Capítulo 40

Lo que niegas te somete,
lo que aceptas te trasforma.
Carl Gustav Jung

Ikiaq se marchó de Nueva York unos días antes del inicio de las navidades, justo después de compartir con Ethan un momento íntimo e importante para su relación. El chico sintió que una parte de sí mismo podía respirar, aunque otra, todavía mayor, se encontraba oscurecida.

Los primeros días de navidad transcurrieron con la misma monotonía de cada año. Comida con Peter y Ryan el veinticuatro, cena con sus padres y hermana ese mismo día, abrir los regalos de debajo del árbol con ellos a la mañana siguiente, recibir a la familia paterna unas horas después para la comida y, por último, una llamada a su familia materna. Mismas fechas, mismas celebraciones.

Sin embargo, hubo algo que lo descolocó completamente, y es que en cada momento de esas fiestas sintió que faltaba algo o, mejor dicho, alguien. Aquella chica de pelo castaño que ya había imaginado sentada a su lado, mientras le tomaba la mano por debajo de la mesa, o abriendo su regalo con ojos brillantes y una sonrisa despampanante. Creó su imagen en la mente, línea a línea y sus dedos hormiguearon en respuesta, buscando una liberación.

Por ello, no dudó en conducir aquel veinticinco de diciembre a las diez de la noche para llegar a su apartamento. Subió por las escaleras del edificio y saltó de dos en dos los escalones de la que se dirigía a la buhardilla. Se movió por el espacio con desespero. Abrió botes y botes de pinturas, mezclándolas en las diversas paletas, hasta acabar mezclando rojo carmesí y morado en el mismísimo suelo. Plasmó cada trazo con rapidez, como si sus manos necesitaran grabar todo lo que querían expresar. 

Terminó pasadas las tres de la madrugada. Dio un paso atrás, dejando caer ambos brazos a los lados. Contuvo la respiración al ver lo que acababa de crear y más tras tres semanas sin sujetar un pincel. A simple vista parecía un cúmulo de rallas, curvas y colores sin sentido. Un cuadro completamente abstracto. Sin embargo, para él era todo lo que sentía. 

En el lienzo la veía a ella.

A Alyn.

✩ ✩ ✩

Con paso seguro se bajó del coche y se encaminó a la puerta principal de la residencia, donde Matthew se encontraba vigilando. Este rodó los ojos al divisarlo. Lo había visto ir varias veces, sobre todo durante el año anterior, a por Kai y este año se amplió ante la urgencia de estar con Alyn, por lo que Matthew se cansó de verlo por ahí.

Sin embargo, Ethan no comentó nada sarcástico, como solía hacer la mayoría de veces, sino que se limitó a saludarlo y seguir con su camino. A Matthew le extrañó y aún más el hecho de que el chico estuviera ahí... sobre todo, por las ausencias.

El ojiverde subió hasta el piso en el que se encontraba el apartamento que compartían ambas chicas y tuvo que tragar con fuerza una vez se situó delante de la puerta. Había estado reviviendo las palabras de su mejor amiga, de aquel día en la bolera, y le había hecho caso. Por eso se encontraba ahí, dispuesto a darle aquella explicación a Alyn que tanto tiempo llevaba reteniendo.

Pareció que su plan perdía fuerza tras los golpes en la puerta y la nula respuesta. Frunció el ceño antes de volver a intentarlo varias veces más, obteniendo el mismo resultado. Sabía que Kai no estaba, pero según esta, Alyn todavía no había abandonado la residencia por las fiestas y no tenía pinta de que fuera a hacerlo.

– No están – una voz femenina resonó detrás del chico, causando que girara la cabeza.

Ante él había una chica apoyada en el marco de la puerta contigua. Tenía el pelo castaño, ondulado y unos ojos marrones que lo miraban con simpatía. Sostenía una caja ente sus manos.

– Em... – carraspeó –. Soy Ethan, el mejor amigo de Kai – se presentó señalando la puerta de la nombrada –. Sé que ella no se encuentra, pero esperaba poder hablar con su compañera, Alyn –. El rostro de la chica se transformó, borrando la sonrisa.

– ¿Alyn? – repitió, haciendo que el castaño asintiera –. Pues siento decirte que no la vas a encontrar.

– ¿Se ha ido a pasar las fiestas?

– No exactamente – contestó con una mueca. Ethan la miró sin comprender –. Alyn se ha marchado de la residencia –, empezó a explicarle –, para siempre. Ha dejado la universidad – sentenció.

Esa confesión cayó sobre él como un balde de agua fría, dejándolo completamente helado. 

"Ha dejado la universidad, la residencia... se ha ido", pensó, bloqueado.

Miró la puerta una vez más sin creerse lo que acaba de escuchar y terminó alejándose, despidiéndose de la chica con un escueto agradecimiento. Matthew se dio cuenta de que el chico se acababa de enterar con tan solo ver su rostro, pero no comentó nada. Ethan se quedó en medio de la acera, cerca de su coche, pensando. Dándole vueltas y vueltas a la noticia.

"Ha dejado la universidad, la carrera de arquitectura", se sintió orgulloso ante aquel pensamiento.

"Se ha ido de la residencia y, probablemente, de Manhattan", ese ya le causó tristeza.

"¿A dónde habrá ido? Si no la encuentro, definitivamente se acabó", y este dolor.

Era consciente de que en casa de sus padres no iba a estar, ya que en cuanto se enteraran de que había dejado la carrera no querrían saber nada de ella. Pero podría estar en cualquier lugar. Aunque lo más probable fuera que estuviera con...

"Debía estar con él, era lo único sensato", aquello fue lo que pensó Ethan, pero si no era así, que también era una opción, el único que podría saberlo y ayudarle también era él.

Steve.

✩ ✩ ✩

Entró en aquella habitación sin llamar y con tal brusquedad y rapidez como si de un huracán se tratase. La chica de mechas californianas se asustó, dando un vote en su lugar, y se preocupó en cuanto vio el rostro de su hermano. Sin embargo, aquel sentimiento cambió al escuchar las palabras de Ethan.

– Necesito el número de Steve.

– ¿El número de Steve? – repitió, extrañada –. ¿Para qué?

– Tengo que hablar con él – respondió con simpleza. Emily lo analizó de arriba abajo, deteniéndose de más en su expresión y en la respiración acelerada.

– ¿Por Alyn o por Kai? –. Ethan optó por ser sincero.

– Por la primera, aunque no dudo de que saldrá Kai en la conversación.

La chica carraspeó mientras se inclinaba hacia adelante, aún sentada en la silla de su escritorio, y, tras morderse el labio (acto que ya puso en alerta a su hermano) se atrevió a preguntar:

– ¿Kai y Steve han roto?

– Emily... – advirtió.

– Solo quiero saberlo, es curiosidad sin más – intentó excusarse la pequeña, pero el castaño la conocía, al menos en ese aspecto. Después de su conversación intentó acercarse más a ella. Este respiró hondo.

– Sí – respondió, pero se apresuró a añadir –: Pero no es de tu incumbencia. Lo qué haya pasado o lo qué vaya a pasar solo es cosa de ellos. Y sé lo que estás pensando, pero no puede ser, Emily. Debes dejar las cosas como están y superarlo.

Emily lo miró con un montón de sentimientos encontrados, pero en vez de expresarlos decidió tragárselos y girarse en su asiento. Tomó un papel en el que garabateó con rapidez antes de tendérselo.

– Su número – soltó con simpleza antes de volver a sus quehaceres, dándole la espalda. Ethan hizo una mueca antes de acercarse a ella y besa su coronilla.

– Gracias, enana – susurró –. Te quiero.

Sin recibir respuesta, acto que lo entristeció, salió de la habitación y se apresuró en volver a su casa, dónde hizo uso de aquel preciado papel.

✩ ✩ ✩

Un bar roquero a las afueras de Queens fue el lugar de encuentro que estableció el castaño tras insistir hasta que el rubio cedió. Ethan fue el primero en aparecer y se encontraba sentado en uno de los taburetes de la barra con una botella de cerveza en su mano, la mirada recorriendo el local. Chapas, señales y motos eran la principal decoración de las paredes. La música era puro rock y, en aquellos momentos, sonaba Hells Bells de AC/DC. Las personas de su alrededor, sobre todo moteros y moteras, se encontraban bebiendo y jugando a varios de los entretenimientos que ofrecía el bar.

– ¿Qué quieres, Brown? – la voz seria del rubio consiguió que saliera de su letargo para girarse. Este estaba de pie a su lado con una mano apoyada en la barra y su expresión completamente neutral.

– ¿Una cerveza? – le ofreció queriendo que tomara asiento.

– No te mereces ni una palabra, solo un puñetazo.

– Lo sé – admitió, era consciente de ello desde hacía tiempo. Al rubio le sorprendió la rapidez de su aceptación, pero no movió ningún músculo para demostrarlo. El castaño señaló el taburete a su lado y Steve no tuvo más remedio que bufar y sentarse –. Dos cervezas – pidió al camarero.

– ¿Qué quieres, Ethan? – repitió tras tener la botella en su mano –. No entiendo por qué me has citado si ya de por sí no nos llevamos bien, menos ahora que has destruido cualquier vínculo que nos unía al hacerle eso a Alyn.

– ¿Dónde está? – soltó, yendo al grano. Steve lo observó serio unos segundos antes de soltar una risa cínica y beber un trago de su cerveza.

– ¿En serio? ¿Para eso me has llamado? –. El castaño asintió.

– He ido a buscarla y no estaba. Y no me refiero a que ha salido, sino a que se ha ido de la universidad. ¿Dónde está?

– ¿Qué te hace creer que te lo diré? – lo encaró tras verlo pegar un trago. Lo miraba con enfado.

– Quiero hablar con ella. Necesito –, recalcó –, hablar con ella.

– No te lo mereces – afirmó negando con la cabeza y jugando distraídamente con la etiqueta de la botella. Lo miró directamente a sus ojos verdes –. ¿Para qué quieres hablar con ella? ¿Para seguir engañándola diciéndole que la quieres? ¿Qué la otra no significa nada? – cuestionó con sorna –. ¿Para volver a jugar con ella?

– Nunca he jugado con ella.

– No, que va – ironizó.

– La cosa no fue como tú crees – mantuvo su tono sosegado. Aquello desconcertó a Steve, pero no rompió su expresión y siguió con su semblante y comportamiento a la defensiva.

– Nooo, claro – volvió a ironizar –. ¿Entonces, cómo fue? Ilumíname.

Ethan no lo intentó retener y las palabras salieron sin control, contándole al rubio todo. Desde el primer día, años atrás, hasta los últimos acontecimientos ocurridos la última semana. Sobre todo, hizo hincapié en que Alyn parecía ser una persona más al principio, pero como terminó metiéndose en lo más hondo y se adueñó de él.

– No podía decírselo porque... porque la perdería, como ha pasado – finalizó antes de soltar un suspiro pesado y le dio un trago a su cerveza.

El rostro de Steve perdió su expresión dura y su fuerza se esfumó mientras analizaba toda la historia que el castaño le acababa de explicar y las respuestas tan claras que le había otorgado cada vez que le preguntaba. No se esperaba nada de lo dicho y aquello lo desorientó.

– Lo siento, de verdad – dijo con sinceridad –. Entiendo tu motivo y... –, suspiró con la mirada fija en su botella –, puede que yo hubiese hecho lo mismo, no sé –. Ethan lo miró, esperanzado, creyendo que habría logrado que lo ayudara –. Pero eso no significa que sea lo correcto y por ello no puedo decirte dónde está. Lo siento.

– Steve...

– Imagínate que fuera Kai – lo cortó, mirándolo –. Sabes que harías lo mismo que yo.

El castaño se puso en su lugar e imaginó la situación con su mejor amiga y, como bien supuso el rubio, él haría exactamente lo mismo. Por más que le jodiera y que esperara otra posibilidad, Steve estaba en todo su derecho. Asintió y dejó que un silencio los envolvieron a ambos, que se dedicaron un par de minutos a beber y pensar.

Tanto uno como el otro rumiaron todo lo dicho en esa conversación y aquello se mezcló con lo que habían vivido esos cuatro meses. Steve pensó en Alyn y en como Ethan le había devuelto su vida. Este pensó en Kai y en como Steve le había cambiado su vida. Todo lo que el otro había hecho por su mejor amiga. Al menos podían destacar algo bueno de todo aquello.

– Gracias por sacarla de ahí – confesó el rubio mirando al otro chico –. A excepción de esto último que ha ocurrido, nunca le has hecho nada malo. Al contrario, la sacaste de esa burbuja en la que sus padres la encerraron y que yo no pude impedir.

– No fue tu culpa – aseguró con sinceridad.

– Aun así –. Se encogió de hombros y con una mueca con la que quería reprimir una pequeña sonrisa añadió –: Eres buena persona, Ethan, por más que me esfuerce en negarlo. Gracias – repitió.

– Gracias a ti – le devolvió el agradecimiento, recordando su relación con Kai –. Tú también conseguiste que Kai despertara y entendiera que su vida no depende de una lista que Alana hizo antes de morir. Tuve que haber sido yo, pero... – se lamentó.

– Tampoco fue tu culpa –. El castaño se encogió de hombros antes de caer en algo más. Miró al rubio apenado, poniéndolo en alerta, nunca había vista aquella expresión en él.

– Y... perdón –, Steve frunció el ceño –, por lo de mi hermana. Me dejé llevar por el amor que tenía hacia ella y la visión que creía que era cierta. Te culpé de todo, siempre: de las discusiones, los llantos, la ruptura... Y no fue tu culpa. Lo siento.

– Gracias – admitió –. Aunque tampoco soy un santo, algo también fue mi culpa.

Intercambiaron una mirada y con ella se fue formando una leve curva en los labios de ambos hasta compartir una sonrisa. Un acto que nunca se imaginaron compartir, solo se habían comportado decente una vez y fue en el funeral de la abuela de Alyn.

– Podemos hasta caernos bien, mira tú – comentó, Steve, agrandado la sonrisa de ambos.

– Tiene gracia la cosa, al final nos llevamos bien cuando todo ha acabado.

Ambos soltaron una risa seca antes de quedar de nuevo en un silencio reflexivo. Aquella vez no duró tanto, ya que el rubio miró la hora en el reloj grande de la pared y se dio cuenta de que era hora de marcharse. Sacó dinero de la cartera y lo dejó sobre la barra, llamando la atención de Ethan. Se puso en pie.

– Me tengo que ir.

– Gracias por haber venido, no tenías por qué hacerlo, pero aquí estás.

– No hay de qué –. Suspiró e hizo una mueca –. Ojalá las cosas hubiesen acabado de otra manera.

– Ojalá – repitió.

– Adiós, Brown – se despidió el rubio.

– Adiós, Stewy – correspondió el castaño.

El último nombrado soltó una risa causando una sonrisa en el otro chico. Se dio media vuelta y emprendió su marcha a la salida, dejando a Ethan derrumbándose ante su fracaso. No la encontraría.

—————
Buenaaaas!!

Menudo capítulo, me ha entristecido y alegrado, a partes iguales, esa conversación y reconciliación de Ethan y Steve, pero, a la par, me ha roto el corazoncito esa despedida🥺💔

¿A vosotros no?

Nos vemos la semana que viene😉

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