1967

Hace un par de décadas mi bebé había nacido en la bella Roma, en plena luz del día. Fue en el año 1967 cuando lo había dado a luz. Incluso recuerdo, que estaba en la camilla del hospital, escribiendo un diario íntimo y cartas que le entregaría a él cuando fuese un joven adulto.
La primera carta, la había escrito a las once y treinta y dos de la mañana en mi casa. Pero las cartas posteriores, lo hice desde el hospital, una vez que mi hijo había nacido. Recuerdo que aquella mañana, tenía unas hojas llenas sobre la mesa de mi dulce hogar, y una vela encendida. Y había decidido levantarme de mi cama para escribir el primer sobre.
Querido Hijo:
No sé si tú lo sepas. No sé si estaré con vida para cuando te entregue esta carta, o si seré lo suficientemente anciana. Pero quiero que sepas que soy tu madre biológica, y que soy la señorita Brikston, ese es mi nombre. Puedes llamarme como tú lo desees, ya sea madre, mamá biológica o de corazón, como tú prefieras en verdad. Solamente quiero que sepas que te amo y que te anhelo más que a nadie en esta vida. Y recuerda que siempre estaremos unidos y que nuestro lazo de madre e hijo nunca se romperá.
Hoy probablemente nazcas tu. O por lo menos...eso es lo que me han dicho los médicos. Por eso quiero que sepas que estaré para ti, hoy en el aquí y siempre lo estaré. Espero con ansias tu llegada y que puedas ver lo que el mundo tiene preparado para vos. Porque sé que tú volarás alto como nunca nadie lo ha hecho en la faz de la tierra.
Te adora.
Tú madre.

Luego de aquel desvelo, toque la canción "Happy Together", de los Turtles, de hecho esta era mi canción favorita de todos los tiempos. Y al rato me dormí de nuevo, aunque me costaba un poco porque el bebé me golpeaba la panza lo suficientemente a diario y esto era algo molesto para mi. Me generaba molestia para dormir en su mayoría de veces, pero ya me había acostumbrado. Ya que habían pasado muchos meses desde que quedé embarazada. De su padre, no supe nada. Solo supe que me embarazó y que me dejo aquí abandonada, en solitaria en un triste y solitario hogar. Era joven por supuesto que lo era y por lo tanto algo ingenua quizás. Pero de él, no supe nada nunca más. Solo recuerdo que lo conocí en un barco de lujo, que me trajo de Madrid hasta aquí, ya que aún estaba descubriendo mi camino y me fascinaba viajar. Y al llegar, a la segunda noche, tuvimos nuestra primera cita. De la cual yo me enamoré completamente y había sido totalmente mágico y un sueño irreal, ya que al rato terminaríamos aquí, en mi cama aventurándonos en una nueva aventura; traer a nuestra primera criatura al mundo.
Pero a la mañana siguiente amanecí y él ya no estaba. Solo permanecía su aroma a colonia en la habitación. Y el olor a decepción total.

Los meses posteriores, fueron de ida y vuelta constantes. Ya que siempre iba de por aquí, para allá. Y así sucesivamente. No parecía yo, no parecía aquella Brikston que alguna vez existió. Sin embargo pude subsistir durante largas semanas. Ya que nunca me había rendido y trabajé en horario nocturno como mecerá en un pequeño bar que había de por aquí, en el barrio. Y el salario que cobrará a diario, era lo suficientemente alto como para satisfacer mis necesidades y seguir manteniendo el techo de mi casa.
Cuando llego el mes de su nacimiento, no pare de escribir cartas. Lo hice y lo continué haciendo sin importar el lugar o en el momento en el que estara. Pero no todo lo que escribía estaba dedicada a la criatura, claro que no. También escribía para expresarme, para liberarme y para contactarme con mis familiares lejanos, que vivían en la otra punta del mundo. Incluso al nacer, desde el hospital escribi dos cartas. La primera, era para mi hijo y la segunda era para Leo Anderson. Mi hermano mayor, a quien no podía ver a diario debido a la agenda ocupada que él tenía.
Querido Leo:
Hola hermanito, hermano de mi corazón. Hoy ha nacido la criatura. Espero que tú te encuentres bien. Creo que te lo he mencionado hace un par de semanas, pero el padre del bebé no está aquí conmigo. Ya sabes que me abandono y nunca volví a verlo, porque tampoco me gustaría verlo, ni siquiera en figurita. Hoy, en este mismo momento podría llegar a decir, que soy una mujer fuerte y con coraje. Pero aún así, me faltas tú. Porque te necesito a ti y solo a ti. Espero que pronto la puedas conocer y que pasemos un tiempo a solas como lo solíamos hacer en los viejos tiempos, solos tu y yo. Sabes que eres bienvenido, siempre y cuando quieras. Siempre estaré para ti, así se como tú estarás siempre para mi.
Te quiero mucho y sábelo, hermano.
Tu hermana.
Dichas cartas que le escribía a diario, tardaban días, e incluso semanas hasta llegar a Leo. Era una época complicada recuerdo. Sin embargo, también me acuerdo que cuando termine de escribir la carta, una jovencita que se me hacia extrañamente familiar, entró a la sala de visitas. Era ella, era Karimolta, la médica que me ayudó a dar a luz a mi bebé.
- Hola Brikston. -Dijo ella al entrar por la puerta delantera-. Lamento molestarla. No sé si lo recuerde bien, pero dio a luz recientemente y no debería de estar despierta. ¿Porque no duerme un poco?. Le va a hacer bien.
- Hola. Muchas gracias por tu gentileza, pero en verdad, no quiero dormir.
- ¿Esta segura? Antes de dar a luz tú te habías desmayado si mal no recuerdo, y además...
- ¿Que me desmayé dijo? -Interrumpió sorprendida-. No lo recuerdo y si me hubiese desmayado, ¿no debería de acordarme?. Creo que mejor me iré a casa...
- ¡Alto ahí mi señora!. Para las embarazadas es completamente normal, sufrir algún tipo de desmayo o de sentir mareos, incluso vomitos. Usted ha sufrido un simple desmayo. Y si no lo recuerda, es porque luego de eso llame a mis compañeros de trabajo, para recogerla y subirla a una camilla, en cuanto antes sea posible. -Contestó entonces, Karimolta-. Por ende, le pido amablemente que no se vaya. No hasta que se le dé el alta y hasta que se recupere. ¿Me oyó bien?. Por cierto, soy Karimolta, un gusto.
- He oído bien, eres muy amable. Y yo soy la señora Brikston, pero tú puedes llamarme como quieras o como lo desees. Un gusto.

Al rato me habia quedado leyendo una novela del mismísimo Shakespeare. Una de esas que te transportan a otro mundo, una de aquellas que te erizan la piel con tal solo leer la introducción o su prólogo. Era nada más ni nada menos que la mismísima historia de amor y tragedia de Romeo y Julieta. Me sentía identificada más que nada con la personalidad de Julieta y por el simple hecho de que era enamoradiza y encantadora como alguna vez fui en mi plena adolescencia. En fin cuando termine de leer, al cabo de unos momentos, Karimolta volvió a ingresar por la puerta delantera. Me estaba apunto de dar una noticia que esperaba con ansias hace tiempo.
- Bueno Brikston lamento haberla interrumpido. -Dijo ella al entrar a la sala velozmente y de manera quizás algo brusca-. No fue me intención molestarla ni interrumpirla. Pero según las diversas indicaciones que me han dado, tú ya eres libre.
- No hay problema cariño. ¿A que te refieres con que ya soy libre?.
- Te han dado la alta. Eso significa. ¡Bien por ti!. Ahora puedes irte a tu hogar con tu querido esposo que de seguro debe de estar esperándote allí. Y por cierto, no lo he visto todavía y no he tenido el gusto de conocerlo igual que a ti. ¿Se enfermó? ¿O que le ha sucedido?- Empezó a pensar en voz alta tímidamente- Bueno sabes que no tienes porque contármelo si tú no quieres....
- Ya creo que estamos en confianza ¿no es verdad?. No sé si puedo considerarte como una amiga por el momento cariño. Ni tampoco te lo tomes personal. Pero si eres mi única confidente así que te lo diré y te lo contaré de todas formas. Aquel hombre ya no está, para mi ya no existe. Para mi el murió hace rato, ¿sabes porque?. Porque me ha dejado abandonada con una criatura que estaba a punto de dar a luz. Eso sucedió.
- Oye, lamento escuchar eso. Pues..en verdad fue un cretino contigo y tú no te lo mereces. -Intentó de consolarme-. Mereces mucho más que eso. Pero por suerte si bien él ya no está contigo, por lo menos, tú tienes tú hogar, tú tienes a donde ir supongo. ¿O no es así?.
- Supones mal. Más bien...-Empecé a pensar en voz alta-. No hay un lugar que me esté esperando. Ni tampoco algún hogar. Si quieres te puedo contar la historia, pero es muy larga. Así que para resumirla un poco, se podría llegar a decir que me acosté con aquel hombre. Y que a la mañana en la que amanecí en la cama, él ya no estaba. Por ende busque trabajo, intente de tomar diversos caminos a donde me llevara el viento. Pero como tal, no tengo un lugar en este mundo que lo pueda considerar como un hogar.
- Se oye feo en verdad. - Se lamentó entonces Karimolta-. De seguro todo mejorará, dalo por seguro. Pero yo vivo sola, y no me molestaría que tú...
- No cariño. -Interrumpi-. No me iré para tu casa. Y ya sea que estes sola o no, no quiero ser una molestia para ti o invadir tu privacidad.
- Brikston, enserio lo digo. Quiero que tú estés bien y que puedas vivir feliz junto a tu bella criatura. Tu estadía no es molestia para mi, ni tampoco estarías invadiendo mi privacidad. Al contrario, es más, podríamos llegar a conocernos y quizás ser íntimas amigas en el futuro, ¿quien sabe?.
- No sé si puedo considerarte como íntima amiga porque no te conozco mucho. -Me sinceré en aquel momento-. Pero si podría llegar a decirte que vas por buen camino. Y que presiento, porque en verdad lo presiento, que tú y yo seremos grandes amigas, tal como tú lo has dicho. Muchas gracias por tu invitación, por tu gentileza y por tu amabilidad. Pero ¿de seguro que no soy una molestia?.
- Para nada. Puedes venir el tiempo que tú lo necesites. Se que en estos momentos no tienes a mucha gente a tu alrededor y se lo que eso significa para alguien. Así como se que tú necesitas compañía y tomarte tu tiempo para asimilar todas las cosas que están ocurriendo en tu vida.
Ahora tienes a tu bebé, y para mi sería un privilegio recibirlos en mi dulce hogar.

Al rato nos habíamos marchado y dirigido a su casa. Era una muy típica de alguna que otra película cómica de la década del setenta. Grande y bonita y con un decorado muy llamativo pero lindo, elegante y sofisticado a la vez. La zona se podría llegar a decir, que provenía de un barrio humilde en todos los contextos. De hecho, pensaba en aquel entonces, que era una de las zonas más encantadoras y coquetas de las que jamás había conocido antes, ni en mis más sueños remotos.
Además Karimolta tenía un vehículo de color morado. Y realmente, no era cotidiano ver este tipo de cosas de donde provenía. Ya que también, era un periodo en el cual la tecnología comenzaba a evolucionar poco a poco, y de eso era notorio. Pero por fin, luego de un viaje extenso desde el hospital hasta su casa. -Literalmente que tuvo una duración de hora y cincuenta y cinco-. Lo habíamos logrado, ya habíamos llegado al maravilloso y hermoso hogar.
- Por fin, quiero que seas bienvenida...¡a mi hogar!. -Dijo Karimolta felizmente-. Pero por favor, te pediré amablemente que tengas cuidado al entrar. Ya sabes, hay muchos muebles y no esperaba un invitado a mi casa realmente. Así que si tú ves desordenado, es debido a eso. Pero luego limpiaré y me pondré a ordenar todo, tú solo...
- ¡Muchas gracias querida!. Pero no tienes de que preocuparte. -La interrumpí-. Yo estoy más que bien, puedo moverme, puedo ir de un lugar a otro y no solo eso ¿sabes? Puedo...
- Entiendo Brikston. -Me había interrumpido-. Y en verdad no me tienes nada de que agradecer. Yo solo quiero que sepas, que estaré aquí para lo que necesites. Y si bien tú dices que estás bien y no lo dudo..si tú vienes aquí es por tu propio bienestar. Quiero lo mejor para ti. En fin, en vez de tanta cháchara, entremos de una vez por todas. Primero pasa tu..-Me hizo el gesto de que pase por la puerta primero, con toda la gentileza del mundo-.

- ¡Wow! ¡Que hogar maravilloso!. -Me había quedado impactada de verdad-. ¿Hace cuanto que vives tú aquí?. A comparación de donde he estado, esto me parece de lujo y te tengo envidia de la buena, debo de admitir ja.
- ¿Lo dices enserio?. Creo que es una chatarra jajaja. Pero vivo aquí hace años y no me he ido y nunca lo haré. Esta casa le pertenecía a mi abuelo, y la última cosa que haría en la vida es irme alguna otra parte. ¿Sabes?. Le tengo mucho aprecio y no me gustaría alejarme jamás. Además...lleva su historia.
- ¿Si? Se oye interesante. Y en verdad te entiendo completamente. Es muy difícil alejarse de lo que más apreciamos. Y si es un obsequio que te ha dejado un ser querido, es algo que no tiene valor sin duda. Pero cuéntame, al margen de que tú abuelo te ha dejado el hogar, ¿cuál es su historia?.
- Uff...-Hace un breve suspiro mientras piensa-. Realmente es algo medio complicado de explicar. Verás, yo nunca fui muy sociable con mi abuela, con la mujer de mi abuelo. Ellos se conocieron en Cartagena, así como lo escuchas. Eran dos jóvenes muy enamorados y apasionados. Se enamoraron y se casaron. Pero se separaron por peleas constantes que había entre ellos. Aunque de todas formas, de a momentos se separaban o se alejaban mutuamente, pero siempre se volvían a acercar. Sin embargo, la última vez tuvieron una reconciliación y nunca más volvieron a alejarse. Ambos asistieron al psicólogo juntos y demás...
- Comprendo...
- Entonces, si bien Cartagena siempre fue su hogar, yo ya no era una niña y ellos de a poco ya no eran aquellos jóvenes, como fue aquel primer amor, a primera vista. Así que decidieron por cuestiones de la vida misma, cambiar de rumbo. Mi abuelo era un cocinero reconocido internacionalmente. Y su mujer era una humilde ama de casa, en aquel entonces. Por eso mismo, como lugar de destino decidieron venir aquí a Roma.
- Y luego, ¿Que pasó?. -Le pregunte interesadamente-.
- Al llegar aquí les fue bien. Pero una vez, ella estaba en una excursión en un bosque. El cual era genial en todos los sentidos de la palabra. Y algo evidentemente empezó a salir mal y luego...-Comenzó a llorar nostálgicamente y lentamente-. Falleció.
- Uuuh..lo siento. Yo lamento tu...-Comenzaba  a decir hasta que Karimolta me frenó-.
- Gracias, amiga. No recuerdo bien que pasó, solo recuerdo que murió trágicamente, por ende y solo por eso, prefiero mejor olvidarlo y no pensar en aquel día.
- Se lo que se siente, créeme. También me tocó vivir momentos así como a ti. Entiendo que no lo quieres recordar. Pero ¿no crees que es mejor mantener el recuerdo a que olvidarla?.
- Recordar como tal, la recuerdo como el primer día. Solo que prefiero no acordarme de aquel momento. Pero a ella la pienso y la recuerdo siempre. Incluso, a veces lamento no haber pasado más tiempo con ella, igual que con mi abuelo, porque siempre los extraño.
- Es entendible y lo comprendo. Si quieres no me tienes porque contar y la entendería absolutamente, pero ¿que le sucedió a tu abuelo?.
- ¿A mi abuelo?. El también falleció. Pero en otras condiciones y por otras causas, ya que al quedar viudo él se quedó aquí en esta casa en compañía de su gatita Rubí. Finalmente murió a los noventa y dos años. Ya era un señor grande, así que no me sorprendía que en cualquier momento se marcharía...
- ¿Porque lo dices?.
- Básicamente era un tipo, que fumaba a diario. Incluso a las noches salía a jugar al bingo con diferentes amigos y allí también tomaba un poco. Era un señor sociable y grande en todos los sentidos, pero lentamente se convirtió en un fumador adicto y bueno....-Hizo un pequeño suspiro-. Eso sucedió. Pero estoy feliz, porque él alguna vez lo fue y porque se partió de este mundo con una sonrisa maravillosa, así es como lo recuerdo y así es como lo recordaré siempre.
- ¡Y eso es lo importante en realidad!. -En ese momento le di un cálido abrazo de comprensión y de apoyo hacia ella-.

Cuando terminó de contarme su historia, nos dormimos una siesta de una hora y cuarto. Era sin duda alguna, una de las mejores siestas que he tenido en años. Y el bebé por supuesto, durmió mientras tanto arriba mío acorralado. Fue bellísimo aquel momento de madre e hijo. Pero cuando me desperté Karimolta ya no estaba en su hogar. Y verdaderamente estaba asustada, pensando en que abra pasado con aquella mujer. No obstante, al rato alguien que se me hacia medianamente familiar, tocó la puerta y en realidad, no era a quien esperaba ver. De hecho, era un policía a quien no conocía en absoluto.
Toc
Toc
- Buenas tardes. ¿Estoy hablando con la señora Brikston?.
- Buenas tardes mi querido señor. Dependiendo, ¿quien me habla?, ¿en que lo puedo ayudar?.
- Vera señora, lamento molestarla. Pero esta es la casa de Karimolta, ¿verdad?.
- Esta es información privada y si me lo permite decir, y espero que no se moleste, pero no creo que sea de su importancia.
- En realidad si me importa. Supongo que usted es Brikston y aún así no me lo admitirá. Pero me presento, soy el comisario Michael, un gusto. Y quería decirle que como Karimolta no se encuentra en su domicilio, vengo a informarle que está mujer ha recibido una perimetral de un hombre.
- ¿Disculpa?. -Reaccioné totalmente desprevenida-. ¿A que se refiere con eso?.
- Así como lo oyó. En simples palabras la mujer con la que ha estado conviviendo ha recibido un orden de alejamiento. Deberá de mantenerse alejada de Juan Cortez.
- ¡Disculpe señor pero no sé de qué me está hablando! Yo no sé quién es ese tal Cortez, le voy a pedir por favor que se retire. Yo no soy Brikston y esta casa no le pertenece a ninguna mujer de nombre Karimolta.
- Ah ¿si?. Mire lo que tengo aquí. -En ese momento me enseñó un vídeo que se observaba a través de la cámara de seguridad-. ¿Sabe que es esto?. Es una cámara de seguridad. En la cual se la ve y se la oye a usted junto a la otra señora. Ya no tiene que disimular, se que es Brikston.
- Le reitero por última vez. -Dije mintiéndole pero en voz alta y firmemente-. Yo no soy dicha mujer y si no quiere tener problemas conmigo le recomiendo que se retire de mi domicilio, si no quiere que llame a la policía.
- Pero señora...
- ¡Largo de aquí! ¡Fuera de mi casa!.
Y así el comisario Michael se marchó. Sin embargo me llamaba mucho la atención esto mismo que me contó sobre Karimolta y que ella desapareció como una bomba de humo; como una mujer tan veloz que ni siquiera quedaron marcadas sus huellas de los zapatos, en el suelo. Y que a su vez, tal hombre venía a comunicarme dicha información, sabiendo de por sí cuál era mi nombre. Entonces las siguientes preguntas que se me ocurrieron a continuación, fueron ¿Que ocurrió con Karimolta? ¿En donde está ella ahora mismo? ¿Y porque aquel Michael conocía mi identidad?. A lo que las primeras dos dudas, se pudieron responder luego de un rato. Cuando escuché el ruido de la llave y me di cuenta que era ella ingresando hacia la sala principal.

- ¿En donde has estado?. -Le dije al momento de verla. Mientras que Karimolta se encontraba con un par de bolsas y un sobre marrón que llevaba consigo en su mano-.
- ¡Hello hello!, ¿como han estado tú y tu bebé?. No he tardado mucho, ¿verdad?. Disculpa la tardanza yo he ido hacia el...
- Espérate. -La detuve antes de seguir hablando-. Antes de que tú me des las explicaciones, quiero saber. ¿Conoces a caso a un tal Michael? ¿El comisario?.
- ¿Perdón?. ¿A que te refieres?, lo lamento pero no entiendo tu pregunta...
- ¿Te haces la que no entiendes o verdaderamente no quieres entender?. -La interrumpí furiosamente y muy enojada-.
- No entiendo tu enojo. Enserio, sigo sin comprender...
- Michael el comisario, ha tocado el timbre.
- ¿Y que quería?.
- Realmente no lo sé. Pero me dijo que has recibido una orden de alejamiento por parte de...
- Déjamelo saber. -Me interrumpió-. ¿Fue Juan Cortez? ¿Verdad?. No me sorprendería en absoluto.
- Si fue él. Pero tú me has dicho que no convivías con nadie. Y de repente, me quede dormida y cuando me desperté tú ya no estabas. ¿A donde te has ido?, ¿y quien es ese tal Cortez?. Quiero oír todo y nada más que la pura verdad.
- Me he ido al supermercado, mi cielo. Y si, me dirigí ahí para traer un par de cosas que creí que eran necesarias para mi, y para ti y tu bebé. Me fui lo más temprano que podía, pero ya casi anochece. Por ende, como ya te he dicho antes, lo lamento. No quise asustarte así y te prometo que no volverá a ocurrir, te doy mi palabra de corazón. Y con respecto a ese Juan Cortez, es un ex vecino que ha intentado en más de una ocasión, perjudicarme. Antes éramos íntimos amigos, pero con el tiempo esa supuesta amistad, despareció. He intentado un par de veces acercarme para intentar de ir a hablar con él, pero no hubo caso. Siempre que me intentaba de acercar, él intentaba de hacer todo lo posible para alejarme. Ahora, ¿si comprendes?.
- Karimolta, por más que seas sincera o por más que intente de comprender lo que pasó, realmente se me complica creerlo. No eres tú, ni mucho menos. Confío en ti, en tu historia y en tus palabras, lo hago en verdad. Pero lo que aún no comprendo al cien por ciento. ¿Que es lo que sucedió para que todo esto terminara así?.
- ¿Quieres que te cuente más?. -Dijo en voz baja-. La realidad es que no hay más. Todo terminó mal. Y la realidad es que toda mala historia o todo aquel mal recuerdo, prefiero olvidarlo. Pero te reitero, todo termino muy mal y siento que aún no soy capaz de ser valiente y aceptarlo libremente. A caso ¿no crees que estoy en todo mi derecho?.
- Tu estás en todo tu derecho, si eso es lo que quieres saber u oír. Pero primero estás tú, y solamente tú. Entonces, ¿porque tanta infelicidad?. ¿No prefieres acordarte de todo y ser feliz?. Créeme que sé que es el dolor, por más que no lo sepa tanto como tú. Créeme que se lo que es vivir con días alegres y soleados y otras veces grises, opacos y amargados. Sin embargo, este es el precio de vivir la vida. Y tanto de lo malo como de lo bueno, siempre se aprende.
- Entiendo. ¿Tú crees que alguna vez pueda ser tan feliz como lo eres tú o como alguna vez lo han sido mis abuelos?.
- ¿Quieres que te mienta o que te diga la verdad? Jajajaja. Creo que en este mundo todo es posible. Si te lo propones y lo anhelas con el alma y el corazón, alcanzarás a cumplir eso y mucho más allá. No hay límites para los sueños ni para los éxitos.
- En verdad, eres un ángel de luz. Me ha servido de mucho oír tus palabras, en verdad te lo agradezco. Y ya que estamos en contexto ¿puedo abrazarte?, no quiero hacerte sentir mal, ni darte vergüenza ni mucho menos pero ya sabes...estoy muy sensible últimamente.
- ¿Que es esa clase de pregunta? ¡Ven aquí y abrázame!. -Le doy un cálido abrazo de amistad, comprensión y apoyo pleno-.

Y cuando menos lo esperamos el sol desapareció, y en su lugar salió una maravillosa e increíble luna llena junto con las hermosas estrellas. Fue de noche, y como era la invitada especial, Karimolta preparó como cena, una sopa de lentejas y verduras. Incluso recuerdo que de sabor era increíblemente exquisito. Mientras que a mi criatura, le preparó un biberón lleno de leche blanca junto con un diminuto plato de arroz con queso. Que a su vez, era ideal para un día tan friolento como estos que ya acorralaban y merodeaban por la ciudad, ya hace tiempo atrás. Pero por suerte, esta fue una noche distinta. En la cual, no hacía tanto frío ni había tanto viento como solía tender a ser habitual o cotidiano. Y también aprovechamos a brindar y a celebrar por un largo camino que nos esperaba el destino.
- Esta noche quiero brindar por ti. Quiero brindar por ti y por tu bebe. Agradezco hoy poder pasar este tiempo contigo. También me gustaría brindar por ello y por nosotras. Que gracias a la vida misma, que se encargó de juntar nuestros caminos hoy podemos estar aquí a solas disfrutando este delicado y bello momento. -Me dedicó aquella vez Karimolta, unas palabras-.
- Y yo también quiero brindar por ello. Pero especialmente te quiero brindar y agradecer a ti. Porque si no fuera por ti, yo no estaría acá. Yo no estaría con mi bebé y si así hubiera sido, dudo de todas formas que fuera de una forma semejante. Ahora, ya que estamos aquí en Roma, me he enterado por el periódico que habrá un evento de arte, dedicado a la música abierto para todo público, ¿te gustaría asistir conmigo?.
- Para mi sería lo mejor, enserio me encantaría asistir contigo. Pero mañana estaré ocupada y no puedo. Aunque si quieres, solo me desocuparé un rato y podremos ir de comprar si eso a ti te gusta.
- ¡Por supuesto!, me parece bárbaro.
- ¡Entonces así será! -Afirmó Karimolta-.
- Eso espero. Ahora terminemos de brindar y de celebrar como corresponda. ¡Salud!.
- ¡Chin chin!. -Dijo ella al chocar su copa de vino junto con la mia-.

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