio sofocante. Alika seguía con la vista fija en el papel, procurando no arrugarlo con sus agarrotados dedos.

—Mírame —lo hizo, a esos ojos azules que la miraron como si fueran cuchillos—. Sabes que cumpliré mi parte, en especial, después de haberme notificado algo como esto —él endureció sus rasgos, con la amenaza clara en cada centímetro del rostro—. Pero no dejaré pasar esto tan fácil sin una consecuencia.

El miedo debió haberse reflejado en ella, porque él relajó el gesto, aunque sus ojos no hicieron lo mismo. Aún así, Alika logro formular su respuesta.

—Entiendo, señor Luc.

—Puedes irte.

Se dio la vuelta para marcharse.

—Y Tiana —se detuvo—. Cuando la veas, felicita a tu hermana de mi parte.

No supo si él esperaba una respuesta, así que se limitó a asentir.

No se dirigió a ninguna parte, sino que se escabulló en una vieja habitación. La única que él le había concedido permiso de ingresar estando bajo escáner.

Recargó su espalda contra la pared.

"Oh Samy, espero que me hayas hecho caso".

Lloraba. Las lágrimas de impotencia y de coraje contra sí misma se derramaron al igual que cascadas. Se tapó la boca con una mano y se dejó caer sin fuerzas hasta el suelo.

Fue con la vista borrosa y los gemidos de culpa que consiguió a duras penas leer el contenido de la carta, escrita en un rojo crayón.

"Querida Alika.

Ahora sé escribir, aunque Shany me ayuda un poco. Bueno, me ayuda mucho.

Ya quiero mostrarte todo lo que he aprendido desde tu última visita. Nala y Shaila no creen que volverás para mi cumpleaños. Y Ayana dice que no albergue esperanzas, que debo respetar tu trabajo sin presionarte, porque ser cocinera de tiempo completo es demasiado esfuerzo, según ella. No quiero exigirte mucho, pero también sé que me hiciste una promesa, y por lo mismo, sé que la cumplirás, así como hiciste el año pasado.

Ahora me encuentro bien. Makena dice que estoy más pesada, así que el nuevo tratamiento está ayudando. El señor Luc vino a visitarnos, y también lo piensa. Cuando le dije que ya sabía escribir, él se alegró mucho y me sugirió que te escribiera esto.

Maman dice que es un buen hombre por todo lo que ha hecho por nosotros, además de darme regalos, pero Pa se mantuvo muy callado. Te diría que ha empezado a mirarlo raro, pero hablando de Pa eso es bastante normal. Especialmente porque no puede mirar a la gente, ya sabes, por lo de su ceguera.

Yaro tampoco se puso muy feliz con la visita del señor Luc, pero yo supongo que es porque está celoso, aunque se esfuerce en ocultarlo.

Todos aquí te extrañan, pero están demasiado ocupados como para escribirte una carta. Yo no. Yo tengo demasiado tiempo que me sobra, y me aburro mucho.

Cuento los días para cuando regreses. Shany y Yaro también lo hacen. Yaro en especial. Pero yo más.

Tequiere, tu pequeña Kenia".

Uf... ¡Al fin!

¿Qué piensan? Obviamente hay mucho más en las decisiones de Tiana. De hecho, iba a plasmarlo todo, pero eso significa un capítulo denso, forzado y que no me gustaba nada escribir.

En fin, me temo que eso lo veremos en el segundo libro uwu

 Faltan algunos capítulos para acabar y un par de escenas que...

Uf. UF.

Bye bye.

Por cierto, hice un fanart de Samanta en instagram:

《@Nadiaerguia》

Este es mi user. En facebook pueden encontrarme como 《Nadia Erguía》 por si quieren platicar un rato o hacer relajo de memes. Ustedes deciden.

Ahora sí, adiós :)

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