Capítulo 48
Quién diría que algún día extrañaríamos la infancia,
si nuestro mayor deseo era crecer.
Pablo Neruda
Steve entró todavía con el Walkman en mano y los auriculares puestos. Acababa de llegar de Nueva Jersey, finalmente tuvo que adelantar la vuelta, ya que Alyn se marchó con urgencia, y por mucho que la propiedad estuviera a su nombre, sabía que realmente no le pertenecía a él aquel lugar. Tampoco se despidió de Kai después de su encuentro en la cocina, su orgullo no le permitió volver de nuevo y para cuando salió de su habitación ella ya no estaba. Quizás era mejor para los dos que la relación estuviera en aquel punto.
Cuando entró en casa ni siquiera se molestó en mirar si sus padres seguían allí, de hecho, no hablaba con ellos desde el año pasado, literalmente. Les deseó el año nuevo antes de irse y estos tampoco se preocuparon en llamarle mientras estuvo fuera, pero la verdad es que a estas alturas ya le daba igual lo qué hicieran o dejaran de hacer.
Fue directo a su habitación para dejar la bolsa antes de bajar a la cocina para coger algo de comer, estaba hambriento y sabía que por lo menos Johana habría cocinado algo rico. Pero lo único que encontró cuando bajó fue a sus padres sentados en la isla de la cocina con un papel enfrente.
– Jamie, hijo. Siéntate – dijo su madre tal y como lo vio llegar.
– ¿Hay algo para comer? – preguntó priorizando su misión.
– Habíamos pensado en ir a comer juntos. Los tres, como siempre – comentó el padre dedicando una intensa sonrisa.
Steve estaba a punto de salir por la puerta de nuevo, lo que menos necesitaba después de haber pasado los últimos días fuera de casa era ver a sus padres haciendo el espectáculo de la familia feliz.
– No me apetece.
– Tu madre y yo queremos hablarte de algo.
– No – dijo negando con la cabeza ya con esta a punto de estallar –. Ya me puedo imaginar por dónde van los tiros y lo siento, pero yo no quiero saber nada de... lo qué sea que tengáis.
– Cariño, no es sobre eso – aclaró la madre fijando sus grandes ojos azules en él. Puso su mano sobre la hoja que tenían encima de la mesa y la deslizó hacia él.
El rubio resopló agobiado, pero se esforzó en prestar atención a lo que fuera que sus padres quisieran enseñarle. Se acercó bruscamente y cogió el papel.
Era una carta, de eso no había duda, llevaba el sello de la Liga de Fútbol Nacional y empezaba con un "Estimado James Steven Jones".
– ¿Qué es esto?
– Lee – dijo la madre.
Con indiferencia, se sentó en el taburete que quedaba vacío y prosiguió a leer lo que esta contenía.
"Estimado James Steven Jones.
En lo que concierne al artículo 46 de la Ley de Admisiones dentro de la constitución deportiva, con fecha de aprobación del 16 de Julio de 1992.
Tenemos el placer de requerir su presencia en las oficinas de Landover, Maryland, el próximo 13 de Enero de 1995 a las 11.30 am. El motivo de la reunión cede a tratar los términos y condiciones de admisión dentro de la franquicia de Washington Redskins.
Se requiere puntualidad, así como documentación acreditadora propia y de la misma universidad.
Cordialmente, Jack Kent Cook."
Releyó la carta tres veces para asegurarse de que era cierto lo que esta incluía, luego miró a su padre para confirmar si era real lo que acababa de leer. Este asintió mientras dibujaba una enrome sonrisa llena de orgullo paterno.
– Wow – exclamó recostándose sobre la silla sin todavía asimilar la información.
– Ha llegado no hace más de una hora – comentó el padre.
– Es una gran noticia – confesó Steve.
– ¿Gran? Es maravillosa, hijo. La mejor forma de empezar el año. ¿Quién iba a decir que nuestro hijo terminaría jugando en el NFL?
– Bueno, todavía no estoy dentro.
– Cariño, estas cartas suelen enviarse cuando ya se sabe el resultado – intervino la madre.
– Quizás a mí no me interesen sus términos y condiciones.
– ¡Por Dios! Se trata de los Washington Redskins, ¿qué deben tener de malo? – dijo entonces el padre.
– Pues muchas cosas, un nombre no lo dice todo.
– Pero en este caso sí.
– Si aquel día quieres que te acompañe a Maryland puedo ir a buscarte a Darmouth – propuso James sin escuchar los gritos sordos que emitía su hijo tan solo con la expresión –. Avisaré a Gómez para que me cubra durante la mañana.
– Papá, no hace falta.
– Y está claro que eso nos llevará a buscar apartamento para ti cerca del estadio. Tengo a una amiga que se encarga de una inmobiliaria de Washington, debería llamarla – siguió la madre.
– Primero podríamos esperar a...
Pero sus padres parecían no escucharle, siguieron largo rato hablando sobre opciones y teorías sin que hubiera ningún frente abierto aparte del de jugar en la NFL. De hecho, apenas se enteraron de que Steve se había ido, ya cansado de oírles.
Con él se llevó la carta que volvió a leer como si fuera a descifrarle cuál era la mejor opción. No es que no le hiciera ilusión recibir aquella carta, al contrario, para nada llevaba tantos años en vano y, en parte, su objetivo era darlo todo durante la temporada para conseguir llegar a eso, pero ahora que lo tenía en la palma de la mano, ¿realmente le hacía feliz? Se había sentido eufórico y lleno en multitud de ocasiones, y bien sabía que esta vez no era una de ellas.
Necesitaba la opinión de alguien.
Lo necesitaba a él.
✩ ✩ ✩
– Llegas tarde – dijo, Steve, echando un vistazo a su reloj –. Como siempre.
Se encontraba sentado en un columpio, el mismo en el que solía jugar a piloto de aviones con Lorie cuando eran niños.
– Y tú avisas con poca antelación. Como siempre – contestó Lorie con su típico sarcasmo.
Los dos amigos se miraron como si se tratara de años. Parecían dos extraños que a la vez querían ser tan cercanos como siempre.
El moreno le pidió permiso para sentarse en el otro columpio, no quería romper la intimidad del rubio ni hacerle sentir incómodo después de lo ocurrido. Steve asintió, en parte sintió lástima por ello, no quería que se volviera más precavido ahora que sabía la verdad, no quería hacer sentir a su amigo en inferioridad de condiciones, porque no era así.
– ¿Cómo ha ido el año nuevo? – preguntó, Lorie, algo nervioso.
– Bien. Estuve con Alyn y algunos amigos. Los mellizos y un amigo de Ethan.
El moreno asintió, ya que conocía a los mellizos de alguna fiesta y sabía ubicar a Ethan por Kai y Emily, por mucho que no pusiera cara a los amigos de este.
– ¿Qué hiciste tú?
– Estuve con mi abuelo.
– ¿Cómo se encuentra? –. Steve tenía mucho cariño a Marcus, siempre lo había tratado como un nieto más, igual que Evie. Entonces, recordó a la mujer con nostalgia.
– Loco, como siempre.
Los dos dejaron ir una carcajada al unísono antes de mirarse y entender que estaban bien, que, como la mayoría de amigos, discutían. También tenían altos y bajos, celos, malentendidos, miedos, manías y secretos, como todas las personas, pero aun así seguían allí el uno para el otro. Eso no iba a cambiar.
– Lo siento – dijo entonces Steve –. No reaccioné bien. Quiero decir, no todo lo bien que debería.
– Tranquilo, comprendo que te chocara. En tu situación hubiera reaccionado peor.
– No quiero hacerte sentir mal, tío, ni tampoco quiero hacerte sufrir.
– Steve, sé que tengo las posibilidades bajo cero contigo. Soy consciente de ello desde el primer minuto, por eso no me afecta apenas que tengas tu vida sentimental. Claro que te quiero para mí igual que tú quieres a Kai para ti, pero entiendo el amor como un deseo de bienestar para la otra persona. Y para mí, saber que estás bien me sirve. Aunque sé que no lo estás, así que dime qué te pasa antes de que desfallezca de amor, por favor –. Como siempre, el moreno debía añadir algo de humor cuando empezaba a abrir su corazón.
– Vale, vale. No te pongas así – bromeó –. Bien, pues me ha llegado una carta de los Washington Redskins, quieren hablar conmigo.
– ¿Para la NFL? – preguntó, atónito.
– Sí, eso parece.
– Pero no quieres, ¿cierto?
– Bfff. Es que no lo sé. Soy consciente de la gran oportunidad que es, pero tampoco sé si me hará feliz a la larga.
Lorie se quedó un rato pensativo. En parte sentía celos porque esa era una de sus aspiraciones y, como no, se la ofrecían antes a Steve. Pero no iba a enfadarse con él, al contrario, se negaba a canalizar el amor que sentía para convertirlo en odio como había hecho durante mucho tiempo.
– Primero te diré que ojalá estuviera en tu sitio, pero dejando eso de lado, solo puedo decirte que es una gran oportunidad que podría asegurarte un futuro durante por lo menos diez años. A menos que sufras alguna lesión, claro. En cambio, la ciencia es más compleja, pero con suerte puedes trabajar de ello bastante más.
– Tampoco sé si busco lo que más estabilidad me dé. Creo que quiero algo que me llene.
– Entonces no juegues, porque para ti el fútbol es un hobbie, no un trabajo a largo plazo.
– Si pudiera pondría tu nombre en la carta – admitió el rubio.
– Mira, hacemos una cosa.
– Verás tú – murmuró, Steve, sabiendo que se avecinaba una ridícula idea.
– Me tiño de rubio, me pongo unas lentillas azules, me paso una semana con un palo por el culo y me presento allí diciendo que soy tú. De mientras, tú te tiñes de moreno y haces de guapo, que uno ya se cansa de serlo durante tantos años.
– ¿En serio aprobaste el instituto?
– No podían con alguien tan listo como yo, por eso me dieron el título.
– No sé cómo te aguanto.
– Me quieres, aunque no lo vas a reconocer.
Pero era cierto, lo quería mucho. Seguramente, no tenía nada que ver con lo que él sentía, pero era amor y por nada del mundo se hubiera permitido perder a su mejor amigo. Ellos habían sido, eran y serían Lorie y Steve, y eso no iba a romperse nunca pasase lo que pasase.
– Mi vida no tiene sentido si tú no estás en ella – confesó Steve –. Estos días no he dejado de pensar en cómo sería yo si tú no estuvieras conmigo –. Entonces le miró con sinceridad –. Aportas color a los demás y me duele saber que ves la vida en blanco y negro.
– Joder, Steve...
– Gracias por estar hoy aquí, por estar conmigo durante tantos años a pesar de todo. No me has abandonado aun pudiendo hacerlo, eres muy valiente por ello, porque yo no hubiera sido capaz. Y gracias por Kai, por haber estado con ella. Tú no eres un cobarde como yo, tú afrontas los problemas de frente mientras que yo huyo de ellos.
– Deberías trabajar en ello, ¿no crees?
– Sí, ¿pero cómo?
– Pues así. Afrontando los problemas de frente –. Se formó un silencio entre ambos –. Habla con Kai.
– Me da miedo – confesó, cabizbajo –. Porque no sé cómo voy a reaccionar o qué voy a sentir. No sé si quiero tenerla cerca o lejos. Ni siquiera sé si enfadarme por lo de Alana fue una excusa para huir de lo que sentía.
– Eso solo lo sabrás intentándolo. Mírame a mí, yo estaba cagado de miedo, Steve, pero gracias a ella pude afrontar la situación.
– ¿Y si ha pasado página? ¿Y si hay alguien más? –. Miró entonces a su amigo. Este acercó el columpio un poco al suyo para confesarle un secreto que no merecía la pena seguir escondiendo. Ya había sufrido bastante.
– Steve, no la besé.
– ¿Cómo?
– Lo que oyes. No lo hice. Podría haberlo hecho, pero soy fiel a una promesa y más si se trata de ti. Y créeme que para ella no hay otro que no seas tú.
Se le acababa de abrir el mundo con aquella confesión. Miles de demonios y dudas se esfumaron en nada, tan solo quedó polvo y resentimiento. Debería haberse enfadado con Lorie por ello, pero no podía, no hubiera sido justo y entendía las razones que lo llevaron a mentirle.
– Creer que no tienes esperanzas no es motivo suficiente para no intentarlo. Contigo no tuve miedo a recibir un no por respuesta, porque ya no sentí miedo cuando me declaré sin esperanzas.
Steve se llevó las manos a la cabeza con cierto alivio.
Lorie tenía razón.
—————
Buenaaaaass!!
Lo sé, lo sé... otra vez con retraso, pero, sin embargo, esta vez tiene un motivo que lo justifica.
Nada más y nada menos, que ayer me contactaron unas chicas que no podían ir a la firma de libros de Joana Marcús y como yo, previamente, estaba buscándolas, pues me las cedieron. Con toda la emoción y conversación, pues se me pasó.
Obviamente, hoy era el evento, por lo que no he podido colgarlo hasta ahora, que he recuperado las fuerzas de todo el día.
¡Ha sido increíble! ¡La amo tantooooo!🥹💖
Pero bueno, siempre os lo cuelgo, no me olvido para siempre. En este capítulo Steve recibe una noticia chocante y, ¿a quién necesita? A su preciado Lorie. Qué monos son, por dios🥰
¿Qué opináis sobre el dilema de Steve? ¿Qué haríais vosotros?
Nos vemos el marteeeees😉
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