Capítulo 16
She's got a smile that it seems to me
Reminds me of chilhood memories.
Sweet Child O'Mine. Guns N'Roses
Ella estaba fija en la pantalla del televisor cuando de repente notó que alguien pasaba su brazo por sus hombros. Se giró para verle, pero antes de que pudiera reconocerlo este se abalanzó sobre ella y la besó. Primero dulcemente, con ternura, posando su mano en la mejilla de ella. Sin tener ni idea de lo que estaba haciendo, se sentó en el regazo de él y notó como el beso fue subiendo de intensidad, provocando que ambos cuerpos no dejaran de balancearse buscando más. Notó calor, notó inercia y también algo duro que hacía presión en su entrepierna
En un estallido de pasión, ella separó los labios de los de él y vio como esbozaba una sonrisa, a lo que ella solo pudo responder con un suspiro y un nombre.
– Steve.
✩ ✩ ✩
Kai se despertó exaltada por lo que acababa de soñar. Con la respiración agitada se llevó la mano al pecho para poder calmarse. "¿Acababa de soñar con Steve?", pensó.
Un momento.
Claro que había tenido sueños de ese tipo en los que se besaba con alguien, pero no así, no llegando a sentir... ¿Deseo? Le pareció que aquello era algo que se quedaría en su recuerdo y que no comentaría con nadie. Le daba demasiada vergüenza y le parecía surreal, aunque lo justificó al hecho de no haberse besado nunca con nadie. Solo tenía que esperar a que su mente lo olvidara.
Dejando atrás el sueño, o intentándolo, se puso en pie y fue a prepararse el desayuno tranquilamente, ya que aquella mañana solo tenía una clase a las doce. No parecía que Alyn estuviera allí ni que tampoco se hubiera hecho el desayuno, por lo que cayó en la cuenta de que quizás había salido a correr, pero no era domingo. Entonces, ¿dónde estaba su compañera?
Justo en aquel momento llegó con una bolsa de la compra.
– Hola – saludó sofocada –. El ascensor está averiado. He subido a pie.
– Oh, vaya. Bueno, estoy haciendo zumo, ¿quieres?
– ¿Por qué no? –. Se encogió de hombros y se sentó en una de las sillas.
– ¿Qué llevas ahí?
– Un pequeño capricho – respondió sin darle importancia, pues llevaba la bolsa hasta arriba de M&M's y no quería que su compañera viera que tenía una obsesión insana con el producto.
Kai hizo una mueca de aprobación y prefirió no preguntar más. Alyn tenía golpes escondidos.
– ¿Llegaste muy tarde ayer? – preguntó entonces con una sonrisa pícara.
La castaña la miró de reojo mientras hojeaba el periódico de la universidad que repartían cada mañana, sabía que su compañera quería sacarle información sobre la tarde pasada, la cual pasó con Ethan.
– A las nueve, pero tú ya dormías.
– Lo sé, estaba agotada –. Le sirvió el zumo y se sentó a su lado –. ¿Y, cómo fue?
– Bien –. Silencio –. Sí, bien – afirmó sin querer dar más importancia al tema. Aunque era Kai, sabía que tarde o temprano se enteraría por boca de su mejor amigo, pero ella todavía tenía que asimilar algunos de los sucesos.
– Ethan es muy buen chico – aclaró Kai –. No te negaré que en su momento tuvo varios rollos, aunque lleva unos años de castidad –, se rio de su propia broma –, pero sé que a todas las trataba siempre muy bien –. Vio que Alyn asentía sin levantar la mirada de su lectura como si quisiera restar interés en el tema –. De hecho, no lo veía así desde hace mucho.
– ¿Así cómo? – preguntó dirigiéndose, ahora sí, a su compañera. Esta esbozó una leve sonrisa.
– Atento y cuidadoso. No suele insistir tanto con cualquiera.
– También lo es contigo.
– No me compares, Alyn, yo soy su mejor amiga.
– Y yo tu compañera.
– Con Harriet no era así – aclaró la chica.
Alyn se quedó pensativa, a lo que le vino a la mente una pregunta absurda seguida de una teoría que lo era aún más. Y aunque a ella no le importara lo más mínimo, sentía la necesidad de preguntárselo.
– Una pregunta. ¿Ethan y tú... habéis...? –. Hizo una gesto con las manos para indicar la palabra pareja.
– ¡Alyn! – se escandalizó la otra en tono burlón –. Pero bueno, que cotilla –. Se rio a carcajada y a la otra empezó a subirle el rubor por las mejillas, sintiéndose tonta por haber preguntado aquello.
Kai se serenó un poco y entonces prosiguió.
– La verdad es que algo hubo. Nos conocimos cuando yo iba a segundo y él a último año de secundaria. Ambos solíamos ir a la biblioteca, él para buscar cosas de arte y yo de historia, pero una vez yo buscaba un libro sobre arte egipcio y cuando lo encontré vi que alguien más lo estaba buscando. Efectivamente, era Ethan. A partir de aquel día a veces nos encontrábamos en la biblioteca, otras en los pasillos y así fuimos entablando una amistad hasta que dimos el paso de vernos alguna tarde. Hacíamos planes muy divertidos, parecidos a los que hace contigo, y ambos empezamos a sentir algo por el otro. Pero no pasó nada, yo no quería hacerle esperar hasta mi entrada a la universidad y él tampoco estaba dispuesto a atarse dos años. Aunque lo intentamos, pero al final terminamos dándonos cuenta de que estábamos mejor como amigos y fuimos olvidándonos de lo que sentíamos.
– Vaya, tenéis una historia curiosa – confesó Alyn.
– Lo sé, podría escribirse un libro –. Se rieron ambas –. ¿Y Steve y tú? ¿Ha pasado algo?
– No, entre nosotros no. La verdad es que podríamos haber tenido la oportunidad, seguramente, pero no la necesidad. Nuestra historia es más simple, aunque mi hermana pequeña babeé por él –. Alyn entornó los ojos al recordar como Lena le preguntaba por él constantemente.
Kai pensó que era normal que su hermana sintiera atracción por Steve, debías ser ciego para no reconocer que era muy guapo y bastante buen partido, aunque se dejase llevar por la piraña de su novia.
"Si yo saliera con él, le recordaría todos los días lo mucho que vale", pensó la morena, para después recapacitar sobre ello.
✩ ✩ ✩
Harriet y Kai solían tumbarse en el césped de la universidad a tomar el sol, o lo poco que quedaba de él, teniendo en cuenta que se acercaba noviembre. Solían picotear algo, charlar o repasar para algún examen, aunque esto último rara vez pasaba.
– Mmm... Adoro el otoño – dijo Harriet con placer.
– Yo prefiero la primavera – contrarrestó la otra.
– Pero si viene a ser lo mismo.
– No, en otoño empiezas a morir, pero en primavera renaces.
– Vale, pero dejando de lado tu filosofía de vida, debes reconocer que meteorológicamente vienen a ser lo mismo.
– Que poco profunda eres – gruñó Max, que parecía dormido con las gafas de sol.
– ¿Y me lo dice Lord No-expreso-lo-que-siento-por-mi-novia-porque-ella-ya-sé-lo-imagina?
Kai se reía mucho con aquella pareja, desde que se conocieron empezaron a discutir y todavía no habían parado. Pero se querían, podía verse a leguas que estaban hechos el uno para el otro.
– Te juro que me supera – dijo, la rubia, sin venir a cuento. Kai la miró con expresión de pregunta –. Emily. Me puede con su actitud –. Con la cabeza, indicó el lugar donde se encontraba la chica, a lo que ella miró.
– No tiene necesidad de ir restregando por ahí todo lo que tiene.
Emily estaba en un banco, sentada con Siena y tres chicos más. Estaban riendo, quizás alguien hubiera dicho que coqueteando, pero la morena no iba a juzgar.
– Me da pena Steve – murmuró Kai, sintiendo como otra vez se le encendía algo dentro. Pero tan solo duró unas milésimas de segundo.
– Pues a mí no. Tampoco debes ser muy listo para darte cuenta de que tu novia tontea con media universidad – intervino Max con la misma pose que antes.
– Yo sigo creyendo que deberías tirarle ficha – aconsejó Harriet a su amiga.
– ¿A Steve? Ni loca. No es mi tipo.
– Lo dice la chica que está obsesionada con Brad Pitt, el cual es rubio con ojos azules.
– ¿Y quién no? Además, eso no tiene nada que ver, hay millones de rubios con ojos azules. Tú eres rubia con ojos azules –, puntualizó –, y no estoy loca por ti.
– ¿Segura? –. Guiñó el ojo con picardía –. Vale, pero que me dices sobre que, casualmente, vuestro libro y batido favorito son el mismo. Eso no le pasa a todo el mundo –. Kai entornó los ojos.
– Tus argumentos no tienen fundamento, déjalo. Además, nadie te asegura que él pudiera llegar a sentir algo por mí. Tiene novia, te lo recuerdo.
– Claro, por eso vino a verte a la cafetería el otro día y te trajo hasta aquí.
– No confundas las cosas. Él estaba un poco afectado y casualmente apareció en Cookie's.
– Eso me recuerda a cuando yo aparecí "casualmente" en vuestra residencia para hablar con Harriet – intervino de nuevo el chico.
– ¿Puedes quitarte las gafas? Me pone nerviosa no verte los ojos, parece que estés dormido y que tengas resaca. No quiero que la gente piense que salgo con un perjudicado – le riñó Harriet arrebatándole las gafas.
– Es que sales con uno – gruñó él quitándoselas y volviéndoselas a poner.
– Bueno –, volvió Harriet –, pero siendo sinceros, si se te presentara la oportunidad de tener algo con Steve, ¿lo harías o no?
– No – respondió Kai, pero una pequeña parte de su mente sabía que mentía.
– No te creo. Levántate –. La amiga la obligó a ponerse en pie a desgana –. Mírame a los ojos y júrame por el Sindicato de Ex-compañeras de Piso, que me acabo de inventar, que no tendrías nada con el novio de la Harpía.
– Harriet, no voy a jurar por eso – dijo entre risas.
– Y tanto que lo harás – afirmó.
– No lo hagas – sugirió Max.
Ambas chicas se miraron, una esperando una respuesta y la otra a sentirse libre de responder. Pero Kai no podía seguir engañándose porque sabía que no se negaría a tener una oportunidad con Steve. Realmente no le gustaba, o no como debía. Aun así, se sentía atraída hacia él desde hacía unos días y se notaba más pendiente cuando estaba presente. Era raro de entender, pero era cierto.
– Vale, sí, lo reconozco. Quizás tendría una pequeña oportunidad.
– Con eso me vale – saltó ilusionada volviéndose a sentar en la hierba –. Mira, podrías probar en la fiesta, después del partido de mañana.
– ¿Qué? No, ni de coña. Ahí sí que no voy.
– Vamos, Kai, estarás con nosotros.
– Sí, pero luego os iréis a cualquier habitación. Y no os juzgo, yo también lo haría, pero no quiero jugármela.
Aquel partido era contra Harvard, Steve se lo comentó en el coche el otro día y supo definitivamente que no iba a ir, porque aquello quería decir encontrarse con Derek.
– No tienes por qué verlo, quizás no viene – dijo Harriet que conocía toda la historia.
– Forma parte de la banda, vendrá.
– Pues devuélvesela, no te amargues tú – sugirió esperanzadora.
– ¿Sabes si tiene pareja? – preguntó Max para servir de ayuda. Kai negó con la cabeza.
– No sé nada de él desde que se enrolló con Emily en mi cara.
Aquello pasó en el baile de graduación del instituto. Derek y Kai no eran pareja, pero lo parecían, de hecho él aceptó esperar a la universidad para dar un paso más en su relación, porque así era como lo quería Kai. Como lo quería Alana.
Ambos aceptaron no tener nada con nadie, ser fieles y lo habían conseguido durante un año, pero entonces Kai vio como delante de ella, en medio de la pista de baile, Derek compartía un largo beso con Emily. Después de aquello no quiso saber nada más de él y se alegró de que este fuera a Harvard, aunque tuviera que soportar a Emily en Columbia.
– Steve debería saberlo – sugirió la rubia.
– Yo no soy quien debe decírselo –. La pareja asintió porque era cierto. Kai solo era una pequeña parte del problema, o eso creía ella.
– ¿No había un deseo de Alana que decía algo sobre romper una relación?
Harriet, junto con Ethan, conocían aquella lista y la habían leído, además de ser una de las principales instigadoras a que su amiga cumpliera los quince deseos.
– Deseo número trece: "Provocar una ruptura". Sí, ¿por qué? – respondió Kai que, por supuesto, se la sabía de memoria. Su amiga la miró con una sonrisa pícara –. Me das miedo.
– Haz que rompan – aconsejó aún con la misma expresión juguetona.
La morena miró primero a Emily y luego a su amiga de nuevo para ver como esta asentía con la cabeza.
– ¿¡QUÉ!? ¡Ni de coña! ¿Pero tú estás loca?
– No, solo te digo que deberías pagarle con la misma moneda.
– No –. Negó con la cabeza cada vez más nerviosa –. No voy a jugar a su juego. No así.
– Eres demasiado buena – gruñó mientras volvía a tumbarse en el césped.
– Y tú una mala influencia – replicó la pareja de esta.
Pero Kai no dijo nada porque una parte de su mente se había quedado absorta en aquella idea. Aquel punto le parecía horrible y todo porque Alana se obsesionó con una película donde la protagonista conseguía que el chico que le gustaba rompiera con su novia solo por venganza. Si quería completar la lista sabía que algún día debería cumplir aquel deseo, pero aún no era el momento, ¿no?
✩ ✩ ✩
Lo sabía, por eso no quería estar allí. Finalmente, Harriet consiguió convencerla como siempre y no tardó ni diez minutos en ver a Derek. Durante el curso anterior intentó evitarlo y lo consiguió, solo esperaba que este fuera igual. Pero no, no podían salir las cosas bien. Derek estaba allí de pie junto a un grupo de chicos que llevaban jerséis de Harvard, parecían salidos del coro de la iglesia. Derek con su cabello negro repartido a partes iguales a cada lado. Derek con esos ojos verdes, tiernos y amistosos. Derek saludando a todo el mundo, porque él siempre caía bien.
No podía verlo, le ponía enferma recordar todo lo que pudieron llegar a ser y que él dejó perder por una estúpida persuasión. En su interior seguía necesitando una explicación que fuera más allá de un "Lo siento" o un "Ha sido un desliz", porque eso se lo había dicho repetidas veces, pero nunca se molestó en sentarse con ella y contarle la verdad. También era eso lo que le removía todos los sentimientos, la necesidad de tener una última conversación con él. Una conversación de verdad. Kai quería apartar la mirada, pero no podía. ¿A quién quería engañar? Nunca pudo, Derek era una debilidad que todavía no había superado y se maldecía por ello. Hasta que él la encontró con la mirada. Fue entonces cuando ella apartó la suya y empezó a sentir la ansiedad subiendo por su pecho. Empezó a buscar a Harriet nerviosa, o a cualquiera que pudiera distraerla o llevársela, pero este se adelantó.
– ¿Kai? – preguntó el chico de ojos verdes que no había podido dejar de mirar.
– Tú – respondió entre dientes con una mezcla de anhelo e incomodidad.
– Qué sorpresa verte después de tanto tiempo. No esper...
– ¡Ay, qué ilusión, ya os habéis encontrado! – interrumpió Emily con su magnífica sonrisa malvada.
– Ey, hola. Soy Steve, encantado – dijo este que apareció detrás de su novia y ofreció la mano a Derek.
– Estupendo, solo falta Santa Claus, porque los renos ya los tenemos – murmuró Kai apartando la mirada mientras dejaba ir un bufido.
– ¿Has dicho algo, querida? – preguntó Emily.
– Nada importante – respondió esta con la misma sonrisa forzada que la otra.
– Justamente os estaba buscando, hacía mucho que no os veíais, qué emoción, ¿verdad? – dijo, agarrando a la chica de los hombros con entusiasmo.
– Estoy exaltada – dijo Kai con ironía. Notaba a leguas que estaba hecho a propósito, Emily quería reírse de ella y lo estaba consiguiendo.
– Kai y Derek se conocen del instituto, eran muy buenos amigos – le contó la otra a su pareja. Steve asintió interesado.
– Sí que lo éramos... – repitió Derek mientras miraba a la morena a los ojos y esbozaba una sonrisa nostálgica.
– ¿Y qué pasó? – preguntó el rubio con tono jovial.
– Decidió be...
– Vamos, no es tiempo de sacar el pasado ahora. Mirad, están jugando al BeerPong. ¿Por qué no vamos? – volvió a interrumpir Emily agarrando a su pareja de la mano y arrastrándolo detrás suyo. Derek les siguió, igual que ella con desgana.
Kai no dejaba de pensar como se las había ingeniado Emily para conseguir que ambos se encontraran y poder aparecer ella para joderlo todo como siempre. Además de pasarse todo el rato pegada a Steve como una lapa, casi ni le dejaba respirar. Vale que eran pareja, pero no era necesario estar así. En tres años apenas los había visto juntos y ahora eran lo único que pasaba por su camino.
"Pobre Steve", volvió a pensar.
✩ ✩ ✩
Después de pasarse media hora viendo como se enrollaban y a Derek socializando con los demás, decidió salir a tomar el aire antes de que le diera algo. Era duro vivir aquello sin ayuda del alcohol.
En el patio había una piscina enorme con gente tanto fuera como dentro e igual de borrachos que los del interior. No había señales de nadie que pudiera conocer y que le pareciera que tuviese un mínimo de decencia, por lo que optó por volver a la residencia aunque fuera andando. Serían treinta minutos, pero merecía la pena. Volvió a entrar para cruzar la casa hasta la puerta principal, fue rápida para que nadie la viera. O esa era la intención.
– ¿Te vas ya? – preguntó Derek agarrándola por la muñeca. Ella asintió. Él se pasó la mano por el pelo, pensativo, como si buscara la forma correcta para expresarse. Hasta que la miró de nuevo –. Mira, sé que te lo dije miles de veces, pero de verdad que lo siento.
– Ahórratelo – contestó ella volviéndose a girar para salir fuera. Este la siguió.
– ¡Por favor, escúchame! Créeme que después de dos años aún me duele, sino no volvería a disculparme.
– Derek, ya sé que te sabe mal. Lo capto. Pero no es eso lo que quiero.
– ¿Y qué es lo que quieres? –. Ella le evitó la mirada –. ¡Siempre has sido como un libro cerrado! – gritó.
Kai se quedó quieta, congelada, controlándose para no decir algo de lo que podría arrepentirse. Aunque entendía que quizás aquel era el momento para mantener aquella conversación que tanto quería.
– Quiero que me expliques el porqué. ¿Por qué razón lo hiciste? –. Ella intentó pensar en la conversación sobre infidelidades que tuvo con Steve días atrás. Debía dar ejemplo de sus palabras.
Derek inspiró, pues sabía que tarde o temprano tendría que responder a esa pregunta. Luego se acercó a ella e intentó ser lo más sincero que pudo.
– Porque estaba harto de esperar. Quería ponerte celosa, lo admito, hacerte ver que podías perderme si seguíamos así. No lo sé, Kai. Estaba confuso, a veces pensaba que realmente no te gustaba y que todo eso de esperar para besarnos era una excusa. Así que mi única salida fue enrollarme con otra en tu cara.
– Te pedí tres meses...
– No. En ese entonces eran tres meses, pero llevábamos así un año.
– ¿Y después de aguantar un año no podías esperar un poco más?
– ¡Kai, tú y yo no éramos nada!
– ¡Porque tú te lo cargaste todo!
– ¡No, porque tú te empeñas en vivir una vida que no es la tuya!
– Cállate – gruñó.
– Sé que estas cosas duelen, pero debes pasar página. Tu hermana ya no está y es una pena porque seguro que era una persona maravillosa, pero que ella quisiera unas cosas no quiere decir que tú también las quieras.
– Derek, no vayas por ahí – murmuraba mientras se alejaba de él.
– Vamos, Kai, rompe con eso, con el pasado, con ella. Esa lista te hará daño, si no te lo está haciendo ya.
– ¡Tú no tienes ni idea de lo viva que me hace sentir! – reprochó con los ojos vidriosos a punto de llorar.
– Solo hay que verte –, siguió él con una media sonrisa sin hacer caso de lo que la chica decía –, estás más muerta que ella.
Aquellas últimas palabras fueron las que detonaron el llanto de la chica, que sin pensárselo dos veces, y bañada en rabia, se dirigió hacia el que alguna vez había sido algo para ella con la intención de darle un buen puñetazo en la cara.
– ¡¿PERO SE PUEDE SABER QUÉ COÑO HACES?! ¡JODERRRRR! – gritó Derek con la cabeza hacia arriba porque notaba que le estaba saliendo sangre de la nariz.
Kai iba a darle otro si no hubiera sido por Steve que apareció a tiempo. Este se interpuso entre ambos y la agarró por los hombros para tranquilizarla, aunque al principio no atendiese a razones e intentara avanzar.
– ¡Kai, por Dios, para! – riñó el rubio, cosa que al parecer funcionó.
Ella reaccionó dándole pequeños golpes en el pecho como señal de impotencia, para luego dejarse caer encima de él, buscando un abrazo y un lugar donde llorar. Steve la rodeó con sus brazos mientras le acariciaba la cabeza para que se calmara. Ladeó un poco la cabeza y vio a Derek, que seguía conteniendo la sangre que le salía por la nariz.
– Deberías ir a limpiarte – aconsejó Steve con un tono severo.
– Gracias, tío.
– He escuchado lo que le has dicho, así que vete antes de que sea yo quien siga.
Derek lo miró un poco asustado y se fue lo más rápido que pudo al interior de la casa, quedándose Steve con Kai que seguía sin relajarse por mucho que no dejara de susurrarle palabras tranquilizantes.
– ¿Quieres que te lleve?
– Me sabe mal que dejes la fiesta por mí – dijo con un hilo de voz.
– Tranquila, a Emily le ha dado uno de sus brotes. No quiere verme. Cuando se pone así paso de ella.
Ella asintió con la cabeza y se apartó de él para poder avanzar hacia el coche. Seguían cayéndole lágrimas, pero estaba un poco mejor. Subieron al vehículo y antes de arrancar, Steve se aseguró de que su copiloto se encontraba mejor dedicándole una cálida sonrisa seguida de una caricia en la mejilla. Arrancó y se fue directo a la residencia.
Había oído gran parte de la discusión, pues estaba buscando a Kai justo en ese momento, solo que no esperaba encontrarla en aquella situación. Aun así, no dejaba de repetir en su mente una y otra vez las palabras de Derek.
"Solo hay que verte, estás más muerta que ella".
No podía evitar apretar la mandíbula para contener el puñetazo que debería haberle dado. En aquel instante se dio cuenta de que no tenía ni idea de a que se refería con ello y de que realmente no sabía apenas nada de la morena que llevaba a su lado. Tampoco habían tenido tiempo a ello.
– ¿Puedo hacerte una pregunta? – rompió el silencio. Ella dejó ir un sonido afirmativo –. ¿Qué pasó entre vosotros?
– Aparca – sugirió.
– ¿Por qué?
– Porque esto también te influye a ti.
"Deseo número trece. Te lo dedico, Emily", pensó Kai con una profunda rabia interior.
—————
Buenaaass!!
Sueño erótico😏
Adoro la pareja que forman Harriet y Max, este último me encanta. Tan contradictorios y ahí están, juntitos😊 Y Harriet incitando a nuestra buena Kai, ¿le hará caso?
Derek. Uh, ahí han pasado muchas cosas y, de esperar, con Emily en medio. ¿Qué opináis de este encuentro de Derek con Kai? ¿Y qué le llegará a contar a Steve?
Os veo el martes!!! Feliz fin de semana😉
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