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—¡Enzo! —gritó Ángel haciendo que el mencionado levantara la mirada de su teléfono y observara la puerta del baño—.
—¿Si?
—N-necesito hablar contigo.
El albino estaba por hablar pero vio como aquel chico entraba por debajo de la puerta; menos mal solo estaba mirando su teléfono.
—Oye amigo eso no se hace —dijo algo molesto Enzo—.
—Shhh —tapó la boca del chico—. Si me encuentran aquí contigo estoy en graves problemas.
En un movimiento rápido, el menor se sentó sobre el albino haciendo que este solamente abriera los ojos de par en par por la sorpresa de dicha acción.
—Enzo, y-yo siempre te miro y... —miró a los ojos al chico—. M-me atraes.
El albino no podía responderle por la sorpresa. Ángel tomó el rostro de Enzo con ambas manos y poco a poco se acercó a él.
Pudo haber un beso, pero el mayor reaccionó y puso su mano en medio de sus bocas.
—¿Eh? —el menor miró la intervención—. ¿N-no te gusto igual? —comenzó a sollozar—.
—Escucha... yo ya tengo pareja —mintió, era claro que no le diría que era una chica—.
—¿Es ese tal Sebastián? —Enzo frunció el ceño—. ¡Él es un idiota!
El menor rápidamente abrió la puerta del baño y salió corriendo mientras lloraba. El albino quiso detenerlo y tratar de calmarlo, pero ya no estaba.
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