CAPÍTULO 34

—No lo quiero aquí —fue lo único que comentó Jesper en cuanto se encontró con el gato en su oficina. Ni todos los argumentos de Derek fueron capaces de convencerlo de lo contrario.

A Wilma no le quedó de otra que despedirse de él.

—Adiós precioso, —de mala gana lo depositó en el maletín de Derek—. Qué lástima que el señor Jesper no te dejara quedarte, serías una buena mascota del lugar.

—¿No quieres despedirte, Sam? —intentó Derek.

Miré al animal con mala cara.

—Adiós.

—Esa es su manera de decir que fue todo un gusto en conocerte —agregó él.

Finalmente, ambos traspasaron la puerta.

—Ay, extrañaré a Bombón —Wilma me echó una mirada de reojo—. Y yo sé que aquí entre nosotras, tú extrañarás a alguien más.

Confundida, le pregunté:

—¿A alguien más? ¿Y ahora de qué estás hablando?

Se encogió de hombros, pero su sonrisa traviesa me dio muy mala espina.

—Sólo digo que hay muchos peces en el agua, y que tú has atrapado a uno de los mejores, mi amiga.

—A ver, espera, ¿qué quieres decir con eso? —tomé a Wilma del brazo con creciente alarma.

—Tú y Derek parecen que se están llevando mucho mejor. ¿Acaso no es obvio?

Confirmé la dirección de sus palabras, sin embargo, aún esperaba encontrarme equivocada.

—Pues explícamelo, porque obviamente no te sigo con las indirectas.

Ella resopló.

—Por todos los cielos, mujer. Tú le gustas.

—¿Al gato?

—Para saber coquetear tan bien con el ex novio de una amiga, ignoras las partes más sencillas de un cortejo —habló lentamente palabra por palabra—: Tú, le gustas, a Derek.

—Eso no tiene sentido.

Me miró con las cejas alzadas.

—Derek sólo es amistoso —me apresuré a aclarar—, no tendría por qué confundir su personalidad con que esté interesado en mí.

Sobre todo, si no quería que estuviera interesado en mí.

—A ver, Sam, ¿por qué crees que no los interrumpí en ningún momento excepto para llevarles el número de tu contacto?

—¿Porque es de mala educación interrumpir conversaciones ajenas?

—Esquiva todo lo que quieras, pero sé lo que veo y sé lo que vi cuando él te conoció, te ayudó con los platos y te llevó al lago.

—Wilma, él sólo fue amable.

—Hay variedad de hombres amables, Derek es uno en un millón. Y tú le gustas.

Quería decirle que en realidad, muchos hombres amables sólo lo eran porque habían querido algo de mí, y Derek en definitiva nunca me había dado a entender eso. Wilma, ajena a mis pensamientos, continuó:

—Mira, Sam, si así no fuera y yo estuviera tan loca como crees que estoy ahora, ¿por qué te habrá pedido tu número de teléfono?

—Tú lo escuchaste, él dijo que en caso de que queramos conversar del tema más adelante.

—Ajá, conversar del tema, contigo.

—Estás viendo cosas que no hay.

—Y a ti te gusta él.

—¡Ja! ¿Qué? ¿Y ahora de dónde inventas eso?

—Ese día cuando te llevó al lago, cuando cuidó de tus heridas. Tú en todas las veces no lo miraste como un amigo, lo miraste... diferente. Muy diferente.

Estaba de acuerdo en que lo había visto con otros ojos, pero Derek era Derek. Él era distinto a la mayoría de la población masculina que yo conocía. La sola mención de que me sintiera atraída a él me incomodaba mucho, sobre todo si había sido enviada por mi amo para eso.

—Deliras —aunque desconocía si se lo decía a ella o a mi propio cerebro mezquino.

—No mi amiga, te veo y analizo. A ambos. Me parecieron una linda pareja desde aquel instante en el que casi te muerde los dedos.

Sacudí la cabeza. Wilma puso las manos en jarras, visiblemente molesta.

—¿Qué? ¿Qué problema hay que alguien como él se haya fijado en ti?

Buena pregunta, y la respuesta era sencilla: no le convenía a Derek fijarse en mí. Ahora que lo veía de ese modo, me sentía muy arrepentida de haber aceptado darle el número de Wen, pero ya era tarde para echarme hacia atrás.



Cuando él regresó evité mirarlo a los ojos, tal y como lo había hecho recién nos conocimos. No porque no confiara en él, sino porque necesitaba meditar la nueva información que Wilma me había dado. Si aquello era cierto, significaba que había avanzado en el encargo de Lucian; lo que no llegaba a entender era cómo rayos lo había hecho, si es que había hecho algo.

Jamás utilicé ninguno de los consejos de Karla.

Jamás me ofrecí para él.

Y sobre todo y más extraño aún, era que Derek jamás me había mirado como lo habían hecho el resto de los hombres. Si ni siquiera nos habíamos tocado más que nuestras palmas de las manos. ¿Cómo podría ser posible?

No, definitivamente yo no le gustaba a Derek, yo no le atraía.

O quería pensar que no.

—Bombón me mandó un último recado para ti —comentó él al acercarse a donde estaba, mientras yo esperaba con mucha ansia a que empezaran a llegar el resto de los clientes—. ¿Te lo cuento?

Seguía sin atreverme a mirarlo, pero respondí:

—Los gatos no hablan.

—Este sí. Dijo que, cuando tuvieras un rato libre, te acercaras de nuevo y me dieras el visto bueno a lo último que llevo escrito. ¿Te interesa? —Me encogí de hombros—. No pareces muy emocionada.

—Estoy ocupada.

—¿Viendo qué? ¿Los pocos autos pasar por la calle?

—No quiero que los clientes me tomen por sorpresa.

—Yo soy un cliente, y este cliente pide que le des una opinión sobre su intento pobre de crear una novela.

—Derek, sabes que ni siquiera sé cómo criticar una pintura.

—No te estoy pidiendo una crítica, te pido que lo leas.

—Sí lo hará —apareció Wilma, con un porte de malicia en su semblante—. Anda, yo te cubro. De todos modos no hay gente.

La miré con amenaza, pero ella me ignoró. Suspiré.

—De acuerdo.

Cuando me senté frente a la pantalla de su computadora dudé un segundo. Él se sentó a un lado, casi podía sentir sus pies muy cerca de los míos. Amantes, ¿por qué de repente pensaba en nuestros pies?

—¿Sucede algo, Sam? Desde que regresé, te he notado distinta.

Me supliqué a mí misma a no ser tan evidente y me repetí que esto era lo mismo que la actuación, hacer pensar que nada me interesaba. Sencillamente me estaba desconcentrando del papel.

—No, estoy bien —al ver su escrito, no obstante, mi mente volvió a desviarse, porque no recordaba que fueran demasiadas letras juntas en un mismo espacio—. ¿Qué parte quieres que lea?

Derek pareció reacio a seguirme la corriente. Se veía que deseaba presionarme para que le contara lo que le estaba ocultando, pero sea como sea, decidió no externarlo.

—Déjame buscarlo por ti.

Escuché la campanilla, y por un instante casi me puse de pie, pero sólo fijé mi vista en la puerta, donde Wilma no tardó en acercarse a la nueva cliente.

—Aquí está —anunció Derek, desviándome de nuevo hacia su pantalla—. Es un poco más extenso que antes, pero seguro que lo disfrutarás.

Las escuché intercambiar unas palabras, aun así, me obligué a atender lo que tenía ante mí.

En efecto, Derek le había dado continuidad a aquella chica. Ahora hablaba de su día a día y el cómo se sentía. Poco a poco, al igual que esa vez, me fui envolviendo en ella. Quería saber más, el ansia de esa ocasión regresó y solo éramos ella y yo con sus pensamientos. Tenía curiosidad de cómo identificaba Derek el mensaje de una historia, pero me fue difícil encontrar uno, pues sólo quería saber más, llegar al final de aquel escrito y descubrir cómo y por qué actuaba aquella chica.

—Sabía que te gustaría —lo oí murmurar para sí mismo.

Y lo hacía, me gustaba. El juego con las letras, el cómo las usaba, y en especial porque comencé a sentirme de alguna manera identificada.

—¿Siempre es así? —me oí decir.

—¿Así cómo?

—Como... como si ya no estuviera aquí, como si pudiera trasladarme a otro sitio sin moverme.

Él no respondió, por lo que me atreví a mirarlo. Tenía una expresión extraña, una que no supe identificar.

—¿Qué?

—Nada, tú sigue leyendo. Puede que encuentres esa parte de la que hablamos en...

—Sam —la voz de Wilma nos sacó del trance, obligándonos a recordar que todavía nos encontrábamos en el café y por consiguiente, en mi trabajo. Noté que ella estaba inquieta mientras me entregaba un pequeño papel—. Dejaron esto para ti.

Erguí la espalda de golpe. ¿Qué significaba eso?

Le arrebaté el papelito.

"Una de ellas miente".

—¿Qué es esto? —me coloqué rápidamente de pie—. ¿Quién te lo dio?

—Dijo que tú lo sabrías.

Helga.

Miré a todos lados, esperando verla. Al advertir mi reacción, Wilma añadió:

—Salió hace unos segundos, probablemente puedas...

Salí corriendo a buscarla.

—¿¡Sam!? —escuché la voz de Derek, pero sólo importaba algo y eso era encontrarme con Helga.

Afuera busqué en todo mi alrededor, agudicé la vista, abrí bien los ojos, pero no avisté a nadie. ¿Dónde? ¿Dónde diablos se habría ido? Por los amantes, ¡necesitaba verla! Necesitaba comprobar que aquello era lo que se suponía que era, que no me había vuelto loca.

—Sam, ¿qué sucede?

¿Dónde? ¿Dónde, dónde, dónde, dónde? Caminé de un lado a otro, pero no encontré ninguna otra señal en ninguna parte, no la hallaba, no...

Y la vi.

Era la clienta, quien a decir verdad no se parecía a la Helga que conocía, pero ella escrutaba el establecimiento tan fijamente. No, no el establecimiento. A nosotros. A mí. Y así supe que era ella.

Eché a correr en su dirección.

—¡Sam, espera!

Estaba al otro lado, muchos metros más adelante. Debía alcanzarla, ¡y estaba a sólo unos pasos!

Alguien me tomó de la cintura. Unos segundos después un auto pasó tan cerca de nosotros que me hizo volar el pelo, alejándose con el sonido estridente del claxon. Fue tan repentino que aparté la vista de Helga un momento, pero cuando volví a mirar en su dirección ella ya no estaba.

—¡¿Estás loca?! ¡No puedes cruzar la calle así nada más!

Helga, había visto a Helga. Me llevé las manos a la boca.

Anne tenía razón, Helga estaba viva. Nos sacaría, nos ayudaría, y todas nos libraríamos de Lucian.

Nos libraríamos, seríamos libres por fin.

Yo sería libre.

—¡¿Jamás te enseñaron a revisar ambos lados antes de cruzar?! —Derek estaba fuera de sí—. ¿Qué rayos sucede contigo? ¿Acaso tú nunca...? Espera, ¿por qué me estás sonriendo así? ¿Por qué me sonríes en primer lugar?

Lo abracé, de pronto demasiado feliz como para pensar en lo que era correcto o no en ese momento. Demasiado extasiada, demasiado de todo. ¡Iba a poder huir de Lucian! Todas, todas lograríamos escapar, haríamos nuestras vidas y nunca más tendríamos que vernos en la obligación de ser la muñeca de nadie más. Era fantástico, era maravilloso, era todo con lo que había fantaseado desde que me habían hecho presa de esa casa de locos.

Y Derek estaba tenso.

—Muy bien, no entiendo nada y tampoco sé por qué me estás abrazado —dubitativo, me rodeó los hombros; yo no sabía ni qué pensar por mi repentina muestra de emoción, si es que pensaba ahora de manera racional—. Sólo espero que después de esto no me trates como si tuviera la peste.

—Perdón —murmuré, todavía con la cara pegada contra su ropa,

—Está bien —él no nos obligó a separarnos, y a mí, tan contenta de saber finalmente una noticia de Helga, no me importó—. ¿Y puedo saber quién era?

—¿Eh?

—¿Quién era esa mujer? Para que le agradezca haberte puesto tan feliz.

Lo pensé por un fugaz segundo, pensé en decírselo o al menos, sólo una parte. Me encontraba tan extasiada que podía haberle dicho todo lo que se me cruzaba en la cabeza sin miedo a lo que sucediera después. No obstante, lo que hice fue separarme por fin de él, y mostrarle por primera vez una sonrisa tan grande y genuina que desde hace mucho tiempo no había tenido fuerzas de externar.

—Una amiga.



Llegando a casa mis pies fueron tan rápido que no sentí el suelo debajo de mí. Esperé con ansiedad a que los hombres de Lucian me revisaran de pies a cabeza y rápidamente traspasé el umbral. Me vi abrir la puerta principal con una exhalación y subí de dos en dos las escaleras hasta precipitarme hacia mi habitación.

Abrí y cerré la puerta con tanta energía que desperté a Anne de un susto.

—¡Maldita sea, Samy! ¿Tienes idea de lo que te haré si...?

—Anne —ella, al ver mi rostro, se quedó quieta—. Es Helga.

Fue como si su cerebro tardara en funcionar.

—No... —al igual que a mí, se le formó una sonrisa—. ¡No puedo creerlo!

—Pues créetelo porque sí, la he visto —amantes, no podía dejar de sonreír.

—Vamos, ¡cuéntamelo todo!

Iba a hacerlo, pero me lo pensé mejor:

—Hay que decírselo al resto de las chicas —y antes de disponerme a salir de nuevo al pasillo, rumbo a la habitación de Karla, le grité—. ¡Avísales a todas!

Aquella noticia les iba fascinar.


Descripción gráfica de Wilma cuando está con Sam y Derek 😂

Y una tierna y dulce Samy bebé 💕

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