Capítulo 14. Escapando de las consecuencias
No necesité quince minutos, en diez ya estaba afuera vestida y con la mochila al hombro.
Él tampoco tardó mucho y salió con una maleta pequeña que se podian atravesar o colgar, y por supuesto, su katana.
No dijo nada y lo seguí para ver cómo se trepada en su motocicleta.
Me miró alzando una ceja y me subí poniéndome el casco. No sabía por qué pero cuando lo rodeé con los brazos estaba un poco nerviosa, lo cual me pareció tonto ya que antes ya me había subido.
—No usas mucho tu moto ¿verdad? —pregunté alzando la voz para dejarme oír a través de los cascos.
—La uso lo necesario, además no me gusta subir más gente en ella —replicó de vuelta y ya no pude seguir preguntando por qué arrancó veloz.
Veía los edificios pasar con velocidad y las luces que contrastaban con la noche como algo borroso.
El aire helado de la noche era detenido por mi chaqueta y el casco, pero se colaba por mis manos y brazos, luego me di cuenta que él llevaba unos guantes negros de motociclista.
Llevábamos como una hora de camino, así que sin reparo metí las manos en los bolsillos de su chaqueta.
Sentí que me miró por el espejo por unos segundos pero lo ignoré.
¿Qué más daba?
La verdad es que en el fondo lo estaba disfrutando, esa sensación de estar alejándome de las cosas que me estresaban, aunque sabía que eso no duraría mucho.
Luego de casi dos horas de camino, íbamos en carretera, las casas y edificios ya habían quedado atrás y solo ahora veía vegetación.
No sabía a dónde íbamos, dudaba mucho que nos fuéramos en motocicleta todo el camino.
Pero de pronto a lo lejos pude ver un gran anuncio que decía: HOTEL en letras grandes y fosforescentes.
Ryuu fue hasta allí y se detuvo en el estacionamiento del establecimiento. ¿Qué estábamos haciendo allí?
Me bajé de un salto antes de quitarme el casco y lo miré enarcando ambas cejas.
—Los hombres de mi padre me dejarán una camioneta en unas horas aquí. Por lo pronto deberíamos dormir un poco, nos espera un largo viaje —explicó caminando hacia la recepción.
Una mujer de mediana edad nos recibió con una sonrisa.
—¿Habitación para dos? —preguntó con amabilidad. Yo pensé que diría que no, pensé que pediría habitaciones separadas.
—Sí, por favor —contestó él con tranquilidad. Yo me puse nerviosa y toqué su brazo para que me viera—. Con camas separadas. Mi amiga piensa que la quiero violar —añadió y y le di un codazo fuerte.
—Idiota... —mascullé en voz baja para que solo él escuchara.
Me alejé y observé todo a mi alrededor. La decoración era algo inusual, había discos de vinilo colgados en la pared, retratos de cantantes de rock viejos como los beatles, los Rolling Stones y hasta de Elvis Presley.
Una rockola en la esquina y varias macetas con plantas altas.
Ryuu vino hasta a mí, en sus manos traía las llaves y lo seguí entrando a un elevador.
Una musiquita sonaba de fondo, y mientras subíamos decidí hacerle una pregunta que me había surgido desde la escuela.
—¿Cómo es que me dejas ir en tu motocicleta si dices que no te gusta subir a nadie más?
Él solo suspiró y se restregó el cabello en la frente, se veía cansado, podía notar unas ojeras debajo de sus ojos negros. Su arete tintineaba como siempre, al parecer nunca se lo quitaba.
Y a pesar de todo seguía viéndose atractivo.
Eso a veces me daba envidia.
—Eres una excepción.
¿Y eso que significaba?, quise preguntar pero al parecer ya habíamos llegado a nuestro piso. Caminamos hasta el final del pasillo y entramos a una gran habitación iluminada.
Esta a diferencia de la decoración de abajo era totalmente diferente. Las paredes eran de un color crema muy tenue, unas grandes cortinas doradas con tinto. Una televisión de plasma al lado de una pequeña puerta que debía ser el baño y por último dos camas individuales perfectamente tendidas.
Ryuu fue hacia una cama y puso sus cosas sobre ella, abrió su maleta y sacó ropa y después una cajita pequeña que me tendió.
Yo dejé mi mochila también y la tomé dudosa.
—Es un teléfono, si por cualquier cosa nos separamos necesito que te puedas comunicar conmigo —explicó e iba a negar diciendo que era demasiado—. No pongas esa cara de cachorro avergonzado y acéptalo. Eres tan terca —se quejó tomando sus cosas y caminando al baño.
—Gracias. —Fue lo único que se me ocurrió decir.
—Configúralo mientras tomo una ducha, la clave del wi-fi está pegada en la pared —indicó y entró.
Yo lo prendí y metí la clave pero después de eso ya no supe qué hacer, no sabía que aplicaciones eran las mejores. O sea, había tenido teléfono antes pero de los viejitos y jamás lo había visto como algo de primera necesidad.
Me metí a internet y comencé googlear sobre las mafias y sobre la academia Deathwood, de la uqe no apareció absolutamente nada, como sino existiera.
Ryuu salió con un pantalón de chandal, el cabello mojado y sin camisa. Del baño salió vapor y un olor a su colonia.
—¿Terminaste? —preguntó mirando el aparato en mis manos, yo negué. Puso los ojos en blanco y me lo quitó—. Lo haré yo, si quieres date un baño y así ordeno algo de comer también.
Obedecí metiéndome con toda mi mochila.
Me di mi tiempo, extrañaba ducharme en la intimidad de un cuarto cerrado, pero el simple hecho de que él estuviera afuera no me dejaba relajarme totalmente.
Estaba nerviosa y ni siquiera sabía porqué.
Cuando terminé me cambié y me cepillé los dientes con lentitud, la verdad es que no quería salir todavía.
Okey, cálmate Sky, eres una exagerada, es solo un amigo y te está ayudando.
Con ese pensamiento salí con ánimos y esos crecieron cuando ví dos hamburguesas sobre la mesa haciendo que mi estómago gruñera.
—Creí que habías resbalado o algo así y que ahora estabas muerta —comentó levantándose y viniendo hacia mí, me devolvió el teléfono—. Los únicos números que guardé es el mío y el de Nikolai. También te descargué una app de chat en el que puedes mandar mensajes —explicó y asentí guardándolo en mi mochila.
Seguía de pie con los brazos cruzados, me estaba mirando fijamente inexpresivo.
—¿A dónde iremos? —pregunté con interés, tratando de hacer conversación y que dejara de verme así.
—Ya te lo dije, con mi padre.
—Sí, pero ¿a dónde con exactitud?
—Es un secreto. No sé si lo sabes pero está prófugo —soltó entre dientes y me callé, entonces miré el tatuaje en su pecho.
—¿Podrías ponerte una camiseta? —reclamé y a los segundos me arrepentí.
Sonrió abiertamente y se acercó con lentitud.
—¿Te pongo nerviosa Sky? —susurró y sacudí la cabeza.
—No —mentí—. Es solo que, ¿no tienes vergüenza o qué?
—¿Debería? —se burló—. Si es demasiado para tus ojos, lo haré.
—No es eso, sino que... —enmudecí, no sabía ni qué decir—. Nada, olvídalo.
Ryuu se acercó con grandes zancadas poniéndome contra la pared. Mi corazón comenzó a latir como loco y un hormigueo recorrió todo mi cuerpecito. Él cansancio, el hambre habían desaparecido.
Me quedé quieta y hasta contuve la respiración.
—Así no mejoras las cosas —murmuré desviando la vista de su rostro—. Muévete.
—No quiero.
—Los amigos no bromean así. —Eso hizo que se apartara un poco pero no me soltó.
—¿Somos amigos? —cuestionó alzando una ceja.
Sí ¿no?
—Claro, ¿sino porqué tanta molestia en ayudarme siempre?
—Porque me atraes —confesó con tranquilidad. Como si eso no hiciera que me temblaran las piernas y me diera de repente un escalofrío ahí donde su mano me estaba tocando.
—Mentiroso. Lo haces para burlarte de mí —aseguré empujándolo.
—Yo no miento —se defendió con seriedad.
—¿Y traerme aquí era una de tus tácticas para acostarte conmigo? —acusé molesta de pronto—, solo me estás usando, ¿es eso?
Ryuu negó, —Si me lo hubiera propuesto, tú y yo ya hubiésemos tenido sexo desde mucho antes —aseguró con toda la confianza del mundo.
—¿Y entonces porqué me dices esto ahora?
—¿Es un delito decirle a alguien que me atrae? —contraatacó—. Yo lo veo muy normal. Decidí desde hace tiempo, que jamás me privaría el ser honesto conmigo —añadió poniendo una mano acunando mi rostro, entonces noté que traía gruesos anillos en los dedos.
Sino me mantenía firme esto se iba a salir de control. Yo ni siquiera sabía lo que pasaba en mi interior, no sabía qué sentir en realidad. No había pensado en él de una manera romántica antes.
—¿Y qué quieres que te diga? ¿Más bien qué esperas de mí exactamente? ¿Qué seamos novios? —dije con algo de amargura y sonrió curvando sus labios de un lado.
—No, los noviazgos nunca se me han dado. Solo quería que lo supieras.
Me soltó, tomó su hamburguesa y se sentó en su cama sin decir nada más. Comenzó a comer mientras tecleaba en su teléfono y sin mirarme dijo: —Come.
¿Que. Carajo. Acaba. De. Pasar?
Yo tardé unos segundos en tratar de de componerme y comí en silencio sin muchas ganas. Después de tirar la envoltura en la basura me acosté cubriéndome hasta la cabeza. No tenía cara ni para mirarlo o que me viera dormir.
De hecho no estaba segura de si iba a poder dormir ahora.
Rememoré todo de nuevo. Dios, creí que iba a besarme o algo.
Ojalá lo hubiera hecho.
No, bueno no sabía, quizá si lo hacía y no sentía nada podríamos pasar la página y olvidar el nerviosismo cuando estábamos juntos. Superarlo.
Eso era, debía besarlo y cuando no sintiera nada eso debería bastar para hacer que dejara todo atrás. Porque dudaba mucho soportar todo un viaje con toda la tensión entre nosotros.
Solo un beso. Solo uno y ya. Y jamás volvería a mencionar ni a pensar sobre ello.
Me quité la colcha de golpe. Ryuu estaba de espaldas —se había puesto una camiseta— quitando las sábanas de su cama para meterse a dormir.
Me senté e intenté de armarme de valor.
Vamos, tú puedes. Solo un maldito beso y ya.
Me puse de pie con determinación y caminé hacia él.
Él arrugó las cejas cuando me vio llegar. Iba a decir algo pero no lo dejé porque estampé mis labios contra los suyos.
...Explosión interna...
Duré un segundo y lo solté. Que equivocada estaba al hacer esto, al parecer era tarde para arrepentirme.
Ryuu me miró por unos segundos, como si se me hubiera zafado un tornillo, no lo culpaba yo también lo creía.
Iba a disculparme pero no me dió tiempo por que ya me había puesto contra la pared antes de volver a besarme.
...Miles de explosiones más...
Mi corazón latía tan fuerte y rápido que lograba escucharlo y supuse que él también.
Sus labios eran suaves pero firmes, atacaban los míos con fiereza. Sus dientes mordieron mi labio inferior y su lengua se abrió paso para rozarce con la mía de manera sensual y maestra.
Jamás me habían besado de esta manera.
Por lo cual sentía mis movimientos algo torpes pero logró que ignorara eso cuando sus manos apretaron mi cintura pegándome a él. Yo enredé las mías en su espeso cabello negro, era suave y sedoso, su arete acarició mi muñeca y bajé mi agarre a su cuello.
Su aroma y el olor de su perfume era embriagador
Soltó mis labios y su boca bajó a mi cuello dejando un beso húmedo.
Y entonces se alejó rompiendo el contacto.
Parpadeé varias veces para salir de la nube en la que me había paseado todos esos minutos.
—Ve a dormir Sky —pidió, su voz sonaba amable y sin decir nada le hice caso. Más porque dudaba que mis piernas soportaran mucho mi peso estando de pie.
Ya acostada toqué mis labios —ahora hinchados— y me di una cachetada mental.
Pero que estúpida.
Había hecho eso para pasar página pero al parecer solo había firmado mi condena.
A la mañana siguiente, ambos empacamos todo en silencio.
Como si quisiéramos ignorar que en la noche nos habíamos besado.
Cuando bajamos él entregó las llaves y yo salí primero para aspirar aire fresco.
Bien, en la noche había cometido un terrible error, solo me había servido para comenzar a hundirme en el mundo de Ryuu Nomura.
Debía de intentar hacer como si nada había pasado, al menos hasta que llegáramos a nuestro destino.
Lo vi salir y contemplé como el viento movió su cabello un poco y su arete. Su camisa de manga corta dejaba a la vista sus músculos con tatuajes en los brazos, mismos que cargaba con el equipaje.
Sacudí la cabeza, estaba perdida.
Fui tras él y tal como había dicho había una camioneta en lugar de su motocicleta.
Ambos nos subimos sin decir ni una palabra y emprendimos marcha.
Puso música e intenté relajarme.
Las horas pasaron y como que ambos nos negábamos a decir algo.
Nuestras conversaciones solo se limitaban a ir por gasolina, bajar al baño y comprar cosas para ir comiendo.
—No terminé mis proyectos —dije recordándolo.
Él solo sonrió sin dejar de ver el camino.
—Yo sí, aunque no los entregué.
Me enderecé en mi asiento para mirarlo mejor.
—¿En serio? ¿En tu proyecto a quien mataste?
—No te importa entrometida —replicó rodando los ojos e hice una mueca para volver la vista a mi ventana.
Y entonces llegamos a un mini aeropuerto escondido y al parecer exclusivo.
—¿Nos iremos en avión? —interrogué atónita. Nunca me había subido a un avión.
—Es de mi padre. Supuse que no tienes documentación para viajar de forma legal —dijo y era cierto. No los tenía.
Nos bajamos del coche y no sé si me vio muy nerviosa, pero tomó mi mano enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo y caminó conmigo hacia adentro.
Habían varios hombres esperándonos, con trajes negros y al parecer comunicadores en los oídos. Las armas que cargaban en sus cinturas no me pasaron desapercibidas.
Un avión enorme nos esperaba, habían varios hombres custodiándolo y entonces se me hizo demasiado exagerado las molestias que se estaban tomando por mí. Una insignificante huérfana.
—¿Así que es ella? —Un hombre asiático también y con lentes oscuros se nos acercó. Ryuu me soltó y asintió.
—Es Skyler Boss —anunció inexpresivo. Yo lo miré extrañada porque ese no era mi apellido.
El hombre nos sonrió y palmeó el hombro de Ryuu.
—Muy bien hecho hijo.
Eso despertó todas mis alertas rojas. ¿¡Había dicho hijo!?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top