Capítulo 22. Una última pelea y un adiós
La luz que se colaba por la ventana me despertó haciéndome gemir y quise taparme la cara con la sábana.
Pero un brazo me lo impidió, abrí los ojos y vi a Ryuu profundamente dormido a mi lado, tenía las piernas enredadas con las mías y sus brazos me envolvían para mantenerme pegada a él.
Entonces lo recordé todo, y mis mejillas se encendieron cuando sus besos en los lugares más ocultos de mi cuerpo vinieron a mi mente.
Su expresión era de total calma, sus pestañas lograban tocar sus mejillas y detallé su perfecta piel blanca e inmaculada.
Levanté mi mano y acaricié su bello rostro, después pasé mis manos por su cabello y me atreví a mover los mechones de su frente.
Me di cuenta de la cadena que rodeaba su cuello, nunca me había percatado de que llevara un collar. El dije era una placa de metal con su apellido grabado a lado de un dragón.
—¿Aburrida? —preguntó de pronto y me congelé a medio fisgoneo. Abrió sus ojos y brillaron en cuanto me enfocaron.
—Lamento sí te desperté —dije en voz baja mientras soltaba su collar y me sonrió.
—Creo que nunca había dormido mejor —admitió dandóme un beso en la frente antes de levantarse. Anduvo por la habitación desnudo buscando su ropa y solo pude admirarlo con una sonrisa boba.
—¿Hora de irnos? —pregunté cuando se puso sus pantalones y pude concentrarme, asintió.
—Hora de volver a la realidad —dijo en cambio antes de salir por la puerta.
En la privacidad del dormitorio pude vestirme con tranquilidad. Unos jeans de mezclilla, mis botas trenzadas, una blusa dos tallas más grande y estaba lista para irnos.
Aunque mi cabello era un total desastre, por lo que tuve que amarrarlo en un moño alto.
Salí con la mochila sobre mi hombro y Ryuu me pasó una taza de café que acababa de hacer. Luego me ofreció un cigarrillo y lo acepté con gusto.
—¿Nuevas noticias? —inquirí al ver que tecleaba en su teléfono.
Luego de unos minutos lo apagó y negó, —Nos están esperando. Debemos irnos ya.
Tomó sus cosas conmigo detrás de él en todo momento, nos subimos a la moto y emprendimos camino.
Salimos más hacia la carretera y después de lo que me parecieron un par de horas, vislumbré lo que concluí que sería un pueblo. Él se adentró y llegamos a un gran edificio que parecía que había estado abandonado un tiempo, aunque ahora era custodiado por muchos hombres armados y que nos detuvieron para comprobar que éramos nosotros.
Ryuu estacionó su moto y tomando mi mano entramos al interior.
Lo primero que llamó mi atención fue ver a varios alumnos ahí, refugiados mientras se rapartían los alimentos que les estaban dando.
—¡Ahí están! —El grito de Nikolai nos hizo girarnos y fuimos recibidos por un abrazo de su parte. Sonreí, me alegraba verlo ileso.
—¿Dónde está Elías? —preguntó y el rubio señaló el techo con la cabeza.
—Arriba, último piso —indicó. Entonces me di cuenta de que iba uniformado de negro, chaleco antibalas, botas negras y una metralleta colgada al hombro.
Ryuu me dió un pequeño jalón para que caminara y le di una última sonrisa a Nikolai antes de perderlo de vista. Entramos al elevador y comenzamos a ascender.
El piso de arriba era espacioso y enorme. Al parecer todo el consejo estaba ahí, junto con Elías, Raiden, Salazar y algunos maestros de la academia.
—Ah, pero si la manzana de la discordia ha llegado —comentó un hombre que ubicaba del consejo. Era rubio, ojos azules y portaba un traje negro a pesar de las circunstancias.
—Semión... —le llamó uno en advertencia pero lo ignoró.
—¿Por qué debería arriesgar a mis hombres solo para salvarte a ti y a tu hija? —Esta vez se dirigió a Elías, quien permanecía imperturbable.
—Yo te diré porqué —dijo Satoru con una seriedad mortal—. Porque todos nosotros te ayudamos a tí y a tu gente con tus problemas de deudas con la policía rusa. Elías más que todos, porque nos obligó a darte apoyo cuando en lo que respecta a los Yakuza, a mí y a mis hijos, bien podrías estar pudriéndote en una celda ahora mismo. Somos de las mafias más poderosas del mundo, ¿y sabes porqué? —Ya estaba frente a Semión, quien estaba totalmente quieto en su lugar.
—Porque nos unimos si es necesario —respondió otro hombre por él, asiático también.
—¿Ves? Hasta Heung me apoya y eso que entre los Yakuza y las triadas nos repudiamos fuera de aquí —espetó—. Esto no es solo sobre esa niña, que además es inocente. Es sobre que Italia nos traicionó a todos, poniendo en peligro a nuestros hijos y herederos, por un estúpido capricho y eso, colegas míos, de donde yo vengo, se paga con sangre —culminó y varios asintieron de acuerdo con él. Y sorprendí enormemente al ver su apoyo para con el consejo.
Semión no dijo nada luego de eso y en lo que observé como todos se ponían al rededor de una gran mesa, trazando lo que parecía un plan.
Elías vino a nosotros dos.
—Buen trabajo trayendo a Sky sana y salva Ryuu—dijo y el japonés le dió una reverencia para dejarnos a solas e ir con su padre y hermano.
—¿Sabes cuándo vendrán? —inquirí después.
Él se puso a mi lado y negó, —Puede ser hoy, mañana... cualquier día. Debemos estar alertas en todo momento —contestó.
—Agradezco la protección que me has dado Elías —confesé y asintió.
—Eres mi hija, si lo hago con otros ¿por qué tú serías la excepción? —murmuró y no habló durante unos minutos—. Por cierto, supe regalaste tu tarjeta —soltó.
—Sí, para que mi amiga pudiera escapar del ataque —me defendí.
—Bueno. —Me observó directo y me tendió su arma. Yo dudé unos segundos y la tomé—. Ve abajo, busca a Nikolai y dile que te dé un traje, no debes estar indefensa —ordenó y echando un último vistazo a todos, obedecí.
Fue fácil encontrar la cabellera rubia de mi amigo, iba a explicarle pero me pasó un par de botas y un traje parecido al que tenía.
—Ya me habían dado esta tarea. —Sonrió y me señaló los baños del pasillo.
—Gracias.
Comencé a cambiarme en uno de los cubículos, y aunque se me dificultó alcanzar el cierre de la espalda, lo logré.
Puse el arma en el cinturón en donde todos las ponían, adivinando y que fuese correcto. Aunque daba igual de cualquier forma.
Empecé a escuchar mucho alboroto afuera varios gritos, como si se estuviesen gritando. Iba a salir pero Hanna entrando a los baños con otras dos chicas me detuvieron.
Oh, mierda.
—Me he enterado de que toda esta estúpida lucha es por culpa tuya —fue lo primero que salió de sus labios—. Debido a Bianca y Gregorio...
—Yo no los maté —me defendí.
—Eso no me interesa. Italia quiere tu cabeza y nosotras, con tal de detener todo esto, los complaceremos y seremos las heroínas —aseguró sacando un cuchillo enorme de su muslo, pero yo las apunté con la pistola.
—Será mejor que se larguen o les dispararé a todas —amenacé quitando el seguro.
—Puedes morir intentándolo —dijo y una saltó sobre mí, alcancé a dispararle en el estómago; pero eso solo fue mi distracción para que Hanna y la otra chica lograran capturarme.
Entonces supe que nadie iría por mí, porque lo que sea que estuviese pasando afuera, era suficiente para distraerlos a todos.
Me quitaron el arma y Hanna puso el cuchillo en mi cuello. —Adiós para siempre Skyler Boss. —Se rió.
Todo pasó tan rápido que lo siguiente que me di cuenta fue una bala atravesando su frente.
La chica restante y yo miramos a la puerta para ver a Nikolai listo para dispararle a ella, pero otro chico golpeando a Niko por la espalda lo distrajo.
Yo tomé el cuchillo de Hanna y se lo clavé a la chica directo en el ojo y pude sentir como se reventaba; ella aulló de dolor retorciéndose en el piso. Nikolai se acercó a mi lado después de deshacerse del otro traidor.
—¿Sky estás bien? —preguntó con una mano en mi hombro. Y yo sin dejar de mirar a la chica que seguía gritando, asentí.
Después le disparó acabando con su vida y yo no sentí remordimiento. Fue cuando me di cuenta, de que ya nunca más sería la misma.
Y no sabía si eso debía asustarme o gustarme.
Ambos salimos de los baños y Raiden con Ryuu llegaron con nosotros.
—Al parecer hay gente infiltrada, no sabemos quienes más son, pero deberíamos sacar a Sky de aquí mientras podamos... —Raiden estaba todavía hablando cuando una pequeña explosión en la entrada nos hizo agacharnos.
—¡Bazuca! —gritó Nikolai.
—¡Sky! —me llamó Ryuu y me jaló hacia las escaleras.
—¡NO! —exclamé cuando ví que unos hombres entraban y tacleaban a Nikolai, a Raiden y todo aquel que estuviera de nuestro lado.
Los perdí de vista mientras corríamos hacia arriba y no nos detuvimos hasta llegar a la azotea. ¿Y el consejo? ¿Y Elías?
¿Dónde estaban todos?
Ryuu dijo algo por un intercomunicador que yo no había visto.
Entonces vi como un helicóptero iba llegando y se preparaba para aterrizar.
—Sube y vete Sky —ordenó él, pero yo no solté su mano.
—¿No vendrás? —Me sentía desesperada, no podía dejarlo ahí.
Ryuu se quitó el collar de su cuello y me lo puso a mí.
—Debo ir a ayudarlos. Prometo que me reuniré contigo después —dijo antes de besarme, intenté aferrarme lo más posible a su cuello que inclusive tuvo que apartarme él mismo con firmeza.
—Por favor... no mueras —rogué y me sonrió.
—Te amo, siempre recuerda eso —se despidió y mientras lágrimas mojaban mis mejillas, mientras un hombre llegaba por detrás y me subían a la fuerza; Ryuu disparaba con dos armas en ambas manos a los que iban saliendo a la azotea.
El helicóptero se elevó justo a tiempo y se alejó con velocidad, al tiempo que veía por última vez al japonés que probablemente había dado su vida por mí.
Me acomodé en mi asiento, tratando de ordenar mis pensamientos. Mierda, todo había pasado tan rápido...
Hubiese querido más tiempo para nosotros, esto no podía terminarse así. No todavía.
Entonces una fuerte explosión llamó mi atención en el primer piso de la instalación y observé aterrada como el edificio se iba cayendo en pedazos. Iba a derrumbarse.
—¡NO! ¡DEBEMOS REGRESAR! —grité presa del pánico.
Ellos intentaron calmarme pero el helicóptero comenzó a fallar y empezamos a caer.
Grité queriéndome aferrar al cinturón, el suelo se iba aproximando cada vez más y un solo pensamiento vino a mi mente:
Ryuu, ¿dónde estás?
Entonces después todo fue oscuridad.
__________
No se vayan, aún falta el epílogo 🖤
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