Capítulo 3. Creando problemas

~Pasado~

Ahora que ya estaba en la academia, podía estudiarlos más de cerca a todos.
Y de acuerdo a lo que había estudiado de los hijos de las grandes mafias, los más propensos a armar el caos eran los italianos.
Los Provenzano tenían enfermedades algo... peculiares, eran auténticos psicópatas.
Sabía de la afición de Gregorio por dibujar a sus próximas víctimas y decidí que atacaría por ahí, así que un hice dibujos de Bianca mientras moría, como si los hubiera hecho el mismo Gregorio e hice dibujos también míos. Me escabullí a su habitación sin que nadie me viera —sabía dónde estaban los dormitorios de todos, solo los importantes claro. Sabía muchas cosas porque Aaron me había ordenado estudiarlas todas — encontré su característica libreta roja y metí los dibujos dentro. Sabía, gracias a que tenía algunos aliados dentro que los espiaban, que ella iba al dormitorio de su hermano cada tanto para asegurarse que no se estuviera metiendo crack como antes que había tenido una sobredosis y había sido hospitalizado.

Así que dejé la libreta que estaba escondida debajo de la cama, ahí mismo pero sobresaliendo, para que ella la viera y me fui de allí esperando porque el destino se pusiera de mi lado.

Ya había conocido a Ryuu, Nikolai, María... Bueno los estaba ubicando de lejos, siempre intentaba parecer una chica asustadiza y nerviosa ante cualquiera que se cruzara conmigo. De hecho estaba hablando con el menor de los Nomura mientras había subido al techo para fumar y él había insinuado que si quería suicidarme para después darme amenazas sobre que no pertenecía a ese lugar.

—Si yo me quedara... ¿cómo podría sobrevivir? —inquirí y me miró frunciendo el ceño, tardó unos segundos en contestar como si estuviese debatiendo en su mente si hacerlo o no, al final lo hizo.

—No demuestres miedo, jamás.

Sacó de su bolsillo la navaja suiza con la que había estado jugando y con un rápido movimiento la puso sobre mi cuello, de no estar obligada a cumplir con mi papel de tonta lo hubiera golpeado y matado en ese mismo instante, así que fingí temerle.

—Aquí no te pueden ver así, sino te convertirás en la presa perfecta —. Después me soltó y la guardó de nuevo—. Te matarán, eso tenlo por seguro. Ahora mismo yo quisiera rebanarte centímetro por centímetro, me gustaría ver el dolor y la súplica en tus ojos... Amaría el mirar cuando el último brillo de vida abandonase tu cuerpo.

Vaya, eso hasta me gustó, sonaba poético para mis oídos.

—Yo...

—Pero no lo haré —me interrumpió—. Solo mato si mi padre me lo pide o si eres una amenaza para mí y no lo eres, salvo que eres muy estúpida.

—¿No te parece cruel e inhumano? —inquirí ignorando que ahora me insultaba. No lo culpaba, si yo me topara con una chica igual de débil y patética también le diría estúpida. Él negó.

—Soy incapaz de sentir —contestó serio—. Y a ti ¿no te parece cruel haber provocado un incendio en el que se perdieron varias vidas? —añadió y reprimí una risa. ¿A quién le importaban esas muertes?

—No puedes usar ese argumento a tu favor. Retráctate —exigí con los ojos humedecidos, muy metida en mi papel de víctima.

—¿Qué tiene? ¿O vas a mentirme descaradamente y decir que tú no lo hiciste?

—Fue... un... accidente —susurré ya harta.

—Eso es obvio, pero no quita el hecho de que lo hayas causado. Así que sé sincera y dime, en el fondo ¿no lo disfrutaste? —pregunté. ¡Pero claro! Aunque solo que yo no los había matado, había sido el mismo Elías.

—Claro que no, yo no soy una loca psicópata —mentí.


—Lo serás, ya tienes las manos manchadas de sangre. Es solo cuestión de tiempo.

El tiempo no era un factor, eso era una realidad.

Después de unas cuantas palabras más lo ví irse y entonces pude sacar con tranquilidad mi cigarrillo, ese tonto estaba cayendo en mi trampa. Y muy pronto, los demás también.

Después conocí a Alessandra, decidí hacer alianzas con ella y su grupito de inadaptados ya que es lo que haría alguien nuevo y asustado. Y luego estaba este acosador que me mandaba mensajes, eso no lo había previsto y debía averiguar quién pudiera ser, no querría que arruinara todo por lo que había trabajado.

Fue después que encontraron el cuerpo de Gregorio con mi nombre en él. Vaya, mi plan había resultado más rápido de lo pensado y que moldeable había sido Bianca Provenzano.
Ahora toda la escuela creía que había sido yo y eso me tenía sin cuidado porque sabía que la 'Ndragheta no tardaría mucho en hacer aparición y eso era justo lo que necesitaba.

Esa misma noche había recibido un mensaje de Raiden Nomura pidiendo que nos viéramos afuera del edificio, una cuadra más alejada.
No estaba segura de si era buena idea, o sea pensaban que era la causante de un homicidio.

No es seguro para mí salir ahora. Tendrá que ser luego.

Se lo envié y me acosté en la cama, entonces Ryuu pasó una nota debajo de mi puerta pidiendo que nos viéramos en su habitación. Ahí sí fui porque él debería pensar que me estaba ayudando, además sería tonta no aceptar la ayuda de alguien que buscaba que "sobreviviera" y aunque el chico era raro, no desconfiaba de él.

Cuando regresé a mi habitación saqué el teléfono debajo de la cama y ya había otro mensaje de él.

Entonces te veré en el sótano de la escuela a medianoche. No faltes.

Gruñí impaciente y esperé a que él reloj marcara la hora. Me vestí y salí de allí con suma cautela, alumbrándome con una lámpara mientras me dirigía hacia el sótano.

Respiré con alivio cuando llegué en una pieza y lo ví sentado cómodamente en una silla.

—Al grano, no tengo mucho tiempo. —Me crucé de brazos y se puso de pie. Vestía una gabardina tinta y adiviné que a él le gustaba usar abrigos o gabardinas largas.

—Aaron ha confirmado que la 'Ndragheta quiere matarte —anunció y sonreí con satisfacción.

—Era obvio, ¿no?

Raiden asintió y se acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja, —Acaban de mandar hombres a cobrar tu cabeza, por lo que yo me quedaré vigilando la zona para acabarlos, de todas maneras debes estar muy atenta —advirtió y sacó una pistola pequeña antes de tendérmela—. Guárdala bien, mantenla cerca de ti por si acaso pero no dejes que mi hermano la vea.

La acepté y la metí en mis jeans.

—Por cierto, ¿cómo está?

Sonreí burlona mientras alzaba una ceja. —¿Quién? ¿Ryuu? ¿No deberías saberlo? Es tu hermano después de todo.

—No hablamos mucho, además él me guarda rencor por algo del pasado —contestó y puse los ojos en blanco.

—No me cuentes tu vida, si quieres saber cómo está, pues ve y pregúntale tú —repliqué, creí que se molestaría pero sonrió, contra todo pronóstico.

—Mantente alerta. Cualquier cosa te mandaré un mensaje —dijo antes de caminar a la puerta, pero decidiendo que había sido algo grosera lo detuve.

—Él está bien —solté y me miró con una media sonrisa.

—Lo sé. —Se marchó.

Yo regresé a mi dormitorio y me dormí mientras pensaba en cuál sería mi siguiente jugada.

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