Capítulo 24

A pesar de ti, de mí y del mundo
que se desquebraja, yo te amo.
Lo que el viento se llevó

– ¿Cómo te sientes ahora? – preguntó, Kai.

– Mejor – respondió, Steve.

Estaban tumbados sobre el césped del campo de fútbol de Dartmouth. El chico esperó a terminar el partido para quedarse a solas con Kai, lo cual le sorprendía porque hasta hacía dos semanas hubiera ido de cabeza a una fiesta en la que ni siquiera se lo pasaba bien, pero esta vez prefirió evadir la derrota con la tranquilidad de la noche. Todavía llevaba los pantalones, la camiseta bajera y los tacos puestos, así como las marcas de la cara y el cabello alborotado. A diferencia de ella, que vestía una falda a cuadros y un suéter de lana pareciendo recién salida de una universidad privada. Le parecía monísima.

Ambos ladearon sus cuerpos hasta quedarse uno frente al otro. Ella lo miró y sonrió, acariciando su mejilla con el dedo índice. Lo veía tan guapo, aun estando sudado y sucio.

"Esto es paz", pensó él.

– Ganar o perder no depende solo de ti.

– Lo sé, pero yo soy el capitán y, en cierto modo, recae algo de culpa en mí.

– Pero no debes hundirte así.

Kai recordaba la reacción de impotencia del rubio una vez terminó el partido con una diferencia de dos puntos. Steve ni se dignó a salir del vestuario, fue Lorie el que tuvo que ir a buscarla a la gradería y pedirle que bajara.

– Esta temporada es la más importante hasta el momento, en todos los partidos vienen ojeadores de la NFL. Nunca me ha afectado perder –. Hizo una mueca –. Bueno, casi nunca. Pero este año no puedo permitirme fallos, no si quiero llegar a algo.

– ¿Y quieres?

Steve hizo silencio para volverse a preguntar de nuevo eso mismo. ¿Realmente quería o lo hacía porque era lo que tenía que hacer? Era algo que llevaba muchos años planteándose y conocía la respuesta, pero nunca se atrevía a decirla.

– No llevo todos estos años esforzándome para nada – concluyó.

– Pero, ¿quieres o no? – volvió a preguntar Kai, que sabía que no había sido sincero.

– No – murmuró. Nunca lo había dicho en voz alta y se le hacía raro pronunciar aquella palabra –. La verdad es que no. Sinceramente, quiero pasar mi vida en un laboratorio, no en un campo de fútbol.

– Entonces no te fuerces...

Y, antes de que siguiera, la atrajo hacia él con fuerza para buscar uno de esos abrazos que hacen que te fundas en ellos, porque necesitaba eso más que consuelo verbal. La necesitaba a ella y la necesitaba cerca, como si fuera su bomba de oxígeno.

– Sé lo que me vas a decir, que es mi vida y debo escoger por mí mismo. Lo sé, créeme que soy consciente, pero no es tan fácil. Muchas veces no te dejan seguir tu propia vida o, simplemente, tienes miedo a hacerlo.

Eso Kai lo sabía de primera mano, ya que se lamentaba de no hacer lo que deseaba al cien por cien. La verdad era que estaban igual de perdidos, solo que lo afrontaban de formas diferentes.

– Estaré a tu lado, elijas lo que elijas – murmuró pegada a su pecho, intentando transmitirle toda la paz que podía. Steve sintió como se le deshacía el corazón.

– Mi Wendy Moira Angela Darling – susurró en su oído. Ella rio y a la vez se estremeció de placer.

– Mi Peter Pan – suspiró embriagada.

✩  ✩  ✩

No vio a su compañera en apenas todo el fin de semana, supuso que estaba con Ethan, ya que él tampoco dio señales de vida, por lo que aprovechó para meditar, leer, ver Sonrisas y Lágrimas y cantar las canciones a pleno pulmón sin preocuparse de molestar a nadie. Se alegraba mucho por Alyn y Ethan, de hecho estaba convencida de que se hacían bien, como si encontrarse hubiera sido cosa del destino. Porque simplemente tenía que pasar, por mucho que tuvieran sus complicaciones.

Pero siguiendo en el fin de semana relajante de Kai, cabe decir que durante el domingo estuvo acompañada de Steve, el cual estaba más sereno después del partido del viernes. Así que pasó con ella gran parte del día, acurrucados en la cama con una manta, preparando comida para los dos, disfrutando de aquellos silencios llenos de comodidad, de caricias y de besos. La habitación todavía seguía decorada de la sorpresa del chico. No tuvo más remedio que perdonarle después de aquello, aunque él se negara rotundamente a declarar de dónde lo había sacado todo, prefería que quedara en el anonimato, aunque suponía que Alyn tuvo algo que ver.

Entre ellos aún no había surgido nada más lejos de los besos, Kai todavía lo veía demasiado pronto, pero poco a poco iban tensando una cuerda de deseo que ya habían experimentado hacía dos semanas, solo que esta vez pedía más. Era un problema en los momentos que no podían separar sus labios porque anhelaban ir más rápido de lo que quizás deberían. Tampoco habían hablado sobre su relación o en qué punto estaban, era como si no terminasen de creerse que podía haber algo entre ellos y, como no, estaba el gran muro de Kai. La lista. Alana pensó en todo, al parecer, porque también dedicó un punto a la primera vez de esta y especificó que debía ser con música de ABBA de fondo. Tampoco era un punto que le urgiera, por mucho que aquella tarde la tensión fuera subiendo a cada beso, caricia y gesto, hasta quedarse encima del regazo de Steve.

– Kai... –, murmuró con los labios pegados a su cuello al ver que ella arqueaba la espalda de placer –, para.

– ¿Quieres que pare? – preguntó al mismo tiempo que movía suavemente las caderas y las manos de él bajaban hacia estas.

– ¿Quieres que me exceda? – cuestionó con una sonrisa pícara.

– No.

– Pues entonces baja de ahí – susurró con algo de dulzura y advertencia.

La agarró con fuerza para intercambiar la posición, quedándose ella estirada boca arriba y él ligeramente encima. No le costó nada, ya que era como manejar a una muñeca. A Kai le subió una fuerte oleada que no había sentido nunca, un fuego que no conseguía apagar aunque quisiera, porque lo veía tan guapo con el cabello revuelto, los ojos brillantes y los labios carnosos que sin duda se derretía a cada segundo. Él volvió a besarla con mucha más pasión que antes, sintiendo que quizás no podría controlarse aunque la posición le fuera más factible.

– Ufff – bufó, angustiado por el poco control que sentía en aquel momento. Hizo ademán de bajar siguiendo una fila de besos por todo su torso, pero, por suerte o por desgracia, oyeron como la puerta de la habitación se abría.

Kai se sobresaltó haciendo que Steve se separara rápidamente, a lo que él se rio al ver como la vergüenza de ser pillada besándose con alguien le subía por las mejillas.

– Hola, Alyn – saludó el rubio de espaldas a la puerta, sin mirar a su amiga a la cara, pero suponiendo que era ella la que había entrado, ya que nadie más tenía la llave.

La que sí que miró fue la morena, pero su expresión no fue la que él se hubiera imaginado. Y lo que salió por sus labios tampoco.

– ¿Ethan? – preguntó aterrada.

Rápidamente, el chico giró la cabeza para asegurarse que no estaba allí el mencionado, pero no tuvo mucha más reacción porque al instante tuvo aquella expresión de enfado que era realmente parecida a la de Emily.

– Tienes tres segundos. Corre – le amenazó con un tono de voz grave, algo que Kai no había presenciado nunca y la alarmó.

– Vale, creo que podríamos hablar las...

– ¿Las cosas? Perfecto – respondió en tono sarcástico –. Emily o Kai, ¿por cuál quieres empezar primero, James?

Aquel nombre se le clavó como cien puñales en su pecho, porque no estaba acostumbrado a que se dirigiesen a él como tal, a menos que fuera un familiar cercano o alguien de mucha confianza, ni siquiera dejaba que Regina, Lorie o Alyn le llamaran así, ni Emily pudo. ¿Pero cómo cojones sabía él aquello? Quería confiar en que no había sido Alyn, pero poco le importaba ahora quién hubiera sido porque solo podía pensar en cómo controlar las ganas que tenía de soltarle un puñetazo. La tensión se cortaba con un cuchillo y Kai se quedó sin habla al oír lo que su amigo acababa de decir, solo esperaba que Steve supiera reaccionar de la forma correcta. Aunque no fue lo más acertado, decidió pagarle con la misma moneda.

– Por la que prefieras tú, Newen.

No pasaron ni dos segundos antes de que Ethan se le abalanzara encima y cayesen los dos al suelo forcejeando y dejándose ir palabras mayores. La chica no sabía qué hacer ni cómo reaccionar y por mucho que les pidiera a gritos que parasen no la escucharon.

– ¡¿Se puede saber qué pasa?! – preguntó, Alyn, que acababa de llegar con una caja llena de pinturas que, rápidamente, tuvo que dejar en el suelo para ayudar a Kai a separarles.

Ellos no se soltaban; Steve era el que estaba ahora encima y empezó a devolverle los puñetazos después de que Ethan no dejara de repetir cosas como: "Estúpido niño pijo".

Por otro lado, estaban Alyn y Kai intentando separarles, mirándose con desesperación y pidiéndoles a gritos que se soltaran. Hasta el momento en el que el moreno pudo volver a ponerse encima y se paró agarrando al rubio por el cuello de la camiseta.

– ¿Por qué sabes lo de Newen? – preguntó entre dientes.

– Me lo contó Emily – respondió antes de pasarse la lengua por el labio inferior y darse cuenta de que se lo había partido.

Ethan lo miró como si no terminara de creérselo. ¿Su hermana? Ella era la primera que debía respetar sus nombres de nacimiento. ¿Qué le incumbía a Steve saber ese dato o no? Aunque cayó en la cuenta de que fue la misma la que le reveló lo de James. Desvió la mirada para pensar con más claridad.

– Deberías darte cuenta de que tu hermana no es siempre la víctima. Abre los ojos, inuit.

Aquellas palabras, por muy ciertas que fueran, no eran las más acertadas para la situación en la que estaban, de hecho sirvieron para volver a despertar a Ethan y continuar de nuevo con la pelea, volviendo a provocar el pánico de ambas que seguían intentando tirar con fuerza del castaño, pero este estaba demasiado bien anclado al suelo para moverse.

– A ver si de algo te sirve tu posición en fútbol. ¿O eso también lo ha pagado tu padre?

– ¡Ethan, cállate! – exclamó Alyn ya harta.

Por suerte, el nombrado se paró en seco al oír su voz y, por fin, pudieron levantarlo del suelo, poniéndose Alyn enfrente suyo para evitar que volviera, mientras que Kai fue directa al suelo para levantar a Steve.

Los dos se miraban con odio, como si fueran a saltar de nuevo en cualquier momento, como cuando dos animales luchaban por defender el territorio. Ethan no dejaba de mover el pecho con rapidez, sin ni siquiera percatarse de que le salía sangre de la ceja derecha y de que se le estaba empezando a hinchar el ojo y la mejilla. Mientras que Steve se puso la mano en el labio que estaba lleno de sangre y a su vez tuvo que tirar la cabeza para atrás al notar como le corría también por la nariz. La morena intentó también parar la hemorragia de la nariz con la mano, pero no servía de mucho e, instintivamente, miró a su amigo buscando una respuesta a todo lo que acababa de pasar.

– ¿De verdad, Kai? – preguntó con expresión de decepción.

– Ethan... Lo siento – dijo con un hilo de voz. Entraba en sus planes decírselo, pero no aún y menos esperando que terminara así.

– No deberías hacerla sentir mal por esto – respondió Steve. Ella le miró con una mezcla de gratitud y pena.

– ¡Tú no eres nadie para meterte en nuestra relación! – volvió a saltar Ethan, llamando de nuevo la atención de la chica. Suerte de la presencia de Alyn porque estaba dispuesto a volver de nuevo.

De hecho, fue ella quien se giró hacia Kai y le aconsejó que se quedara con Ethan e intentaran solucionarlo, mientras se quedaría curando a su amigo que no podía levantarse del suelo. Así pues, la pequeña se llevó al castaño al baño para intentar poner remedio a la ceja y la hinchazón pertinente.

– ¡Auch! – se quejó cuando esta vertió alcohol en la herida.

– Estate quieto.

– ¡Duele!

– Te lo tienes merecido – zanjó fríamente.

Ethan sabía que no había dado un gran ejemplo con el inicio de aquella pelea, pero no encontró otra solución en su momento. Había estado con su hermana durante las últimas semanas, ella parecía pasarlo mal y, según su versión, Steve era un cabrón. No tenía motivos para desconfiar de su hermana, ya que nunca se los había dado. La quería, la tenía en muy alta estima y al rubio no, era así de simple. Pero le daba pena su mejor amiga, nunca había tenido nada serio con nadie, no sabía apenas nada sobre relaciones y ahora, de repente, parecía estar en una. Se alegraba mucho por ella, por fin parecía salir del caparazón de su hermana, ¿pero era necesario que se tratara de Steve?

– ¿Estás enfadada? – preguntó algo más calmado.

– Un poco. No era necesario reaccionar así.

– Me llamó Newen – replicó intentando buscar un ápice de excusa.

– Y tú James –. Se produjo un silencio –. No ha sido justo por ninguna parte y creo que los dos tenéis la misma poca razón, por no hablar de las estupideces que os habéis dicho.

– Dime que no fue él quien te acompañó a Brooklyn –. Pero la chica no pudo responder a eso, tan solo le dedicó una mirada de asentamiento y Ethan resopló –. Es decir, que ya viene de largo, perfecto – gruñó al mismo tiempo que dejaba ir un ruido molesto por el escozor del alcohol en la ceja.

– No confundas las cosas. Mientras estuvo con Emily no le fue infiel – mintió, pero porque tampoco contaba aquel beso como uno real. No era necesario darle importancia, porque ya no la tenía –. Dio la casualidad de que pasó algo, no te lo negaré, pero tampoco hay nada entre nosotros.

– Si de verdad quería a mi hermana, no se hubiera ido con otra al momento. Le guardaría un respeto.

– Ethan... – advirtió seria. Solo hizo falta un gesto de cabeza para que él entendiera que tampoco era el más indicado para dar lecciones de moralidad.

– No quiero que te haga daño – dijo entonces con tono triste y Kai esbozó una leve sonrisa.

– ¿Y qué si me lo hace? Debo aprender de la vida, todos debemos, nada es perfecto y quizás esto tampoco lo será. No lo sé, pero quiero descubrirlo.

– Ya, per...

– Tiene que doler. No quiero que me haga daño, pero si pasase tendré que saber llevarlo y será mi experiencia, no la tuya.

Ethan se quedó en silencio intentando asumir la lección que acababa de darle su amiga, que estaba del todo en lo cierto, pero le costaba reconocerlo. Sabía que muchas veces la veía como a una niña pequeña a la que tenía que proteger, igual que a su hermana, pero ya era toda una mujer. Ya no tenían catorce años y ya no estaba perdida en el mundo.

– Valoro mucho que busques lo mejor para mí, también entiendo que Steve no es de tu agrado y lo siento, pero debes aceptarlo. Si me quieres, aceptale y no te metas aunque acabe mal.

No hubo respuesta por su parte, tan solo un chasquido de lengua, tampoco tenía muchas más opciones disponibles y quería ver a Kai feliz.

Una vez terminó de limpiarle la sangre fue a la cocina a por algo de hielo, de vuelta oyó las voces de Steve y Alyn que provenían de la habitación de esta. Al parecer ambas estaban en la misma situación, intentando llegar a una tregua con ellos. De vuelta al baño le colocó la bolsa de hielo envuelta en una toalla encima del ojo y una de garbanzos en la mano. Le parecía divertido ver cómo carraspeaba de dolor. "Te lo tienes bien merecido", pensó. Las cosas no se solucionan con peleas, o por lo menos no en su mundo.

– Creo que deberíais hablar – sugirió.

La verdad es que a él no le apetecía nada, pero como sabía, era su única salida.

– Está bien – murmuró con desgana. La chica sonrió satisfecha y agradecida, era consciente del esfuerzo que hacía. Pero antes de que salieran del baño, ella le tiró del brazo y se puso enfrente suyo con una expresión dudosa, como si quisiera decir algo y no se atreviera a ello.

– Prométeme que no te perderé – pidió incómoda por los nervios.

Ethan agrandó los ojos porque en ningún momento se le pasó por la cabeza echarla de su vida por aquello, al contrario, iba a solucionar las cosas por ella, por mantener su amistad. La atrajo hacía él para abrazarla como hacía mucho tiempo que no hacía.

– Tonta – susurró –. Ni siquiera me lo planteo.

Oyó como reía y se tranquilizaba en sus brazos, él le dio un beso en la sien y acto seguido fueron a la habitación de Alyn, donde se encontraba Steve tumbado en la cama con otra bolsa de hielo y dos bolas de papel en los orificios nasales, mientras su amiga picoteaba M&M's. El castaño entró y se sentó en los pies de la cama, miró primero a Alyn, que asintió en símbolo de aprobación, y luego a su amiga, para indicarle que allá iba. El rubio se recolocó y prestó atención.

– Vamos a ver. Lo hago por ellas, no porque haya cambiado de opinión –. No lo vio, pero ambas chicas voltearon los ojos porque sabían que no había empezado bien –. Pero, aun así, sé que me he pasado en algunos comentarios.

– Ethan... – advirtió, Kai.

– Vale – asumió –. En todos. No han sido buenas formas y lo siento. No apruebo la violencia.

– Yo también lo siento, he entrado en un tema pantanoso, aun sabiendo que me debería haber callado. No he actuado bien.

– ¿Entonces estamos de acuerdo con que ninguno se meterá con el otro, respetaremos lo que sea que esté pasando aquí –, señaló a los cuatro refiriéndose a la cruz amorosa que se estaba formando entre ellos –, y mantendremos una relación cordial?

– Acepto el trato –. Steve le ofreció la mano y el otro la aceptó.

Alyn y Kai sonrieron, pero fue la última la que se abalanzó sobre su amigo alegremente, que se quejó por el dolor que sentía en todo el cuerpo. Los otros dos rieron.

– Por cierto, tienes un buen derecho – dijo, Ethan, tocándose la mandíbula dolorosa.

– De algo me tenía que servir el fútbol.

———
Buenaaaaaasssss!!!!

Pues hasta aquí el especial dos capítulos por el Menti-aniversario. Son unos capitulitos tranquilitos pero bonitos. Espero que os hayan gustado. Os leo en los comentarios.

Hasta la semana que viene😉

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