Capítulo 2. Los Nomura

~Pasado~

—¿Qué te dijo Patrick? —preguntó por teléfono mi jefe, quien me había criado desde que era pequeña.

—Quiere que robe la joyería de la avenida Wilson. Quedé de ir con Josh a media noche —contesté y pude sentir que sonreía a través del aparato.

—Eso es excelente, te mandé a alguien que te dará instrucciones. Ve atrás del edificio en veinte minutos, no vayas al frente porque es seguro que te estén vigilando —ordenó.

—Está bien Aaron —dije rodando los ojos—, cualquier cosa me llamas —colgué.

Regresé al interior del refugio y puse el silenciador al teléfono. Nadie debía saber que tenía uno ni que estaba ahí por otras intenciones, como Josh, que era lo más cercano a compañero en ese lugar. No era tan idiota como los otros, aunque obviamente lo estaba usando.

Conté los minutos en mi cabeza y cuando calculé que era el tiempo que Aaron me había indicado me dirigí para salir de allí.

—¡Ey Sky! —Josh me detuvo y maldije por dentro antes de girarme y sonreírle—. ¿No vas a cenar?

—No, me duele el estómago —contesté con una sonrisa forzada.

—¿Saldrás? —cuestionó al ver que traía mi chaqueta.

—Voy a fumar un rato.

—Iré contigo...

—¡No! —dije de golpe y me miró extrañado—, es decir, quiero estar sola Josh, sino te importa. Además, escuché a Lucy que iba a intentar seducirte hoy —mentí y él miró a la chica rubia que le gustaba desde hace un tiempo. Sonrió como seductor.

—Está bien, de todos modos iremos a lo del robo, no tardes —advirtió y con eso salí por fin.

Anduve lejos intentando encontrar a alguien y en eso ví la sombra de un tipo escondida en un edificio.

—Aaron te mandó, ¿qué es lo que tienes que avisarme? —hablé frunciendo el ceño y el tipo salió, dejando que la luz de la luna lo alumbrara un poco.

Era un asiático de cabello largo hasta los hombros, llevaba un abrigo café oscuro, pantalones negros y botas del mismo color, pude notar que tatuajes comenzaban a verse desde el cuello y por último una fina cicatriz adornaba su mejilla.

—Me presento, soy Raiden Nomura, hijo de Satoru Nomura líder de los Yakuza —comentó y me tensé. Los Yakuza eran verdaderos sanguinarios—. Vine a advertirte que mi hermano está vigilándote, obviamente él no sabe que tú lo sabes, por eso deberás actuar en todo momento porque él es tu pase directo a la academia Deathwood. Haz que el robo sea un fracaso, haz que la policía llegue para que el piense que te está salvando —pidió y asentí asimilando todo.

—De acuerdo, ¿algo más?

—Y para terminar, haz que te vea como una verdadera ingenua. Lo conozco, es listo, si llega a notar algo raro, aunque sea mínimo, date por fracasada —afirmó e inhalé aire para reunir calma, paciencia y para armar un plan en mi cabeza.

—¿Qué tal si la policía me atrapa y él no llega?

Raiden sonrió y pude notar sus dientes perfectamente blancos, aún en la noche, —Llegará.

Miré hacia el refugio para asegurarme de que no hubiera nadie fisgoneando y regresé mi vista a él. Quién permanecía quieto, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo.

—¿Es todo? Porque tengo un robo que fallar —hablé y asintió.

—Estaremos en contacto Sky. —Dobló a la derecha y se fue por un callejón en completa oscuridad. Cualquier persona lista, jamás caminaría sola por estos rumbos, pero bueno, él era un Yakuza, los demás deberían temerle a ese chico.

Volví al interior y comencé a prepararme para el robo.
Hice todo lo que el japonés me pidió, fallé, dejé a Josh atrás, la policía me siguió y como prometió, su hermano me sacó de allí. Todavía no decidía cuál de ellos lucía más intimidante, aunque ninguno de los dos me asustaba lo suficiente, quizá el rubio llamado Nikolai me incomodaba más; sabía que los que parecían más normales eran los más locos.

Actué nerviosa y como si no supiera nada y nadie sospechó de mí. Ni siquiera cuando Salazar me llevó a su oficina y la policía fue a quitarme las joyas, que ni me interesaban.
Solo tenía un objetivo y ese era entrar a la academia Deathwood.

Y cuando él me lo ofreció no me quedo más que decir: —Creo que no tengo otra opción.

—Está dicho, bienvenida a la academia Deathwood.


~Presente~

—Que buena noticia, nueva líder del consejo —dijo Aaron cuando Raiden y yo regresamos.

Había decidió no vivir en la oficinas, por comodidad y seguridad, ya que esperaba que más de alguno quisiera matarme mientras yo durmiera, y más cuando había dejado ciego a su prospecto.

—Logré robarme el poder, espero que estés orgulloso de mí —murmuré y Aaron sonrió. Era un hombre de la misma edad de Salazar, pero era más alto y delgado, su cabello debería ser negro pero le encantaba teñírselo de blanco, él decía que cuando fuera viejo, así las canas no lo tomarían por sorpresa.

—Claro que lo estoy, pequeña. —acarició mi cabello en gesto cariñoso—. Ahora lo que sigue es que estés un tiempo ahí y después por órdenes tuyas, me pongas en el poder a mí —agregó borrando su sonrisa.

Yo asentí con lentitud y sopesé que de todos modos este era el objetivo desde un principio, yo no debía estar a cargo, debía de ser él, el autor de todo este plan, quien ha esperado años bajo las sombras para estos momentos.

—¿Qué harás con los prisioneros? —quise saber.

—Pues... quiénes no me sirvan les diremos adiós—contestó y entonces miré a Raiden quien había permanecido callado todo el tiempo.

—¿Dejarías morir a tu padre?

Raiden suspiró manteniendo el desinterés, —Él no estará de acuerdo con esto, será un obstáculo. Pero antes de llegar a tales extremos, le platicaré y si decide aceptar pues bienvenido será.

—Cualquiera que decida apoyarme, será bienvenido Sky. Te diré que a veces me siento muy generoso y benevolente, no cualquiera les daría tales oportunidades —habló Aaron.

Yo me levanté del sofá y caminé a la puerta para irme.

—Espero que no tengas inconvenientes con eso Skyler —reclamó Aaron poniéndose de pie, me detuve pero no me giré a verlo.

—No importa lo que yo piense, harás lo que creas que es mejor para todos —respondí antes de salir.

Caminé al gimnasio de abajo para entrenar, si algo me relajaba y me hacía meditar mejor todo, era practicar el combate o practicar tiros con cuchillo; con la puntería de las armas de fuego, ya era una experta, gracias a Aaron obviamente.

Me puse ropa deportiva y comencé a golpear uno de los sacos de boxeo que habían ahí. No supe cuánto tiempo pasó, pero si el suficiente para que estuviera cubierta de sudor y mis nudillos —a pesar de los guantes y el vendaje— ya dolían un poco, algo que ignoré porque no dejé de pegarle.

—Tienes mucha energía, ¿quieres un combate cuerpo a cuerpo? —dijo Raiden entrando mientras se enrollaba una venda en los nudillos.

Le bufé y seguí golpeando el saco, tratando de ignorarlo.

—¿O tienes miedo de que te gane como la última vez? —se burló y me detuve.

Rechiné los dientes y me quité los guantes tirándolos al suelo al tiempo que lo fulminaba con los ojos. Caminé hacia él bajo su mirada de presunción y me troné los dedos.

—Vas a perder y te humillaré —amenacé y Raiden solo sonrió con eso.

—Entonces lo disfrutaré.

Salté sobre él para tirarlo al suelo, pero con un ágil movimiento era yo la que su espalda había golpeado el piso. Gruñí enroscando mis piernas al rededor de su cuello y con fuerza lo tiré también inmovilizándolo, pero me golpeó en las costillas sacándome el aire haciendo que lo liberara.

—Por poco —musitó tomé un hondo respiro para recuperarme antes de ponerme de pie y en guardia—. Mejor ríndete y acepta que soy mejor que tú.

—En tus sueños Nomura —escupí y se abalanzó para aprisionarme pero me agaché y rodé debajo de sus piernas para golpearlo en la pantorrilla y tirarlo.
Me puse encima de él, con mis rodillas a cada lado de su rostro y lancé mi puño a su cara.
Cerró los ojos pero la detuve a milímetros con una sonrisa presumida.

—Gané —me burlé y me miró alzando sus cejas oscuras. Me puse de pie y le tendí la mano para que se levantara.

—Has mejorado —reconoció y asentí.

—Lo sé.

—¿Quieres saber en qué he mejorado yo? —Me tomó de la cintura para atraerme a él.

—No. —Me reí pero de la nada me dió una mordida en mi labio inferior, jalándolo suavemente. Sentí un hormigueo por dentro, uno que intente ignorar.
Se acercó para besarme pero un chico nos interrumpió.

—Lamento llegar así, pero me mandaron a avisar que Ryuu ha dado señales de conciencia y que quizá despierte pronto... —estaba diciendo y empujé a Raiden para correr a la enfermería.

Llegué con la respiración entrecortada y un mujer que atendía a los enfermos me miró atenta mientras revisaba la respiración del pelinegro que aún seguía con los ojos cerrados.

—Sigue dormido —murmuré y ella asintió.

—Movió uno de sus brazos, su respiración se volvió algo más constante y rápida. Eso significa que pronto despertará, de hecho pareciera que luchara por lograrlo —explicó y me acerqué a él.

Quería tomar su mano, pero algo dentro de mí me detenía, como diciéndome que no tenía el derecho a hacerlo y era cierto, no lo tenía.
Me alejé y me di cuenta de que su hermano me observaba desde la puerta inexpresivo.

—Cualquier cosa no dude en decirnos —le dije a ella y salí de esa habitación que en ese momento sentía que me asfixiaba.

Nadie me siguió y agradecí eso, quería estar sola para pensar y meditar que el peso de mis sentimientos encontrados, sentimientos que se suponía no debía tener por nadie, debían de ser borrados por siempre.

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