Capítulo 10

Prometí no llamarla o volver a escribir sobre
ella, pero estaba sobrio cuando lo hice.
Charles Bukowski

El estadio estaba lleno de gente y apenas se podía reconocer a alguien, lo cual era obvio teniendo en cuenta que entre Columbia y Dartmouth había veinte minutos de camino. Por lo que había mucha, mucha gente.

Al inicio vio a Alyn, le sorprendió que estuviera allí y más con Ethan. La verdad es que no había dos personas tan distintas como ellos, no tenían nada que ver, además de que aquel moreno no era de su agrado. Pero es lo que tiene estar saliendo con su hermana pequeña. A quien no vio fue a la dicha, de hecho discutieron la noche anterior a causa de un malentendido y al parecer aún no se habían calmado las aguas. Ella era así de intensa, cuando le daba la rabieta podía pasarse días sin hacerle ni caso y luego aparecer como si nada. Al parecer, lo usó como excusa para no ir al partido. Steve ladeó la cabeza como si quisiera expulsar las preocupaciones de esta y respiró hondo, concentrándose en el campo, en el equipo y en el juego. Ya tendría tiempo para preocupaciones más tarde.

Era el inicio de la Ivy League de aquel curso y al mismo tiempo el último año de Steve en ella antes de graduarse, por eso era muy importante para él destacar y llamar la atención de algún ojeador que pudiera interesarse en su participación para la NFL. Aquel era su sueño, claro. O mejor dicho el de su padre.

James Michael Jones era un empresario conocido en gran parte de Nueva York, de hecho el setenta por ciento de los edificios del estado tenían su placa en la entrada. Steve era su único hijo y aunque nunca le faltó de nada, siempre se sintió vacío. Se ve que cuando tu padre fue una eminencia en la universidad, en el fútbol americano y ahora en la industria, es de esperar que, como hijo suyo, seas igual o mejor, si no quedarás eclipsado. Y ten por asegurado que te exigirán más que al resto.

Así era la vida de Steve, la viva imagen de su padre, pero que nunca llegaba a superar. James Steven Jones nunca pudo ser uno mismo hasta que empezó a tener conciencia de que vivía en una burbuja y de que su vida no era tan perfecta como quería aparentar, por esa razón prefería que usaran su segundo nombre, por eso prefirió ir a Dartmouth y no a Columbia, o estudiar química en vez de arquitectura, aunque le gustara, y por eso eligió jugar con el número doce y no con el treinta y cuatro. Porque Steve era Steve y él tenía su identidad, y no quería que siguieran comparándolo con su padre. Aunque fuera algo imposible.

Una parte de él le decía que jugara de forma pésima aquella temporada, de ese modo no le daría a su padre el gusto de conseguir lo que quería. Pero no llevaba diez años jugando al fútbol para nada y tampoco era algo que odiara, al contrario, de hecho era el capitán y no podía fallar a su equipo solo por una rabieta con su padre, así que debía darlo todo y más en el primer partido. No permitiría que Dartmouth quedara en malos ojos mientras él estuviera allí. Por suerte, aquel día no pasó. 

Con la victoria para los Big Green y dos touchdowns de Steve, lo celebraron en el vestuario con hurras y una previa a la fiesta que les esperaba.

– Un vaso bien cargado para nuestro quarterback estrella – le sirvió Lorie, su mejor amigo.

– Gracias, pero creo que me esperaré a la fiesta de verdad. Tengo que conducir y tú también – sermoneó mientras le daba una palmadita en la espalda.

Lorie era un gran punto de apoyo en su vida, se conocían desde pequeños, ambos habían ido juntos al instituto, eran inseparables. De hecho, él también fue una de las razones por las que fue a Dartmouth, querían jugar juntos y realmente conectaban muy bien en el campo, igual que en su amistad. Aunque muchas veces el rubio quisiera matar al moreno por más de una idiotez o por su falta de sensatez.

Una vez listos, se separaron por coches, eran nueve en total, ya que muchos optaban por ir a otras fiestas o a celebrarlo con amigos, familia o parejas. De hecho, aquel era el plan de Steve, celebrarlo con Emily, si esta se hubiera presentado al partido.

✩ ✩ ✩

La fiesta era como todas las demás, sin ningún tipo de novedad: alcohol, piscina, juegos, animadoras, Lorie enrollándose con ellas. Mejor dicho, todo el equipo enrollándose con ellas, y él ahí, sin beber, ya que lo odiaba, pensando en qué hizo mal esta vez para que Emily no quisiera saber nada de él. Estaba acostumbrado a esas discusiones, alguna vez lo había hablado con Alyn y Regina, quería saber si él era el problema o es que su pareja era poco tolerante. Ambas amigas siempre apostaban por la segunda, pero él la quería mucho y se le hacía difícil verla con malos ojos porque no era mala, solo que entenderla requería tiempo.

Estaba apoyado en el borde de una mesa con los brazos cruzados, vigilando las bebidas de sus amigos, que debían llevar tres vasos como mínimo, cuando notó una presencia a su lado.

– Uy, que raro que estés solo en una fiesta. Bueno, en general – oyó que decía una voz femenina a su lado. Se sobresaltó de primeras antes de voltear la cabeza y ver que se trataba de Kai, la cual se estaba sirviendo un vaso.

Lo último que deseaba aquel día era verla. Le sabía mal ser así, pero aquella chica no le transmitía ningún tipo de confianza. Como le había dicho Emily: "No te fíes de ella. Va con cara de niña buena, pero realmente es una fachada. Manipula a los demás". Como era de esperar, no iba a desconfiar de las palabras de su pareja, menos después de haber tratado con la ironía y la poca gracia de esta. Por lo que se limitó a mirarla sin decir nada, si no le hacía el mínimo caso se marcharía.

– ¿Te ha dejado tu novia? –  le preguntó.

Steve pudo deducir por el tono de su voz, el rojo de sus mejillas y el brillo de sus ojos, que no iba muy sobria que digamos. No valía la pena discutir, no iba a darle el gusto, por mucho que el comentario sobrase. Se limitó a seguir sin contestar.

– Te veo muy serio. ¿Quieres? – dijo ofreciendo su vaso mientras se apoyaba en el mismo lugar que él, quedando uno al lado del otro.

– No – renegó Steve. Kai se encogió de hombros y bebió.

– ¿Y... piensas quedarte mucho rato aquí?

– El que haga falta – respondió él sin dedicarle ni una mirada.

– Humm – asintió mientras volvía a darle otro sorbo –. Entonces no debe importarte que tu novia esté bailando con otro –. Se puso a señalar con el dedo meñique, el único de su mano sin ser ocupado por el vaso, el paradero de su novia.

Steve se giró de golpe para comprobar que, sin ninguna duda, se trataba de Emily. 

Estaba junto a un chico alto, moreno, con una chaqueta de Columbia. Ella iba escotada, recordaba aquella camiseta porque se la regaló él, le quedaba de infarto. Estaba destacando, siempre lo hacía, a cada movimiento y, por unos segundos, no pudo evitar no quedarse embobado admirándola. Pero ahí estaba el problema, que estaba destacando tanto que no solo llamaba la atención de aquel chico, también de otros. Una parte de él, sentía orgullo de su pareja, de que se lo pasará tan bien y de verla tan viva. Pero por otra, empezaba a temer por los chicos que la rodeaban. Y por ella., porque muchos no son tan reservados cómo parecen.

– ¿Quién es ese? – preguntó con un tono de rabia en su voz. "¿Y por qué está aquí y no en el partido?", pensó.

– No tengo ni idea – respondió la que estaba a su lado sin importancia y volviendo a dar otro sorbo.

Justo en aquel momento, Emily volvió la cabeza justo donde ellos estaban, encontrándose con las miradas de ambos. Lo que para Steve significó un atisbo de esperanza, dejó de serlo cuando ella se acercó más al chico y volvió a mirar a su novio con una sonrisa pícara. Intentaba ponerle celoso. Odiaba que le pusieran celoso. 

Kai estaba borracha, pero no lo suficiente como para no darse cuenta de que la pareja pasaba por una tormenta. Cosa que le encantaba. Miró entonces a Steve con una cara de asco exagerada, la cual este devolvió con expresión atónita por lo que acababa de ver.  

– ¿Tú eres masoca? – preguntó sin poder creer que realmente saliera con una persona que le era infiel en la cara y no se diera cuenta.

Steve, sin poder reaccionar todavía, volvió de nuevo a fijar la atención en su novia para asegurar que lo que acababa de ver no era un sueño. Para nada lo era.

– Sin duda lo eres – murmuró Kai al ver que volvía a mirar la escena. Acto seguido suspiró y se fue, no le merecía la pena seguir allí. 

– ¿Crees que debería...? –. Pero antes de terminar la frase se dio cuenta de que estaba solo.

Sin pensárselo más, fue directo a Emily. Esta seguía a lo suyo, aun sabiendo que su novio se encontraba a menos de diez pasos de ella. Eso era lo que más furioso le ponía, la poca falta de empatía. La agarró por el brazo para sacarla de allí. Supuso que debía estar algo ebria para comportarse así, pero esta se negó a avanzar.

– ¡¿Pero qué coño haces?! ¡¿No ves que estoy bailando?! – gritó ella.

– Sí, y me parece genial – dijo, entre dientes –. Pero no creo que sea necesario llegar a este punto.

– Oh, ahora te jode que pase el rato con otro tío.

– Emily... 

– ¡Pero a mí no debe importarme que tú salgas de paseo con tu amiga modelo! – interrumpió histérica.

Steve se llevó las manos a la cabeza, concentrándose para no perder los nervios. Él contaba con dos amistades femeninas, Alyn y Regina. A ambas las conocía desde mucho antes de empezar con Emily y esta sentía profundos celos de las dos, pero, sobre todo, de la segunda. Era alta, delgada, esbelta, rica, educada y demás adjetivos calificativos que se le pudieran echar, además de ser modelo. Así que sí, era de esperar que la novia de este sufriera cierta cantidad de celos cada vez que quedaban a solas.

– Cariño, no es lo...

– Me da igual lo que sea – volvió a interrumpir –. Ahora si me disculpas voy a seguir bailando con mi nuevo amigo – finalizó con un tono de voz irritante.

– Haz lo que quieras – finalizó.

Odiaba discutir con Emily, la quería y mucho, pero le era muy complicado entenderla. A veces parecía carecer de atención, por eso la buscaba de donde fuera. Sin embargo, Steve prefería mantenerse ausente de los arrebatos de su novia, solo le aportaban culpa y no tenía necesidad de sentirla. Hubiera sido buena idea hablar con ella sobre cómo se sentía cada vez que discutían, pero daba por hecho que no iba a ceder, así que se sepultaba en silencio limitándose a asentir. Al fin y al cabo, no todas las relaciones son perfectas.

✩ ✩ ✩

Pasó las dos horas siguientes con Lorie y los del equipo. Obviamente, su amigo conocía el estado en el que se encontraba e intentaba animarle para que no decayera, pero eso no servía para nada cuando veía a Emily pasar entre la multitud. Pasaba de estable a enfadado en menos de medio minuto.

Lo peor de todo era que podía haberse vengado, tenía todas las cartas a su favor para tontear con cualquier chica, y es que no le faltaron pretendientas. Pero no lo hizo, porque no tenía necesidad de rebajarse a su nivel.

En aquel momento estaban todos en unos sofás sentados en círculo. Jugaban a Verdad o Reto, un juego que a Steve le parecía estúpido y prefería no jugar nunca; sin embargo, aquel día no tenía mucha opción más, era eso o ver como su novia se paseaba con otro. 

– Tío, deja de elegir verdad. Te lo veto – dijo Lorie indignado.

– No me apetece hacer ninguna prueba. Suficiente que he aceptado jugar.

– Sí, lo que tú digas – se mofó.

– Lorie... – advirtió.

– Te reto a... a secuestrar un pingüino.

Era muy típico en su amigo decir lo primero que se le pasaba por la cabeza, más cuando estaba borracho. Steve se llevó las manos a la frente para controlar los inicios de dolor de cabeza. 

– Paso – declaró el rubio cansado.

– Vale, pues te reto a... 

– ¿Steve?

El moreno fue estorbado por la voz de una chica rubia con dos moños a los lados y ropa retro, que llevaba arrastras a otra de cabello oscuro y tejanos. 

Ambas se pusieron enfrente de Steve.

– ¿Sí? – preguntó confuso.

– ¿Eres Steve? – volvió de nuevo para asegurarse.

– El mismo, en carne y hueso. Lo tenemos en promoción, aunque para ti podría haber un descuento – intervino Lorie haciendo humor de la situación.

Harriet, algo asqueada por el comentario del moreno, volvió de nuevo su atención al rubio para dejarle el muerto a él.

– Bien. Pues toda tuya, entonces – dijo mientras traspasaba a su compañera de forma delicada. Él la agarró antes de que se fuera para delante. No se aguantaba de pie y no dejaba de reír –. Ha bebido mucho, como puedes ver, y yo no puedo llevarla, hemos venido con otro coche y no pienso dejarla aquí. Debe volver a su habitación.

Steve vio que se trataba de Kai. Hacía por lo menos dos horas que había estado hablando con ella, en ese entonces ya no iba muy bien, pero ahora iba peor. 

– Vale, ¿pero y a mí que más me da? – preguntó aún cogiéndola. 

– ¿Y yo qué sé? Me lo ha pedido ella. Pregúntaselo, está borracha, seguro que dice la verdad.

Harriet se dio media vuelta con la intención de marcharse. No iba a dejar a su amiga con un completo desconocido, en caso de que Ethan hubiera estado allí seguramente hubiera hablado con él, pero no estaba y poca gente más conocía tanto como para fiarse de dejar a su amiga moribunda. En cambio, Steve... desde que lo había visto en Cookie's supo que su relación con Emily no era de verdad. Le parecía un tipo con gracia, elegante, guapo y con necesidad de encontrar algo de rumbo en la vida. Era perfecto para Kai, por eso "intervino".

– ¡Espera! – exclamó él –. No puedo irme ahora...

– Ve con ella – dijo la voz de Lorie, que estaba detrás de él, poniéndole la mano en el hombro –. Ese es tu reto, llevarla – aclaró.

Resopló molesto y no tuvo más remedio que pasar el brazo de Kai por su hombro y llevársela de allí.

– Como le hagas algo te juro que te los corto – amenazó Harriet antes de que se fueran.

– Soy un hombre de bien – musitó a desgana.

Claro que no quería irse, no quería dejar a Emily entre tanto perro hambriento suelto, se la comían con los ojos. Y sí, tenía miedo de que alguien pudiera lanzarse, de que a ella le gustara, de perderla. Y no, no quería cuidar de una borracha que justamente no era de su agrado. 

La chica no dejaba de reír, hablar y de comentar todo lo que veía y como el mundo daba vueltas. Además de ser muy complicado andar con una persona que va de lado a lado como una peonza, fue difícil sacarla de la casa sin que se arrastrara por el suelo. Suerte que tenía el coche enfrente de la casa. 

Una vez estuvieron frente al vehículo, Steve la apoyó contra la puerta del copiloto y la agarró por lo hombros.

– Bien, escúchame – dijo en el mismo tono que le hablaba a los niños pequeños –.  Ahora vas a subir al coche y voy a llevarte a tu habitación. ¿De acuerdo? –. Ella asintió moviendo la cabeza de arriba abajo exageradamente –. Bien, pero antes de subir, ¿tienes la necesidad de vomitar? –. Esta negó con la cabeza con la misma intensidad –. ¿Segura? No quiero que me pintes el coche –. Y a aquello respondió con una carcajada –. Vale, tendré que arriesgarme – murmuró mientras la acompañaba hasta el interior del coche y le ponía el cinturón.

¿Dónde estaba Alyn cuando se la necesitaba?

✩ ✩ ✩

Kai no dejaba de mover la cabeza de un lado a otro mientras intentaba seguir las canciones que sonaban en la radio. Steve estaba nervios e incómodo, ya no sabía si se debía a la presión que le esperaba aquel curso, a su relación o a la voz desafinada de su copiloto. El caso es que, por alguna razón que desconocía, se vio con la necesidad de desahogarse. Él no solía abrirse con todo el mundo, incluso le costaba hacerlo con sus amigos más cercanos, siempre supo que venía a raíz de tener que ser igual que su padre, inconscientemente se había vetado el expresarse por su propia cuenta. Pero aquella noche lo necesitaba y un piano o quemarlo en el campo no le iba a servir de nada, necesitaba a una persona real, por lo que dirigió la mirada hacia la única persona que se encontraba cerca de él. Total, estaba tan borracha que era probable que no se enterara mucho. 

– Emily está enfadada conmigo –. La miró de reojo, vio como giraba la cabeza hacia él y se callaba –. Aunque ya me imagino que a ti eso te alegra, pero a mí me jode. Y todo porque ayer le comenté que quería quedar con una amiga de la infancia. ¡Como si no la conociera, es como mi hermana pequeña! –. Ella seguía mirándolo y escuchándolo, aunque parecía que estuviera en otra dimensión.

Se quedó unos segundos callado y concentrado en la carretera, reflexionando y ordenando todos los pensamientos que aparecían por su mente. 

– ¡Es que no entiendo qué hago mal! –. Dio un golpe al volante que sobresaltó a Kai –. Creo que no le he dado ni una sola razón para que desconfíe de mí. Quizás sí, al inicio de la relación, pero ahora llevamos tres años. ¡Joder, tres años y todavía no me he ganado su confianza! ¡Yo sería capaz de dar muchas cosas por ella!

Y hubiera seguido diciendo más, pero calló cuando notó algo encima de su muslo. Bajó la mirada un segundo para ver que se trataba de la mano de la morena. Esta lo miraba con sus ojos, más azules que grises por el alcohol, y con expresión de: "Tranquilo". Aun estando borracha, era consciente de que él no se sentía para nada bien y la poca lucidez que le quedaba la depositó en transmitirle paz mediante palabras.

Él volvió a la carretera y ella ladeó la cabeza también al frente, creando otro silencio, pero esta vez no era tan incómodo. Aunque Steve empezaba a cuestionarse el porqué acababa de desahogarse con ella.

– Piensa en cosas bonitas, como hago yo. Así la impotencia se difumina poco a poco –. Inspiró muy hondo y dibujó una pequeña sonrisa dejando un breve silencio –. Yo estoy pensando en un jardín lleno de ardillas y bellotas –. Y con intención de que él se metiera dentro de su pensamiento, preguntó –: ¿Qué hago?

Steve se quedó confundido, no entendía muy bien lo que decía y no solo porque arrastrara las palabras a causa de su estado. Pero vio que la chica seguía con los ojos cerrados y esperaba una respuesta, así que decidió seguirle el juego.

– Coge cinco bellotas –. Inspiró, todavía con rabia.

– Bien, y ahora... ¡Ay! –. El rubio se sobresaltó por el grito, pensando que era alarmante –. Tengo un lazo –. Pero se dio cuenta de que seguía evadida en su sueño.

– Deshazlo y átalas una debajo de la otra – contestó sin pensar.

– Uhh, una guirnalda de bellotas. Qué bonito.

– Cuélgala en un árbol.

– Está bien. ¿Qué te parece aquel tan delgado? Parece que necesita ánimos.

– ¿Por qué no?

– Ya está, queda bonita.

– Sí, la verdad es que sí –. Y, sin poder evitarlo, dibujó una leve sonrisa en su expresión.

En aquel momento ambos se miraron a los ojos y dibujaron una sonrisa agradable. Por unos minutos todos los pensamientos desagradables habían desaparecido, tan solo quedaba tranquilidad. Justo acababan de llegar al parquin de la residencia. Aquel sueño iba a desaparecer para siempre, pues seguramente sería la última vez que estarían a solas. 

Steve ayudó a Kai a salir del coche, esta se sentía bastante mareada a causa de la carretera y tenía la sensación de que vomitaría en cualquier momento. Por eso le indicó a Steve que esperara unos segundos para recomponerse. También le pidió que la agarrara para no perder el equilibrio. 

– Ya te vale, no deberías beber así – riñó el rubio mientras la sujetaba.

– ¿Vas a hacer de padre? – preguntó, sarcástica. Había agachado la cabeza como indicio de preparación para el inminente vómito.

Steve resopló. De nuevo estaba la Kai insoportable que había conocido hacía una semana. Por unos minutos la había llegado a tolerar.

– La próxima vez te vuelves andando, por graciosa.

– Cállate – murmuró.

– Tendrás morro – gruñó este.

– No, que te calles de verdad –. Entonces, subió la cabeza y el cuerpo, y le tapó la mano con la boca, tuvo que alzar las puntas porque él era mucho más alto que ella. La morena, empezó a mirar de un lado a otro hasta que detectó la luz –. Mierda, Matthew – maldijo.

– ¿No será la poli? – preguntó alarmado, quitándose la diminuta mano de la boca.

– No, mucho peor. Es Matthew, el recepcionista y controlador de la residencia, y es muy estricto. "Nadie de fuera puede entrar" – anunció como si imitara la voz del hombre.

– ¿Quién anda ahí? – preguntó una voz grave en la lejanía.

– ¡Ves! Si te ve no te dejará entrar, eres un chico, y si me ve así no me dejará entrar tampoco – renegó apoyando la cabeza en el hombro de Steve como si estuviera cansada. Este se quedó con las manos medio abiertas como si no supiera si abrazarla o no hacer nada.

– Quizás, si le explicamos la situación, lo entienda. El guarda del piso de Emily es comprensivo.

– Este no. Apenas deja entrar a Ethan y le tiene visto. Tiene miedo a que se metan parejas en la habitación... –. Se quedó callada de golpe para dar paso a su descabellada idea –. ¡Claro, odia las parejas!

Él volvió la mirada hacia ella y ladeó la cabeza repitiendo sus últimas palabras.

– Bésame.

– ¡¿Pero tú estás loca?! – susurró.

– Si ve que solo somos una pareja, no dirá nada. No va a interrumpir – propuso ilusionada, como si fuera la mejor idea que jamás hubiera tenido.

– ¿Se puede saber en qué mente cabe tu estúpida teoría? –. La agarró por los hombros, apartándola lo máximo que podía de él.

– Es cierto. Harriet lo hizo el curso pasado. Se ve que le da vergüenza acercarse a las parejas.

Steve la miró con la ceja levantada, no terminaba de creérselo. De hecho, no iba a hacerlo. Negó con la cabeza soltándola y girándose para llevarse las manos a la cara como si necesitara pensar.

– ¡EEEH! ¡SAL DE DÓNDE ESTÉS! – seguía, el guarda.

Kai miró alarmada hacia la luz que aún seguía lejos, pero no lo suficiente, y no pudo evitar dar unos saltos de niña caprichosa, inquieta.

– Vamos, Steve. Por favor, bésame. Sé que no quieres, pero será solo un segundo.

– ¡No voy a besarte!

La luz estaba más cerca.

– Steve, no quiero que me pillen –, suplicaba –, por favor, por favor, por favor. No te pediré nunca nada más en esta vida, pero quiero dormir en mi cama.

Matthew volvió a gritar.

Ella miró primero la luz de la linterna. Estaba cerca. 

Luego miró a Steve. Se mordió el labio.

Le suplicó con la mirada.

Matthew advirtió de nuevo.

Él miró primero la luz de la linterna. Estaba todavía más cerca.

Luego miró a Kai. Suspiró profundamente.

La besó en los labios.

Una luz los iluminó por unos segundos, al mismo tiempo que se oía el murmuro del guarda mientras se marchaba muerto de la vergüenza. Ellos se quedaron allí, con Steve enterrando la cara de Kai entre sus manos, acariciando sus labios suavemente. Sabían a cereza, seguramente por el sabor del alcohol, y eran cálidos y carnosos. No abrió paso a su lengua, pero sí que apretó sus labios con fuerza, dejando que la intensidad subiera. Y no solo por su parte, también por la de ella, que lentamente rodeó su cuello con sus brazos, pegando su cuerpo al de él. Entonces sí que se encontraron en lo más profundo de sus bocas, atrayéndose cada vez más, hasta quedarse sin aire.

–  Steve – susurró ella pegada a sus labios, intentando recuperar un poco el aliento.

Él gruñó con la respiración acelerada, igual que ella. Respirando al unísono. Steve bajó la mirada, para verla bien, para ver sus ojos, ahora más grises, dilatados y brillantes; las mejillas sonrojadas que le daban un toque dulce y los labios rosados hinchados. La veía de forma embriagadora. 

Pero la veía a ella, a Kai, no a Emily. 

Se apartó lentamente intentando recapacitar. La miraba y la seguía viendo preciosa, pero no podía dejar de pensar en Emily y en lo que acababa de hacer. Porque era obvio que aquello venía a raíz de su discusión con ella y de la presión que sentía. 

Justo la morena empezó a poner mala cara, llevándose lentamente la mano a los labios.

"Mierda", pensó Steve. Volvió a ella con la intención de excusarse, pero en aquel momento ella vomitó.

Lo dejó ir todo. Rápidamente, él fue a apartarle el pelo de la cara para que no se manchara más. Hasta que paró. Luego apoyó la cabeza en el pecho de él y murmuró: 

– Tengo sueño, Steve. Llévame a la cama.

Y por suerte no tuvo que hacer muchas maniobras para tumbarla en la cama. Ella misma se dejó caer y se quedó profundamente dormida, sin ninguna preocupación.

No como Steve, que tenía mucho en lo que pensar.

—————
Buenaas!!

Vemos a otra que no sabe controlarse con el alcohol y esta vez ha terminado en... ¡BESO! Oh, madre mía, empiezan fuerte estos dos. Pero... ¿Qué pasa con Emily? ¿Y con Kai cuando ya no esté borracha?

Bienvenido Lorie!!! Mi niño preciosooo🥰 Preparaos que ha venido para quedarse!!!

Hasta el próximo capítulo😉

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