Capítulo 7. Hay muchos inocentes, pero no Patrick

Josh me miraba con sorpresa y yo como de atrapada.

Me puse de pie y envolvió sus brazos a mi alrededor con fuerza.

Después de unos segundos le devolví el abrazo, a pesar de todo me alegraba mucho volverlo a ver.

—Dios Sky, no te he visto durante días. ¿Dónde has estado? —preguntó después y me examinó de pies a cabeza para después mirar a los chicos que nos veían curiosos—. ¿Quienes son ellos?

Yo me quedé muda por unos segundos. ¿Cómo le explicaba que ahora estaba en una escuela de asesinos porque yo había incendiado mi antiguo orfanato?

—Unos amigos de... por ahí —contesté.

Achicó los ojos con desconfianza y me habló al oído, —¿Estás secuestrada o algo así?

Negué y me mordí el labio. Bueno, le diría lo más básico.
—Son mis compañeros de escuela —expliqué y me miró aún más confundido.

—¿Compañeros de escuela? ¡Pero si solo te has ido por días! ¿cómo que escuela? ¿cuál escuela?

—Vivimos en un tipo albergue para personas de la calle que no tiene familia —dijo Alex metiéndose en la plática. Claramente le estaba mintiendo.

Él arrugó sus cejas, —¿Quién eres tú?

—Soy Alessandra un gusto —respondió extendiendo su mano pero Josh no la tomó.

Me jaló del brazo hacia una esquina, lejos de ella.

—Explícame bien esto Sky. Yo te hacía en otro país con el dinero que robamos. —Y de repente pareció recordarlo—. ¿Y las joyas?

—Me asaltaron —mentí haciendo que maldijera en voz baja—. ¿Y Patrick? —pregunté.

—Me dió una buena golpiza —contó y por dentro me sentí mal—, me alegra que no hayas estado.

Yo también, pero aún me sentía culpable.

Josh tocó mi mejilla por un segundo y luego me soltó—. Debes irte ahora Sky, si alguien del refugio te ve... te llevarán con Patrick. Él está furioso porque piensa que escapaste con su dinero.

Su dinero, claro... Maldito idiota.

Asentí, era verdad, ya me había arriesgado mucho.

—Solo dime una cosa. No me importa donde te estés quedando, solo quiero saber si estás bien, si es seguro —quiso saber.

—Estoy bien —aseguré. Pero no es seguro.

Josh pareció más tranquilo con eso y caminamos hacia los chicos.

—Sí, es ella —dijo un hombre a mi lado y otros dos se interpusieron en nuestro camino. Yo frené y Josh me tomó del brazo pegándome a él—. ¿Acaso no le ibas a decir de esto a Patrick? —le habló a Josh y ambos nos tensamos.

Mierda, mierda, mierda.

¿Decirle qué?

—Que la zorra ladrona regresó —escupió y apreté los labios.

—Así no se le habla a una dama —dijo Jack llegando con Alex y Tomas detrás.

El hombre los miró molesto, —¿Y estos quienes son? No se metan pequeñas ratas

Los hombres tomaron a Alex y a Tomas y cuando Jack quiso pegarle, otro hombre apareció por detrás goleando su cabeza dejándolo en el suelo.

Yo ahogué un grito, de repente ya habían varios, tantos que supe que estábamos perdidos.

Giré solo para ver cómo otro hombre me golpeaba directo en el rostro e hizo que todo se volviera negro.

Desperté con las manos atadas a una silla. El rostro me punzada adolorido.
Observé todo a mi al rededor, estaba en un cuarto pequeño. Lo reconocí porque aquí guardábamos algunos víveres como comida enlatada y otros no perecederos. Solo que ahora estaba vacío.

¿Dónde estaban todos? ¿Y si les hicieron algo? ¿Y Josh?

No sé cuántos minutos pasaron en los que estaba pensando en cómo diablos escapar de allí pero no se me ocurría nada.

Hasta que el sonido de unos pasos me distrajo y esperé por quién quiera que fuese entrara.

Patrick apareció frente a mí con otros dos detrás, como escoltándolo.
Estaba vestido con harapos como siempre.

Él no habló, sino que con pasos cortos y lentos comenzó a dar vueltas rodeándome, con sus ojos furiosos puestos en mí.

Yo tampoco dije nada, ¿que podría decir? Sabía que iba a matarme.
No iba a rogar por mi vida, no a él.

¡Pum! Un golpe en mi cabeza que hizo que todo por dentro retumbara. La visión se me nubló por unos segundos y casi pude apostar que mi cerebro chocó contra mí cráneo.

A ese paso moriría muy rápido.

—¿En dónde está? —preguntó severamente y tardé unos segundos en enfocarlo.

—No sé... de que... me hablas —murmuré y esa vez me golpeó en el estómago.

No sé en qué momento había tomado un bate de béisbol.

Gemí de dolor y escupí algo de sangre.

—Las joyas —respondió con simpleza.

—No tengo nada, me las robaron —admití con dificultad.

Me jaló el cabello hacia atrás con brusquedad, haciendo que mi barbilla se alzara. —No me mientas zorra.

Yo sonreí y supe que mis dientes estaban manchados de sangre.

—Púdrete idiota. —Le escupí en el rostro haciendo que enfureciera más. ¿Qué más daba? De todos modos iba a morir.

Patrick sacó de sus pantalones un cuchillo y me desató las cuerdas liberándome. Pateó la silla en dónde estaba y caí al suelo de rodillas.
Luego me pateó en las costillas y cuando menos lo esperé tomó mi mano derecha y la elevó hacia arriba.

Puso el filo cuchillo en mi dedo índice.

—Te iré cortando parte por parte hasta que te dignes a hablar —amenazó y me estremecí en el suelo—. Y creeme que son cosas que extrañarás —añadió con una sonrisa enloquecida.

—Ya te dije... —Aspiré con fuerza—. La policía me quitó las joyas.

Patrick negó con un media sonrisa y me sostuvo con más fuerza la mano, yo me retorcía debajo de él y cuando estaba a punto de cortarme, unos ruidos escandalosos se oyeron afuera.

—Ve a revisar —le ordenó a uno y cuando salió unos ruidos se oyeron del otro lado de la puerta, luego un grito ahogado. Y un golpe sordo.

Todos miramos abajo en dónde un charco de sangre se estaba asomando.

Patrick con un jalón me puso en pie y apoyó la daga en mi cuello.

—Sal... —le pidió al otro con voz temblorosa.

—Pe-pero Patrick —susurró con temor.

—O te mato yo, tu eliges —lo calló.

Tragó saliva y abrió la puerta con lentitud.

Pero dieron una patada haciendo que se abriera de golpe y una espada atravesó la cabeza del hombre matándolo.

Yo retrocedí chocando con el pecho gordo de Patrick, quien en ningún momento me soltó ni alejó el cuchillo de mí.

El cuerpo cayó al piso y el causante había sido alguien vestido de negro con una máscara del mismo color.

—¿Quién eres? ¡Muéstrate! —le gritó Patrick y el encapuchado antes de que sacara su máscara llegó una mujer por detrás.

—¡Cuidado! —avisé demasiado tarde. La mujer ya lo había golpeado en la cabeza.

Patrick me soltó y caminó a él dispuesto a enterrar su cuchillo.

Yo vi la espada en el piso, había caído cerca de mis pies.
Sin pensarlo la tomé y corrí hasta clavársela en la espada, atravesándolo.

Las rodillas de Patrick golpearon el suelo con un sonido sordo y a los segundos su cuerpo inerte también.

Yo retrocedí asustada, lo había matado.
Había matado a Patrick.

La mujer gritó y se avalanzó para agarrarme, pero la persona encapuchada tomó su pie haciendo que cayera, en un rápido movimiento la tomó de la cabeza y le tronó el cuello.

Me alejé hasta que mi espalda chocó con la pared y entonces se quitó la máscara.

Era Ryuu.

¿¡Qué verga!?

—Debemos irnos Sky —avisó sacando la espada del cuerpo, me agarró del codo y me empujó hacia afuera pero mis ojos no dejaban de ver los cuerpos, en especial el que yo había matado.

—Yo lo asesiné Ryuu, yo... No puedo creerlo —murmuré y el tomó mi rostro entre sus manos para que lo mirara fijo.

—Felicidades, pero debemos irnos ya. La policía fue alertada.

Se me hizo extraño, la policía no se metía a esos rumbos.

—¿Por quien?

Ryuu me dio un sonrisa media, —Por mí.

—¿Qué hay de los demás? ¿Alex, Tomas, Jack? ¿Josh? —quise saber y se encogió de hombros caminando y sin soltar mi brazo.

—Están en la academia, de hecho ellos me dijeron. Al parecer solo te querían a ti —explicó y salimos de la bodega. Ahí estaba su motocicleta.

Frené y miré hacia atrás, no había visto a Josh.

—Mi amigo...

—Huyó —respondió—. Bueno, es lo que dijo Alex y Tomas.

¿Huyó? ¿Y me dejó allí?

No podía creerlo, me costaba hacerlo.

Ryuu prendió su moto y me miró serio, —Es hora de que subas, ya —ordenó y obedecí.

Me puse el otro casco y salimos disparados de ese lugar.

Cerré los ojos y me aferré a su cintura.
El corazón me latía tan rápido que temí porque me diera un infarto.
Imágenes de Patrick muerto llenaban mi mente y me esforcé por ahuyentarlas. Él me iba a matar, era él o yo.

¡Era él o yo!
Y él era un maltratador, abusivo y cruel.

Cuando menos lo esperé ya habíamos llegado.
Nos bajamos y ya nos esperaban Salazar, Alex, Tomas y Jack. Hasta Nikolai.

—¿Estás bien? —preguntó Alex—, te ves muy golpeada —añadió y entonces pude ver mi reflejo en la puerta de vidrio.

Rayos, parecía que me habían apaleado.
Tenía moretones por todo el rostro y mi ojo izquierdo estaba hinchado.

—Aún te ves bonita. —Nikolai estaba detrás de mí con una media sonrisa.
No respondí y me toqué, dolía como el infierno.

—¿Qué pasó con el secuestrador? ¿Lo mataste? —Salazar se dirigió a Ryuu.

Ryuu esbozó una sonrisa torcida, —No.

—¿No? Te dije detenidamente que no lo dejaras vivo —le regañó y me removí incómoda.

—Yo no lo asesiné. —Su vista se posó sobre mí—. Ella sí.

Todos me miraron y yo solo atiné a caminar hacia adentro. No quería hablar de eso, aún me inquietaba el hecho de que había cometido un homicidio, quizá en defensa propia pero homicidio a fin de cuentas.

—Sky —Salazar me llamó y me detuve pero no me giré—, ve a enfermería a que te chequen esos golpes —pidió y asentí antes de seguir mi camino.

Entré y los estudiantes que iban pasando por allí me miraron sin discreción murmurando cosas, juzgándome.

—Hey Sky. —Alguien me habló, era Alex que me había alcanzado—. Te acompaño.

Yo no dije nada y subí las escaleras rumbo a la enfermería y de pronto me acordé de Josh.

—Mi... amigo, ¿dónde está? —pregunté y ella se encogió de hombros.

—¿Hablas del chico del bar al que no nos presentaste? —recordó con una pequeña sonrisa—. No lo sé, cuando empezaron los golpes y forcejeos lo ví salir corriendo y no regresó —explicó y fruncí el ceño en confusión.

Bueno, al menos seguía vivo y eso era lo importante.

—¿Quién es? Si puedo preguntar claro

No respondí en seguida y cuando llegamos a la enfermería la miré. —Es un amigo que conocí cuando me escapé del orfanato.

Alex asintió y me sonrió, —¿Quieres que me quede contigo?

—Estaré bien, gracias por avisar, sin su ayuda yo... —No pude acabar la frase. Pero estaría muerta y desmembrada seguramente.

—Ni lo digas. Te veré luego ¿sí?

Se despidió y la vi marcharse.

No supe cuántas horas estuve allí pero cuando me dieron  el "alta" por así decirlo, fue con muchas pastillas para el dolor, ungüentos para mi rostro y un vendaje en mi estómago para mis costillas.

Me dirigí a mi dormitorio, quería acostarme y quedarme ahí por la eternidad.
Pero al parecer se armó un revuelo, porque todos estaban hablando y supe que no era sobre mí.

Se dirigieron a la entrada y yo fui tras ellos.

¿Que ocurría?

Me encontré a unos metros de María, llevaba el cabello suelto y unos aretes dorados más grandes que sus orejas.

—¿Qué está sucediendo? —le susurré cuando llegué. Ella dió un saltito en su lugar y me miró mal para luego arrugar sus cejas.

—¿Y a ti qué te pasó? —quiso saber pero no respondí porque trataba de ver algo pero no me dejaban.

Luego de unos minutos ella suspiró y salió del mar de estudiantes. Yo la seguí.

—Acaban de llegar hombres de La 'Ndragueta —explicó y el alma se me fue a los pies.

Tenía mala memoria pero recordaba perfectamente que eran de Italia.
Dios no, ya sabía lo que venía.

—Vienen a investigar el homicidio de Gregorio, ¿no? —murmuré y asintió.

—Es lo más seguro, no hay otro motivo por el que se molestarían en venir. Son hombres muy ocupados.

Me sentí mal, iban a investigarme porque era sospechosa.
Y lo peor es que también querían matarme, querían vengar la muerte de Gregorio.

—Te veré después —le dije y me encaminé a mi habitación.

Ya no quería saber nada, quería dormir, dormir y dormir y si tenía suerte, ya no despertar nunca.

Cuándo llegué y entré, respiré con alivio. Pero ese alivio se esfumó cuando ví un cajita negra sobre mi cama.

Puse los medicamentos sobre la mesita de noche y tomé la caja con cuidado. La moví en mi oreja para ver si distinguía algo. Nada.

La puse en el suelo y con el pie la abrí.

La recogí y saqué con cuidado la barra de chocolate de adentro.

¿Chocolate? ¿Para qué quería yo jodido chocolate?
¿De quién era?

Fue entonces que ví una nota pegada en la tapa.
Con nerviosismo y tragando saliva la desdoblé.

Supe que estabas atrapada.
No te preocupes princesa, iré a salvarte.
Y cuando estés en tu habitación, espero y degustes el dulce y amargo sabor de lo que te he obsequiado para aliviar tus penas.

Atte.
Tú admirador.

¿Qué carajo?
Y luego abrí los ojos como platos, ¿irá a salvarme?

Solo uno me había rescatado.

No, no podía ser él. ¿O sí?

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