Capítulo 1. Ahora el poder es mío
~Pasado~
La poca luz de los focos enormes en el techo no ayudaban a la iluminación y menos cuando era un pasillo encerrado, sin ventana alguna.
El olor a tabaco eran tanto que llegaba a ser insoportable, incluso par auna fumadora ocasional como yo.
Con mis botines pisoteaba el suelo limpio con desesperación. Odiaba que me hicieran esperar, una de mis debilidades era mi poca paciencia.
—Entra. —Una mujer adulta abrió la puerta y se asomó. Yo tirando el chicle que estaba mascando en una maceta, obedecí.
—Toma asiento, por favor —dijo él con amabilidad. Aunque yo sabía que él jamás sería amable realmente. Daba igual, yo tampoco.
—¿Porqué estoy aquí? No tengo informes del consejo todavía —objeté cruzándome de brazos.
—Eso ya lo sé, pero unas fuentes me informaron que ya estabas reclutada en la academia Deathwood, ¿no? —inquirió y me encogí de hombros.
—Sí.
—Debes saber mezclarte muy bien, no quiero errores, es muy importante Sky —advirtió y solté un bufido exasperado.
—Sé actuar muy bien como una chica ingenua, confía en mí, nadie me descubrirá.
—Te voy a pedir otra cosa —añadió y esperé—. Necesito que te ganes al chico Nomura.
Fruncí el ceño en confusión, —¿Por qué? No es fundamental...
—Ahora sí. Después te explicaré, necesito que regreses para que no levantes sospechas... Ya sabes qué hacer.
Claro que sabía qué hacer, me había preparado para este momento por varios años y nadie lo arruinaría.
~Presente~
Observaba a todos reunidos en la sala brindando y riéndose a carcajadas por el éxito que habíamos tenido. Aunque al parecer a algunos se les olvidaba que había sido gracias a mí. Yo me había infiltrado a la academia y había ocasionado todo, pero no veía a nadie venir a felicitarme.
—¿Por qué bebes sola? —Su voz llegó a mis espaldas, pero no me giré mientras intentaba ignorar su presencia.
—¿Por qué no estás celebrando como los demás? —rebatí y supe, sin verlo, que estaba sonriendo.
—Ya lo hago. —Levantó su botella de lo que parecía ser Sake, bebida alcohólica japonesa. Claro.
—Deberías probar la cerveza tradicional alguna vez —dije.
—Sabe asquerosa —se defendió y sonreí negando, pero después esa sonrisa se me borró del rostro.
—¿Cómo está? —quise saber.
—No me digas que después de todo este tiempo le has tomado cariño —se burló y apreté los labios en una fina línea.
—¿Qué hay de ti? Después de todo es tu hermano ¿no? —reclamé y se encogió de hombros.
—Medio —corrigió y me callé. Muy en el fondo, sí que le había tomado un poco de afecto, sin mencionar que había tenido sexo con él... Algo que no le mencionaría nunca al sujeto frente a mí.
Me levanté con un suspiro y tomé otra botella para beberla en la intimidad y soledad.
—Me voy a mi habitación —avisé y me observó atento.
—¿Quieres compañía? —Claro que sabía lo que su sugerencia significaba pero no estaba de humor.
—Hoy no. Para la próxima —dije antes de irme de allí.
Pero en lugar de dirigirme a mi dormitorio, —uno que a veces compartía con el japonés algunas noches— me encaminé hacia el área de recuperación. Habían varios de nuestros hombres lastimados por la pelea de hace unos días, en los que Italia y el Consejo se habían enfrentado a muerte.
Habíamos capturado a hombres del Consejo y estaban cautivos, a la espera de una decisión. Una decisión que ya no me concernía a mí.
Y ahí en una camilla estaba él, en coma. Milagrosamente había sobrevivido a esa enorme caída y ahora parecía un vegetal.
Nadie sabía con exactitud si despertaría o solo estaba vivo gracias al oxígeno conectado a sus pulmones, pero por órdenes superiores no podían desconectarlo, no todavía.
Y eso, muy adentro de mi ser, me tranquilizaba un poco. Aunque no sabía cómo reaccionaria si llegaba a despertar, pero si de algo estaba segura, es que me odiaría para siempre.
Me fui con pasos tambaleantes a mi dormitorio mientras le daba tragos a mi botella. Debía estar feliz, pero ¿Por qué no podía sentirme así?
Como sea, lo hecho, hecho estaba y no había nada para cambiarlo.
Una horrible resaca me hizo levantarme y despotricar todo en el inodoro.
Gemí mientras me limpiaba con un pedazo de papel y me miraba al espejo.
Me veía demacrada y como si estuviera enferma, estaba horrible.
Tomé una ducha con la esperanza de apaciguar mi estado y me obligué a tomar buena cara.
Salí de allí hacia la cocina para tomar el desayuno y él llegó a mi lado.
—Te ves terrible —comentó y le di una mueca.
—Solo porque tú siempre te ves apuesto, piensas que puedes criticarme a tu antojo —dije con enfado y sentí una mano rodear mi cintura.
—Soy apuesto, eso es obvio. Pero si te soy sincero... Eres suficiente para prenderme a cualquier hora —susurró apresándome contra la pared del pasillo y antes de que pudiera decirle algo sentí un mordisco en el lóbulo de mi oreja. Él sabía que eso era mi debilidad.
—Basta, Raiden. —Lo aparté y alzó una ceja de forma burlona.
—En vista de que no estás de humor para follar, préparate. Partiremos al consejo en una hora, debes tomar el poder de acuerdo al plan —avisó y asentí.
El plan, el plan, el plan...
Parecía que lo más difícil ya había pasado, pero no, lo peor aún estaba por venir.
Desayuné con rapidez y corrí para subir al jet privado en compañía de Raiden Nomura.
Íbamos directo a Edimburgo, dónde la sede del consejo de la mafia se encontraba.
Todos creían que Satoru, Elías... Todos los miembros habían muerto. Pero como había dicho, estaban encerrados y sabía, que no tardarían mucho en matarlos.
Eran cabos sueltos al fin y al cabo.
Yo, como era la hija de Elías Boss, pues por derecho el poder me pertenecía a mí, además de que había sobrevivido al ataque.
E iba a hacer alianza con los Yakuza para que fueran los segundos al mando.
—Avisen que la hija de Elías Boss ha llegado —dijo él en cuanto estuvimos frente a la mansión.
Después de unos segundos nos dejaron pasar y nos dirigimos a la oficina principal, que en un futuro sería mía.
Allí habían algunos hombres poderosos en la mafia y habían acordado siempre votar si sucedía algo como lo que había pasado para escoger a otro líder. Era obvio que no me iban a escoger a mí.
—Skyler Boss, la verdad, sin sonar irrespetuoso, no hallo motivo para que esté aquí hoy.
—Viene a reclamar el poder —contestó Raiden.
—Lo sabemos, pero es muy joven todavía, además esto no es realeza en dónde los hijos heredan el trono. Esto es democracia y le aseguro que usted señorita no ganaría en votaciones.
—Lo tengo bastante claro. Pero mientras ustedes se refugiaban en un ataque contra Italia, escondiéndose, todos nosotros estábamos ahí afuera. Son unos cobardes, ninguno de ustedes merecen el puesto tampoco —espeté—. Mi padre y los demás miembros murieron, el padre de Raiden murió y él como representante de los Yakuza está aquí apoyándome a mí, en lo que a mi respecta, los Yakuza son más poderosos que ustedes juntos.
Mis palabras los habían puesto a meditar pero aún así, el mismo hombre solo me miró mortalmente serio y asintió.
—A votar entonces.
—Solo quiero agregar algo, si ella no gana. Japón, al igual que Italia, se deslindará del consejo y se volverá independiente —dijo Raiden y el mismo hombre lo fulminó.
—¿Nos amenazas?
—No John, no es una amenaza, es una promesa.
Y así, todos votaron en una urna. Una chica, que era empleada de ahí sacó un papel y sin mentir, sí estaba algo nerviosa.
Sabía que podían decirme que no, las posibilidades eran altas y no quería llegar hasta ese punto porque sabía que después los mandarían a matar.
—Hay dos para el señor John y dos para Sky. Este podría ser el desempate —dijo ella sacando un último papel para desdoblarlo—. Y es para... Skyler Boss.
Raiden sonrió y asintió.
—Señores les presento a la líder del nuevo consejo restaurado —habló y varios asintieron.
—No lo acepto —dijo John con enojo—. Esta estúpida niña no puede ser la jefa, yo me salgo en este momento de todo el consejo.
—Cuida tus palabras —advertí pero entonces se acercó.
—¿O qué? Apuesto que no tienes valor para matar o si quiera golpear a alguien. Eres una débil ignorante y terminarás muerta al igual que Margaret, la puta de Elías —escupió y Raiden se movió para golpearlo pero lo detuve con la mano.
Entonces con una habilidad diestra saqué mi navaja del bolsillo de mis vaqueros y se lo clavé directo en el ojo. El gritó adolorido mientras se tocaba ahí, dónde había enterrado mi arma.
Sonreí, la verdad es que pude haberlo degollado, pero me gustaba ver sufrir primero y el ojo siempre era mi primera opción.
Los demás hombres se quedaron pasmados atónitos en sus lugares y con una mirada de advertencia por parte de Raiden se quedaron en sus lugares.
—¡MALDITA ZORRA! ¡ME LAS PAGARÁS! —gritó mirándome con su otro ojo, iba a sacar la pistola de su cintura pero lo tomé por el cuello con rapidez, saqué la navaja de su rostro y la clavé en su ojo sano, dejándolo ciego—. ¡HIJA DE LAS MIL PUTAS!
Yo ni me inmuté, saqué un pañuelo de mi chaqueta y me limpié las manos llenas de sangre, después observé a un hombre que custodiaba la entrada.
—Enciérrenlo. Lo dejaré vivir para que vea un acto de bondad de mi parte —ordené con burla.
Se lo llevaron y después miré a los demás que estaban allí.
—No me importan las votaciones, si no me hubiesen elegido los hubiera matado de todos modos —admití y después sonreí—. Pero me alegra que me hayan escogido y desde hoy informo que mi segundo al mando será Raiden Nomura, ahora jefe de los Yakuza.
Nadie habló y no esperé a que lo hicieran. Sabía que no les agradaba la idea de mí siendo la cabeza del consejo. Pero me valía mierda eso, ya lo había logrado.
Salí de esa oficina con el japonés detrás de mí y me arrinconó de repente en un esquina de un pasillo.
—Verte matar... me es excitante —admitió en un susurro y le sonreí queriendo salir de su prisión que me tenía con sus brazos tatuados.
—La muerte te gusta y verla de cerca aún más. No es sobre mí —musité moviéndome pero se pegó más a mi cuerpo inmovilizándome.
—¿Por qué me estás evadiendo? —quiso saber directo y resoplé irritada.
—¿Lo hago? Es solo que el sexo no es mi prioridad.
Raiden rió en voz baja, detallé los mechones que caían a los costados de su rostro, que sería perfecto de no ser por la cicatriz en su mejilla. Aunque eso le daba un toque más varonil, más... salvaje.
—Llévamos semanas sin estar juntos...
—Te estás llevando por sentimentalismos, eso era meramente físico. Al menos de mi parte —acusé pero no dejó de sonreír.
—Es raro, todas las mujeres con las que he estado siempre me ruegan por más.
—Yo no soy como las demás —repliqué y se acercó de modo que sus labios rozaron mi oreja, pero intenté mantenerme quita para demostrar que podía tener el control de la situación si lo que estaba haciendo está probándome.
—¿O será que te enamoraste de mi hermano? —Eso me tensó y lo empujé lejos.
—Lo que haya pasado conmigo y Ryuu no es tu asunto —solté y se encogió de hombros.
—Está bien. Pero si debes saber algo, es de que el amor, de donde vengo, es igual a muerte.
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Bueno, sorpresivamente uno de los motivos por los que no tendría mucho tiempo de escribir ya no está. Así que decidí comenzar con las publicaciones antes de que otra cosa suceda 🖤
Espero les guste y no odien mucho a Sky... bueno sí, je.
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