Capítulo 54

Y de pronto llegará alguien que baile contigo
aunque no le guste bailar y lo haga
porque es contigo y nada más.
J.Luis Borges

– El vuelo sale al mediodía, estaría bien que estuvieras allí dos horas antes. Puedes pedirle a alguien que te lleve al aeropuerto o venir tú misma. Será solo una semana, hay una casa que quieren enseñarnos, tenemos claro que no nos marcharemos definitivamente hasta junio, pero tu padre y yo queremos empezar a preparar algunas cosas y papeles. Podrás terminar el curso aquí, tranquila – dijo Lia al otro lado del teléfono.

– Está bien. Os lo agradezco – respondió, Kai, sin mucho brío.

– ¿Estás segura de esto?

– Claro.

– Sabes que podrás traer a Ethan y a tus otros amigos cuando quieras – puntualizó la mujer.

– Lo sé, por eso no me preocupo.

– ¿Y entonces? ¿Por qué te preocupas?

Inspiró hondo dudando en si ser sincera con su madre sobre su situación con Steve. Quizás hablarlo con ella le iría bien, ver un punto de vista más adulto, pero tampoco iba a preocuparla con eso. Daba igual, el chico iba a ser una página pasada una vez estuviera allí.

– Por nada. Solo que voy a echar de menos todo esto. Nada más. Nostalgia.

Lia se dio por satisfecha con la respuesta, aun sabiendo que no era cierta. Tampoco quería presionarla. 

– Cariño, sé que estos años han sido algo duros para todos, especialmente para ti. En parte, a mí también me duele pensar que dejo aquí a la que siempre será mi hija, pero debemos avanzar –. Se produjo un silencio entre las dos. Las lágrimas cayeron por las mejillas de la joven de forma silenciosa –. Y tú debes hacer tu vida –. Nunca antes había expresado en alto lo que más anhelaba para su hija y dicho aquello sintió como si un peso cayera de sus hombros. Richard y ella habían hablado sobre su relación con Kai, estando de acuerdo en intentar recompensar la falta de atenciones hacia ella –. Tu padre y yo te queremos mucho, más de lo que crees. Estamos muy orgullosos de ti.

– Mamá...

– Sabemos que quizás te hemos fallado en algún momento, también asumimos las consecuencias de ello, pero queremos que sepas lo mucho que vales y lo último que queremos es que te compares con tu hermana. Porque no tenéis nada que ver.

A Kai se le heló el corazón, siempre se había comparado con Alana, quería ser como su hermana porque de ese modo creía que todos la querrían igual, así fue como poco a poco fue olvidando como era ella de verdad, terminando por ser una copia de esta, como bien le habían dicho Derek y Steve en su momento.

– Yo también os quiero y no hace falta que os disculpéis. No fue culpa vuestra –. Les había culpado secretamente durante mucho tiempo, pero ahora ya no era necesario seguir haciéndolo. Aquella fase de su vida estaba pasando al fin.

– ¿Nos vemos mañana entonces?

– Sí, allí estaré.

Así finalizó aquella llamada que acababa de determinar el futuro próximo de la joven, igual que lo había hecho esa misma tarde cuando fue a hablar con su encargado para comentarle que iba a dejar el trabajo. Le había dado muchísima pena, después de un año iba a marcharse de aquel local que tanta vida le daba y que tantos recuerdos le traía. 

Se dejó caer en el suelo lentamente cuando colgó el teléfono y, en medio de la luz tenue del pasillo, volvió a recordar aquel primer momento, aquel primer encuentro en el que vio a un chico rubio y serio sentado en la cama de la otra habitación, fue seguido de una breve discusión en la cocina, de un grafitti improvisado, de un batido de menta que quería decir más que eso, de un beso olvidado, de una breve pelea entre dos chicos, de un regalo al País del Nunca Jamás, una primera vez con ABBA de fondo... Fueron cientos de momentos que empezaron a revivirse en su mente de forma nítida y que dolían como si se trataran de una puñalada por cada uno. Con la mano derecha sacó del interior de la camiseta el colgante que siempre llevaba encima. Aun con todo lo ocurrido, seguía en su cuello la cuerda que sujetaba el botón que Steve le había dado como "Beso". Tenía muy claro que no iba a quitárselo, aquel había sido su primer beso de verdad y siempre lo recordaría con cariño. Lo pegó a sus labios y lo mantuvo allí un largo rato, hasta que las lágrimas empezaron a cesar. Y decidió que lo mejor era irse a casa.

✩ ✩ ✩

Steve llevaba dos días pensando en la confesión de Kai. Iba a marcharse a Hawaii a vivir como si nada, sin previo aviso, porque al parecer nadie más lo sabía, según le había confesado Lorie. No dejaba de preguntarse si eso había sido por su culpa, opción que no descartaba.

Le causaba mucho agobio, ya no solo lo de la chica, también su situación con la NFL. Durante la reunión en Maryland le aseguraron una plaza para la siguiente temporada. Era una de las mejores oportunidades que podían ofrecerle y rechazarla era de idiota, pero quizás él lo era porque no quería esa plaza en absoluto y aun así seguía dudándolo, debiendo tener una respuesta para la tarde siguiente. En menos de veinticuatro horas iba a definirse su futuro, pero ¿tan difícil era entender que quería dedicar su vida a la ciencia? No estaba sacándose una carrera para nada, al contrario, era lo que le llenaba. Eso, la música, Alyn, Lorie y Kai. Porque sí, por mucho que quisiera convencerse de lo contrarío, ella le llenaba mucho más que otras cosas. Nadie podría haber descrito lo feliz que se sintió tres noches atrás en el cumpleaños de Alyn, cuando se marcharon sin importar nada. Pero ahora ya no se trataba de Alana, no se trataba de las mentiras, ni de abrirse o no, ahora lo que complicaba la solución era que ella iba a irse y podía ser demasiado tarde.

"Demasiado tarde...", pensó echándole un vistazo al reloj. Eran solo las diez, seguramente ella podría seguir despierta, siempre se acostaba tarde, algo que le provocó una risa tonta. 

– ¿A quién quieres engañar? Estás loco por ella – se dijo en voz alta.

No lo confesaba desde hacía tiempo y tan solo con aquellas palabras notó como empezaba a deshacerse aquel nudo, fue como sacarse un peso de encima. Sintió alivio de golpe. 

– Joder – gruñó –. ¿De verdad era tan fácil? –. Empezó a alegrarse. Cada vez la presión era menos recurrente y las ganas de gritar al mundo que la quería iban aumentando –. Te quiero – murmuró frente al piano –. ¡Te quiero! – gritó entonces.

Estaba convencido de que debía parecer un loco, pero le daba igual si algún vecino le oía. Así empezó a tocar una melodía llena de altos y bajos, una que reflejaba bien la situación de euforia en la que se encontraba. Steve entendió que hay segundos que te cambian la vida por completo, pasas de sentirte completamente incomprendido a entenderlo todo. Así, como un chasquido. Y no, no hay explicación científica para ello.

Sin apenas pensarlo, cogió su teléfono y marcó el número de la habitación de ella. No lo cogió, insistió, pero o ella dormía o no había nadie. No cedió, no iba a hacerlo aquella vez.

Sacó su guía telefónica, para algo tenía una. Primero marcó el número de Cookie's, estos le aseguraron que Kai había dejado el trabajo aquella misma semana.

"¡Mierda!", exclamó. Eso quería decir que era cierto, se marchaba de verdad. Luego llamó a Lorie, era probable que él supiera dónde estaba, si no su próxima opción era Ethan o Harriet, aunque no le hicieron falta estos últimos.

– Ya era hora, tío. Kai está en casa, en Brooklyn.

Fue la respuesta de su amigo. Ni siquiera se dignó a despedirse después de darle las gracias. Rápidamente, marcó el número de Brooklyn decidido a insistir hasta que alguien contestara. 

Eso no fue hasta el tercer toque.

– ¿Kai? – preguntó, aún en éxtasis.

– ¿Steve? – preguntó, sin saber muy bien por qué le llamaba.

– Te quiero – dijo sin pensar.

– ¿Perdón?

– Que te quiero, ardillita. Y necesitaba decírtelo, porque mereces que te lo digan.

No oyó respuesta por su parte, ya que ella se había inundado en lágrimas de nuevo. 

– Wendy, no llores... – sospechó.

– Cállate – musitó. No iba a permitir que la consolara usando su libro favorito –. ¿Qué quieres?

– Arreglarlo.

– ¿Ahora? Ya es tarde, Steve, no conseguirás nada llamando de la nada. Podrías haberlo pensado antes de echarme de tu vida. 

– Kai, yo no te eché de mi vida.

– No, tienes razón. Solo huiste.

– Porque no sabía qué sentía. Fui muy capullo, lo sé. De hecho, lo he sido hasta ahora, pero acabo de cambiar –. Ella se rio con ironía –. Te lo juro. Ha sido un segundo y de repente... 

– Demuéstramelo – interrumpió.

– ¿Cómo?

– No lo sé. Eso debes saberlo tú. Yo ya estoy cansada de esperar. Además, me marcho mañana.

– ¿Mañana?

– Hay vuelos que no esperan, Steve.

Ella colgó al instante dejando al rubio con la palabra en la boca y con un claro pensamiento. Tenía claro que iba a cometer una locura. Más bien dicho, dos. Y necesitaba a su mejor amigo para ambas.

"Hay vuelos que no esperan", se repitió él en su mente.

—————
Buenaaaaas!!

Estaba escribiendo y por casi se me pasa subir este; menos mal que me he acordado😅

STEVE HA ADMITIDO QUE ESTÁ ENAMORADO DE KAIIIIIIII!!!!!!🥰
LE HA DICHO TE QUIEROOOOO😍

Pero, se ve que, para Kai, es demasiado tarde y una simple llamada no basta. ¿Creéis que tiene razón? ¿Qué hará Steve ahora?

Nos vemos la semana que viene😉
Disfrutad de la Nochebuena, amoreeeeees🎄💜

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