28
—¡Idiota! —gritó Sebastián mientras bajaba a la sala de estar donde estaba su amigo y Zoe mirando una película—. ¿Le diste mi número a Camille?
—Si, tenías miedo, así que me encargué de eso —se encogió de hombros mientras comía palomitas—.
—Sebastián, deberías agradecer que Camille aceptó, dice que eres lindo —comentó la chica con una sonrisa—. Enzo hizo un lindo gesto por ti.
—Si... supongo que tienes razón, Zoe —miró al albino—. Gracias, Enzo.
—Agradece cuando se casen —rió un poco—.
—Sebastián es muy exagerado —comentó la chica cuando el pelirrojo se fue—.
—Pero es un buen amigo.
—¿Igual que el tercero de su grupo? —el albino miró a su novia—. El homosexual.
—Raúl —miró hacia otro lado—. Fue asesinado por compañeros de la secundaria —suspiró—. Homofóbicos que iniciaron con burlas, luego le acosaban, lo golpeaban en el baño cuando no le acompañábamos... días antes me enfrenté a ellos tratando de hacer que se detuvieran —sentía como poco a poco se formaba un nudo en su garganta—. Pero eso empeoró todo, lo mataron a golpes —cubrió su cara con sus manos y comenzó a llorar—.
—Oh, mi amor —la chica abrazó al albino—. Eso ya es muy grave —acarició su cabello—.
Fue en ese momento, solo por aquella vivencia pasada, cuando Zoe sintió como algo cambió en ella.
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