Capítulo 10. Las chicas son mejores
Con la buena noticia de que hoy no estaría cinco metros bajo tierra, me decidí a buscar a Alex.
Bueno, ella querían hablar conmigo ¿no?
Volví a la biblioteca y no estaba, luego fui al comedor y tampoco, después me dirigí hacia su habitación.
Toqué pero no obtuve respuesta.
—Está al teléfono con su padre —María habló a mi lado y la miré. La miré por primera vez, como si estuviese viendo a una desconocida. Lo cual era verdad. Apenas y habíamos cruzado ¿qué? ¿Diez palabras?
Lo que sí había dado por sentado era su gran amor tóxico por el idiota de Luis, y no lo entendía, no comprendía el porqué de sus acciones.
Fue entonces que noté las ojeras un poco marcadas debajo de sus ojos oscuros y su expresión de cansancio. Ella siempre me había parecido alegre, pero claro que era una máscara.
—Ella quería hablar conmigo pero la reunión con la 'Ndragheta me lo impidió —comuniqué y entonces curvó sus labios un poco.
—A sí, te declararon inocente. Felicidades.
Asentí, me removí sobre mis pies indecisa y me mordí el labio.
—Lo que pasó esta mañana... —comencé y pude notar que sus hombros se tensaron ligeramente.
—Entremos. —Esa fue Alex, quien acababa de llegar y al parecer me había oído, su rostro era una mueca de seriedad y disgusto.
Cuando abrió, las seguí y cerré la puerta
Alex se sentó en la cama pero María se mantuvo de pie cruzando los brazos. Yo solo las miré esperando que empezaran o lo que sea.
—Mira Sky, lo que viste es...
—Diversión, nos estábamos divirtiendo. —María le interrumpió y Alex suspiró rodando los ojos.
—Sí, no tenemos una etiqueta a esto. Solo pasamos el rato a veces —concordó y alcé una ceja porque no se veía para nada que hablaran en serio.
—Yo no me considero gay o hetero. Simplemente me atrae la personalidad sea hombre o mujer. —María se encogió de hombros.
Pero Alex se veía un poco dolida con eso. Supe entonces y quise creer que a ella de verdad le gustaba y que no solo era para pasar el rato.
—Entonces ¿porqué no terminas con Luis y exploras tu sexualidad sin tener que estar escondiéndose? —quise saber porque eso aún no lo entendía.
Alex la miró frunciendo el ceño.
—Es lo que le digo, que está loco y es un asqueroso machista abusador. Pero está cegada —espetó entre dientes.
—Lo amo. —Eso pareció colmar a Alex, quien se levantó y caminó hacia la otra esquina, lo más alejada.
Yo me mantuve con cara de póquer porque al parecer estaba en medio de una pelea de pareja. Aunque ellas dijeran que no lo eran.
—No lo amas María entiéndelo, eso no es amor.
—Él es bueno en el fondo, de verdad —defendió convencida.
—Y si es tan bueno ¿Por qué lo engañas? —contraatacó Alex alzando una ceja. María torció los labios en un mueca que dejaba entrever que le habían dolido esas palabras.
—Porque soy una hija de puta. Así soy yo —dijo con amargura.
Casi me daba un palmazo porque la ceguera y la terquedad de la morena era mucha, si a mí me desesperaba no me imaginaba a Alex. ¿Qué no veía que de verdad le gustaba? Si hasta yo lo había notado estando ahí unos minutos.
—Sí lo eres —estuvo de acuerdo—. Pero también eres una idiota.
María se acercó amenazante y es cuando yo decidí meterme.
—Oigan chicas —hablé con calma y ambas me miraron como notando mi presencia—. Esto no es mi asunto ¿okay? Pero les puedo asegurar que su secreto está a salvo conmigo —aseguré y pude notar que María se relajó pero Alex solo asintió.
—Lo sé Sky, de ti no desconfío como con Akame.
—Bueno, no creo que hable por ahora. Dijo que sería un favor por otro —recordé.
No dijeron nada e intercambiaron miradas serias e incómodas.
—¿Les puedo dar un consejo? —hablé de repente y cuando me prestaron atención expectantes, vacilé—. No sé si aparte de amantes son también amigas... —comencé dudosa— pero deben solucionar este problema porque sino un día pelearán horrible y no habrá nada para reparar el daño.
Alex desvió la vista hacia sus pies y María rió como si hubiese dicho un chiste.
—Ya se están tomando esto tan en serio —se burló—. Yo solo tengo sexo para entretenerme —añadió caminando a la puerta.
Auch, eso hasta a mí me había dolido.
Mis ojos se posaron en Alessandra, que ahora lloraba con los ojos enrojecidos y fue hasta ella con enojo. Abrió la puerta de un golpe.
—Lárgate Escobar. No quiero verte ahora. Vete con tu novio abusador y drógate, sabes que solo así puedes acostarte con él —escupió llamándola por su apellido.
María se mantuvo inexpresiva y salió pero dió media vuelta para decir: —Creo que esto, tú y yo —señaló a Alex y luego a ella misma— se debe acabar.
—Estoy de acuerdo —espetó Alessandra y le cerró de un portazo.
Okay, a esto me refería con que solucionaran sus problemas antes de que se pusiera feo...
Alex no habló por unos segundos, yo fui incapaz de emitir sonido porque esperaba que reaccionara.
Y lo hizo, pero no como pensé. Alex tomó la navaja de su collar y se empezó a cortar en el brazo.
Me tomó un minuto tomar acción, fui e intenté quitársela, forcejeamos un poco hasta que la pude apartar de su mano. Hasta yo me había cortado un poco en los dedos.
—No —solté bruscamente—. No es necesario que hagas eso.
Alex extendió su brazo, del que ahora salía unas líneas delgadas de sangre y empezó a gotear al piso.
—No siento nada, solo veo la sangre brotar pero... no me duele —renegó—. Además ¿qué te importa? ¿No has visto que los estudiantes de aquí estamos locos de diferentes formas?
Entorné los ojos y asentí lentamente.
—Sí, aunque no me agrada ver la autoflagelación —admití y se rió acostándose con los brazos estirados.
Busqué en mi chaqueta a ver si tenía alguna bandita, hace días había guardado algunas ahí por si las necesitaba un día. No encontré nada, al parecer el bolsillo tenía un agujero que yo no había notado antes.
Gemí con derrota y caminé a su mesita en dónde tenía papel higiénico, tomé un poco y lo presioné contra su herida.
Ella no protestó, no se movió, ni habló, solo miraba al techo.
—¿Cómo es que pasó? —pregunté de repente y sus ojos se posaron en mí—, o sea, la cosa entre ustedes, nunca las he visto hablar siquiera —expliqué temerosa de tocar alguna fibra sensible que la lastimara en estos momentos. Solo entonces me regañé a mí misma en mi cabeza. Que imprudente.
Pero al parecer a ella no le molestó, soltó un suspiro largo y regresó su vista al techo.
—En una fiesta, a veces algunos grupos organizan una en el techo. Ese día los Latin Kings estaban con música y alcohol y Jack, Tomas y yo estábamos en la biblioteca. Entonces vino ella y nos invitó... —pausó y esbozó una corta sonrisa de pesar—. Ellos no quisieron ir, pero yo accedí. Quería una amiga mujer y quería olvidar la muerte de Sara.
Yo arrugué las cejas y torcí la boca, —¿Sara?
—Era mi mejor amiga y una día ella se suicidó —contestó, abrí la boca para hablar pero me interrumpió—, ay no digas que lo sientes, odio esa frase.
Bueno me callaré.
—Entonces estaba algo deprimida y por eso fui. Debo decirte que no fui tan bien recibida, todos me miraron con desconfianza como sino perteneciera a su grupo y era verdad.
—Bueno ningún grupo de aquí es amigable —comenté—, bueno excepto tú y Jack con Tomas —agregué y asintió.
—Por eso te invité, te vi como un cachorrito asustado. —Se rió con desgana y sonreí.
—Gracias por eso —dije sincera y curvó sus labios.
—Y bueno, María me habló y estuvo conmigo toda la fiesta. Nos alcoholizamos tanto que terminamos ebrias en mi cuarto, pues una cosa llevó a la otra y ya sabes —culminó indecisa.
—Y luego empezaron sus encuentros secretos —adiviné y asintió.
—Pasé por un lapso de negación al ver que yo podía ser gay. Aunque María siempre estuvo segura de su bisexualidad.
—Y ahora te gusta en serio —añadí y cerró los ojos resoplando antes de ponerse de pie. Dios Sky, que tacto.
—Eso no importa ya. Se acabó, jamás dejará a Luis —dijo con amargura.
Se veía dolida y triste y no sabía que palabras decirle par hacerla sentir mejor.
Caminó a la puerta y me observó.
—Vamos por algo de comer —proponió y la seguí por detrás.
Caminamos hacia el comedor que ya se encontraba vacío.
La seguí y ella pasó por una gran puerta que daba hacia una cocina enorme, que sorpresivamente también estaba vacía.
Muchas estufas con sus hornos llenaban casi todo el espacio, en el techo colgaban grandes campanas para el humo y a lado había una cámara de refrigeración a la que Alex entró.
Yo me mordí el labio insegura de si ir o no.
No tuve que debatirme mucho ya que volvió en segundos con un par de emparedados envueltos en aluminio, por el que mi mano se enfrió en un santiamén. Y un par de sodas.
—¿Esto no está prohibido? —quise saber mientras lo abría y le daba un mordisco. Ambas volvimos y nos sentamos en una mesa de afuera. Estaba delicioso, era de jamón pero también tenía un pedazo de res y tocino, con su verdura claro.
—Quizá, pero no será un crímen por el que te quieran matar —comentó después de engullir el bocado que tenía en la boca.
Puse los ojos en blanco y después de un rato en silencio en el que terminamos nuestro refrigerio me miró con interés.
—¿Cómo va tu proyecto? —inquirió.
—¿Cuál proyecto?
—Ese en el que debes matar a alguien y hacer una descripción a fondo, casi casi psicológica —explicó y me tensé.
Ya lo había olvidado.
—Ah, ese —recordé nerviosa y sin prestar atención comencé a jugar con mi cabello que estaba suelto sobre mi espalda—. No lo he empezado —contesté.
—¿De verdad? —Parecía sorprendida—, yo creí que ya lo llevarías adelantado puesto que mataste a aquel hombre que te secuestró...
No me gustaba acordarme de eso, o sea ¿cómo podía pensar tan solo en escribir como me había sentido al respecto o algo así?
Había estado ignorando el hecho de que había matado a Patrick, definitivamente no quería hacer un escrito sobre eso.
—¿Qué tal tú? ¿No lo debes hacer también? —contraataqué desviando el tema y al parecer lo notó pero no mencionó nada.
—Sí pero eso de matar a alguien no sé, nunca lo he hecho —admitió y por dentro me relajé un poco. Alex al parecer aún conservaba algo de humanidad.
Iba a responderle pero las risas estruendosas de Jack me callaron. Iba bromeando al parecer con Tomas, solo que iba serio, al parecer el único que bromeaba era Jack. Ya me parecían años en que no los había visto.
—Hola bellas damas —saludó amigable y rodeó a Alex por los hombros, eso a ella no pareció incomodarle. Tomas nos asintió en saludo—. ¿Qué hacen?
—Platicando cosas de chicas —respondió ella rodando los ojos.
—Como de la menstruación y eso —aseguró y ella le propinó una fuerte palmada en la cabeza—. ¡Auch! Y eso que no mencioné nada de que los tampones eran armas letales...
Yo reí, y luego me sorprendí de estar riéndome. Sentí que la risa para mí estaba ya estaba extinta. Eso me hizo reír aún más, seguro parecía una loca pero ya no me importó.
Sentía la mirada de los tres sobre mí como extrañamente curiosos y divertidos, hasta el serio de Tomas.
—Yo... lo... siento —hablé con la voz entrecortada para agarrar aliento—, es que hace mucho que no me divertía —dije ya calmada.
—Ya, se nota amiga —se burló Alex. Y entonces sentí por primera vez que podría tener una amiga, no una extraña aliada sino como de verdad ser amigas. Y eso también lo sentía con Jack e incluso con el castaño de lentes que permanecía en silencio pero con una corta sonrisa en sus labios.
—Vaya, si eso te hace reír, entonces debes salir más. —Jack me palmeó el hombro.
—El que sí debería salir es Tomas —murmuré y Alex y Jack hicieron sonidos de "uuuuuuu" mirándolo.
El castaño me vio serio haciéndome sentir incómoda, como si hubiera sobrepasado la línea de conocidos a amigos, hasta buenos amigos que podían bromear entre ellos. —Es cierto, pero porque odio a las personas —se excusó.
Me mordí el labio y asentí.
—Buuuuueno —habló Jack alargando una letra para intentar borrar el momento raro—, queríamos saludarlas y avisarles que esta noche sería buena para ir a la azotea a pasar el rato ¿no?
Alex se encogió de hombros, —Claro porqué no.
Tomas asintió y todos me miraron expectantes.
—Eh... sí, ahí estaré —acepté con timidez.
Jack celebró y junto con Alex se encaminaron hacia la salida. Yo me quedé con Tomas y antes de que se pusiera incómoda la cosa de nuevo, avancé detrás de ellos, pero la mano del castaño sobre la mía me detuvo. Paralizándome.
Eso me hizo dar un saltito de sopresa y me sacudí de su agarre.
—Perdona pero debo decirte algo sobre esta noche. —Se mantuvo quieto e inexpresivo.
Yo sentía todavía su toque, me hacía sentir rara, era poco común en él.
Entorné los ojos y cuando comprobó que los otros se habían ido procedió a hablar, —No debes ir. Yo tampoco lo haré.
—¿Y eso porqué? —quise saber.
—Es una estupidez, que me pidió Jack en secreto—se quejó con fastidio, poniendo los ojos en blanco—, es que él es un idiota cursi y quiere declarar sus tontos sentimientos hacia Alessandra —explicó y puse los ojos como platos.
Oh no, esto no pintaba nada bien...
—¿O sea que le gusta Alex?
—No, está "enamorado" de Alex, según sus palabras —reclamó haciendo énfasis con sus dedos.
Diablos no, pobre Jack. Ella lo iba a rechazar, eso era seguro.
—¿No intentaste decirle que quizá ella lo ve como un amigo nada más? —opiné como quien no quiere la cosa y Tomas bufó de irritación.
—Obviamente. Él es el único que no nota que nuestra compañera se inclina más por el sexo femenino —replicó y abrí más los ojos.
¿Cómo lo sabía? Él al parecer leyó mi expresión y me sonrió a medias—. Soy muy observador Sky. Así he notado cosas que los demás no...
—Ya —corté brusca—. ¿Por qué no le dijiste? Es tu amigo.
Tomas movió la cabeza restando importancia.
—Sí, pero del rechazo aprenderá. Estará bien, confía en mí. Solo no vayas —ordenó dando media vuelta para volver.
Ese pobre chico se iba a humillar, me parecía cruel no advertirle o algo.
Pero... ¿y si no era necesario decírselo a él sino a ella?
Tal vez ella le cortaría el rollo sin herirlo o sin que la tomara por sorpresa.
No te metas Sky, no es asunto tuyo...
No lo era, pero había acordado que ambos eran mis amigos ahora y si les podía ayudar de alguna manera lo haría.
Yo tenía razón ¿verdad?
Y mientras sopesaba si hacerlo o no, mi cabello fue jalado hacia atrás ocasionando que un grito de dolor y de sorpresa escapara de mi boca.
—Quizás piensas que ya te libraste del homicidio de Greg pero yo jamás lo olvidaré. Ten por seguro que me vengaré y te haré sufrir hasta grites su nombre arrepentida. —Paula me tenía bien agarrada y no me liberó hasta que terminó de amenazarme.
Yo la miré con enojo, estaba furiosa. Ni siquiera el dolor en mi cuero cabelludo me distrajo de la molestia que estaba sintiendo.
—Que yo no fui maldita loca —escupí poniendo una mueca pero ni se inmutó—. Salí libre del cargo, ¿no te enteras o qué?
Okey, esta chica ya me tenía harta. Tal vez por eso ya no sentía miedo de ella más que molestia e irritación.
—Sí claro. Es mejor que te hubieras declarado culpable, ellos te iban a matar rápido, pero yo... lo haré con lentitud —susurró como enloquecida pero no me asustó. Sorprendentemente.
—Estoy cansada de ti Paula, me asqueas —me quejé—, has lo que quieras, no me interesa —reclamé para irme y dejarla allí.
—¡Me vas a rogar! ¿Crees que solo por tu linaje repugnante puedes hacer lo que se te plazca? —Eso si me hizo frenar, la miré frunciendo el ceño y negué.
—Eres estúpida, no se de que estás hablando pero te has equivocado. Yo soy huérfana... ya deberías saberlo. —Me crucé de brazos con molestia. Paula aspiró hondo y me sonrió a medias.
—Solo cuídate de mí... —advirtió antes de irse.
Paula estaba demente, o sea había hablado como si supiera algo que yo no...
Sacudí mi cabeza ahuyentando las ideas que estaban emergiendo en mi mente, es lo que ella quería seguramente, quería que me volviera loca, como ella, como todos aquí. Bueno y lo estaba un poco, pero no al límite.
Pues no le daría ese gusto.
Además, yo me defendería... lo intentaría al menos.
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Gracias por leer y votar ✨
Mi corazón oscuro se alegra 🖤
Abrazos maquiavélicos ☠️
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