Capítulo 38
Los verdaderos amigos te apuñalan de frente.
Oscar Wilde
Los días venideros a las fiestas de navidad transcurrieron distintos a lo que Kai había imaginado. Siguió habiendo distancia entre ella y su compañera, por mucho que intentara suavizar las cosas, Alyn no cedía, pero no la culpaba por ello, tenía todo el derecho a estar enfadada. Por parte de Steve, no hubo nada, ni siquiera se lo encontraba en las fiestas o por Cookie's. Ella esperaba alguna llamada, algún tipo de encuentro, pero nada. Quizás era mejor así. Fue gracias a Harriet y Ethan que pudo empezar a despejar su mente de todo aquel embrollo, estando con ellos apenas pensaba en Steve por lo que era bueno, aunque una vez a solas volvía a su mente como si de un bumerán se tratara. Aun así, hubo algo nuevo, mejor dicho alguien, que empezó a acercarse a ella de forma cautelosa pero a la vez rápida. Se trataba de Lorie, desde que la invitó al acuario tan repentinamente, él había empezado a aparecer en su vida con visitas más seguidas a su trabajo y nuevas invitaciones o largos paseos. Al principio le parecía extraño y en más de una ocasión se preguntó si Steve sabía algo de eso, aunque creía que de haberlo sabido tampoco le hubiera importado y como Lorie siempre decía: "Vuestra relación no tiene por qué influir en la que tenga yo con ambos".
Obviamente, el castaño se sentía mal muchas veces por acercarse tanto a la que había sido "el algo" de su mejor amigo. A su favor diré que en más de una ocasión estuvo decidido a contarle la verdad, pero nunca terminaba haciéndolo. Como aquella mañana que quedó con el rubio en su apartamento.
Habían pactado volver juntos a Queens para pasar las fiestas de navidad, por mucho que a Steve le doliera, había prometido a su madre que iría a casa. A ella no la veía desde que empezó el curso y por mucho que algunas veces hablaran por teléfono, no era lo mismo; pero, para su sorpresa, al fin se dignó a contarle todo lo ocurrido con su padre, así que pensó que quizás necesitaría algo de apoyo por parte de su hijo. En el caso de su padre, aceptó pasar la Noche Vieja en la que antes había sido su casa, ambos adultos debían procurar tolerarse aunque les costara.
Teniendo en cuenta la posible situación, el rubio empezó a adoptar una actitud de pasotismo frente al tema, así evitaba que se le nublara más la mente. Había intentado olvidar a Kai en las últimas semanas, pero le resultaba difícil no pensar en ella u obviar las ganas de llamarla, de contarle cómo se sentía y sentir esa paz mental que tanto le aportaba. Quizás era eso lo que más añoraba de ella, y ni siquiera lo sabía porque realmente no comprendía cómo se sentía. Por eso intentaba evadir aquellos pensamientos con más entrenamiento, quedando con Alyn, o haciendo planes con Lorie, aunque últimamente estuviera bastante ocupado. Por eso le propuso ir juntos a Queens, así podría tener un rato con su mejor amigo. Lo echaba de menos, de hecho, estaba muy nostálgico últimamente y procuraba estar cerca de sus amigos prácticamente todo el rato. Y digo prácticamente porque...
El castaño llamó a la puerta del apartamento directamente, después de que una señora le hubiera abierto abajo. Tuvo que insistir hasta que oyó los gritos de Steve.
– ¡Ya va, ya va!
Cuando su mejor amigo abrió la puerta, vio que detrás de él salía una chica que era realmente guapa, no la había visto nunca o por lo menos sobrio. Esta lo saludó tímidamente y Lorie se lo devolvió, luego se despidió del rubio con un leve beso.
– Te llamaré cuando vuelva, ¿vale? – le murmuró en los labios, ella sonrió y se marchó.
Lorie se abstuvo a decir nada hasta que cruzó el pasillo y se aseguró de que la puerta estaba cerrada.
– No lo harás – aseguró.
– ¿El qué?
– Llamarla.
Steve esbozó una leve sonrisa, no por ser cruel, sino porque sabía que el moreno siempre seguía la misma estrategia.
– ¿Quién sabe? –. Se encogió de hombros antes de ir a su habitación para coger la maleta y hacer la cama antes de irse –. ¿Me ayudas?
Lorie asintió y se colocó al otro extremo del colchón.
– ¿Te ha gustado por lo menos?
– Claro, siempre me gusta. Cada persona puede enseñarte algo nuevo en la cama. Eso lo sabes tú mejor que yo –. Le dedicó una sonrisa, pero el otro solo respondió con una mueca –. ¿Qué has hecho estos días? Has estado un poco ausente.
Entonces estuvo a punto de confesarle la verdad, que estaba quedando con Kai, que no había nada entre ellos, pero parecía estar creciendo una amistad y, en parte, quería hacerle ver lo mal que lo pasaba ella frente a la relación que tenían ahora. Pero antes quería comprobar si no entraba en terreno pantanoso, así que decidió mentir un poco.
– He estado haciendo planes. Solo. Fui al acuario, ya que no quisiste venir conmigo; también he ido al cine, a pasear... No sé, diferentes sitios. Por cierto, cuando estuve en el cine vi a Kai –. Inconscientemente, Steve empezó a prestar mayor atención –. Iba con un chico, bastante guapo y que no era Ethan.
El rubio empezó a tensarse, pero procuró disimular que no le importaba.
– ¿Y bien?
– Me saludó.
– Me alegro.
– ¿Te alegras?
– De que le vaya bien, ya sabes. Que rehaga su vida, igual que yo hago con la mía –. Sus palabras eran ciertas, pero a la vez sentía una pequeña punzada en el pecho, porque realmente él tendía a acudir a otras para intentar no pensar en ella. ¿Pero haría lo mismo ella?
Lorie lo conocía suficiente como para saber que mentía. Normalmente, Steve tendía a mirar fijamente o a no hacerlo, pero nunca a medias, si hacía eso quería decir que no era verdad lo que fuera que dijera o pensara.
– Mientes muy mal, amigo –. Le guiñó el ojo y le dedicó una sonrisa –. ¡Vamos o se nos hará de noche!
Steve lo miró, pero no siguió con la conversación. Hubiera sido en vano, él estaba en lo cierto, por eso prefirió no decirle nada acerca de su relación con Kai, hubiera empeorado las cosas, además de creer que no merecía saberlo. No hasta que dejase de mentirse.
✩ ✩ ✩
Era tradición, desde hacía cuatro años, que cada veintitrés de diciembre se celebraran Los Bolos Olímpicos, un concurso que elaboraron Ethan y Kai. Este consistía en tres partidas de bolos, quién perdía debía invitar al otro a pizza, en ese caso el perdedor tenía una oportunidad de remontar su puesto si se terminaba primero la cena, en caso de no hacerlo tenía la obligación de ser llenado la cara de besos con pintalabios rojo. Aquella era la cuarta edición, por el momento ganaba Ethan con dos a uno, pero Kai estaba dispuesta a ir a por todas aquel año.
Como ya estaban de vacaciones de navidad y en ambos trabajos les habían concedido diez días de fiesta, quedaron en casa de Ethan, donde ella fue a buscarlo en coche. Al llegar, el chico sonrió al ver que también vestía la equipación que hicieron el segundo año de tradición. Consistía en una camisa típica de bolos de color verde palo, en la parte delantera había grabado en naranja el dibujo de una pizza y detrás llevaban su apellido en grande del mismo tono. La prenda juntaba sus colores favoritos.
– ¿Preparado para la derrota?
– Te recuerdo que voy ganando yo.
– En el juego, en tema de lucir el uniforme sigo siendo la mejor –. Ethan arqueó las cejas.
– ¿Qué tiene de malo mi vestuario?
– Nada, el problema es la cara.
Kai soltó una carcajada que acabó siendo una queja cuando él se abalanzó sobre ella para hacerle cosquillas y lo que más odiaba que le hicieran, despeinarla. A los segundos, se serenaron y pusieron rumbo al centro comercial donde se encontraba la bolera. No era muy grande, tenía seis pistas, pero para ellos era suficiente, ya que preferían un ambiente tranquilo. Aun así, estaba prácticamente lleno; muchas familias y amigos aprovechan las fiestas de navidad para ir a las máquinas recreativas. Agradecieron haber hecho una reserva previa.
El partido transcurrió de la siguiente forma, la primera parte de la primera ronda fue liderada por Ethan. Kai llevaba un año sin jugar y no era muy buena, todo sea dicho, de hecho, su amigo tuvo que ayudarla a tirar las primeras rondas hasta que empezó a pillarle el truco y terminó por remontar mágicamente, quedando un punto por encima de él. La segunda ronda fue claramente victoria de Ethan, Kai lanzó la pelota fuera de la pista varias veces, a lo que este no podía dejar de reírse sin parar. Ya se veía pagándole de nuevo la cena a su amigo. Pero la tercera volvió a ser un golpe de suerte para ella, ya que metió tres plenos seguidos sin saber cómo.
– Tienes mucha suerte – murmuraba, Ethan, mientras la veía repetir y repetir el tiro. Ella no podía dejar de reír al ver la cara de inconformidad de su amigo, pero en el fondo sabía que no le importaba en absoluto ganar o perder.
De hecho, no sabremos nunca si podría haber llegado al cuarto pleno, porque Ethan la agarró por detrás inmovilizándola mientras le daba vueltas y le decía que no le dejaría marcar ni uno más. Y no lo hizo, pero la victoria de aquel año era suya de todas formas.
– No pienso pagarte una pizza con piña – advirtió el castaño mientras veía la tirada final de su amiga.
– Shhttt – respondió ella mientras ponía su dedo índice enfrente de los labios para indicar que se callara.
Tiró la bola, pero no importaba mucho el resultado. Ganó y Ethan tuvo que tragarse sus palabras. Se pasó gran parte del camino cantando de alegría, el chico resoplaba a la vez que se sentía orgulloso por ella.
– Ni se te ocurra quitarme la ilusión. Llevo dos años aguantando tus celebraciones, ahora es la mía. Así que... dime, Ethan, ¿quién es la mejor Jugadora Olímpica de Bolos de todo Brooklyn y que, además, viste mejor la equipación del equipo?
Él no quería responder, sabía perfectamente que le estaba devolviendo esos dos años de chulería, haciendo exactamente lo mismo que hacía él.
– No te oigo – canturreó.
– Tú – respondió entre dientes.
– No, no, di el nombre completo.
– Tú, Kai Eleanor Scott. ¿Contenta?
– Mucho – suspiró placenteramente al oír su nombre completo de forma victoriosa.
✩ ✩ ✩
Por suerte, Kai pidió una pizza de cuatro quesos. Ahora que estaba en proceso de hacer su vida como quería y abandonar un poco a Alana, no iba a pedir la de piña, por mucho que adorara joder a su mejor amigo. Toda la tarde había estado llena de risas y juegos, se olvidaron de todo, de sus familias, trabajos, estudios, amores; parecía que nada más existía, solo la pista de bolos, ellos y la navidad. Pero una vez se sentaron y volvieron a la tranquilidad, los pensamientos bombardearon a ambos.
"Me hubiera gustado ver a Alyn jugar", pensaba Ethan.
"¿Se le darían tan bien los bolos como el fútbol?", pensaba Kai.
"Sería gracioso estar aquí los cuatro", pensaron los dos. Pero no lo dijeron en voz alta, por mucho que supusieran que cada uno tenía los pensamientos lejos de aquella cena.
– Deberías darle más tiempo – le aconsejó entonces el inuit, rompiendo el silencio.
Kai despertó de sus pensamientos para mirar a su amigo y procesar bien lo que acababa de decirle. No supo que responder, no esperaba el comentario, ni tampoco tenía ganas de hablar de eso en voz alta.
– ¿Cómo vas tú con Alyn? – preguntó. El chico dejó ir una mueca irónica.
– Con ella no hay tiempo que valga. Estoy planteándome dejarlo estar y superarlo.
– Jamás lo superarás, Ethan. Cuando algo que vive dentro de nuestro corazón se va, nunca lo superas, tan solo aprendes a vivir con la pérdida hasta que te acostumbras a que deje de doler.
Volvió a sonreír con sarcasmo. Ella tenía razón, no iba a olvidarla nunca, pero solo esperaba que dejase de doler. No podía ser tan difícil, ¿no?
– Pero creo que deberías intentarlo – sugirió entonces, Kai –. Es probable que no quiera escucharte, no la culpo, al fin y al cabo, ella tiene la razón, pero todo el mundo agradece recibir una explicación tarde o temprano. Si realmente te quiere, o te quiso, te escuchará.
– Dudo mucho que ella la quiera.
– ¿Acaso se lo has preguntado?
– Sí, claro, hablamos todos los días – dijo con tono sarcástico.
– Pues entonces no lo des por hecho y actúa. De hecho, ayer todavía estaba en la habitación y no me pareció ver ninguna caja ni nada por el estilo, quizás aún está por ahí.
Dijo aquello con la intención de incitar a su amigo a que fuera, a que tuviera valor. Ethan no lo veía tan claro, pero agradeció el dato guardándolo en sus pensamientos, no fuera que terminara por servirle de ayuda. Este quiso dejar el tema de Alyn a un lado, eso era una herida que no dejaba de supurar y, a veces, ese tipo de heridas es mejor ni mirarlas, así te olvidas de que están. Aunque solo sirva por un rato.
– ¿Has hecho algo estos días? – preguntó él. Había estado demasiado ocupado en otras cosas y apenas se habían visto esa semana, por mucho que ahora fueran la primera opción del otro.
– Sí... bueno... sí. Digamos que algo.
Ethan conocía bien a Kai y sabía que mentir no era lo suyo, ni esconder sus emociones. Dejó apartada su cena para centrarse bien en la respuesta de su amiga.
– ¿Qué pasa?
La chica no podía mantenerlo más en secreto, ni siquiera lo había hablado con Harriet aún. Debía sacarlo, por mucho que temiera la reacción de su mejor amigo.
– Últimamente, me he visto mucho con Lorie.
– ¿Y ese es...?
– El mejor amigo de Steve.
– ¿El tonto?
– Ethan... –. Volteó los ojos.
– Perdón, pero me pone de los nervios.
– ¿Steve o él? – quiso aclarar, Kai.
– Ambos –. Ella ya suponía la respuesta, pero prefirió ignorar entonces el tema. Ethan reconoció que debía poner un poco de filtro a sus palabras, aguantarse, aunque no fueran dos de sus personas preferidas. Además, ¿qué hacía Kai quedando con ese chico? –. ¿Y por qué razón quedas con él?
– No lo sé, pero es muy buen chico, de verdad. Me invitó al acuario y al cine, y también me espera algunas veces hasta que salgo de trabajar y solemos hablar sobre temas muy interesantes. Tiene una forma bastante distinta de ver el mundo.
– Me da que se está aprovechando de tu relación con Steve.
– No creo. No se le ve de ese tipo.
– Pues ya me dirás cómo se explica que, a los pocos días de "romper" con su mejor amigo, aparezca él de la nada. Yo no sería capaz de hacerle eso a Peter o a Ryan, y sé que ellos tampoco.
– Suele decir que mi relación con Steve no tiene por qué influir a la que tenga con él.
– ¿Y Steve lo sabe? Que quedáis y eso.
– Juraría que no. Tampoco quiero que lo sepa, ni él, ni nadie.
– Tú verás. No digo que sea mal chico, pero ve con cuidado – suspiró y de nuevo bajó la vista hacia su cena para coger otra porción de pizza. Al levantar la cabeza vio como ella se pintaba los labios de rojo –. ¿Qué haces?
– Terminar con la tradición. Hace ya un rato que he terminado la cena, pero al parecer no te has dado cuenta.
Ethan se fijó bien y efectivamente, ella había ido hablando y comiendo mientras que él no. Era parte del trato, tenía que recibir decenas de besos por toda la cara. En fin, no podía negarse.
✩ ✩ ✩
Dejó a su amigo en casa, todavía se quejaba por llevar la cara llena de carmín rojo, asegurando que le costaría horrores sacarse todo eso de la cara.
– No es mi problema que seas un lento comiendo – excusaba la conductora y él volvía a despeinarla de nuevo –. El año que viene me pagarás la peluquería, te lo advierto – aseguró entre dientes.
Se despidieron con un fuerte abrazo en el que se oyeron suspiros de alivio por ambas partes. ¿Qué hubiera sido de ellos si no se tuvieran el uno al otro? Agradecían tanto haberse conocido en aquella biblioteca, porque realmente sus vidas cambiaron para siempre.
✩ ✩ ✩
Cuando Kai entró en casa desde la puerta del garaje, oyó bastante murmullo, al parecer tenían visita, ya que oía a sus padres hablando y riendo. Teniendo en cuenta que al día siguiente el salón volvería a parecer un carnaval, no descartó la idea de que se tratase de sus abuelos o de su tía. Lo que menos esperaba era encontrarse al castaño con el que últimamente pasaba gran parte del tiempo.
– ¿Lorie?
– Oh, ya estás aquí – dijo Lia volviendo la cabeza hacia su hija –. No sabíamos que tenías un amigo tan divertido.
– Este chico es un genio del humor – declaró el padre todavía riéndose.
La morena se temía lo peor, no había cosa más horrible que los chistes de su padre y su obsesión con los deportes, algo que Lorie también adquiría. Definitivamente, eran la misma persona en épocas distintas.
– Hola – saludó él un poco tímido y confuso. En los treinta minutos que llevaba en esa casa ya le habían petado diez neuronas como mínimo.
La chica le indicó que la siguiera hasta el jardín, no fue detrás de ella sin antes chocar los cinco con Richard y darle un ligero beso en la mano a Lia, quedando ambos adultos encantados.
– Parece que les has caído bien, espero que no te hayan incomodado mucho – dijo una vez estuvieron fuera. Él sonrió.
– Tranquila, ni siquiera me han dado tiempo a plantearlo –. Ambos rieron.
– ¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?
– No, tranquila. Está todo bien – aclaró refiriéndose indirectamente a Steve –. Perdón por aparecer así de la nada, sé que debería haber llamado antes, pero he venido a Brooklyn para hacer unos encargos y he aprovechado para saludar.
– ¿Steve te dijo dónde vivía?
– No, no –, sonrió nervioso –, bueno, digamos que lo he buscado en una guía telefónica. Espero que no te importe, no quiero que pienses que te acoso o algo así.
Kai abrió los ojos como platos, no se le había ocurrido esa suposición. Aunque, después de la conversación con Ethan, sí que se le pasó por la cabeza la teoría de que Lorie estuviera aprovechando la mala relación que tenía con Steve. Por mucho que le costara de creer.
– Oh, no lo había pensado, pero me sorprende que tengas ganas de verme, la verdad. Debes tener muchos planes estos días, con tus amigos y demás.
– Había una fiesta esta noche –. Esta asintió, sabía que él no se perdía ninguna y que en breves se marcharía entonces –. Pero no me apetece ir. Buscaba un plan tranquilo para esta noche, como ir a patinar sobre hielo, por ejemplo. Solo me hace falta un acompañante que tenga libre hasta tarde.
Ella pilló la indirecta, vio que la miraba con esa sonrisa pícara que solía dibujarse en su rostro cada vez que quería conseguir algo. Aquel gesto solía funcionar siempre, pero Kai era consciente de que al día siguiente debía ayudar a sus padres preparando la casa para las visitas y no podía irse muy tarde a la cama.
– Mañana tengo que levantarme temprano...
– No volveremos muy tarde.
– Ya, pero será un día duro y...
– Kai, en dos días es navidad. Regálate algo, cualquier locura que tú quieras hacer –. Entonces, ella empezó a dudar.
Se le dibujó una sonrisa tímida en el rostro. Se moría de ganas de ir a patinar, era algo que solía hacer cada año y todavía no había tenido la oportunidad. Buscaba hacer cosas que nada tuvieran que ver con la lista de Alana y desde luego patinar era una de ellas. Su hermana lo odiaba.
– Debería hablarlo con mis padres.
Volvieron de nuevo al salón donde los dos adultos se encontraban disimulando que estaban viendo la televisión, aunque ella sabía que habían estado cuchicheando.
– Papá. Mamá. ¿Puedo ir con Lorie a patinar? Sé que mañana tendré que levantarme temprano y todo eso, pero no volveré tarde y os ayudaré con todo, y...
– ¡Claro! – exclamó el padre.
– Cariño, debes salir, es navidad. Seguro que podemos fiarnos de Lorence, ¿verdad? –. Le guiñó el ojo al chico mientras agarraba a su hija por los hombros y la conducía hacia la puerta. No pudo contradecir las palabras de sus padres que, técnicamente, la empujaron a salir. Lorie aseguró que tenía unos padres de lo más divertidos, aunque Kai deseara hacerlos desaparecer muchas veces.
✩ ✩ ✩
Llevaba un día completo entre los bolos y el patinaje, pocas veces había hecho tantas actividades seguidas y en el fondo se sentía muy feliz por ello, por salir de la pequeña rutina que tenía. Los deportes no eran lo suyo al principio, una vez pillaba el tranquillo ya se dejaba ir, aunque solía costarle. Lorie la agarró las primeras vueltas procurando que consiguiera equilibrarse, una vez estuvo más estática la dejó ir sola, pero sin separarse de su lado aún. Allí empezaron a hablar, por primera vez él confesó, a alguien más que a Steve, cómo era la relación con sus padres. Le contó como su madre le fue infiel a su padre con el hermano de este, que apenas la veía, pero que aun así ella había luchado durante muchos años por tener su custodia. "No es una mala madre, pero sí bastante descuidada", solía decir él. Luego le habló de que su padre tampoco era alguien muy dedicado en su puesto fraternal, así que prácticamente se había criado con su abuelo y en casa de Steve.
– Digamos que yo era un niño perdido y él fue como Peter Pan.
– Muy típico de Steve estar relacionado con ese cuento – respondió Kai.
Ella le habló un poco sobre Alana, aunque le sonaban algunas cosas por boca de Steve. Le confesó que de haber estado viva hubieran congeniado muy bien, también le contó lo que hizo aquella tarde en el cementerio, que creía estar dejando ir a su hermana de una vez, pero no era algo fácil.
– No puedo negar que ha vivido todos estos años dentro de mí. Será complicado, pero ser consciente de ello ya es un paso – dijo ella. Lorie le dio la razón y sin quererlo llevó su mente a otro punto, a otro tema que no dejaba de rondarle por la cabeza últimamente.
Se tomaron un descanso para tomar algo en la cafetería que había en la planta superior. Todavía con los patines parecían dos patos andando y fue de lo más divertido hacer una carrera hasta la mesa. Una vez sentados y servidos, Kai aprovechó para ver desde la vidriera como se veían las personas patinando. Le pareció precioso.
– Kai, ¿puedo hacerte una pregunta? –. Ella salió de su sueño para asentir –. No respondas si no quieres, sé que puede ser complicado, pero, ¿crees que estás enamorada de Steve?
Era una pregunta que se hacía constantemente. Nunca se había enamorado, o eso creía. Quiso mucho a Derek, por ejemplo, pero tampoco lo echó de menos cuando pasó todo aquello. Lloró los primeros días, pero se le pasó rápido, todo lo que sentía era rencor. En cambio, con Steve era distinto, sentía su pérdida y no podía dejar de pensar en él y de añorarlo. Creía que se debía a que él había sido el primero en todo, pero también llegó a plantearse si era algo más.
– La verdad es que no lo sé. Sé que le quiero, aunque él no quiera saber nada de mí. También sé que echo de menos verlo entrar por la cafetería, su ironía, ver como sonríe cuando está con Alyn o contigo, ir a ver sus partidos y saber que se está dejando la piel en el campo. Echo de menos saber que se pasará la tarde entera estudiando, pero que buscará cualquier momento para llamarme; ver como se remueve el pelo cada vez que se agobia, oírle tocar el piano, su suéter de niño pijo, cuando bajaba la ventanilla del coche para mirarme fijamente de forma pícara y me hacía sentir que solo existía yo... –. Ahí se dio cuenta de que en algún momento había desconectado del mundo terrenal para seguir hablando del tema y de que Lorie la miraba con la boca entreabierta –. Lo siento, me he excedido.
– Tranquila, ha sido bonito. Lo has descrito a la perfección –. Kai asintió y dio un sorbo a su chocolate caliente. No encontró palabras para romper aquella aura nostálgica que se acababa de crear –. Él también te echa de menos –, ella lo miró atenta –, pero yo no te he dicho nada –. Le guiñó el ojo y esta agradeció que hubiera compartido aquella pequeña información. Con eso le valía.
– ¿A ti te gusta alguien?
Ahora fue él quien dudó unos segundos, pero no tenía nada que perder.
– Sí.
– Oh, vaya. ¿Y ha habido suerte?
– No lo sé –, empezó a reírse –, tampoco tenía pensado confesarme.
– ¿Por qué? Dudo que alguien pudiera decirte que no. Sueles caer bien a todo el mundo –. "Menos a Ethan", pensó ella, pero eso no tenía por que saberlo.
– Kai, a veces es mejor no saber ciertas cosas – respondió despreocupado.
– Vale, está bien. Pero podrías contármelo a mí, quizás puedo servir de ayuda –. Empezó a hacerle ojitos dulces que no sirvieron para tentar al castaño, este no podía dejar de soltar carcajadas.
Se recostó en el banco de espuma y cruzó los brazos mientras la miraba y pensaba si sería buena idea dejarlo ir o guardárselo para sí mismo. Lo debatió bastante y no descartó la idea de hacerlo, pero aún era demasiado pronto.
– Todos viviremos mejor si no lo sabe nadie. Créeme.
Pronto, estaba dispuesto a decírselo pronto.
—————
Buenaaaaass!!
Bueno, hay bastante que destacar de este capítulo. Empezando porque tenemos a Steve desatado con otras chicas. Escuece un poquito, ¿no?
Sin embargo, luego me pones la imagen de la amistad de Kai y Ethan y me muero de amor🥰 Son tan cuquis juntos✨
Pero lo que más destaca aquí sigue siendo la unión que va en aumento entre Lorie y Kai. Para rematar, a nuestro chico (mi niño precioso😍) le gusta alguien, pero asegura que es mejor si nadie lo sabe. ¿Quién creéis que será? ¿Tenéis teorías?
Os leo y nos vemos, si no se me olvida, la semana que viene😅😉
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