Capítulo 9. Una verdad dolorosa

~Pasado~

Después de haber matado a Bianca Provenzano y que Ryuu me propusiera escapar, acepté. ¿Porqué? Por qué sabía que solo era una fachada para llevarme con Elías y eso era justo lo que necesitaba. Debía reunirme con él lo más pronto posible, ya me había tardado un poco.

Así que no me opuse, ni siquiera cuando nos hospedamos en un hotel juntos, en la misma habitación, cosa que me resultaba muy tentadora pero debía mantener la cabeza fría y concentrarme.

Aunque eso se fue al caño cuando Ryuu empezó a coquetearme.

—¿A dónde iremos? —pregunté con interés, tratando de hacer conversación y que dejara de verme tan... intenso.

—Ya te lo dije, con mi padre.

—Sí, pero ¿a dónde con exactitud?

—Es un secreto. No sé si lo sabes pero está prófugo —soltó entre dientes y me callé, entonces miré el tatuaje en su pecho.

—¿Podrías ponerte una camiseta? —reclamé, de ser otro día me hubiera dado un festín viéndolo pero estos momentos no eran los mejores y me distraía un poco.

Sonrió abiertamente y se acercó con lentitud.

—¿Te pongo nerviosa Sky? —susurró y sacudí la cabeza.

—No —mentí—. Es solo que, ¿no tienes vergüenza o qué?

—¿Debería? —se burló—. Si es demasiado para tus ojos, lo haré.

—No es eso, sino que... —enmudecí, ¿cómo le decía que me lo quería follar como loca pero que no era el mejor momento y que eso prácticamente sería una traición a la misión?—. Nada, olvídalo.

Ryuu se acercó con grandes zancadas poniéndome contra la pared. Mi corazón comenzó a latir como loco y un hormigueo recorrió todo mi cuerpecito. Él cansancio, el hambre habían desaparecido.
Me quedé quieta y hasta contuve la respiración.

—Así no mejoras las cosas —murmuré desviando la vista de su rostro—. Muévete.

—No quiero.

—Los amigos no bromean así. —Eso hizo que se apartara un poco pero no me soltó.

—¿Somos amigos? —cuestionó alzando una ceja.

Claramente no.

—Sí, ¿sino porqué tanta molestia en ayudarme siempre?

—Porque me atraes —confesó con tranquilidad. Como si eso no hiciera que me temblaran las piernas y me diera de repente un escalofrío ahí donde su mano me estaba tocando.

—Mentiroso. Lo haces para burlarte de mí —aseguré empujándolo.

—Yo no miento —se defendió con seriedad.

—¿Y traerme aquí era una de tus tácticas para acostarte conmigo? —acusé. Porque eso no me molestaría nadita—, solo me estás usando, ¿es eso?

Ryuu negó, —Si me lo hubiera propuesto, tú y yo ya hubiésemos tenido sexo desde mucho antes —aseguró con toda la confianza del mundo. No, si yo me lo hubiera propuesto ya lo tendría arriba mío.

—¿Y entonces porqué me dices esto ahora?

—¿Es un delito decirle a alguien que me atrae? —contraatacó—. Yo lo veo muy normal. Decidí desde hace tiempo, que jamás me privaría el ser honesto conmigo —añadió poniendo una mano acunando mi rostro, entonces noté que traía gruesos anillos en los dedos. Él era honesto consigo pero yo no lo era conmigo, bueno y tampoco con él.

Sino me mantenía firme esto se iba a salir de control y aunque eso sonaba muy tentador, debía poner un alto.

—¿Y qué quieres que te diga? ¿Más bien qué esperas de mí exactamente? ¿Qué seamos novios? —dije con algo de amargura y sonrió curvando sus labios de un lado.

—No, los noviazgos nunca se me han dado. —Ya éramos dos—. Solo quería que lo supieras.

Me soltó, tomó su hamburguesa y se sentó en su cama sin decir nada más. Comenzó a comer mientras tecleaba en su teléfono y sin mirarme dijo: —Come.

Yo regresé a mi cama y comí en silencio sin muchas ganas. Después de tirar la envoltura en la basura me acosté.
De hecho no estaba segura de si iba a poder dormir ahora.
Rememoré todo de nuevo y ansié que al menos me hubiera besado.

No digas tonterías, no debes involucrarte con nadie. Aaron se enfadará.

Pero es que la tension... Y un carajo, debía besarlo y cuando no sintiera nada eso debería bastar para hacer que dejara todo atrás. Porque dudaba mucho soportar todo un viaje con todo esto entre nosotros.

Solo un beso. Solo uno y ya y lo mandaría al fin al carajo.

Me quité la colcha de golpe. Ryuu estaba de espaldas —se había puesto una camiseta— quitando las sábanas de su cama para meterse a dormir.

A la mierda...

Me puse de pie con determinación y caminé hacia él.

Él arrugó las cejas cuando me vio llegar. Iba a decir algo pero no lo dejé porque estampé mis labios contra los suyos.

Duré un segundo y lo solté. Que equivocada estaba al hacer esto, al parecer era tarde para arrepentirme porque el había vuelto a besarme, causando muchas cosas en mi interior que yo sabía no eran buenas.

Después de varios minutos que me hubiese gustado prolongar, nos separamos y nos fuimos a dormir, o solo él porque yo no podía.

Pero que estúpida eres.

Había roto una regla y aunque sabía que podía mantenerlo en secreto mi conciencia no me dejó, así que me escabullí al baño con mi otro teléfono escondido —después de asegurarme de que el pelinegro dormía—, y lo prendí poniéndolo en silenciador.

Acabo de hacer algo muy tonto, besé a tu hermano.

Se lo mandé a Raiden, que no me contestó en seguida así que decidí enviarle otro.

¿Crees que Aaron se enfade?

Después de esperar a ver si respondía y al no hacerlo resoplé. Mejor me dejaba de tonterías y me iba a dormir, debía enfocarme en Elías.
Mi teléfono vibró y lo abrí en segundos.

No le digas.

¿Y ya? No me mandó nada más, así que lo apagué y fui a a acostarme sabiendo que mañana nos reuniríamos con él y Satoru e iríamos al consejo al fin.

~Presente~

Con una botella de alcohol en mi sistema caminé al sótano, hacia las habitaciones que eran las celdas de los prisioneros.

Un hombre de al parecer no más de treinta años me detuvo. Custodiaba el pasillo.

—Vengo a ver a Ryuu Nomura por órdenes de Aaron—informé, él solo me analizó antes de hacerse a un lado.

—Habitación 30 —indicó. La última...

Tragué saliva y respiré hondo antes de caminar a ella, otro hombre que estaba asentado al final del pasillo se levantó y abrió la cerradura.

—Cualquier cosa, gritas. —Sonrió y ahogué una mueca al percibir su asqueroso aliento.

No dije nada y entré.

La luz estaba apagada y todo estaba a oscuras, no veía nada, iba a salir nuevamente pero alguien me apresó del cuello ahorcándome y supe que era él, reconocería su olor en cualquier lado. Al parecer él también porque me soltó de pronto y prendió la luz.

Parpadeé varias veces para acostumbrarme y lo miré, mi pecho dió un vuelco. Se veía más delgado pero seguía viéndose dolorosamente hermoso, su cabello ahora más largo cubría sus ojos y tuvo que quitarse el flequillo de un manotazo.

—Sky... —susurró antes de abalanzarse sobre mí y besarme.
Malamente yo se lo devolví, me encantaba esa sensación de sus labios sobre los míos, de sus brazos rodeándome como si quisiera protegerme de todo, entonces un nudo se formó en mi estómago y me aparté de golpe, como si de repente la razón hubiese entrado a mi cerebro.

—¿Qué está sucediendo? ¿Qué te hicieron y en dónde estamos? No han querido decirme nada —preguntó entonces.

—Yo... —hablé y me callé sin saber cómo proceder. Decidí que empezaría por lo fácil—. Luego del ataque de Italia todos fueron traídos aquí, estuviste en coma por un tiempo.


—Eso lo sé, mi querido hermano me lo dijo pero no me quiso dar más información, ¿Qué está pasando? ¿Por qué me tienen aquí encerrado y porqué no venías a verme?

Sí y el muy imbécil me dejó la parte difícil.

—No te ruego que no me odies porque sería injusto, pero necesito que me escuches con mucha atención. —Tomé un respiro—. Lo que pasa es que mentí, todo el tiempo y a todos. Todo el conflicto con Italia yo lo causé, fue un plan orquestado para acercarme a Elías Boss y para después tomar el consejo en mis manos —solté directamente y sin tapujos. De todas maneras me despreciaría.

Ryuu se rió como si lo que hubiese dicho haya sido un chiste pero al ver que yo me mantenía seria, se calló frunciendo el ceño y meditándolo todo.

—Es una broma ¿no? —dijo sentándose en su cama y negué.

—¿Crees que bajo las circunstancias y después de todo lo que ya ha pasado yo sería capaz de jugarte una broma justo ahora?

—Pero mi hermano...

—Él también lo sabía, fue mi cómplice. Lo conocí el día que me salvaste de la policía y mantuve contacto con él todo el tiempo que estuve en la academia, a tus espaldas  —admití y vi como poco a poco su expresión confusa pasó a una dolida y después a una furiosa, como si estuviera procesándolo. Y yo solo quería irme de allí.

Se levantó y caminó hacia a mí tomando mi mano y yo solo me sentí mal, —Dime que no es verdad Sky, dímelo...

Me zafé de su agarre y me alejé de él, —Es verdad. El autor de todo se llama Aaron Black, es hermano de Salazar y planea tomar el consejo bajo su dominio y yo... solo le ayudé.

—¿O sea que supiste todo el tiempo sobre Elías y fingiste cuando te enojaste conmigo por ocultártelo? —recordó y me mordí el labio antes de asentir mientras me tragaba el llanto que amenazaba con salir disparado—. ¡Fuiste tan doble moral para echármelo en cara cada vez mientras tú eras ¿qué? ¿una mentirosa traidora?! —gritó furioso y no lo culpé.

—Era una espía. Necesitaba acercarme a Elías y tú solo fuiste la herramienta para lograrlo —musité dolida y golpeó la pared con fuerza hasta el punto de que sus nudillos sangraron, después me tomó de los brazos y me sacudió con violencia.

—Me usaste, y qué hay con eso de que me querías ¿eh? ¿También mentiste en eso? —espetó y lo empujé comenzando a llorar, ya no podía evitarlo.

—Yo...

—¿Por qué no dejaron que muriera mejor? ¿Para qué me curaron?

—Para proponerte unírtenos a nosostros y al nuevo consejo que se está formando —contesté y se rió con amargura.

—La verdad es que preferiría estar muerto. —Me miraba como si le hubiese traicionado de la peor manera y era verdad, aunque de pronto pareció recordar algo—. ¿Y mi padre? ¿Nikolai, Salazar, Elías? ¿Los mataron?

—Están encerrados como tú —dije y aunque supe que no quería que lo notara, me di cuenta que se alivió porque relajó sus hombros un poco.

—Pues ve y dile a ese tal Aaron que jamás me uniría a él y de paso le dices a Raiden que está muerto para mí —escupió colérico.

—Ryuu no lo entiendes... si no aceptas te matarán y...

—¿Acaso te importa? —le interrumpió.

—Sí —confesé—. No quiero que mueras —añadí y se acercó un poco a mí.

—¿Por qué Sky? Di todo por ti, porque te amo —murmuró suavizando un poco su voz y nunca unas palabras me habían hecho sentir tan mal—. ¿Acaso Elías, yo, todos no te protegimos siempre? ¿Por qué nos hiciste esto? Y más a Elías que es tu padre.

Yo me mordí el labio y supe que lo que diría a continuación, remataría el poco afecto y amor que probablemente me guardaba: —No lo es.

—¿Eh? —Parecía confundido y yo no pude mirarle a los ojos cuando me decidí a continuar.

—Elias, no es mi padre. Yo no soy la verdadera Skyler Boss. —Lo miré a los ojos, esos ojos negros que me contemplaban con asombro y traición, unos ojos que antes, no hace mucho, me habían mirado con amor—. En realidad mi nombre es Alison Gray y soy una impostora.

Ya está, Ryuu me odiaría a partir de ahora.

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