Capítulo 4. Una salida para nada planeada

~Pasado~

Si yo pensaba demasiado una cosa, actuaba poco o a veces ya no lo hacía.

Por eso mismo la mayoría de las veces solía ser algo impulsiva, como ahora, acaba de aceptar una salida con Alex, Jack y Tomas y eso era algo que no debí haber confirmado. No debía salir de la academia, Raiden ya me lo había advertido y yo como cabeza terca, me negaba a seguir con totalidad sus órdenes.
Además me había fiado de que nadie sospechaba de mí como espía... sí como asesina pero no como espía y eso me bastaba. Y a pesar de todo me sentía satisfecha, Bianca ya me había hecho frente ante los "dibujos" de Gregorio, acusándome con que yo ya lo conocía.

—La noche que murió mi hermano tenía grabado tu nombre —había dicho mientras ambas estábamos en uno de los baños de la escuela.

—Lo sé, no sé porqué —me apresuré a decir y me alzó la mano para que me callara.

—Quisiera saber si ustedes ya se conocían antes de algún lado.

—Jamás lo había visto en mi vida —mentí con firmeza. No sé si se habrá notado pero era una genial mentirosa.

—Es que me parece muy extraño ¿sabes? Hace unas horas fui a revisar su habitación por si hallaba alguna pista, en lo que llegan los hombres de mi padre a investigar a fondo, y me encontré con algo inquietante —habló sacando una carpeta del libro que llevaba en el brazo y me la tendió. Al parecer ella también era una genial mentirosa.

Yo la tomé dudosa y lo abrí. Hice como que me quedé en shock mientras miraba los dibujos que yo misma había hecho y que yo misma había plantado.

—¿Él los hizo? —inquirí al tiempo que me quitaba la carpeta de las manos.

—No lo sé, es lo que intento averiguar. La pregunta aquí es ¿porqué tú? ¿qué pintas en todo esto? —interrogó. Yo pinto TODO en esto, pero claro, nadie lo sabía.

—Debes creerme, yo no lo sé. Yo no quería problemas. Alguien me está incriminando —solté queriéndola apuntar con el dedo y decirle: ¡Pero si tú lo has matado, no te hagas estúpida! Aunque claro, no podía y solo quedaba aguantarme.

—Me gustaría creerte Sky, pero no te conozco, bien podrías estar mintiéndome con esa carita de chica buena. Pero se te olvida que estás en un colegio de mentirosos profesionales. Así que tú palabra no tiene tanta validez —comentó con tranquilidad y yo solo pensé: que lista...

—Es en serio, por favor Bianca —rogué.

—Supongo que sí eres inocente se sabrá ¿no? —murmuró yéndose, dando por terminada nuestra conversación.

Debía tener sumo cuidado con la pelirroja, porque era inteligente y peligrosa, ahora lo más sensato sería mantener mi distancia con ella, no quería más sospechas de las que ya tenía conmigo.

Luego de un rato, fui a la habitación de Alex como me había pedido para prestarme ropa. Cuando nos estábamos cambiando pude observar mejor sus cortadas y cicatrices, supuse que tenía depresión y se acercaba a los actos suicidas, aunque desconocía el motivo, ella no era prioridad en la misión, no la había estudiado, no sabía nada de ella... Pero supuse que Aaron debía saber todo sobre los alumnos de la academia y decidí que luego preguntaría.

Estuvimos esperando los cuatro el taxi y después del desagradable encuentro con el idiota de Luis y la sumisa de María, nos fuimos y solo entonces pensé en si era buena idea. No sabía si Raiden nos había visto, había dejado el teléfono en mi dormitorio y apagado... Si se llegaba a enterar, probablemente se cabrearía muchísimo, pero, ¿qué podría hacerme? ¿Regañarme?

Si embargo al darme cuenta de que nos acercábamos al territorio de Patrick me preocupé, ¿y si alguien me reconocía? Para colmo nos bajamos en el bar al que solía ir con Josh a veces. Jodida mierda, Raiden y Aaron iban a degollarme, ya me los imaginaba brincando sobre mis entrañas felices de deshacerse de mí, la estúpida que arruinó todo el plan.

Entré con ellos al bar mirando discretamente a todos por si había algún conocido allí y me senté mientras Jack iba por dedos de queso. No era ajena ante las miradas extrañas de Tomas y sabía que sospechaba algo o presentía que algo no andaba bien, por lo que traté de actuar lo más casual que pude, bebí la cerveza que me había llevado Jack e intenté seguir el hilo de su conversación.

Hasta que una voz lo jodió todo al decir: —¿Sky eres tú?

Maldije mil veces y en mil idiomas antes de darme la vuelta y encontrarme a Josh ahí parado, mirándome con los ojos bien abiertos.
Me puse de pie y envolvió sus brazos a mi alrededor con fuerza.

—Dios Sky, no te he visto durante días. ¿Dónde has estado? —preguntó después y me examinó de pies a cabeza para después mirar a los chicos que nos veían curiosos—. ¿Quienes son ellos?

Yo me quedé muda por unos segundos. ¿Cómo le explicaba que ahora estaba en una escuela de asesinos porque yo había incendiado mi antiguo orfanato, pero que todo era una fachada porque yo era una criminal espía que estaba allí para robarme el poder, mintiéndoles a todos hasta a él? Sí, mejor evitaba todo eso.

—Unos amigos de... por ahí —contesté.

Achicó los ojos con desconfianza y me habló al oído, —¿Estás secuestrada o algo así?

Negué y me mordí el labio. Bueno, le diría lo más básico.
—Son mis compañeros de escuela —expliqué y me miró aún más confundido.

—¿Compañeros de escuela? ¡Pero si solo te has ido por días! ¿cómo que escuela? ¿cuál escuela?

—Vivimos en un tipo albergue para personas de la calle que no tiene familia —dijo Alex metiéndose en la plática. Claramente le estaba mintiendo.

Él arrugó sus cejas, —¿Quién eres tú?

—Soy Alessandra un gusto —respondió extendiendo su mano pero Josh no la tomó.

Me jaló del brazo hacia una esquina, lejos de ella.

—Explícame bien esto Sky. Yo te hacía en otro país con el dinero que robamos. —Y de repente pareció recordarlo—. ¿Y las joyas?

—Me asaltaron —mentí haciendo que maldijera en voz baja—. ¿Y Patrick? —pregunté.

—Me dió una buena golpiza —contó y por dentro me sentí mal—, me alegra que no hayas estado.

Yo también me alegraba.

Josh tocó mi mejilla por un segundo y luego me soltó—. Debes irte ahora Sky, si alguien del refugio te ve... te llevarán con Patrick. Él está furioso porque piensa que escapaste con su dinero.

Su dinero, claro... Maldito idiota.

Asentí, era verdad, ya me había arriesgado mucho.

—Solo dime una cosa. No me importa donde te estés quedando, solo quiero saber si estás bien, si es seguro —quiso saber.

—Estoy bien —aseguré. Pero todo aquel que se cruce en mi camino no lo estará...

Josh pareció más tranquilo con eso y caminamos hacia los chicos.

—Sí, es ella —dijo un hombre a mi lado y otros dos se interpusieron en nuestro camino. Yo frené y Josh me tomó del brazo pegándome a él—. ¿Acaso no le ibas a decir de esto a Patrick? —le habló a Josh y ambos nos tensamos.

Mierda, mierda, mierda. Ya está, lo sabía, sabía que no debía venir. Aaron me gritaría seguro.

¿Decirle qué?

—Que la zorra ladrona regresó —escupió y apreté los labios molesta.

—Así no se le habla a una dama —dijo Jack llegando con Alex y Tomas detrás.

El hombre los miró molesto, —¿Y estos quienes son? No se metan pequeñas ratas

Los hombres tomaron a Alex y a Tomas y cuando Jack quiso pegarle, otro hombre apareció por detrás golpeando su cabeza dejándolo en el suelo. Vaya, tonto debilucho.

De repente ya habían varios, tantos que supe que aunque yo supiera pelear, no podría con tantos.

Giré solo para ver cómo otro hombre me golpeaba directo en el rostro e hizo que todo se volviera negro.

Desperté con las manos atadas a una silla. El rostro me punzaba adolorido.
Observé todo a mi al rededor, estaba en un cuarto pequeño. Lo reconocí porque aquí guardábamos algunos víveres como comida enlatada y otros no perecederos. Solo que ahora estaba vacío.

¿Dónde estaban todos? ¿Y Josh? Más le valía no haberme abandonado porque sino yo misma lo molería a golpes.

No sé cuántos minutos pasaron en los que estaba pensando en cómo diablos escapar de allí, hasta que el sonido de unos pasos me distrajo y esperé por quién quiera que fuese entrara.

Patrick apareció frente a mí con otros dos detrás, como escoltándolo.
Estaba vestido con harapos como siempre.

Él no habló, sino que con pasos cortos y lentos comenzó a dar vueltas rodeándome, con sus ojos furiosos puestos en mí.

Yo tampoco dije nada, ¿que podría decir? Sabía que iba a golpearme sino me desataba.

¡Pum! Un golpe en mi cabeza que hizo que todo por dentro retumbara. La visión se me nubló por unos segundos y casi pude apostar que mi cerebro chocó contra mí cráneo.

Bien, eso me había dolido.

—¿En dónde está? —preguntó severamente y tardé unos segundos en enfocarlo.

—No sé... de que... me hablas —murmuré y esa vez me golpeó en el estómago.

No sé en qué momento había tomado un bate de béisbol. Gemí de dolor y escupí algo de sangre.

—Las joyas —respondió con simpleza.

—No tengo nada, me las robaron —admití con dificultad.

Me jaló el cabello hacia atrás con brusquedad, haciendo que mi barbilla se alzara. —No me mientas zorra.

Yo sonreí y supe que mis dientes estaban manchados de sangre.

—Púdrete idiota, no tendrás nada de mí. Esas joyas no eran tuyas de todos modos, yo las robé por ti. —Le escupí en el rostro haciendo que enfureciera más.

Patrick sacó de sus pantalones un cuchillo y me desató las cuerdas liberándome. Pateó la silla en dónde estaba y caí al suelo de rodillas.
Luego me pateó en las costillas y cuando menos lo esperé tomó mi mano derecha y la elevó hacia arriba.

Puso el filo cuchillo en mi dedo índice.

—Te iré cortando parte por parte hasta que te dignes a hablar —amenazó y me estremecí en el suelo—. Y creeme que son cosas que extrañarás —añadió con una sonrisa enloquecida.

—Ya te dije... —Aspiré con fuerza—. Pero si vas a matarme hazlo, porque si me dejas viva, juro que iré a por ti pedazo de mierda —amenacé ya rendida ante la posible muerte.

Patrick negó con un media sonrisa y me sostuvo con más fuerza la mano, yo me retorcía debajo de él y cuando estaba a punto de cortarme, unos ruidos escandalosos se oyeron afuera.

Entonces, sonreí. Quizá Raiden sí había logrado llegar a tiempo para salvarme.

—Ve a revisar —le ordenó a uno y cuando salió unos ruidos se oyeron del otro lado de la puerta, luego un grito ahogado y un golpe sordo.

Todos miramos abajo en dónde un charco de sangre se estaba asomando, yo comencé a reír a pesar del dolor en mi estómago y negué.

—Están muertos... —susurré complacida.

Patrick con un jalón me puso en pie y apoyó la daga en mi cuello, —Callate. —Después miró al otro —. Sal... —le pidió con voz temblorosa.

—Pe-pero Patrick —susurró con temor.

—O te mato yo, tu eliges —lo calló.

Tragó saliva y abrió la puerta con lentitud.

Pero dieron una patada haciendo que se abriera de golpe y una espada atravesó la cabeza del hombre matándolo.

Yo retrocedí chocando con el pecho gordo de Patrick, quien en ningún momento me soltó ni alejó el cuchillo de mí.

El cuerpo cayó al piso y el causante había sido alguien vestido de negro con una máscara del mismo color.

—¿Quién eres? ¡Muéstrate! —le gritó Patrick y el encapuchado antes de que sacara su máscara llegó una mujer por detrás.

—¡Cuidado! —avisé demasiado tarde. La mujer ya lo había golpeado en la cabeza.

Patrick me soltó y caminó a él dispuesto a enterrar su cuchillo.

Yo vi la katana en el piso, había caído cerca de mis pies.
Sin pensarlo la tomé y corrí hasta clavársela en la espada, atravesándolo. Quise reírme del irónico momento, pero aún no sabía quién era el misterioso encapuchado, así que no dije ni pío.

Las rodillas de Patrick golpearon el suelo con un sonido sordo y a los segundos su cuerpo inerte también.

Yo retrocedí fingiendo estar asustada, aunque el haber matado a Patrick me había dado una satisfacción inmensa.

La mujer gritó y se avalanzó para agarrarme, pero la persona encapuchada tomó su pie haciendo que cayera, en un rápido movimiento la tomó de la cabeza y le tronó el cuello. Que ágil...

Me alejé hasta que mi espalda chocó con la pared y entonces se quitó la máscara.

Era Ryuu. Bueno, vaya yo creí que sería su hermano, pero cualquiera me venía bien en estos momentos.

—Debemos irnos Sky —avisó sacando la espada del cuerpo, me agarró del codo y me empujó hacia afuera.

—Yo lo asesiné Ryuu, y no puedo creer que estés aquí —murmuré y el tomó mi rostro entre sus manos para que lo mirara fijo. De verdad que era atractivo, los hermanos Nomura sí que tenían buenos genes; y eso que mi estándar para los tipos eran altos morenos no asiáticos. Es solo que ellos tenían algo...

—Felicidades, pero debemos irnos ya. La policía fue alertada.

Se me hizo extraño, la policía no se metía a esos rumbos.

—¿Por quien?

Ryuu me dio un sonrisa media, —Por mí.

—¿Qué hay de los demás? ¿Alex, Tomas, Jack? ¿Josh? —quise saber y se encogió de hombros caminando y sin soltar mi brazo.

—Están en la academia, de hecho ellos me dijeron. Al parecer solo te querían a ti —explicó y salimos de la bodega. Ahí estaba su motocicleta.

Frené y miré hacia atrás, no había visto a Josh.

—Mi amigo...

—Huyó —respondió—. Bueno, es lo que dijo Alex.

¿Huyó? ¿Y me dejó allí? Ya estaba, iría por él y le daría tremenda golpiza por idiota.

Ryuu prendió su moto y me miró serio, —Es hora de que subas, ya —ordenó y obedecí.

Me puse el otro casco y salimos disparados de ese lugar, amaba ir en moto.

Lo que sí no amé fue la cara asesina de Raiden esa misma noche. Parecía querer matarme.

—Casi jodes el plan —espetó y asentí ignorando el dolor en mi cuerpo, dolor gracias al muerto Patrick.

—Lo sé, te diría que lo siento pero no serviría de nada...

—¡Claro que no serviría! Es que eres una estúpida. —Fruncí el ceño pero me mantuve callada, recibiendo su enojo e insultos. Después de unos minutos en los que se obligó a calmarse me miró mortalmente serio—. No le he dicho nada a Aaron y no lo haré, no quiero recibir un regaño por tu culpa.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Gracias? —reclamé, pero por dentro sí me sentía aliviada.

—No, lo que quiero es que no seas una tonta impulsiva y que pienses antes de hacer algo sin avisarme. —Se acercó con expresión furiosa pero su voz era calmada—. No obstante a todo, hiciste que mi hermano se pusiera en peligro por ir a tu rescate.

—¡Ah pero sí le tienes cariño! —exclamé sarcástica pero ni se inmutó.

—No estoy dispuesto a que sangre Nomura sea derramada por actos de estupidez. Así que para la próxima, medítalo primero.

—Di lo que quieras pero después de todo, lo logré, la 'Ndragheta vino —recordé y me sonrió, sin embargo no era una sonrisa amable, era una siniestra y peligrosa.

—Si vuelves a hacer algo como lo que hiciste, te juro que yo mismo pondré una bala en tu cráneo —aseguró.

Entonces yo no tuve que ser una incrédula o tonta para adivinar que lo que decía iba muy en serio.

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