Capítulo 13
Más vale ser atrevido aunque se cometan errores
que ser estrecho de mente y demasiado prudente.
Vicent van Gogh
– Servicio de vandalismo a domicilio – fue lo primero que escuchó Kai tras abrir la puerta –. ¿Ha pedido usted un servicio para esta noche? – susurró.
Eran altas horas de la noche y no estaban permitidas las visitas a esas horas, mucho menos del sexo masculino. Una regla bastante idiota, opinaba Ethan, teniendo en cuenta que también existían relaciones entre el mismo sexo. Pero bueno, las normas no las ponía él.
– Pasa – murmuró, Kai, en el mismo tono, al tiempo que aguantaba la risa.
Ethan entró y echó una mirada de soslayo a la puerta cerrada de Alyn antes de encaminarse a la de su amiga. Sobre la cama dejó la caja mediana llena de esprays de pintura, que había tenido que "tomar prestada" de su clase. Al día siguiente tendría que dejarla antes de que la echaran en falta.
– Gracias por esto, Ethan – comentó la chica, ya en tono normal, mientras le sonreía con cariño.
– Lo que sea por ti – respondió eliminando la distancia para dejar un suave beso en su sien –. Y bien, ¿cuándo nos vamos?
– Ya.
– ¿Ya? – preguntó sorprendido. Kai asintió con una sonrisa y el castaño procedió a mirarla de arriba abajo –. No pensarás ir así, ¿verdad? –. La chica imitó su acción y se observó el atuendo.
– ¿Qué le pasa a mi ropa?
– Nada, te queda genial – se adelantó a decir –. Pero me da a mí que ir con una camiseta de un verde intenso no es la mejor de las opciones para pasar desapercibida a la hora de invadir una propiedad privada para hacer un acto ilegal como lo es un graffiti.
Kai pareció pensarlo unos segundos antes de dirigirse a su armario a buscar algo oscuro. Ethan aprovechó para salir de la habitación y dirigirse a la cocina, esperaba que tuvieran una cerveza. Pero no tuvo suerte. Sin embargo, su mirada encontró algo más interesante.
¿Quién diría que la madera de una puerta podría hacerlo sonreír? Pero así fue.
– Vale, ya estoy lista – anunció la pelo azabache, saliendo de su habitación con la caja en sus brazos –. ¿Nos vamos? – intentó mirarlo a los ojos al formular la pregunta, pero su amigo no la apartaba de la puerta de Alyn.
– Aún no, se nos olvida algo.
– ¿Ah, sí?
– Algo muy importante para hacer un dibujo ilegal.
– ¡El boceto! – exclamó la chica al darse cuenta de su despiste.
Ella ya tenía la idea clara en su mente, pero era obvio que Ethan, el experto en pintar, era quien necesitaba saber cómo sería. Era mejor que lo supiera antes de estar delante de la pared, sino perderían mucho tiempo teniendo que explicárselo.
– También – respondió, apuntando mentalmente que tenían que hacerlo antes de irse –. Pero no es eso.
– ¿Entonces? – cuestionó, sin comprender.
Respondió a su pregunta, pero no con palabras exactamente.
Alyn pegó un bote sobre la silla de su escritorio al tiempo que murmuraba un: "No me estoy durmiendo, no me estoy durmiendo". Lo cierto es que los parpados le habían comenzado a pesar media hora atrás, pero se negaba a dejar el trabajo a la mitad. Debía, como mínimo, tener tres cuartos antes de permitirse dormir.
– Ya lo veo – fue lo que dijo Ethan desde el umbral de la puerta.
La ojiazul se giró con rapidez hacia él. Este tenía los brazos cruzados sobre el pecho y en su rostro formaba una sonrisa divertida. Por uno de sus lados asomaba la cabeza de Kai, que con su expresión daba a entender que no comprendía del todo la situación, pero por la sonrisa que intentaba escapar de sus labios parecía que le divertía igualmente.
– ¿Qué hacéis aquí?
– Buenas noches a ti también – comentó, sarcástico, el chico. Alyn rodó los ojos.
– No deberías estar aquí –. La castaña dirigió la mirada a su compañera –. Como lo pillen serás mujer muerta. Lo sabes, ¿no? –. Kai, simplemente, asintió.
Para su sorpresa, aunque ya empezaba a conocer el comportamiento de Ethan, vio como este se adentraba a la habitación sin ninguna invitación y se sentaba sobre el borde de la cama. Como si Kai lo tomará como un indicio de que ella también podía entrar, caminó hasta dejar una caja sobre el colchón. Se masajeó los brazos, doloridos. Al menos ella tuvo la decencia de no sentarse sin tener el permiso antes, el cual tampoco pidió, se quedó de pie al lado del castaño.
– Repito, ¿qué haces aquí? – esta vez se dirigió únicamente al chico.
– He venido a hacerle un favor a Kai –. Alyn miró a la nombrada, que le sonrió –. Pero tranquila que estamos a punto de irnos, nadie me va a pillar aquí –. La castaña asintió sin comprender a dónde quería ir a parar –. En cuanto estés lista nos vamos.
– ¿Qué?
– Lo que has oído.
– ¿Y adónde se supone que vamos? – preguntó levantándose de la silla. Sabía que Ethan estaba volviendo a empeñarse en sacarla de su mundo y con ello de su control. El chico miró a la pelo azabache indicándole que respondiera ella, si es que lo deseaba.
– Vamos a hacer un graffiti en la universidad.
– ¡¿Un graffiti?! – gritó, histérica –. ¡¿Os habéis vuelto locos?! –. La morena hizo una mueca –. No me puedo creer que metas a Kai en una de tus locuras – comentó hacia Ethan, el cual simplemente le respondió con una sonrisa divertida. Sabía perfectamente la reputación alocada que tenía ante ella, y ante el resto. Sin embargo, lo que le satisfizo fue la intervención de Kai.
– En verdad la idea es mía.
Alyn se quedó congelada unos instantes antes de lograr mirar a su compañera. Esta le sonrió, aunque fue más una mueca. Después la castaña volvió a fijarse en Ethan, que la miraba con gran diversión.
– Yo... eh... –. Agitó la cabeza y se centró –. Da igual de quién haya sido la idea, la cuestión es que es una locura.
– Una locura exquisita – puntualizó, Ethan.
– Una locura en la que no participaré – afirmó con seguridad.
– ¿Por qué?
– Porque no pienso hacer algo ilegal, ni de coña.
Kai deseaba intervenir y salvarla, decirle a Ethan que fueran solo ellos dos, pero conocía suficiente a su mejor amigo como para saber que eso no le pararía los pies. Tenía un objetivo y era mejor dejar que él solito se las apañara. Por ello, cuando el castaño se puso en pie, ocupó su lugar y se dispuso a mirar las botellas de espray.
Ethan avanzó con lentitud hasta situarse delante de Alyn. Apresó sus hombros con sus manos y tuvo que inclinarse un poco para que sus ojos quedaran a la misma altura. Ese simple acto, esa cercanía, la dejó sin aliento. Tenía su rostro a menos de diez centímetros y sus ojos verdes perforaban los suyos con intensidad.
– Cuando pienso que hemos dado un paso adelante, tú retrocedes dos – murmuró. Esas palabras se clavaron en el pecho de Alyn, desinflando su fuerza –. Deja de encerrarte en tu burbuja. Sabes, tan bien como yo, que todos los planes que te he propuesto y que, según tú, han trastocado tu vida, los has disfrutado. Disfrutado de verdad.
Él esperó a que ella lo rebatiera, e incluso que le apartará, pero se sorprendió al ver que Alyn no lo negaba. Y es que no podía hacerlo porque, por más que le molestara darle la razón, decía la verdad.
– Cuando nos quedamos en el campo tampoco teníamos permiso – le recordó, aún susurrando –. No nos pasó nada. Te prometo que esta vez será igual. No dejaré que nos pillen –. Hubo un leve silencio –. ¿Te apuntas?
Alyn lo pensó concienzudamente. Las palabras de Ethan eran ciertas. Sabía perfectamente que se escondía en su burbuja, que disfrutaba de los planes que tenía con el chico y... sobre todo... sabía que él cumpliría su palabra. Algo en su interior le suplicaba que aceptara, aunque iba perseguida por esa pequeña voz que le imploraba que fuera lógica, como siempre era.
"O como siempre habían querido que fuera", pensó.
Sin apenas darse cuenta, se vio a ella misma asintiendo con la cabeza.
De los labios de Ethan salió una sonrisa. Y los de ella los imitaron.
– No quisiera interrumpir... em... lo qué sea que os estéis comunicando mentalmente –, comentó, Kai. Alyn retrocedió bruscamente un par de pasos, chocando con la silla de su escritorio. En cambio, Ethan se giró hacia su amiga con indiferencia –, pero es que tenemos que irnos a hacer el graffiti y aún no hemos hecho el diseño.
– Cierto – secundó, el chico, y volvió a girarse hacia la castaña, que apresaba la silla a sus espaldas –. ¿Me podrías prestar una libreta y un lápiz? Por favor.
Alyn seguía en una neblina de confusión ante la cercanía anterior de Ethan, pero aun así asintió.
– No tengo ninguna libreta – comentó mientras le pasaba un lápiz y una goma, por si llegara a necesitarla.
– ¿Cómo no vas a tener ninguna libreta? ¿Cómo tomas apuntes? – cuestionó él, con una ceja arqueada y en un tono que dejaba claro que su excusa había sido de lo más ridícula.
– Sí que tengo libretas, pero son para clase y no pienso arranca, ni malgastar ninguna hoja – confesó.
– Si quieres... – empezó a decir Kai, pero la voz del chico sonó sobre la de ella.
– ¿De veras que no vas a prestarnos ni una misera hoja? –. Ella negó. Ethan se dio cuenta de que su obsesión por el control a veces era hasta enfermiza, pero se calló el comentario –. ¿Y no tienes ninguna libreta que no utilices o que sea para apuntar chorradas?
Con esa última palabra a Alyn se le formó la imagen en la mente del último cajón de su escritorio. En él descansaba una libreta lila, que hacía tres años que no usaba ni abría.
Dudó.
"¿Qué posibilidades hay de que...?", pensó al tiempo que se mordía el labio inferior.
– Yo podría... – intentó volver a hablar Kai, mientras se hacía a un lado para dejar que Ethan se sentara a su lado, sobre la cama.
– Tengo una – soltó, Alyn, silenciando sus palabras. La morena se encogió de hombros, dándose por complacida. Ella solo quería hacer el boceto de una vez.
Ante la mirada de ambos se movió hacia su escritorio. Las manos le temblaban, pero se obligó a respirar hondo y abrir el cajón. Ni siquiera miró directamente a la libreta hasta que la sacó de su lugar. Después, y aún de espaldas a ellos, le dio la vuelta. Se la entregó a Ethan con brusquedad, la misma con la que cerró el cajón. El castaño, confundido, tomó la libreta con más lentitud de la que ella hubiese deseado. Abrió la primera página antes de mirar a Kai.
– A ver, Kai, explícame qué quieres exactamente.
La ojigris, sentada a su lado, le explicó su idea lo mejor posible. El chico tuvo que pararse a pensar unos instantes, buscando un diseño para cuadrar todo lo que su amiga le había pedido.
– ¿Por qué haces esto? – le preguntó Alyn a Kai.
– Por una de mis profesoras.
– ¿Esto es una venganza a una profesora? – cuestionó asombrada. No esperaba que su compañera fuera capaz de algo así.
– No, no – se apresuró a decir.
Mientras Kai le explicaba la injusticia que se había cometido, Ethan se encontraba mirando con fijeza la hoja en blanco de la libreta. Ni siquiera les estaba prestando atención a las palabras que ambas estaban pronunciando. Sin embargo, algo más pequeño sí logró captar toda su atención. De una de las esquinas de la libreta sobresalió un pequeño papel. Con curiosidad la abrió por la página en la que se encontraba.
"Hace función de marca páginas", fue lo primero que pensó. Porque ese trozo de papel no tenía nada de especial, pero la hoja en la que se encontraba sí. Y lo que vio lo dejó congelado.
En ella había un dibujo a medio terminar. Un dibujo que distaba mucho de ser de alguien sin talento. Esa curiosidad que había despertado en él, unos instantes atrás, se intensificó y en menos de lo que dura un pestañeo se hallaba pasando las páginas.
Sin parpadear.
Sin respirar.
Así transcurrieron los siguientes segundos, en los que ante sus ojos solo aparecían dibujos y más dibujos. Hechos, sin duda, por una mano experta. O, al menos, por alguien a quien se le daba de maravilla dibujar. Había rostros, cuerpos, ojos, paisajes, objetos... de todo. Y cada una de esas cosas estaba dibujada de manera puramente artística.
– Dibujas – afirmó, aunque su intención había sido preguntar.
Alyn dejó una frase a medias para girar su cabeza en dirección al chico, quien ya se encontraba mirándole. Kai frunció el ceño y bajó la mirada al regazo de Ethan, dónde descansaba la libreta. En la página pudo ver el retrato de una niña. Un retrato increíble.
La castaña también descendió la mirada, pero ella vio lo que había temido desde que sacó la libreta.
– No te he dado permiso para que cotillees mis cosas – ladró a la defensiva. Ethan estuvo a punto de decirle que ella misma le había dado esa libreta y que era como una forma, bastante directa, de darle permiso. Pero decidió callarse ese comentario.
Sin perder el tiempo, Alyn le arrebató de las manos la libreta. No esperaba que eso ocurriera. Ella misma se aseguró de darle la libreta del revés para que no viera todos esos estúpidos dibujos. O al menos así los calificaba ella.
– No sabía que dibujabas – decidió decir, Ethan.
– Eso es porque no lo hago – soltó, molesta, mientras volvía a darle la vuelta a la libreta y arrancaba una de las hojas. Se la dejó de forma brusca sobre el regazo.
– Esa libreta no dice lo mismo.
Alyn le dirigió una mirada enfurecida.
– Dejé de dibujar y pintar hace tres años – explicó en un gruñido, pero tras unos segundos las palabras se volvieron en su contra. Poco a poco la furia se desvaneció y sintió una leve opresión en el pecho –. No he vuelto a dibujar desde entonces.
– ¿Cuándo empezaste? – preguntó con suavidad, Kai. La chica había detectado que no era un tema en el que su compañera se sintiera cómoda y, a sabiendas de que Ethan no iba a dejar pasar la conversación, decidió hacérsela más amena.
– Como todo el mundo –, su voz bajó a un murmuro al tiempo que su mirada descendía al suelo –, cuando eres pequeño. Dibujas cualquier cosa, incluso simples garabatos –. Respiró hondo –. La diferencia fue que yo... –. Miró la libreta en sus manos mientras se dejaba caer en la silla del escritorio –. Mientras pasaban los años iba dibujando y pintando cada vez más –. Una sonrisa nostálgica adornó su rostro. Ethan la miraba con el ceño fruncido, pero con toda la atención posible, como si solo existiera ella en la habitación –. A los diez años ya hacía dibujos más elaborados, aunque donde mejoré mi técnica fue al empezar el instituto.
Hubo un momento de silencio. Kai la observó con una sonrisa, aunque ella no la fuera a ver, ya que seguía con la mirada agachada. Alyn recordó las sensaciones que le producía dibujar y pintar, y no pudo evitar la opresión en el pecho de nuevo. Sin embargo, Ethan era el más interesado en el tema. Tenía talento, demasiado, y eso a él le fascinaba. Pero había algo en su interior que no le encajaba y necesitaba entenderlo.
– ¿Por qué lo dejaste? – las palabras salieron de sus labios en un tono cauto, como si quisiera que no alteraran el estado en el que se encontraba Alyn.
Esta alzó la mirada, conectándola con la suya. Se le cortó la respiración y su mente se nubló, hasta el punto de que respondió sin rumiar las palabras, sin pensar bien antes de confesar.
– Poco antes de terminar secundaria, mis padres me advirtieron de que bachillerato sería más complejo y que tendría que emplearle más tiempo –. En su mente recordaba las frases que ellos mismo utilizaron, y agradeció que ninguno pudiera escucharlas –. Así que tuve que dejarlo.
"Miente", afirmó Ethan en su cabeza. No sabía como, pero tenía la certeza de que no fue una indirecta lo que sus padres emplearon para hacer que Alyn dejará de dibujar. Vio la confirmación en sus ojos cuando soltó aquella última frase.
Y eso lo enfureció.
Alyn tenía talento, tenía un don y ellos se lo arrebataron.
Nos los conocía y tampoco tenía ganas de que eso ocurriera, pero aun así no le agradaban. Ya sabía dos cosas en las que sus padres habían intervenido (su carrera y el dibujo) y en ambas la habían hecho infeliz. Porque, aunque Alyn no lo admitiera, no era feliz siguiendo los pasos que ellos le habían metido en la cabeza, de eso estaba seguro. Y quería hacérselo ver, quería que ella se diera cuenta.
Pero no sería esa noche.
– Bueno –, la voz de Kai sonó como un susurro –, ahora tengo a dos artistas que me pueden ayudar con el boceto. Ese que Ethan ya debería estar haciendo o se nos hará de día –. Alyn le sonrió agradecida, ya que había desviado el tema. Los tres fueron conscientes de eso, pero ninguno comentó nada.
– Vamos a ver – se centró, el chico –. ¿Qué te parece si ponemos la cruz y la cabeza de Nut arriba y debajo la frase? –. Kai asintió de acuerdo –. Vale, pues déjame un momento para organizar el espacio.
Mientras Ethan dibujaba unos garabatos que solo él entendía, Alyn se volvió hacia el escritorio y dejó la libreta en su lugar. No la había abierto desde ese día que sus padres irrumpieron en su habitación y la pillaron dibujando. Tuvo aquella charla que le hizo dejar ese dibujo a medias. Ni siquiera sabía exactamente que le había impulsado a llevársela de su casa, pero lo había hecho.
– Yo haría las letras de Moomies en mayúsculas – sugirió, la castaña, una vez se situó al lado de Ethan. Este la miró sin ninguna expresión y eso causó que ella hiciera una mueca –. Perdón, me callo, no sé ni lo que digo y...
– No, no – la cortó él –. En realidad es una magnífica idea – comentó con una sonrisa antes de bajar la mirada de nuevo al boceto. Hizo los cambios que ella había sugerido –. ¿Las letras de qué color serían? – le preguntó directamente.
– Em... –. Se puso nerviosa, hacía mucho que no se paraba a pensar en nada artístico, no si no estaba relacionado con la arquitectura –. Supongo que eso lo debería escoger Kai –. Ambos la miraron.
– No lo sé, yo solo contaba que las partes de letra normal o cursiva fueran azules.
– La palabra Mummies puede ser simple y negra... – comenzó Alyn.
– Y la palabra Moomies puede ser azul y el relieve negro – añadió Ethan.
– Y las palabras Have Rights en cursiva y también azules – concluyó ella, de nuevo.
– Me parece una idea genial – sentenció, el castaño. Ambos no pudieron evitar mirarse con una sonrisa, aunque sus ojos no se habían separado de los del otro durante toda la conversación –. Eso si a la cabecilla le parece bien –. Se obligó a separar la mirada de Alyn para centrarla en Kai.
– Me parece una idea fantástica – afirmó ilusionada.
Ethan dedicó un par de minutos más a terminar el boceto. Entonces se lo enseñó a Kai, quien soltó un pequeño grito de alegría antes de abalanzarse sobre su amigo, quien la abrazó de vuelta con una sonrisa cariñosa. Alyn adoró verlos.
– Vámonos – sentenció el chico al tiempo que se ponía en pie y cogía la caja.
– Tengo que cambiarme – comentó, la ojiazul. Seguía en pijama, ya que no tenía previsto salir a ningún lado –. Esperadme abajo, en cinco minutos estoy lista. Lo prometo.
Ethan no estaba muy convencido, la veía capaz de no bajar. Sin embargo, su amiga no le dio tiempo a rebatir porque aceptó las palabras de Alyn y tiró de él hacia la puerta. Este le lanzó una última mirada a la castaña antes de abandonar su habitación.
Una vez sola se cambió a toda prisa, dejándole con tiempo de sobra para que no sospecharan, que empleó en hacer una llamada.
– ¿Quién cojones llama a estas horas? – murmuró con voz adormilada.
Si iba a hacer algo ilegal por voluntad propia, necesitaba a alguien de más confianza a su lado.
– Steve, te necesito.
—————
Buenaaaasss!!!
Nuestra Alyn es una pequeña artista, quién lo iba a decir. Pero, por desgracia, ya no se dedica a ello. ¿Creéis que dice la verdad sobre por qué ya no lo hace o que Ethan tiene razón y miente?
Vandalismo, este cuarteto se pone rebelde. En menuda buena van a meter a los mejores amigos, Alyn y Steve, los otros dos locos.
Hasta la próxima😉
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