Capítulo 13. La locura está en todas partes
Cuando salí de allí, todo afuera me pareció... solitario. Y eso era raro, siempre habían alumnos vagando por los pasillos.
Me dirigía hacia mi habitación para ir a darme una ducha fría.
Pero afuera de mi puerta estaba Nikolai, como esperándome.
—Hola Niko —saludé con una sonrisa y asintió devolviéndomela.
—Me gusta como suena eso —se rió.
—¿Me estabas buscando? —inquirí y confirmó con su cabeza.
De pronto me fijé en que traía una carpeta y una USB, me las dió, —Es mi parte del proyecto. Tayler se encargará de la maqueta y Hanna te traerá su parte mañana —explicó y lo miré con confusión.
—Creí que tú estabas a cargo —comenté y asintió encogiéndose de hombros.
—Así era pero me surgió un problema... familiar —dijo cuidadosamente—. Y debo volar a Rusia lo más pronto posible. No te preocupes, los profesores y Salazar ya están enterados, no habrá ningún problema con el proyecto de Beaton.
—¿Pero volverás? —quise saber con preocupación, ignorando lo demás.
—Por supuesto, no puedo dejar a mis dos amigos mucho tiempo. —Sonrió de manera que su hoyuelo se notó y arrugas pequeñas aparecieron en las esquinas de sus ojos azules.
—¿Dos amigos? —repetí y de la nada me abrazó por unos segundos. Me tomó tan de sorpresa que no tuve tiempo de devolvérselo.
—Cuida a Ryuu ¿Sí?
—No creo que el japonés necesite de mi ayuda —me burlé y negó borrando la sonrisa.
—Volveré en unas semanas —prometió y está vez la que lo abrazó fui yo. ¿Por qué? No sé, yo también necesitaba uno y Nikolai había sido bueno conmigo hasta ahorita.
—Ten buen viaje Nikolai —dije cuando lo solté y me sonrió poniendo una mano sobre mi cabeza.
—Hasta entonces Sky, cuídate y... —pausó incómodo—, lamento lo de Alessandra, sé que se llevan bien.
—Adiós —me despedí renuente y vi como se iba.
Entré al dormitorio y empecé a leer su trabajo, era muy bueno.
Al parecer era un cerebrito, un cerebrito que se drogaba a menudo.
No todo podía ser perfecto, nunca.
Suspiré y fui por mis cosas para ir a la ducha y después buscar respuestas al caso de Alex. Nadie sabía nada.
Traté de apresurarme y cuando estuve lista y fresca corrí hacia la oficina de Salazar. Toqué una vez pero con fuerza para que me escucharan.
Tardaron unos minutos en abrir, fue el mismo Salazar quien lo hizo. Su cara no denotó sorpresa, como si ya me esperara.
—Pasa —pidió y obedecí observando todo a mi alrededor mientras lo hacía. No había nadie allí.
Caminó hacia su silla detrás del escritorio, pero yo no tomé asiento.
—¿Dónde está? —inquirí sin ningún ápice de paciencia.
Salazar aspiró hondo después de darle un sorbo a su taza de café antes de responder: —Alessandra rompió las reglas de la academia, aún así el consejo la llamó para deliberar su caso personalmente... Se ha ido Sky —anunció y me quedé atónita.
—¿Y no la dejaron si quiera despedirse?
—Se lo ofrecí, pero ella misma dijo que no había nadie por el que valiese la pena hacerlo. —Bien, eso me había dolido un poco, se supone que éramos amigas ¿no? Y yo esperaba aunque sea verla una última vez.
Pero supuse que toda esta situación era demasiado para ella, así de decidí no juzgarla.
—Sé sincero por favor —hablé con calma y él esperó—. ¿Crees que la maten?
Salazar apretó los labios en una línea de manera tensa y esperé lo peor, —No voy a mentirte, lo más seguro es que sí.
Suspiré abatida y derrotada, me sentía inútil la verdad.
—De nada sirve que estés culpándote. —Su voz me trajo de vuelta pero negué.
No me estaba culpando, de hecho no me sentía culpable, Luis era un imbécil. Pero sí me sentía impotente.
—Está bien, gracias por decírmelo —le dije y le di un asentimiento con la cabeza antes de irme de allí.
Nikolai lejos, Alex en un caso de vida y muerte también lejos, Jack era un traidor, María al parecer también y Tomas... bien, no le tenía a mucha confianza para ir y desahogarme.
¿Y Ryuu?
Alejé ese pensamiento de mi cabeza, ni siquiera sabía si lo podía considerar un amigo. Además lo más seguro es que terminara burlándose de mí.
Es lo más confiable que tienes ahorita.
Sí, pero no iba a ir a lloriquearle, eso jamás.
Regresé a mi habitación y me dispuse a continuar con los deberes.
Decidí que el asunto de Patrick lo dejaría al último, así que tomé mis apuntes y los de Nikolai para irme a la biblioteca.
Estaba particularmente sola y silenciosa, no lo tomé como algo malo o sospechoso; me senté en una pequeña mesita alejada.
Dejé mis cosas y me dispuse a buscar libros que me ayudaran, tardé varios minutos y cuando volví con una pila de cinco libros en los brazos me detuve en seco.
Allí sobre mi carpeta había una nota perfectamente doblada.
Me giré sobre mis talones buscando al culpable de esto, sin éxito. Me acerqué con pasos lentos, dejé los libros con cuidado y tomé la hoja de papel.
Sigo aquí, más cerca de lo que piensas, soy el único que no te dejará abandonada.
Solo me tienes a mí, nos pertenecemos el uno al otro Skyler.
Un escalofrío recorrió mi espalda, ¿qué demonios? El que mencionara mi nombre completo sin abreviar me causó más incómodidad.
Seguí leyendo:
Eres mía y yo soy tuyo, no eres de ese asiático inmaduro ni de ese ruso drogadicto, solo a mí me perteneces.
Por eso, seré tu salvación y te advierto que alguien querrá matarte esta noche.
Ten mucho cuidado, no podría perderte.
Atte.
Tú amor eterno y admirador secreto.
Bien, creo que esto no era nada bueno. Pensé que ese acosador me había dejado por la paz al no haber recibido ninguna nota de su parte por días, al parecer me encontraba muy errada. Estaba muy obsesionado conmigo y lo peor es que me estaba avisando que iban a intentar matarme.
No sabía si creerle digo, estaba loco seguramente. Pero, ¿Y si decía la verdad?
¿Cómo es que él lo sabía?
¿Quien mierda era él?
No era ni Ryuu ni Nikolai, eso lo había dejado bastante claro ahora.
Tomé los libros y mis cosas y casi casi corrí a mi habitación para resguardarme.
Las piernas comenzaban a temblarme y me obligué a calmarme.
Seguro estaba mintiendo, nadie sería tan tonto para matar en la academia después de todo lo que había ocurrido ¿cierto?
Aún así...
Tomando la estúpida nota salí de allí hacia el dormitorio de Ryuu, y me detuve a medio pasillo, la carta lo mencionaba... Que embarazoso.
Bah, lo había escrito un loco, no yo. Seguí mi camino.
Golpeé su puerta revisando a mis costados, ya era tarde y empezaría a anochecer en cualquier momento.
No abrió. Pegué mi oído a su puerta para ver si distinguía algún ruido, nada.
No estaba.
Maldije en voz baja y antes de regresar con rapidez, pasé la nota debajo de su puerta, tendría que leerla en algún momento.
Quizá yo era la exagerada y no pasaría nada, aunque ese pensamiento no impidió que cerrara con seguro y sacara el cuchillo de mi mochila.
Traté de concentrarme todo ese rato en mis tareas, pero no podía concentrarme al cien por ciento.
Y cuando la noche llegó, yo ya tenía mi pie golpeteando el suelo rápidamente con nerviosismo y ansiedad.
Me di una cachetada mentalmente, tal vez debí avisar a Salazar... No, seguro no era nada y quedaría como una estúpida.
Esperé unas horas más, eran las once, nada.
Solté un suspiro contenido y me relajé un poco.
Vaya mentiroso...
Tomé los libros y me dispuse a trabajar, iba atrasada y solo me la pasaba distrayéndome.
Pero la noche anterior sin haber dormido nada ya me estaba pasando factura y no supe cuando me quedé dormida, apoyando la cabeza en la cama con un libro en mis piernas cruzadas mientras estaba en el piso.
Unos pasos cuidadosos.
Una persona acercándose a mí.
Un cuchillo filoso que brillaba en la oscuridad.
Yo incapaz de moverme.
—Ya estás muerta Sky —susurró con voz siniestra.
Me moví unos centímetros pero con un movimiento certero, me apuñaló directo en el corazón.
Yo desperté jadeante, sudorosa y asustada.
Cuando me percaté de que había sido una pesadilla me levanté sobándome la cara. Necesitaba agua fría para despavilarme pero no quería salir.
Okay, no pasaría nada, estaba exagerando todo y ese imbécil solo quería asustarme.
De repente pensé en Ryuu, el seguro ya estaría en su habitación, ¿Habrá leído la nota? Bueno si lo hizo, me dió la ignorada del siglo y le había valido mierda que alguien quisiera matarme.
Maldito idiota.
Miré el reloj, solo habían pasado dos horas. Suspiré, me armé de valor para ir al baño —de pronto me habían entrado ganas de hacer pipí—, guardé mi navaja en el bolsillo trasero por si acaso y salí.
Examiné el pasillo solitario y me alivié cuando llegué en una pieza al retrete.
Pero me quedé de piedra cuando escuché pasos cerca.
Detuve mi labor y subí mis piernas para que no se vieran por debajo.
—¿Sky? —La voz de una chica habló y distinguí un poco su acento italiano. Paula... Ahora sí venía a matarme como había querido todo este tiempo—. Sé que estás aquí —añadió en voz baja y me tensé, estaba más cerca.
Si salía y la atacaba con el cuchillo quizá tenía alguna oportunidad.
—Vengo a ayudarte, soy Bianca. —Eso hizo que me detuviera de sacar la navaja y bajara los pies del retrete con lentitud—. Supe que Paula quería matarte...
Eso hizo que saliera del cubículo del baño y la viera frente a mí. Su cabello estaba atado en un moño y llevaba simples jeans y una blusa amarilla de manga larga, no se veía que trajera nada en las manos.
—¿Cómo es que me viste? —quise saber sin confiarme mucho.
—Venía para acá y te vi salir —explicó pero no me relajé.
—Paula está loca —solté—. Pero tampoco confío mucho en ti —agregué.
Bianca me miró seria y fijamente, pero entonces sonrió. —Y haces bien. —Sacó de su espalda una pistola y me apuntó.
Puta. Jodida. Mierda.
Ya está, podría ir dándome por muerta.
Alcé las manos con lentitud y la fulminé con la mirada.
—¿Puedo preguntar porqué? —hablé tratando de verme firme, no le quería dar el gusto de que me viera aterrada, aunque por dentro lo estuviera.
Bianca ladeó su cabeza y se encogió de hombros sin dejar de apuntarme. —Mi padre me lo ordenó, si lo hago seré la próxima líder de La 'Ndragueta. Él cree que tú mataste a mi hermano y se puso furioso cuando el consejo te dejó vivir —contestó.
—Pero yo no fui, ¿no deberían de buscar al verdadero homicida? —recalqué con molestia. Estaba asustada pero también furiosa, pensé que el tema de Gregorio había quedado atrás para mí.
—¿Para qué buscar si la estás viendo?
Ah bien... O sea ¿QUÉ?
Al parecer mis pensamientos se vieron reflejados en mi expresión, porque Bianca sonrió, y por primera vez pude ver en ella a una auténtica psicópata desquiciada.
—¿Tú mataste a Greg? ¿Por qué? Era tu hermano —susurré atónita.
Bianca comenzó a caminar con lentitud rodeándome, sin dejar que el arma me dejara de apuntar en ningún instante.
—Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, seguro ya has escuchado esa frase antes. Con Greg fuera de mi camino puedo tomar el poder de la mafia familiar.
—¿Y porqué meterme a mí en ese problema? ¿Yo qué te hice? —cuestioné indignada.
—Eras nueva... vi la oportunidad y la tomé —pausó como recordando algo—, además él quería matarte.
¿PERO...?
—¿Cómo lo sabes?
—Se obsesionó contigo, lo sé porque conocía su modus operandi. Se obsesionaba, las dibujaba de las maneras en que quería matarlas y después lo hacía. Esos dibujos que te mostré son la prueba. Mi hermano te iba a matar Sky —contó como si fuese un secreto.
—Y ahora tu vas a cumplir sus deseos ¿no? —reclamé—. Sabes que si me matas el consejo te castigará...
—Nadie se va a enterar, esto —señaló algo en la punta de su arma—, es un silenciador. En la mañana te encontrarán aquí y jamás sabrán quien fue, solo pensarán que fue justicia divina.
—Mentiste todo este tiempo, eres una... —me callé sin encontrar una buena palabra que la describiera.
Bianca sonrió y se acercó poniendo el arma en mi frente.
—No es personal, en serio. Pero necesito que te mueras ya —dijo y no encontré nada de remordimiento en sus ojos, esto era normal para ella.
La miré directo y me impedí llorar, no le daría ese gusto.
Ya estaba despidiéndome en mi cabeza cuando movió el gatillo pero Ryuu llegando por detrás y degollandola en un ágil movimiento silencioso hizo que me alejara de golpe.
Bianca hizo sonidos desagradables con la boca mientras se agarraba el cuello antes de caer al suelo con los ojos abiertos de par en par.
Debajo de su cuerpo se fue formando un charco de su sangre. La pistola había caído un metro lejos, fui, la tomé y me la guardé para futuros problemas.
Ryuu limpió su navaja suiza con su camisa negra para guardarla. Abrí la boca para hablar pero puso su dedo índice en los labios para que me callara, tomó mi mano y me jaló a mi dormitorio.
Cuando llegamos pude soltar el aire retenido, estaba aún en shock.
—¿Viste la nota que te dejé? —Fue lo primero que se me ocurrió decir.
Él asintió y la sacó de su bolsillo. —Acababa de llegar de resolver unos asuntos y vine lo más rápido posible —dijo poniéndola en mi mesita. Bueno no me había ignorado como yo creí.
—Ella mató a su propio hermano —dije aún sin procesarlo bien, estaba indignada, ¡era su hermano!
—La sed de poder vuelve locas a las personas —murmuró sentándose en mi cama. Se veía despreocupado, como si no hubiera matado a alguien hace unos minutos.
Y de repente lo recordé...
—Acabas de asesinar dentro de la escuela —dije como si fuera una revelación que había roto las reglas. Ryuu solo sonrió a medias y se movió el cabello de la frente a un lado.
—Nadie vio Sky —soltó pero no estaba tranquila. O sea la 'Ndragheta quería mi cabeza.
—Bianca está muerta... Ellos me buscarán hasta matarme, ahora sí me van a odiar más si eso es posible —espeté frunciendo el ceño—. ¿No pudiste noquearla o algo así? ¿Por qué matarla?
Ryuu me dió una mirada irritada y molesta al tiempo que se ponía de pie. —Lo siento por salvar tu insignificante vida —dijo sarcástico.
—¿No entiendes que esto me complica todo? A ti nadie te vio, pero a mí ya me tienen en la mira, Bianca me lo dijo.
—¿Y quieres que admita que yo la asesiné? Porque puedo hacerlo si eso significa que te calles y dejes de quejarte —replicó cruzandome de brazos.
—No, eso no es lo que quiero. No digas estupideces Nomura —contesté igual de insoportable.
—¿Entonces?
—¡No quiero que te maten a ti también ¿okey?! —solté de golpe y él suavizó un poco su expresión.
Ambos nos quedamos callados unos minutos.
El silencio era algo tenso y sofocante.
—Aún así, gracias por salvarme otra vez. Te debo muchas —murmuré sin verlo directamente.
Ryuu no respondió en seguida, caminó hasta a mí poniéndose en frente, su mano la apoyó en mi hombro para que lo mirara y lo hice, —Empaca tus cosas Sky, nos vamos —ordenó con determinación y retrocedí unos pasos.
—¿Estás loco? Nos veremos sospechosos, tú mismo lo dijiste antes —recordé la primera vez que quise escapar y él me había detenido—. ¿Además a dónde iríamos?
—Ya te ves sospechosa de todas maneras. Italia te quiere muerta y no se detendrán hasta conseguirlo. —Sacó su teléfono de la chaqueta de cuero que traía puesta y empezó a teclear algo en él—. Iremos con mi padre, ahí estaremos a salvo.
Yo me quedé de pie asimilando todo. Él detuvo lo que estaba haciendo en su celular y dirigió sus ojos negros a mí.
—¿Eres sorda o qué? Empaca rápido —ordenó y eso me bastó para sacar la mochila del armario y comencé a meter toda la ropa que tenía. Él caminó a la puerta—. Te veré en el estacionamiento en quince minutos, no tardes.
Y así se fue, en silencio. Se suponía que todos dormían y nadie se daría cuenta de nuestra huída.
Mientras me encargaba de guardar todo, sopesé si esto era buena idea, digo, él no tenía porqué hacer esto, yo era la del problema.
Pero sería hipócrita si dijera que no necesitaba su ayuda.
Después de todo, Ryuu Nomura era lo único que tenía.
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¡Hola! Soy yo de nuevo, je.
Espero que les esté gustando la historia,
¿Que opinan de la idea del asiático?
¿Será bueno que se escapen?
Bueno, lo descubriremos (xD)
Me ayudarían mucho sus votos y comentarios ya que eso me anima a seguir escribiendo.
Sin más, besos y abrazos oscuros 🖤
-Sylvia S.
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