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- Estas loco - Dijo la azabache.

- Es posible - Contestó el pelinegro, pero se dio cuenta de que ella se sentía atraída por los planes, a pesar de estar temblando de los nervios.

- ¿Cuánto hace que no te toca un hombre, Milk? ¿Cuánto hace que un hombre no te hace sentir su ardiente empuje volviéndote loca de deseo? - Preguntó observando los labios de la ojinegro que tiritaban ante la mirada de él.

Ella estaba temblando, le brillaban los ojos. Podía pensarse que era por miedo, pero él conocia ese perfume casi imperceptible de su excitación endulzando el aire, conocía su fragancia, la había sentido la primera vez que se habían encontrado, y siempre aparecía cuando estaban cerca. Ocho años no habían cambiado nada entre ellos.

- El sexo... nos envuelve - Habló él inclinándose hacia ella - Se siente... Deja de fingir - Susurró en su oído izquierdo.

- Si no paras esto, voy a gritar - Habló observandolo a los ojos, queriendo intimidarlo.

La respuesta de él, fue colocar una mano en su nuca, el pelinegro acercó su cara a la de la azabache, su aliento se entre mezcló con el de ella - No tengas miedo - Dicho esto besó su boca ardiente y temblorosa. Ella abrió su boca para que él tuviera la libertad de entrar en su cavidad, era un juego de lenguas que no daba treguas, ella apretó sus dedos sobre la camisa de él, y respiró contra su pecho viril, rozándose en cada inhalación

Goku bajo sus manos hasta los glúteos de la morena, los apretó y la cargó, ella enrolló sus piernas en la cadera de él, ella gimió y él rio roncamente, mostrando su triunfo, la pelinegra se aferró a su cuello y le clavó las uñas, a él no le importó, le gustaba sentir aquellas uñas afiladas en su piel le hacía sentir que aquello podía ser desenfrenado como él esperaba. Lo hacía sentir vivo, con energía.

Con Maron había sido sexo, con aquella mujer era... algo más...

Las puertas del ascensor se abrieron, sin dejar de besarla la llevó hacia la puerta de su apartamento, fue difícil meter la tarjeta y poder abrir sin dejar de besarla, pero al final lo logró. Entró y luego pateó la puerta para cerrarla, caminó por el corredor hacia el dormitorio.

La chaqueta del pelinegro se le cayó de los hombros al suelo, pero quedó allí, el de cabellos alborotado entró al dormitorio y cerró la puerta.

Goku la bajó de sus brazos y la dejó de pie en el piso, ella estaba temblando apenas podía ponerse de pie sin ayuda, sus ojos brillaban, su boca estaba inchada y roja deseosa de la de él.

- Ahora dime que no - Habló él desafiante.

Ella no podía contestar, cuando la azabache extendió una mano para recuperar firmeza, él la tomó y se la puso en el pecho, Milk sintió los rápidos latidos de Goku, lo había vuelto hacer, sin darse cuenta, ella le había desabrochado la camisa mientras iban por el pasillo.

- Sí - Susurró él, se aflojó la corbata y se la quitó, luego se desabrochó el último botón de la camisa.

- Oh Dios - Se le escapó a ella, al ver el buen trabajado cuerpo de Goku, se le hacía un nudo en la garganta al ver ese abdomen.

El pelinegro camino a paso lento hacia ella con una sonrisa de triunfo, le desabrochó la chaqueta de traje de diseño, esa resbaló por sus hombros, para después quitar la blusa que estorbaba su cometido, y la besó ferozmente, por si ella se arrepentía y decidía parar aquello.

Pero la azabache no estaba en condición para parar aquello, estaba perdida en una ardiente pasión que la unía a aquel cuerpo y el poder de su beso - Esto es una locura - Dijo ella.

Él no contestó, sus manos estaban intentando quitarle el sujetador, hasta que lo logró, observó que el encaje negro dejó al descubierto unos pechos redondos con unos pezones erguidos, él los tocó, ella gimió, y simplemente se apretó contra él. Aquella piel de porcelana le produjo una sensación eléctrica contra la suya, el beso era una seducción interminable, cuando él intento abrir la cremayera para quitarle la falda, ella lo ayudó moviendo sus caderas para facilitarlo, la poderosa muestra de su erección era evidente cuando ella se apretó contra él.

Goku respiraba agitadamente, su cuerpo estaba tenso de deseo, deslizó sus manos por el último trozo de encaje que quedaba, luego tiró de ella y la rodeó en sus brazos.

Ella tomó la cara entre sus manos y él la besó, urgentemente, desesperadamente, acariciándola y probándola, arrancándole a él sonidos de placer. Él era suyo, aquel pelinegro le pertenecía, una parte de ella debía de estar gritando "Tonta" pero no le importaba.

El ojinegros apretó los glúteos de la fémina y la alzó, ella rodeó sus piernas en la cadera de él y sus manos rodearon su cuello, él empezó a llevarla en brazos otra vez, y la dejó en la espaciosa cama. Sus piernas se extendieron sensualmente, lo observó quitarse lo que le quedaba de ropa, miró fascinada aquellos músculo, recordó como era sentirse poseída por él y se mordió el labio inferior.

El de cabellos alborotado se colocó encima de ella, era piel contra piel, una sensación insuperable de placer, Goku la besó mientras sus manos empezaron a acariciarla mágicamente, recorriendo sus pechos, su vientre, la parte interna de los muslos. Milk todavía tenía las medias y las braguitas. Él se las quitó, ella se movía y respondía a cada una de sus caricias. El pelinegro dejó de besarla, ella estaba perdida, mirando unos ojos tan negros que parecían tragarla. Amándolo, deseándolo.

- ¿Paramos? - Preguntó él, aún encima de la azabache.

¿Paraban?, se preguntó ella, por primera vez intentó enfocar lo que veía, él estaba excitado, lleno de pasión.

- Si continuamos, tendrás que aceptar mis condiciones - Habló él.

- ¿Quieres parar? - Preguntó ella.

Él le acarició el labio con la lengua - No - Contestó.

- Entonces, ¿Por qué preguntas?

Él sonrio y dibujo sus labios con la punta de la lengua - Entonces, sigamos.

La pasión se desató como un león salvaje entre ellos dos, Goku tomó uno de sus pechos con su boca, succionó su pezón y lo mordisqueo mientras que al otro le daba masajes, ella gimió y él volvió hacerlo y la atormentó con la boca y con las manos, luego deslizó sus dedos por sus muslo hasta llegar a su parte íntima, el placer se apoderó de ella, donde él tocaba ella pedía más, los dedos de la azabache temblaban en los músculos del pelinegro. El notar que él tenía la respiración agitada la excitaba más, ambos se deseaban desesperadamente.

Milk sabía que no debía hacerlo, pero una sola pizca de sensatez habría estropeado aquel momento, ella dejó escapar un suspiro y entonces él invadió la cavidad de su sexo con el toque de un maestro y la sensatez se perdió completamente aferrada a él pronunciando su nombre y pidiéndole que no parase.

El calor de su aliento humedecía su rostro; el sonido de su respiración agitada llenaba sus oídos, el pelinegro se movió encima de ella, Milk sintió el ya erecto miembro que rozaba en su sexo. Una mano se deslizó debajo de sus caderas para apretarla más contra su cuerpo, Goku le alzó la cabeza para que abriese los ojos y lo mirase para advertirle lo que iba hacer, entonces sintió su empuje en el mismo momento en que él acallaba el grito de ella.

Era la posesión en su significado más completo, él daba embestidas y ella respondía con gemidos de placer que parecían gritar que era suya, cada empuje era más profundo, cada retirada la dejaba temblando y pidiendo más, cada movimiento de los cuerpos era un exquisito tormento que la llevaba más lejos.

- Ah~Goku - Gritó ella, antes los vaivén de él, sus piernas cada vez se debilitaban más, la espalda le dolía, su vientre parecía querer explotar, no soportaba más.

Cuando él incrementó el ritmo, ella dejó que la dirigiese, era un cuadro de piel exquisitamente blanca contra el músculoso cuerpo de él, miembros delgados y femeninos entrelazándose a los de él. El contraste entre su piel y la luz de ella formaban una gloriosa única identidad. Él la sumergió en el éxtasis y luego hizo que perdiera el escaso control que le quedaba con un beso que la envolvió totalmente y la llevó a la cima del placer.

- Grrr - Gruñó el pelinegro, su piel chocaba con la de ella, ambos perlados con el sudor de sus cuerpos, él empujaba más y más quería dar todo de él y hacerle entender que él era el único hombre que podía hacerla sentir el placer.

La pelinegra respiraba agitadamente, él penetró fuertemente y ella se arqueó al sentir como su miembro entró en lo más profundo de su ser haciendo que ambos llegaran a su clímax.

Depositó un casto beso en los labios de ella, sacó su miembro de la azabache, y se acostó a lado de ella envolviéndose en la sabana de ceda, la fémina cerró los ojos por momentos y él se perdió observandola.

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